Siéntate en un entorno seguro y déjate invadir por las emociones. Cuanto
más intentamos controlar los sentimientos, deshacernos de ellos o reprimirlos,
más nos perturban.
Igualmente, al no hacernos cargo de ellos es más probable que los
proyectemos en el otro y renunciemos así a la posibilidad de trabajarlos.
Las emociones son una respuesta natural y necesaria a los acontecimientos
de la vida; constituyen una parte de nosotros en transformación constante y
aportan profundidad y textura a la experiencia vital. Hay que escucharlas, pero
no aferrarse a ellas.
Cuando atravieses un momento difícil, recuérdate que, sea lo que sea lo
que estés sintiendo, no por fuerza vas a seguir experimentando o mismo al cabo
de una hora, una semana o un año. Las circunstancias pueden parecer
desagradables por el momento, pero todo cambia y se transforma siempre que le
des algo de espacio.
Por supuesto, es importante que te comuniques con tu pareja cuando
sientas que te ha hecho daño, pero antes de hacerlo trata de separar sus actos
de tus sensaciones al respecto.
En este punto, OPTA POR CAMBIAR EL CURSO de tus actos, para que todo lo
que digas o hagas esté basado en el amor. Esta decisión no implica que no debas
defenderte: puedes y debes marcar unos límites claros.
No obstante, es preferible expresarse de manera tal que el otro perciba
afecto en las palabras junto con la intención de superar el momento difícil.
Pregúntate: "En esta situación, ¿Cómo me puedo expresar de la forma más
amorosa posible?" No cabe duda de que requiere un gran esfuerzo no ceder
al impulso de criticar, culpar o quejarse, sobre todo cuando nuestra actitud
nos parece justificada, pero la madurez espiritual no se alcanza en un momento.
Exige esfuerzo; nos obliga a tomar la decisión consciente de no sucumbir a
nuestros impulsos más bajos.
Por último, ACUÉRDATE QUE EL ESPÍRITU SIEMPRE ESTA PRESENTE y
disponible para guiarte hasta lo más sublime de tu naturaleza. Cuando acallamos
el ego y encomendamos la situación a Dios, podemos hacernos a un lado y dejar
que el designio divino siga su curso. Si somos capaces de aceptar que cuanto
sucede no es sino un escenario para nuestro desarrollo espiritual,
dejaremos de tomarnos las cosas como algo personal y comprenderemos que cada
cual hace lo que puede con lo que tiene. Reconoce lo que sientes y comunícalo
de manera responsable, después déjalo ir.
Aléjate en el sentido emocional y deja que todo busque su sitio; confía
en que una instancia superior te guiará para que puedas llegar a expresar todo
tu potencial.
Si sigues estas instrucciones siempre que el miedo haga presa en ti, no
sólo cambiará radicalmente tu manera de relacionarte con tu pareja (¡y con todo
el mundo! sino que el curso de tu propia vida se transformará. Haz de
detective, averigua que aspectos debes trabajar en ti para dejar atrás pautas
aprendidas y viejos hábitos. Practica, practica y practica. Al hacerlo,
una experiencia nueva, mucho más dichosa, se irá manifestando. Además cuando
dejes atrás el miedo y penetres en el amor, tu pareja evolucionará también,
porque cuando una persona cambia, todo su entorno lo hace con ella.
Experimentar una transformación en el terreno de las relaciones requiere
toda una revolución mental. Tenemos que superar nuestra tendencia a reproducir
pautas de pensamiento negativas y dedicar la energía a cultivar un ser nuevo y
amable.
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