Qué es lo que detiene a la gente de vivir la vida que realmente quieren
tener? Yo diría que una cosa muy común y destructiva es el hecho de pensar
demasiado.
Hay personas que piensan y le dan vuelta a cada pequeño problema hasta
que se vuelve más grande y más miedoso. A veces pensar demasiado las cosas
positivas hace que finalmente no se vean tan positivas. O analizar y
desglosar las cosas y la felicidad que viene de simplemente disfrutar de algo
en el momento, desaparece.
Ahora bien, el hecho de pensar bien las cosas puede ser una gran
cualidad, por supuesto. Pero ser una persona que re-piensa todo el tiempo,
puede terminar convirtiéndose en alguien que se detiene en la vida, alguien que
se auto-sabotea las cosas buenas que suceden.
Lo sé. Yo solía pensar demasiado las cosas y me contuve en formas que no
eran divertidas en absoluto.
Pero en los últimos 8 años más o menos, he aprendido cómo hacer que este
problema se vuelva más pequeño y que muy rara vez vuelva a aparecer. Y si lo
hace, entonces ya sé qué medidas tomar para superarlo.
En este artículo me gustaría compartir 9 hábitos que me han ayudado
mucho, mucho para convertirme en una persona más simple e inteligente y para
vivir una vida con menos miedo y más feliz.
1. Pon las cosas en
una perspectiva más amplia.
Es muy fácil caer en la trampa de pensar demasiado las cosas que tienen
pequeña importancia en la vida.
Así que cuando estés pensando y pensando en algo pregúntate a ti mismo:
¿Esto importará en 5 años más? ¿O incluso en 5 semanas más?
He encontrado que ampliando mi perspectiva mediante el uso de estas
simples preguntas puedo rápidamente dejar de pensar demasiado. Así olvidar esa
situación y enfocar mi tiempo y energía en algo que realmente me importe.
2. Establece plazos
cortos para las decisiones.
Si no tienes un límite de tiempo para tomar una decisión y sus
respectivas medidas, puedes seguir dando vueltas y vueltas a tus pensamientos y
mirando las cosas desde todos los ángulos durante mucho tiempo.
Así que aprende a actuar y a ser mejor en la toma de tus decisiones,
mediante el establecimiento de plazos en tu vida diaria. No importa si se trata
de una decisión más pequeña o una más grande.
Esto es lo que me ha servido.
Para las decisiones pequeñas, como si debería ir a lavar los platos,
responder a un correo electrónico o hacer ejercicio, por lo general me doy 30
segundos o menos para tomar una decisión.
Para las decisiones un poco más grandes, que en el pasado me habría
llevado días o semanas para pensar, yo uso un plazo de 30 minutos o lo dejo
para cuando termine mi jornada laboral.
3. Conviértete en una
persona de acción.
Cuando sabes cómo tomar acciones día a día, entonces postergas menos tus
actividades porque ya no piensas demasiado.
El establecimiento de plazos es una actividad que me ha ayudado a ser una
persona que actúa mucho más.
Dar pequeños pasos y centrarme en conseguir solamente uno de estos pasos
a la vez, es otro hábito que me ha funcionado muy bien.
Funciona muy bien porque así no te sientes abrumado y no tienes que
recurrir a posponer tus actividades. Y aunque es posible que tengas miedo, si
te tomas las cosas con calma paso a paso, créeme que el miedo no te paralizará.
4. Darte cuenta que
no puedes controlarlo todo.
Tratar de pensar las cosas 50 veces puede ser una manera de tratar de
controlar todo; para así cubrir cualquier evento en el que no quieres correr un
riesgo, cometer un error, una falla o parecer como un tonto.
Pero esas cosas son parte de vivir una vida en la que realmente te sales
de tu zona de confort. Toda persona que se puede admirar y ha vivido una vida
que te inspira, ha fallado. Ellos han cometido errores.
Pero en la mayoría de los casos, estas personas también han visto estas
cosas como experiencias que sirven para aprender. Muchas cosas que pueden
parecer negativas les han enseñado mucho y han sido muy valiosas para ayudarlos
a crecer.
Así que deja de tratar de controlarlo todo. Tratar de hacerlo simplemente
no funciona, porque nadie puede ver todos los posibles escenarios con
antelación.
Por supuesto, esto es más fácil decirlo que hacerlo. Así que si quieres,
comienza hacerlo en pequeños pasos.
5. Decir basta en las
situaciones en las que sabes que no puedes pensar con claridad.
A veces, cuando tengo mucha hambre o cuando estoy acostado en mi cama a
punto de ir a dormir, comienzan a tener pensamientos negativos.
A veces en el pasado, me podían hacer un poco de daño. Hoy me he vuelto
bueno en capturar esos pensamientos de manera rápida y decirme a mí mismo:
No, no, no vamos a pensar en esto ahora.
Yo sé que cuando tengo hambre o sueño, mi mente tiende a ser vulnerable,
a la negatividad y a no pensar con claridad.
Así que yo sigo con mi frase “no, no …” y me digo a mí mismo que en el
momento que mi mente funcione mucho mejor, voy a pensar en esta situación.
Por ejemplo, después de haber comido algo o por la mañana después de
haber conseguido mis horas de sueño.
Me tomó un poco de práctica conseguir que esto funcionara, pero me he
vuelto bastante bueno en posponer el seguir pensando de esa manera. Y sé por
experiencia que cuando vuelva a pensar en la situación de forma más clara,
entonces en el 80% de los casos el problema es muy pequeño o inexistente.
Y si hay un problema real, entonces mi mente está preparada para tratarlo
de una forma mucho mejor y más constructiva.
6. No te pierdas en
simples temores.
Otra trampa en la que he caído muchas veces, que me ha estimulado el
pensamiento excesivo, es que me he perdido en los miedos acerca de situaciones
específicas de mi vida. Y así mi mente ha creado escenarios de desastre, que
podrían pasar si actúo de determinada manera.
Así que he aprendido a preguntarme: Honestamente, ¿qué es lo peor que
podría pasar?
Y cuando me he dado cuenta de qué es en realidad lo peor que podría
pasar, es entonces también cuando puedo dedicar un tiempo para pensar en lo que
podría hacer si esa situación bastante improbable sucede.
He descubierto que lo peor que podría pasar, por lo general es algo que
no es tan temible como lo que mi mente se había imaginado.
Encontrar la claridad de esta manera, por lo general sólo toma unos pocos
minutos, un poco de energía y te puede ahorrar un montón de tiempo y
sufrimiento.
7. Haz ejercicio.
Esto puede sonar un poco extraño.
Pero en mi experiencia al ejercitar, especialmente con el levantamiento
de pesas, me ayuda a dejar de lado las tensiones internas y preocupaciones.
El ejercicio me hace sentir más decisivo y cuando yo era de esas personas
que le daba vuelta a todas las cosas, entonces era mi método de cambiar mi
pensamiento a uno más constructivo.
8. Pasar más de tu
tiempo viviendo el presente.
Con el hecho de estar viviendo en el presente en tu vida cotidiana y no
en el pasado o en un posible futuro, puedes reemplazar los momentos en que
sueles pensar demasiado las cosas con los momentos que estás viviendo con sólo
estar aquí, en este momento y en este lugar.
Tres maneras que utilizo a menudo para volverme a conectar con el
presente son:
Ir más despacio.
Reduce la velocidad de lo que sea que estás haciendo ahora mismo. Por
ejemplo, muévete menos, habla más despacio o anda en bicicleta más lentamente.
De esta manera te vuelves más consciente de cómo utilizar tu cuerpo y de lo que
está sucediendo a tu alrededor en estos momentos.
Decirte a ti mismo:
Ahora soy…
A veces me digo a mí mismo: Ahora soy X. Y X podría cepillarse los
dientes, dar un paseo por el bosque, o lavar los platos. Este simple
recordatorio ayuda a mi mente para dejar de deambular y traer mi atención de
nuevo a lo que está sucediendo en este momento.
Interrumpirte y
volverte a conectar.
Si sientes que te estás perdiendo en el pensamiento excesivo entonces
interrumpe ese pensamiento en tu mente, gritándote esto a ti mismo: ¡ALTO!
Luego intenta conectarte con el momento que estás viviendo en el presente,
tomándote sólo 1 o 2 minutos para concentrarte plenamente en lo que está
sucediendo a tu alrededor. Fíjate en todos tus sentidos, oye, huele, mira y
siente las cosas.
9. Pasa más tiempo
con gente que no piensa demasiado las cosas.
Tu entorno social juega un papel muy importante, y no sólo las personas y
grupos cercanos tuyos en la vida real. Pero también lo que lees, escuchas y
observas. Los blogs, libros, foros, películas, podcasts y música.
Así que piensa qué personas o fuentes hay en tu vida, cercanas o lejanas,
que alientan y tienden a hacerte pensar demasiado. Y piensa también en las
personas o las fuentes que tiene el efecto contrario sobre ti.
Encuentra maneras de gastar más tiempo en las personas y las fuentes que
tienen un efecto positivo en tu pensamiento y menos en las influencias que
tienden a fortalecer el hábito de pensar demasiado.
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