Pim Van Lommel, cardiólogo, investiga experiencias después de la muerte
(EDM). “Madurar es liberar la conciencia de la edad: he tratado
a jóvenes con experiencias después de la muerte más maduros que
yo. Mi padre era neurólogo y yo quise ser físico: ahora estudio física
cuántica para entender qué sucede tras la muerte. La fe es otro camino
a la verdad”.
Aceptar
La ciencia ignora o niega cuanto no puede explicar, pero eso no quiere
decir que no exista. La vida del doctor Van Lommel es una apuesta por la
verdad, por muy inexplicable que parezca, más allá
del camino trillado de la ortodoxia. Han pasado diez años desde que
hablamos, pero al estrechar su mano en el aeropuerto de Amsterdam (viene de
conferenciar en Atlanta) me sonríe como a un viejo amigo y experimento una
íntima sensación de paz y seguridad. El doctor Van Lommel se ha asomado al
otro lado sin dejarse en éste el sentido común y lo que ha visto es bueno,
aunque, para dominarnos, nos hayan infundido el miedo a verlo.
Aceptarlo es aceptarnos y sentirse mejor.
Cuando enseñaba Cardiología en el hospital de Arnheim -800 camas- ya
investigaba cómo algunos pacientes, tras infarto y muerte clínica, volvían a
vivir.
…
Hasta que en 1986 leí el testimonio de un estudiante de Medicina, George
Ritchie, que resucitó tras nueve minutos de muerte clínica. Me
impresionó tanto que empecé a estudiar en profundidad esos casos.
¿Tantos había?
En 1988 ya tenía doce episodios incuestionables y creé una red de
investigación con otros diez hospitales holandeses. Iniciamos un estudio
clínico prospectivo de 344 pacientes, que publicó The Lancet (2001).
Causó un impacto mundial. Tanto que ya le avancé entonces, cuando
usted me entrevistó, que, tras 31 años de cardiología, me iba a dedicar en
exclusiva a las experiencias cercanas a la muerte (EDM).
¿Qué hemos aprendido
desde el 2001?
Tenemos más preguntas, además de la clásica: ¿si la conciencia es un mero
producto del cerebro, cómo puede sobrevivir y explicar la experiencia de la
muerte?
¿Qué dice la
ortodoxia médica?
Que se trata de meras alucinaciones causadas por la anoxia (carencia de
oxígeno).
¿Y qué le dice su
investigación?
Si la causa fuera la anoxia, todos los que vuelven a la vida tras la
muerte tendrían EDM, porque todos la sufren, pero, en cambio, sólo el 18% tiene
esas experiencias.
¿Qué explican sobre
ellas?
Coinciden en hablar de recuerdos, cognición y emociones y mantienen
la identidad, un punto crucial, porque el ego es el enlace entre la
conciencia y el cuerpo.
¿Luces, voces, su
vida en un instante…?
Las han experimentado miles de personas, pero no todos las explican por
temor a ser tachados de lunáticos o porque creen que las causan la medicación
o la enfermedad.
¿Todos experimentan
lo mismo?
No todos experimentan todo, pero todos citan algunas experiencias
recurrentes que coinciden en un cruce espacio-temporal.
¿A qué se refiere?
Es la revisión de la vida pasada, pero también la futura y presente:
algunos, al volver, anticipan sucesos y reinterpretan los ya pasados, así que
suelen cambiar de pareja, de trabajo, de existencia, porque han contemplado su
vida en conjunto durante su EDM.
¿Cómo son esas
visiones?
Inefables, a menudo el lenguaje carece de términos para explicarlas. Una
EDM de tres minutos puede requerir semanas de testimonio en el que no se repite
un solo episodio. El tiempo, como le decía, transcurre de un modo único en
síntesis con el espacio y una constelación de familiares y afectos.
Por ejemplo:
Un paciente refiere cómo en su EDM había visto a un señor desconocido
sonriéndole. Diez años después, su madre agonizante le reveló que él era hijo
de una relación extramarital y le mostró una fotografía de su padre biológico,
asesinado en un campo de concentración: era aquel señor sonriente.
¿Cómo sabe que esos
pacientes clínicamente muertos siguen conscientes?
Lo prueban cientos de casos. En Conciencia más allá de la vida explico el
de un hombre de 43 años que nos llegó cianótico, frío, sin tensión y con las
pupilas dilatadas. La enfermera le extrajo la dentadura postiza y la depositó
en un cajón. Resucitó inexplicablemente tras un largo coma y preguntó por sus
dientes.
Si estás vivo, resultan muy útiles.
Reconoció, al verla, a la enfermera y le pidió que se los devolviera.
Ella nos llamó alarmada y entonces el paciente nos relató en detalle lo que
habíamos dicho y hecho cuando llegó muerto a urgencias del hospital.
¿Y usted qué cree?
Nuestra conciencia no es más que un retransmisor para esta dimensión de
nuestro ser en varias. Es como una radio que, mientras vivimos aquí, sintoniza
con este universo. Nuestra muerte sólo es un cambio de conciencia,
una transición. Sólo morimos en una dimensión para pasar a otras.
¿Es una convicción
religiosa?
Es física cuántica. Yo no soy creyente. Muchas religiones se han acercado
a esa realidad con técnicas de paso entre esas dimensiones, como la meditación
o el misticismo.
¿Cómo lo sabe?
Porque estudio casos -me consultan decenas cada día- y las experiencias
son recurrentes y concurrentes: confluyen tiempo -pasado, presente y futuro:
tienen visiones- y espacio en sensación de unidad.
…
Y esos testimonios de cada día coinciden con los relatos de la mística y
las visiones de profetas, gurús y santos desde hace siglos.
¿Todo está conectado?
Ven la luz (los niños me cuentan que un ángel; los ateos hablan
de “una energía” y los creyentes, de Dios). Todos se refieren a lo
mismo y que en ello se sienten integrados.
¿Por qué la ciencia
lo ignora?
Hasta ahora, la mecánica cuántica demuestra que la luz consta de
partículas que al mismo tiempo son ondas -creo que nuestra conciencia las
retransmite- dependiendo del estado del observador. La experiencia de lo
objetivo, al fin, depende de tu estado subjetivo.
Así que, desde los gurús milenarios hasta los físicos cuánticos, cuando
asumes tu transición sin miedo experimentas un anticipo de esa sensación de
plenitud.
Fuente: lavanguardia
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