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domingo, 5 de abril de 2015

NO SABES QUE HACER CON TU VIDA?? LEE ESTO!!

Ángel es un muchacho que nos muestra su propia experiencia. Cuando he topado "de casualidad" con su mensaje, he sabido que tenía que compartirlo. Gracias Ángel!!

Dice así:

Desde bien pequeño me han gustado los videojuegos. Mis vecinos Fran y Miguel tenían un PC en el garaje de su casa y me pasaba las tardes con ellos disfrutando de títulos míticos como Magic Pocket, Wolfestein o las aventuras gráficas de Lucasarts.

Cuando cumplí 14 años me compraron mi propio ordenador y me envicié todavía más. Mis juegos favoritos eran los de estrategia (Starcraft, Age of Empires) y los de rol (Baldur’s Gate, Diablo).

Con la llegada de Internet me empezó a llamar cada vez más el modo multijugador. Enfrentarse a otro ser humano era mucho más divertido y desafiante que jugar contra una máquina, y me parecía mágico el que pudiese echarme una partida desde mi casa contra alguien de Estados Unidos o Japón. Era la época del Ultima Online y del Diablo 2, de la cual guardo muy buenos recuerdos.

Te cuento todo esto porque la etapa de los videojuegos fue una etapa de gran claridad en mi vida. Cuando me levantaba cada mañana tenía claro que lo que más me apetecía hacer en el mundo era matar Mefistos o subir puntos de magia, y me daban totalmente igual las chicas, viajar o ganar dinero. Sabía exactamente lo que quería y era muy feliz haciéndolo

La época post-videojuegos

Pasó el tiempo y fui perdiendo el gusto por los juegos de ordenador. Empecé a verlos como un entretenimiento vacío y dejaron de engancharme. No veía sentido a invertir mi tiempo en un mundo online cuando el mundo real era mucho más divertido.

El problema es que al perder el vicio también perdí la claridad que te da el tener algo que te apasiona profundamente. Me levantaba por las mañanas y ya no tenía nada que quisiese hacer por encima todo lo demás; ya no tenía ningún motivo de peso por el que no volverme a la cama cuando me levantaba una hora antes de que sonase el despertador. Los días eran copias unos de otros, y pasaban casi sin darme cuenta: universidad o trabajo, partidos del Real Madrid, salir con los colegas de vez en cuando y poco más. Hasta que a los 24 años toqué fondo.

En esos momentos vivía en Seattle y tenía trabajo fijo, coche, novia y un buen grupo de amigos, pero me había quedado sin objetivos que perseguir. Después de analizar que lo único que me faltaba era casarme y comprarme una casa, empecé a dedicar mis tardes a ver precios de apartamentos y condiciones de hipotecas. ¿Y sabes qué? Lo odiaba. Me sentía perdido, triste y vacío. Realmente no tenía ni idea de qué quería hacer con mi vida, y echaba de menos aquellos de los videojuegos cuando lo tenía todo tan claro.

Y fue ahí cuando, gracias a una serie de coincidencias, llegaron a mis manos La semana laboral de 4 horas, Los 7 hábitos de las personas altamente efectivas y otros libros que me ayudaron a reencaminar mi vida. Decidí que quería crear una fuente de ingresos pasivos para irme a recorrer el mundo y perseguí ese objetivo durante dos años con las mismas ganas con que antes mataba orcos. Fue la época en la que más trabajé y al mismo tiempo una de las más felices de mi vida. Por fin volvía a saber exactamente qué era lo quería hacer.

La petición más frecuente

Siempre suele ser de alguien que cuenta que no está contento con su situación actual, pero que no sabe qué quiere hacer con su vida. Luego pide algún consejo.
Esto recuerda un fragmento de El manantial en el que Peter Keating (el malo) está dudando entre irse a estudiar con una beca a la Escuela de Bellas Artes de París o aceptar una oferta para trabajar en uno de los estudios de arquitectos más importantes de Nueva York. Como no quiere tomar la decisión equivocada, le pide consejo a Howard Roark (el bueno), que le responde lo siguiente:

“Si quieres mi consejo, Peter, ya te has equivocado. Preguntándome a mí. Preguntándole a cualquiera. Nunca le preguntes a la gente. No sobre tu trabajo. ¿No sabes lo que quieres? ¿Cómo puedes soportar no saberlo? ¿Cómo puedes soportar que otros decidan por ti?”

Yo no creo que preguntar a otros ni pedir consejo sea una equivocación, pero sí que estoy totalmente de acuerdo con Roark en que al final tú eres el que debe decidir qué es lo que quieres hacer con tu vida; nadie más puede hacerlo por ti.

Por eso, hay que dejar siempre claro que nadie puede decirles qué es lo que deben o no deben hacer, y que lo único que se puede hacer es plantearles una serie de preguntas que les ayuden a tomar una decisión por ellos mismos.

Como muchos jóvenes hoy en día se sienten perdidos, bloqueados y sin saber qué hacer, en este post me gustaría compartir con ellos los pensamientos, creencias y ejercicios que han ayudado a muchas personas.

1. Relájate

Miras a tú alrededor y ves que todo el mundo tiene perfectamente claro qué es lo que quiere y hacia donde va. Todo el mundo… menos tú, claro. Así que llegas a la conclusión de que el problema deber ser tuyo, que has nacido defectuoso, y eso te hace sentir muuuuy mal.
¿Te suena familiar?

Pues déjame contarte un par de secretos:

1. Has nacido completo y sin defectos. No te pasa ABSOLUTAMENTE NADA. Tener épocas de poca claridad es lo más normal del mundo.

2.  El 99% de la población vive con el piloto automático encendido y no tienen ni idea de qué es lo que quieren. A ti te da la impresión de que lo tienen muy claro, porque sólo ves su lado bueno y los seres humanos siempre tendemos a pensar que la hierba crece más verde al otro lado de la valla, pero créeme: en el fondo la mayoría de la gente está más perdida que tú, que al menos te has parado a pensar sobre ello.

Así que sacúdete toda la presión, relájate y empieza a sentirte bien 

2. Míralo desde el lado positivo

Entonces quieres tenerlo todo absolutamente claro y saber al milímetro qué harás el resto de tu vida… Ok, muy bien. Toma este libro mágico en el que viene escrito todo lo que te pasará desde hoy hasta el día de tu muerte: en qué trabajarás, con quién te casarás, cuáles serán tus mejores momentos, cuáles tus peores… Nunca más tendrás que preocuparte por nada.

¿Lo leerías?

Yo desde luego no. Si la idea de ser funcionario y trabajar en lo mismo durante 50 años me da vértigo, la de tener toda mi vida decidida de antemano ya ni te cuento.

Por eso, te invito a que consideres el no saber qué es lo que quieres como algo positivo, porque quizá no te hayas dado cuenta pero… ¡¡puedes elegir lo que te dé la gana!! No hay nada escrito y tienes infinitas posibilidades delante de ti. El mundo es tu patio de recreo. 
¿Acaso podrías estar en una situación mejor?

3. Dedica tiempo a pensar qué es lo que quieres

Mi amigo Rober dio un curso a un grupo estudiantes y les hizo dos preguntas a los asistentes:

1.  ¿Qué hacéis los lunes a las 12 de la mañana?

2.  ¿Cuál sería vuestro trabajo perfecto?

La primera la respondieron todos. La segunda 1 de cada 20.

Todos los que no respondieron a la segunda pregunta acabarán inevitablemente insatisfechos con su vida laboral. Es imposible que puedan estar contentos, porque si no saben a dónde van… ¿cómo van a saber que han llegado a su destino?

A ti te digo exactamente lo mismo. Si no sabes qué quieres hacer con tu vida, la solución es muy sencilla: párate a pensar en qué es lo que quieres. Pero piénsalo DE VERDAD, como si te fuese la vida en ello, no 5 minutos un domingo por la mañana en la ducha. Más concretamente, te propongo que hagas lo siguiente:

Un día que tengas tiempo, vete a un lugar tranquilo con un cuaderno y un boli. Pídete un café o algo que te guste, o llévatelo de casa, y escribe en un papel con cuantos más detalles mejor cómo sería un día de tu vida perfecta dentro de 5 años:

  • ¿Dónde vivirías? ¿Con quién?
  • ¿A qué hora te levantarías? ¿Qué desayunarías?
  • ¿Quiénes serían tus amigos? ¿Con qué tipo de personas te juntarías?
  • ¿Qué harías, teniendo en cuenta que podrías hacer CUALQUIER cosa?
  • ¿Cómo te vestirías? ¿Qué música escucharías?
  • ¿Trabajarías? En caso afirmativo, ¿en qué? Si no, ¿qué harías?
  • ¿Harías deporte? ¿Cuál?
  • ¿Qué quieres aprender? ¿Qué quieres saber? ¿Qué quieres ser?
  • ¿Dónde te irías de vacaciones?
No te cortes, piensa en grande. Cuanto más específicas sean tus respuestas, mejor.

Al acabar sabrás por fin hacia dónde te diriges.

4. Explora y experimenta

Si no tienes claro qué es lo que quieres, lo peor que puedes haces es quedarte sentado en el sofá esperando a que un día se te ocurra por arte de magia. Y no, tampoco va a bajar San Pedro con la guitarra a cantártelo en forma de serenata.

Para conseguir esa claridad que te falta necesitas interaccionar con el mundo. Viaja, conoce gente diferente, explora, experimenta, haz cosas. VIVE NUEVAS EXPERIENCIAS.

Mi recomendación es que empieces por algo que te entusiasme. La pregunta “¿qué logros me entusiasmaría conseguir?” es un buen punto de partida. Pero cuando vayas a probar algo, no metas el dedo meñique del pie en el agua y digas que está fría y no te gusta. No, cuando vayas a probar algo, tienes que tirarte a la piscina de cabeza.

Hace poco escuchaba a un tipo que contaba que de joven soñaba con ser cantante de rock, así que un día se compró una guitarra, ropa de cuero y se tiñó el pelo de azul. Vivió 3 meses como un rockero, se dio cuenta de que no era lo suyo y lo dejó.

Así es como debes explorar y experimentar: tiñéndote el pelo de un color que te entusiasme para saber si de verdad te gusta.

5. Desarrolla habilidades útiles

Sebastián Marshall, en su fantástico libro Ikigai, recomienda a la gente que no sabe qué es lo que quiere hacer con su vida que asuman que en el futuro acabarán descubriéndolo, y que mientras tanto vayan desarrollando relaciones, habilidades, recursos y experiencias que les sean útiles cuando por fin averigüen qué es lo que quieren hacer.

Me parece muy buen consejo, y cuando llegue el día seguro que agradecerás el haberte estado preparando en vez de haber estado de brazos cruzados.

Esto es lo que recomienda Sebastián:

  • Empieza a estudiar y desarrollar tu propio sistema ético
  • Conoce amigos, consejeros y mentores que sean buenas personas
  • Aprende habilidades universalmente útiles
  • Consigue algunas credenciales
  • Ahorra dinero
  • Estudia historia para conocer lo que es posible
  • Establece buenos hábitos que mantendrás el resto de tu vida
  • Ponte en forma
  • Aprende a pensar racionalmente
Luego acompaña la lista con algunas recomendaciones más concretas y accionables. No las voy a poner aquí porque ocupan varias páginas, pero si te interesa puedes encontrarlas en el libro.

En lo que a mí respeta, este es mi top 3:

  • Aprende inglés. No saber inglés hoy en día es ser un analfabeto moderno. La información es poder, y la mejor información está siempre en inglés.
  • Estudia finanzas personales. Tener unas creencias sanas respecto al dinero y entender cómo funciona la bolsa y el sistema financiero puede ahorrarte muchos dolores de cabeza en el futuro.
  • Viaja. A ser posible solo, y no a Inglaterra o a Italia sino a un país muy diferente que te marque como Japón o India. Utiliza CouchSurfing para conocer a autóctonos.
Conclusiones
Saber qué quieres hacer con tu vida no es cuestión de suerte o de azar. No te vas a levantar un día de la cama teniéndolo claro ni va a venir la inspiración a visitarte mientras estás viendo la tele en el sofá.

Saber qué quieres hacer con tu vida es una decisión. Es algo a lo que tienes que dedicarle tiempo y que sólo tú puedes descubrir.
No te sientas mal si todavía no lo tienes claro, pero ponte con ello cuanto antes porque es importante.

Empieza por sentarte a escribir. Es fundamental que escribas. Haz el ejercicio que te he sugerido o simplemente escribe en la parte superior de un papel “¿Qué quiero?” y anota todo lo que se te ocurra. Hazlo a menudo.

Mientras tanto, no dejes de explorar y aprender. Lee no-ficción, conoce otros países, ve a cursos de temas que te interesen y que no estén relacionados con lo que estudiaste, viaja, haz nuevos amigos… Pero pase lo que pase, no te estanques.

Y por último, lo más importante de todo: DISFRUTA DEL CAMINO. Tienes el mundo entero por descubrir y, como suelo decir, la vida es una gran aventura llena de posibilidades. Así que diviértete mucho. Eres un afortunado por poder estar aquí.

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