El único medio de atraer hacia nosotros a las entidades angélicas y de retenerlas,
es creando a nuestro alrededor una atmósfera muy pura. Uno de los momentos más
favorables para este trabajo es el de la salida del sol.
A medida que sube en el horizonte, el sol cambia de color. Primero es
rojo, después anaranjado, después amarillo y, según sea la calidad del aire,
puede tomar matices de verde, de azul, de violeta; y finalmente se vuelve
blanco, incandescente.
Cuando se eleva en el cielo, canta de esta manera toda la gama de
colores. Sí, canta, porque cada color emite un sonido. ¡Y qué sinfonía cuando
llega al blanco deslumbrante! Si aprendéis a participar interiormente en la
aparición de la aurora, sentiréis que en esta sinfonía, en estos destellos de
luz, vuestra aura se purifica, se refuerza y vibra más intensamente; lanza
señales a las entidades angélicas que sienten que son invitadas a una fiesta.
Éstas responden a vuestra invitación y, como todos los invitados que van a una
fiesta, os traen regalos.
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