Las
entidades luminosas se paran solamente junto a los seres que vibran al unísono
con ellas, por eso la paz, la inspiración o el gozo no son sino momentos muy
fugaces para la mayoría de los humanos.
Para
hacerlos durar, debemos aprender a dar a estas entidades las condiciones que
necesitan y preparar todo nuestro ser no sólo para recibirlas, sino también
para retenerlas.
¿De
dónde vienen esta paz, esta luz, este gozo que emanan del sabio?
Aunque
éste no cierre los ojos a las manifestaciones del mal en el mundo y a los
sufrimientos que de ellas se derivan, está siempre atento al paso de las
entidades luminosas y las acoge, les ofrece una morada en él. Tendría
conciencia de ofender al Cielo si dejase perder las riquezas, las bendiciones
que éste derrama cada día. La gran debilidad de los humanos no es la de ser
vulnerables, sensibles al mal, sino la de quedarse ahí, rumiando todo lo que es
negativo.
¿Queréis
conservar esta sensación de plenitud que os aporta el amor?
Buscad
la manera de no depender de la presencia física de aquéllos a los que amáis.
Tanto si es un alejamiento voluntario como si no, e incluso si es la muerte la
que os separa de ellos, seréis capaces de escapar al vacío que crea su
ausencia, porque viviréis en el único mundo verdaderamente real: vuestro mundo
interior con el que estáis fundidos. En cuanto salís de vuestro mundo interior,
fatalmente los seres y las cosas pueden dejaros, estáis a merced de los
acontecimientos.
¿Sabéis
cuánto tiempo se quedarán con vosotros los seres a los que estáis apegados?
No,
y de una forma u otra, debéis esperar a ser separados de ellos físicamente. Así
pues esforzaos en situar vuestra conciencia en las regiones elevadas donde las
circunstancias no pueden afectaros, allí donde el sol del amor no se pone
jamás. Lanzaos hacia la luz de este eterno sol. Ninguna fuerza en el mundo os
podrá quitar a las personas que amáis mientras estén en vuestro interior.
Podéis
aceptar una prueba, podéis comprenderla, admitir que es inevitable, pero al
mismo tiempo experimentar amargura, tristeza, pena: ¡pensáis que habría sido
mucho mejor para vosotros no tener que sufrirla! Si esto sucede, decíos que
esta prueba no ha terminado todavía.
¿Cuándo podemos entonces decir que una prueba ha terminado?
¿Cuándo podemos entonces decir que una prueba ha terminado?
Cuando
somos capaces de alegrarnos por ella. Sí, ¡alegrarnos! En apariencia es posible
que no nos haya aportado nada e incluso que nos haya hecho perder muchas cosas,
incluso a seres queridos. Sin embargo, tras esta prueba, llega un día en el que
sentimos que nuestra luz, nuestro amor, nuestra fuerza han aumentado, que
estamos habitados por una paz y un gozo que antes no conocíamos. Entonces, y
sólo entonces, podemos decir que la prueba ha terminado.
¿Por
qué dejar la poesía a aquéllos que la escriben?
Ser
poeta es, en primer lugar, crear la poesía en nuestra propia vida esforzándonos
por introducir en ella la pureza, la luz, el amor, el gozo… Es esta poesía la
que tenemos necesidad de sentir, de respirar en las criaturas, algo que
armoniza, que vivifica…
La
verdadera poesía es algo inseparable de la vida. Así pues, procurad estar cada
día más vivos. ¡Es tan agradable encontrar a criaturas en las que se siente que
todo está vivo, cálido, luminoso! Amamos al árbol porque da frutos, amamos la
fuente porque el agua brota de ella cantando, amamos las flores por sus colores
y sus perfumes… De la misma manera, amamos las criaturas que se abren para dar
algo claro, luminoso, perfumado, melodioso…
Aprended a cultivar en vosotros
este estado de emanación, de resplandor. Acostumbraos a arrancar de vuestro
corazón algunas partículas vivas para enviarlas a los demás… y sabréis lo que
es vivir en la poesía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario