Un estudio científico reciente parece indicar que el momento en el que se
nace afecta la personalidad, ¿es la astrología una ciencia arcana o solamente
el resultado de un conclave de charlatanería y superstición? Vamos a verlo.
“Tal vez existe un patrón en la bóveda celeste para quien desea verlo, y
una vez visto, para encontrarse a sí mismo”, Platón.
La influencia de las estrellas en nuestra vida ha sido despreciada
por la ciencia, probablemente también influida por sus propias estrellas
escépticas (y dogmáticas) y por la industria de la charlatanería -el horóscopo
de bolsillo- que se ha generado en torno de la astrología, una ‘ciencia’ (que
es también un arte) que en sus inicios esotéricos era solamente practicada por
los iniciados.
Grandes personalidades han utilizado y creído en esta disciplina -que
podríamos llamar una de las ciencias más viejas y a la vez menos conocidas-:
El presidente Ronald Reagan consultó un astrólogo toda su presidencia
para tomar decisiones (John Dee, el astrólogo de la Reina Isabel, era parte
fundamental de la estrategia del imperio); uno de los padres del método
científico, Francis Bacon, reconocía la influencia de los planetas; al igual
que Bacon, Isaac Newton también estudió alquimia, la ciencia hermana de la
astrología, y defendió a la astrología ante el escéptico Edwar Halley.
El psicólogo Carl G. Jung, sin creer necesariamente en la influencia
magnética de las estrellas, veía en la astrología una disciplina intuitiva que
a través de la sincronicidad y los arquetipos reflejados en las constelaciones,
permite al hombre comunicarse con lo más profundo de su ser, y obtener
respuestas adivinatorias de su inconsciente (en el espejo del cosmos).
Aunque existen algunos otros estudios que refererimos más adelante, esta
semana se dio a conocer un estudio de la Universidad de Vanderbilt que de forma
inadvertida apunta a que la astrología tiene una base científica, es decir que
el momento en el que se nace influye en el comportamiento y en la fisiología de
los seres vivos.
En este caso se estudio a difrentes grupos de ratones genéticamente
modificados los cuales fueron expuestos a inviernos o veranos artificiales al
momento de su nacimiento.
Los científicos notaron que no obstante que estos ratones fueran cambiados
de grupo después de nacidos seguían exhibiendo características propias de la
temporada en la que nacieron, es decir los ratones que nacieron en invierno
artificial al ser colocados en condiciones de luz de verano, sigieron
manteniendo características como un disminución de su ritmo de actividad
durante el día.
Esta es la primera vez que se ha observado un efecto de impronta o
impresión de las condiciones en las que un animal nace. Algo que los
científicos llaman “biología estacional” (o seasonal biology).
El estudio está encaminado a investigar porque las personas que nacen en
los meses de invierno tienen una mayor propensión a desarrollar trastrornos
neurológicos, como el trastorno afectivo estacional.
“Lo que es particularemente notable de estos reslutados es el hecho de
que los efectos de impronta afectan tanto el comportamiento de los animales
como el ciclo neuronal del reloj biológico maestro de su cerebro”, dijo de la
Universidad de Vanderbilt.
En el caso de ratones nacidos en los equinoccios se observaron efectos
correspondientes intermedios que van acorde a lo observado.
Ahora bien, este estudio ha generado versiones encontradas; aclamado por
los astrólogos como la prueba de que ésta disciplina tiene bases científicas, y
por el mainstream como sólo una prueba de que las condiciones de luz afectan la
biología y la personalidad de los mamíferos.
Analizando el estudio vemos que por una parte indica que el momento de
nacimiento -no necesariamente la posición de los planetas (pero si la posición
de nuestro planeta)- afecta la personalidad y la biología de un bebé de tal
forma que genera una impronta que lo acompaña durante su vida (los ratones en
su maduración mantenían características impresas en su nacimiento).
Los científicos creen que la impronta se da ya que la luz afecta el
desarrollo de algunas partes del cerebro en su estapa de gestación, lo que
puede tener efectos duraderos.
Ahora bien, de existir un efecto de los planetas ¿cómo se daría desde la
física? El Dr. Percy Seymour, miembro de la Royal Astronomical Societey, cree
que sí existe un efecto físico ocasionado por la posición de los planetas en el
nacimiento de una persona, esto es una influencia del campo magnético del Sol y
de algunos planetas en el de la Tierra, en realidad una red de interacción
entre los diversos planetas afectando los campos magnéticos de cada uno.
Seymour en este artículo cita una serie de pruebas de cómo los campos
magnéticos, de Jupiter y Saturno, por ejemplo, afectan los ciclos solares, o el
campo magnético de la Luna afecta el de la Tierra (algo que resulta evidente si
observamos las mareas, los ciclos menstruales y de agricultura).
Las variaciones en el campo magnético de la Tierra, se ha demostrado,
tienen efectos tan diversos como en la intensidad de los sueños o hasta en las
fluctuaciones del mercado de valores.
Lo que plantea Seymour es una versión sofisticada de la música de las
esferas de Pitágoras, donde la armonía -la gravedad, la posición, la masa, y
campo magnético- de cada cuerpo celeste forman parte de la gran sinfonía del
universo.
Seymour cree que el feto en el vientre materno recibe señales magnéticas
a través de las células de su sistema nervioso, las cuales actúan como antena,
e incluso el momento de nacimiento es detonado por esta influencia magnética.
A lo largo de su vida una persona mantendría sus bioritmos y ciclos celulares
conforme a esta impronta regulada por la la influencia de ciertos planetas.
La astrología tradicionalmente explica los efectos de los cuerpos
celestes en el cuerpo humano bajo un concepto de espejo: “como arriba, es
abajo” ( urbi et orbi) reza la máxima hermética. Esto sugiere que el diseño del
universo obedece a ciclos fractales, en el microcosmos y en el macrocosmos, el
hombre es semejanza del universo.
En este sentido el zodiaco sería un código matemático animado de forma
intuitiva y simbólica para reflejar estos procesos que lleva el universo y
nuestro sistema solar con sus características particulares.
Clave a este entendimiento es la concepción holística de un sistema, en
el que cada parte influye a todas las demás con diferencias de magnitud, como
puede ser la cercanía de un planeta o su tamaño e intensidad electromagnética.
¿Las estrellas: un collar de Indra donde cada perla no sólo refleja a
cada otra perla sino cada uno de los reflejos que se intersectan en la madeja?
Es curioso que las personas que nacen en los meses de invierno tienen más
riesgo de tener la llamada depresión invernal, esto corresponde a Capricornio,
el temperamento melancólico saturnino, un hecho que, aunque aislado, parece
mostrar cierta sabiduría intrínseca en los planos zodiacales.
Por otra parte es interesante considerar que existen diversos sistemas
astrológicos, como el chino y el maya, además del babilónico, lo cual parece
indicar que esta es una ciencia complicada, que requiere un profundo
entendimiento y una maestría más allá del horóscopo en la caja del cereal.
En un futuro tal vez requeriría, la astrología aliarse de nuevo con la
astronomía -como la alquimia con la química para transmutar el cuerpo- para
obtener mayor precisión, para conocer las verdaderas interacciones entre los
campos magnéticos.
Por ejemplo, detalles que podrían no ser insignificantes, como el hecho
de que cada 8 minutos se abre un portal magnético entre la Tierra y el Sol, a
través del cual penetran toneladas de partículas energéticas a través de la
magnetósfera.
¿Podría esto afectar la impronta de una persona según el minuto en el que
nace? Y ¿qué tanto sabemos de los efectos físicos de las partículas de alta
energía del Sol, las cuales causan auroras boreales, pero que en ciertos casos
perturban los sistemas eléctricos de nuestro planeta (y nosotros también somos
sistemas eléctricos)?
Entre otros estudios realizados sobre la validez científica de la
astrología está el famoso “efecto de Marte”.
Michel Gauqelin documentó una correlación estadística altamente
significativa en la posición de Marte, el vigoroso planeta de la guerra y de
hierro como elemento, en el nacimiento de los atletas profesionales.
Algo que fue luego corroborado por estudios independientes.
El Dr. Mitchell E. Gibson encontró un método efectivo de predecir la
depresión en una persona observando su carta astral. Un método similar parece
ocurrir observando la carta astral de los asesinos en serie.
En este artículo se pueden investigar 10 supuestas pruebas de que los
planetas afectan la personalidad de los seres humanos.
Y quizás más allá de las pruebas de un paradigma de conocimiento como la
ciencia (un cambio de enfoque: “I would rather learn from one bird how to sing
than to teach 10000 stars how not to dance” e.e. cummings), está la intuición
cotidiana de cada persona.
En ese sentido, la mejor opinión sobre la validez de la astrología la
tiene el lector. ¿Encuentras en tu vida que ciertas personas de ciertos signos,
con ciertos planetas en su casas, se comportan conforme a un patrón? ¿Notas una
diferencia en tu personalidad o en la naturaleza según la fase de la Luna?.
Pero ¿hasta que punto puedes distinguir tus mecanismos de proyección
psicológica de los patrones que observas en la naturaleza? ¿Hasta que punto la
sugestión de esta narrativa proviene del mundo material, objetivo y no de la
narrativa de la cultura y de la conciencia colectiva?.
Y sobre todo, ¿hasta que punto puedes separar estas narrativas, la física
y el mundo supuestamente objetivo de tu mente y el mundo subjetivo? ¿Acaso no
es posible que sean una misma cosa y esta sea la clave de la astrología: que
los planetas en el cielo están también adentro de tu cerebro y el mismo
universo tiene una especie de mente y una pauta psicológica, como tu tienes un
cuerpo hecho de la misma sustancia que las estrellas en su constitución básica?
“The unveiling of the company of heaven. Every man and every woman is a
star”. Aleister Crowley.
Fuente: Pijamasurf
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