Pocas semillas resultan tan ricas en minerales como las del sésamo,
aliadas del corazón y el sistema nervioso. En la cocina constituyen un
auténtico tesoro.
El sésamo es una de las mejores fuentes vegetales de calcio, y no solo
por su riqueza en este mineral (30 g aportan una tercera parte de la cantidad
diaria recomendada o CDR). Además proporciona dosis notables de magnesio,
fósforo, cobre, manganeso y también de hierro, sobre todo el sésamo negro.
Contiene también algo de potasio, cinc, selenio, silicio y boro, y es rico en
vitaminas importantes para el sistema nervioso y otras funciones vitales, en
particular B1, B3, B6 y ácido fólico.
Grasas amigas del corazón
Las semillas de sésamo destacan por su alto contenido en lípidos, de los
cuales el 80% son ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, como el
ácido oleico y el ácido linoleico u omega-6. Estas grasas disminuyen la
concentración sanguínea de triglicéridos y la reducción de la presión arterial.
Constituyen asimismo una gran fuente de lecitina, una grasa fosforada que
desempeña funciones vitales en el organismo; además forma parte del tejido
nervioso, del semen y de la bilis, e interviene en el buen funcionamiento de
las glándulas sexuales.
La lecitina es también un poderoso emulsionante que facilita la
disolución de las grasas en un medio acuoso. Esta propiedad resulta también
beneficiosa para la salud, pues al emulsionar el colesterol facilita su
eliminación y evita que se deposite en las paredes arteriales.
Muy nutritivo
En cuanto a su contenido en proteínas (20%), el sésamo proporciona 15
aminoácidos distintos, entre los que destaca uno esencial llamado metionina.
Por último, hay que destacar que la fibra del sésamo resulta ligeramente
laxante y que sus mucílagos contribuyen a proteger la flora intestinal.
La combinación de todos estos nutrientes confieren al sésamo un gran
poder remineralizante, energético y reconstituyente, útil tanto para el sistema
muscular como el nervioso. Se considera un buen alcalinizante de la sangre y
protege el sistema circulatorio de los efectos del estrés y la falta de
actividad física.
Incluido en la dieta de las personas mayores puede atenuar la
osteoporosis, la debilidad ósea o la pérdida de cabello, mientras que los
jóvenes lo pueden tomar como ayuda en los estudios y en las actividades
deportivas.
El sésamo es recomendable si se sufren problemas nerviosos o emocionales
como estrés, agotamiento, pérdida de memoria o desánimo, y se aconseja tanto a
mujeres embarazadas como a personas convalecientes para evitar carencias de
nutrientes importantes y por su efecto regenerador de los tejidos.
La presencia de fitoestrógenos y ácidos grasos puede explicar que en
recetarios tradicionales antiguos se indicase para mejorar trastornos
menstruales.
La medicina ayurvédica emplea el sésamo como aceite de masaje. En uso
externo es idóneo para revitalizar la piel, tratar las grietas en las manos o
aliviar los pies fríos.
Unas semillas
exquisitas
Su sabor a nuez resulta apropiado tanto para platos salados como para
repostería dulce, y al encontrarse varias presentaciones –como el aceite, el
tahini o los germinados– ofrece diferentes texturas y usos que dan mucho juego
en la cocina. Además, espolvorear unas semillas sobre una ensalada, unas crepes
o unas magdalenas, les da siempre un toque más vistoso y apetecible.
Antes de utilizar las semillas, es aconsejable tostarlas un poco, pues
resultan más digestivas. Sin embargo, si se van a utilizar para decorar un
pastel o un relleno de verduras al horno o al gratén, es preferible emplearlas
crudas para evitar que se tuesten demasiado y se resequen.
Fuente:SantiÁvalos
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