ORACIÓN PODEROSA
Ángel de la paz, Ángel de la
Guarda, a quien soy encomendado,
mi defensor, mi padre, mi vigilante
centinela:
Gracias te hago, que me libraste
de muchos daños
y peligros del cuerpo y del alma.
Gracias te hago,
que estando durmiendo, tú me
velaste y despierto,
me encaminaste; al oído,
con santas inspiraciones me avisaste;
yo, encenagado en los
vicios mundanos,
no me valía de tus consejos,
y como desgraciado, no me
curaba.
Perdóname, amigo mío, mensajero
del cielo, consejero
y protector y fiel guarda
mía: muro fuerte de mi alma,
defensor y compañero celestial.
En mis desobediencias,
vilezas, desvergüenzas y
mis muchas descortesías que
hoy cometí en tu presencia, tú
siempre me ayudaste y guardaste.
Ayúdame y guárdame siempre,
de noche y de día. Amén.
Después se reza un Padre Nuestro y Ave María.
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