Al prepararnos para
dormir, el yo superior reúne todas las energías disponibles y las lleva hacia
la región del centro cardíaco.
Importa acompañar
este movimiento para interiorizarnos y partir hacia un sueño tranquilo, en
dirección a niveles más profundos. Cuando seguimos ese movimiento del yo
superior, debemos descartar los pensamientos que pasan por el cerebro.
Cuando el cuerpo
físico y el cerebro duermen, el alma se recoge en su propio nivel: la cuarta
dimensión, la mente superior o el llamado plano más alto del mental. Desde ahí,
el alma puede, o no, enviar impresiones para los cuerpos de la personalidad. Si
éstos estuvieran preparados y en reposo, pueden ser atravesados por los
mensajes del alma y transmitidos del mental al emocional, del emocional al
etérico y de éste al cerebro físico. Así, cuando después del sueño despierte,
habrá registrado en el cerebro lo que envió el alma. Si no fuera posible
obtener una apropiada relajación, el mensaje no podrá pasar ni siquiera las
barreras del mental, nivel más próximo a la región del alma.
Si en el proceso de
relajarnos percibimos que las preocupaciones del día aún nos acompañan, podemos
usar el recurso de recapitularlas a la inversa. Tal revisión debe ser calma,
atenta e imparcial, para no promover nuevas asociaciones con hechos ya vividos.
El efecto práctico de este trabajo es que todo lo que sucedió en el día se
desarrolla en el cerebro, como episodios de una película, y acaba liberándose.
Si se duerme la
persona durante esta recapitulación no tiene importancia si la intención ha
sido de completarla, ya que el proceso de recapitular puede continuar mientras
dormimos.
Conviene recordar
que precisamos que el emocional permanezca en estado de relajación, porque la
contraparte etérica del cerebro queda en contacto con él, recibiendo tanto sus
corrientes positivas como las negativas.
Si el emocional no
se relaja antes de comenzar el sueño, permanee en contacto con los cuerpos
emocionales unidos y, entonces, recoge sentimientos, impresiones y sensaciones
experimentadas durante el día. Debido a su capacidad de dramatizar, con el
material recogido, crea una historia, historia que el cerebro registra y
presenta como si fuera un sueño auténtico.
Podemos relajar el
emocional procurando una buena posición para dormir -aquella en al cual el
cuerpo se sienta más libre y a gusto- y liberando al cerebro de los hechos del
día a través de una recapitulación a la inversa. A esta altura, el emocional
debe estar deseando tener una noche tranquila, que el cuerpo físico y el
cerebro se duerman y que él mismo esté listo para servir de transmisor a los mensajes
del alma.
En el momento de la
recapitulación, el emocional asume la tarea de desidentificarse de todo lo que
ocurrió durante el día, y se relaciona con el deseo de tener una noche calma e
instructiva.
El mental pensante,
o mente concreta, también es capaz de producir sueños por cuenta propia, porque
cuanto ocurrió durante el día, en la vida cotidiana, queda impreso en ella.
El trabajo en el
cuerpo mental nos permite aprovechar la energía de la voluntad, que no se
encuentra en otros cuerpos de la personalidad.. Para no sufrir influencias de
pensamientos externos, individuales o colectivos, basta que antes de dormirnos
construyamos una protección diciéndonos lo siguiente: No quiero que el mental
registre lo que pasa fuera de mí, ni que haga contactos con quien haya estado
durante el día, porque no quiero soñar lo que sueñan esas personas, ni tener
sus pensamientos impresos en mi cerebro.
Resumen: Pasos que preparan a los
cuerpos para el sueño.
- Relajación del físico
- El trabajo del cerebro recapitulando a la
inversa los acontecimientos del día
- El deseo emocional de tener una noche
instructiva
- La voluntad mental de no sufrir interferencias.
Otra técnica:
Consiste en un
cuidado especial de ese momento límite que precede al dormirnos, momento en el
que no estamos ni despiertos ni dormidos, en el que vamos perdiendo la
conciencia y entrando en lo onírico. Ahí, el último pensamiento conciente debe
ser positivo y estar imbuido de la voluntad de ir hacia un nivel bien alto,
superior: un pensamiento que sea la afirmación de un mundo espiritual. Esto
determina una vida de sueños más adulta.
Este procedimiento
no es sólo válido para cada una de nuestras noches sino también para el momento
en que vamos a desencarnar. Al entrenar nuestros mecanismos al acostarnos cada
noche, nos volvemos aptos para hacer ese ejercicio fácilmente en el momento de
desencarnar, sólo con una repercusión aún mayor: el último pensamiento
determina una serie de condiciones para la vida futura.
El uso de estas
técnicas, o de otras, no deber ser permanente. Alcanzado el autocontrol, cada
persona descubre su disciplina propia, y finalmente hace todo de manera simple
y natural, a su modo, pudiendo hasta conseguir orientación interna a tal
respecto, lo que a cierta altura suele ocurrir.
DESPERTARNOS CORRECTAMENTE
Existe un momento
de percepción muy breve, un instante, en que percibimos estar despertando y en
el cual recapitulamos lo que ocurrió durante la noche.
Es en ese momento
de percepción cuando más necesitamos tener cuidado para no permitir la entrada
de preocupaciones, o del programa para el nuevo día. Por lo tanto, al tomar
conciencia de que estamos despertando, intentemos en ese instante, permanecer
inmóviles, sin pensamientos.
Al alcanzar ese
silencio percibimos el despertar del cuerpo y nos cuidamos de no moverlo,
especialmente la cabeza.
Si algún sueño
necesitara venir a la memoria, esto podrá ocurrir en ese momento especial; si
recordamos apenas una parte, basta tenerla presenta para que las restantes
vayan surgiendo poco a poco y la totalidad se recomponga. Aunque apenas
recordemos una parte, ésta puede ser útil.
No siempre el sueño
entero ofrece material para la reflexión. Según parece, tenemos un mecanismo
inteligente que selecciona apenas lo que nos es necesario recordar.
Una vez que hemos
recordado el material del sueño, lo anotamos antes de pasar a otro que pudimos
haber soñado la misma noche. Escribamos lentamente lo que logremos recordar,
sin agitación, con el máximo posible de delicadeza y armonía. Después de anotar
los puntos básicos de un sueño, o su totalidad, pasamos al recuerdo y estudio
del segundo sueño que esté viniendo a nuestra memoria y así sucesivamente.
Si por ventura no
tuviéramos éxito en el intento de rememorar un sueño, al levantarnos debemos
continuar imbuidos de la misma disposición, alertas y abiertos para la eventual
recepción de algún mensaje. Basta permanecer con esta intención durante todo el
día para que se abra el canal que en el curso de las tareas normales permita
acceder al recuerdo de los sueños.
Después de una
noche creativa seguramente habrá transformaciones en nosotros, principalmente
si el sueño profundo resultó provechoso. Si estos mensajes no quedaran apenas
en el nivel del subconsciente o del propio inconsciente y la personalidad
tomara cuenta de ellos, ésta podrá cooperar con el proceso.
Hay quienes tienen
ideas fantásticas al despertar. Para desarrollar esa capacidad se recomienda
que, antes de dormir, expongan con claridad el asunto a ser resuelto y lo
entreguen a la supraconciencia. Al enviarlo para lo más profundo del ser, y no
pensar más en él, la solución podrá imprimirse en el cerebro físico en el
momento de despertar.
Quienes usan
despertador ignoran que el cuerpo físico tiene una conciencia propia, capaz de
atender a pedidos que le son formulados. Despertar en la hora en que
necesitamos es uno de los servicios más comunes que esa conciencia puede
prestar.
Como siempre está
activa, basta pedirle que despierte al cuerpo físico en determinado horario y
ella lo tomará en cuenta rápidamente.
Conviene recordar
que, a pesar de que adoptemos todas estas actitudes positivas, lo que ocurre en
los niveles internos durante el sueño escapa de nuestro control.
fuente:J.Trigueirinho
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