Los sueños de muerte anuncian muerte realmente??
Porque anoche soñé
que mi mamá se moría! Dime, Elena, ¿el sueño me está dando aviso de la próxima
muerte de mi madre? –la voz de Victoria se escucha alterada.
El ascensor abre sus
puertas frente a ellas en el quinto piso del edificio en que ambas trabajan. Es
la una de la tarde y es jueves, día que ambas reservan para almorzar juntas. No
hay nadie más en el ascensor, por lo que Elena se anima a responder.
–Depende, Victoria.
Todos los sueños pueden ser literales o pueden no serlo. Ya sabes: siempre hay
que interpretar. Pero no te angusties tan rápido. Cuéntame tu sueño.
Al salir del
edificio, Elena lleva su mano a su cuello, subiendo un poco su bufanda. El
invierno hoy está especialmente frío.
–En mi sueño mi mamá
está acostada en mi cama, recién operada. Sé que ya no está muy bien, no tiene
buena cara. Llama a Consuelo, mi nana, y extrañamente le pide que le vea la
planta de los pies. Por alguna razón ella sabe que la planta de los pies cambia
cuando una persona está a punto de morir. ¿Ya cambiaron?, le pregunta. Mi nana
le dice que sí, que ya cambiaron, así es que mi mamá sabe que morirá de un
momento a otro. Yo estoy en su pieza y me acerco a verle sus pies. Me doy
cuenta de que tiene un moretón en la planta de su pie derecho y la piel suelta.
Qué sueño más extraño…
–¿Ahí termina?
–pregunta Elena, mientras esperan la luz verde del semáforo.
–No, espera, aún
falta –continúa Victoria, ahora ya atravesando la calle. –Bueno, sigo. Ahora yo
sé que debo despedirme de mi madre y tengo mucha pena. Me acerco a ella y le
digo repetidas veces “te quiero mucho, mamá; te quiero mucho, mucho”. Ella me
abraza y me dice que también me quiere mucho. Luego le digo que no nos vamos a
separar, pues ella estará siempre conmigo; le pido que me ayude desde el otro
lado cuando yo se lo pida. Despierto sintiendo mucha tristeza.
Elena y Victoria
entran al restaurant de siempre, ese que ellas llaman “de las viejitas”, porque
su dueña y las cocineras son todas mujeres mayores. Preparan una comida casera
que a ellas les encanta. Se acomodan en una mesa del rincón y, luego de pedir
el menú de ese día, comienzan con la interpretación.
–¿Qué es la muerte?
–pregunta Elena.
–El término de una
vida para pasar a una mejor. Suena cliché, pero realmente eso es lo que creo
–ríe Victoria.
–Está bien. Ahora,
primero dime qué es una madre y luego háblame de tu mamá, cómo es ella.
–Una madre es el ser
que te da la vida, que te protege y te sostiene. Mi mamá es una persona
muy fuerte, se hizo cargo de toda la familia cuando mi papá se alejó. Siempre
la he visto muy controlada en sus sentimientos, quizá poco sensible, no sé…
Pero he entendido que ha sido por necesidad, se tuvo que echar demasiadas
responsabilidades encima.
–Ok, Victoria. Y
dime, ¿hay un aspecto tuyo que es muy fuerte, que ha tenido grandes
responsabilidades de las que hacerse cargo, y que desde ahí se muestre a veces
poco sensible o muy controlada en sus emociones? ¿La “Gran Victoria” quizá?
Victoria pone sus codos
en la mesa y deja descansar su cara entre sus manos con un hondo suspiro.
–Hmm… Así es que soy
yo, no… Sí, pues, Elena. Sabes que sí. Desde que me separé he tenido que
hacerme cargo sola de mis niños y de la casa, con todo lo que eso implica.
–¿Y sientes hoy que
esa “Gran Victoria”, la fuerte, la que ha controlado sus emociones, de alguna
manera está perdiendo vida para pasar a una mejor? –Elena toma un sorbo de la
copa de vino que se atrevió a pedir ese día.
–Bueno… Últimamente
he sentido la necesidad de encerrarme en el baño a llorar, sabes. ¡Es que estoy
muy cansada, Elena! –los ojos de Victoria se tornan acuosos. –Son demasiadas
las responsabilidades. Y no me quejo por eso, es que sólo quisiera tener un
tiempo para mí. Uno o dos días a la semana con una actividad sólo mía. Eso creo
que me aliviaría sobremanera.
–Es lo que tienes que
hacer entonces, Victoria. Vas a “pasar a mejor vida” si haces eso –Elena ríe.
–Ahora tienes que acercarte más a lo que quiere tu corazón y dejarte sentir lo
que sea que esté en tu interior. Pero no olvides que tu “Gran Victoria”, esa
Victoria fuerte, capaz de todo, no te abandona. Ella estará siempre contigo
cuando la necesites.
–¿O sea que mi mamá
no se va a morir?
–Pues no, yo creo que
no –afirma Elena, con su rostro sonriente al ver frente a sí el plato de “leche
nevada”, su postre favorito, que le acaban de traer.
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