Existe una profecía antigua presente en muchas tradiciones que nos habla
del fin de una Era basada en el materialismo y el inicio de otra, centrada en
la espiritualidad.
La Profecía en el
Tarot
El Arcano mayor XVII del tarot, llamada la “Estrella”, nos muestra a una
mujer desnuda, vertiendo agua desde dos cántaros, con una estrella de 16 puntas
brillando en el centro del firmamento, y un pájaro ibis que observa postrado
sobre la copa de un árbol. Dicha arcana simboliza la sabiduría y la visión de
un nuevo futuro. Nos anuncia el amanecer, y en el tarot la misma está vinculada
al signo de Acuario.
Ella parece simbolizar la diosa griega Temis, hija de Urano (el Cielo) y
Gaia (La Tierra). Temis, llamada Ma’at en el antiguo Egipto, representa la
justicia, y de ahí la palabra magistrado. Por ello que muchas veces nos aparece
con los ojos vendados (imparcialidad), sosteniendo una espada en una mano
(capacidad de discriminación), y una balanza en la otra (equilibrio). Y sin
embargo Temis no simboliza la justicia impartida por el ser humano, la cual
muchas veces puede ser arbitraria, sino aquella que surge del orden natural,
del equilibrio cósmico, de la comprensión de las leyes que rigen la naturaleza.
El amanecer que nos anuncia “La Estrella” vino precedido por un
despertar, el cual se dio durante la carta XVI, llamada “la Torre”. La Torre
representa el despertar del espejismo del materialismo, el apocalipsis, palabra
de origen griego que justamente significa “destapar el velo, darse cuenta, o
revelar”. Y la materialidad de la cual despertamos la tenemos simbolizada en la
carta anterior, la XV, llamada “el Diablo”. Fue un despertar interno, y a
su vez colectivo; un despertar que de hecho se está dando en estos momentos, a
medida que escribo estas líneas en abril del 2012.
La carta XVII (La Estrella) nos promete pues un futuro de armonía, si
logramos que la luz prevalezca en cada uno de nuestros corazones. La carta XVI
(La Torre) nos trae el mensaje divino, para que despertemos del sueño de la
materialidad, para que destapemos el velo que cubre nuestra luz interna. Nos
profetiza un despertar que vendrá causado por el astro Sol, aparentemente bajo
la forma de una erupción solar, a partir de la cual nos percataremos que hemos
basado toda nuestra civilización y forma de vida en una ilusión tecnológica. La
mente proyectó todos esos artificios, haciendo que nos olvidáramos de que
realmente éramos Espíritu.
En la carta XVII (La Estrella) del tarot también nos aparece un pájaro
Ibis, símbolo de Thot, el escribano de los dioses, llamado Hermes en la
tradición Griega o Mercurio en la Romana. El ibis está postrado sobre el Axis
Mundi o Eje del Mundo y que en esta ocasión nos aparece representado bajo la
forma de un árbol, pero que en muchas otras ocasiones también se lo representa
como una montaña. Él observa el trabajo realizado, una vez el despertar tuvo
lugar.
El ave Fénix
El ave Ibis también representa a Bennu, llamado ave Fénix por los
griegos, y que los antiguos egipcios vinculaban al sol naciente, a la cuidad de
Heliopolis (ciudad del sol en griego) y al dios Sol Ra. En dicha mitología el
ave se postraba sobre el Benben, la montaña primordial, desde la cual observa
cada nuevo amanecer. Dicha montaña vuelve a simbolizar el Axis Mundi, aquel
punto central desde el que podemos acceder tanto al mundo de abajo como al de
arriba.
Según nos cuentan diversos mitos y leyendas, el ave Fénix vivía
quinientos años. Por ejemplo, narra da Epístola a los Corintios de Clemente de
Roma “Hay un ave, llamada fénix. Esta es la única de su especie, vive
quinientos años (…) Entonces los sacerdotes examinan los registros de los
tiempos, y encuentran que ha venido cuando se han cumplido los quinientos años.
Transcurridos los 500 años ella misma se lanzaba a la pira funeraria, para renacer
quinientos años después con todo su esplendor y vivir durante otros quinientos
años. El mito de ave Fénix parece referirse al proceso de auge y decadencia
civilizacional, el cual se ha observado que históricamente sigue ciclos de
cinco siglos.
Itzam-Yeh, el Ave
Celestial
Entre los Mayas, al ave que se postra sobre el Axis Mundi se la llama
Itzam-Yeh o Ave Celestial, y el Axis Mundi es el «Wakah-Chan», el árbol cósmico
o árbol cruz. Itzam Yeh es el animal totémico de Itzam Na, el Dios supremo, la
esencia de la fuerza creativa del cosmos. Es pues el mismo Itzam Na
manifestándose como ave en alusión al mundo de arriba.
Quetzalcoatl
Los diversos pueblos del Anawak (Mesoamerica) también representaban el
Árbol Cósmico con un Quetzalo ave postrada sobre su copa. A la izquierda
observamos a Quetzalcoatl, la serpiente emplumada, mientras que el de la
derecha es Xochipilli, el príncipe de las flores. Ellos evocan el movimiento
unificador, de descenso al mundo de abajo (Quetzalcoatl) y ascensión al mundo
de arriba (Xochipilli). De ahí que el Árbol Cósmico sea elAxis Mundi, el cual
une los tres mundos, también simbolice Vía Láctea, y finalmente la columna
vertebral en el ser humano, con el canal energético lateral por el que asciende
la energía y el otro por el que desciende. Una imagen similar la observamos en
la segunda página del códice Selden.
La Partida de
Quetzalcoatl
QUETZALCOATL también ES el título nahuatl otorgando al sacerdote supremo,
cuyo linaje es restablecido a partir de la manifestación de diversos profetas
históricos, el último de los cuales fue Topiltzin, rey de Tula. Topiltzin murió
lanzándose a su propia pira funeraria, cerca de la costa de Coatzacoalcos,
actual estado de Veracruz. Se dice que:
Cuando ardió, al punto se alzó su corazón de entre las cenizas, y
vinieron a verlo todas las aves hermosas que remontan el cielo. Su corazón
ascendió, refulgente como un jade, y entró en el cielo. Y dicen los viejos que
se convirtió en la estrella que sale al alba (Anales de Cuauhtitlan).
Según el cronista Diego de Landa, tal suceso aconteció el último día de
la veintena de Xul, equivalente al 12 de Noviembre el año 999. Observamos en la
auto-inmolación de Quetzalcoatl en el fuego un claro paralelismo con el mito
del Ave Fénix. También se cuenta que cuatro años después volvió del mundo de
los muertos o mundo de abajo, justo el tiempo necesario para anunciar que algún
día regresaría. Ello lo hizo diciendo:
Alegraos! Se acerca un nuevo día, el día magnífico, de radiante
hermosura, cuando a mi rostro tenga que regresar. ¡Entonces me veréis! En ese
día comprenderéis las razones divinas, levantaré mi cosecha y recogeré lo
sembrado. Entonces desaparecerá para siempre el animal maligno y vosotros
podréis caminar en paz.[8. Frank Díaz “El Evangelio de la Serpiente Emplumada”
Editorial Tomo. México 2000.]
Con aquella nueva reencarnación del Quetzalcoatl, es decir, con el
nacimiento de Topiltzin, se inició un nuevo ciclo civilizacional que duró diez
Fuegos Nuevos, equivalente a 520 años dado que cada Fuego Nuevo dura 52 años.
Dicha cifra corresponde al ciclo de sincronización entre el año solar y el
calendario Tzolk’in (maya) oTonalpohualli (azteca) de 260 días. Es decir, cada
52 años solares ambos calendarios vuelven a iniciarse en el momento en el que
el Sol se halla en el mismo punto de la eclíptica, es decir, un mismo día del
año. Observamos en dichos ciclos de 5 siglos y concretamente de 520 años un
segundo paralelismo con el mito del Ave Fénix.
La llegada de su
hermano gemelo
Fue exactamente 10 Fuegos Nuevos después o transcurridos 520 años solares
desde la partida de Quetzalcoatl en el 999, que Hernán Cortés arribó a las
costas del Yucatán para en el transcurso de ese mismo año conquistar las
tierras que actualmente llamamos México. Ello sucedía concretamente en Febrero
del 1519. Se acababa pues el día de 520 años iniciado por la última
reencarnación de la serpiente emplumada, iniciándose una noche que iba a durar
el mismo periodo de tiempo.
Hay quienes dicen que Moctezuma vio en Hernán Cortés el regreso de
Quetzalcoatl. Y sin embargo me inclino a pensar que realmente vio en él
no a Quetzalcoatl sino a Xólotl, su hermano gemelo.. Xólotl era el dios del
fuego ysimbolizaba al lucero (Venus) del anochecer, aquél que protege al Sol
cuando por la noche se adentra en el inframundo. Según la mitología anáwak, él
entregó al ser humano el conocimiento. En la Biblia viene representado por Lucifer
(El que da la luz), la serpiente que tienta a Eva a comer el fruto del árbol
prohibido. Mientras queQuetzalcoatl está vinculado al lucero de la mañana, pues
cuentan las leyendas que al morir se transformó en el Venus matutino. Aquel
quien partió en el 999 anunció el inicio del día: Quetzalcoatl (expresión
divina), Topiltzin (su reencarnación humana), o el Lucero de la mañana
(manifestación celeste); mientras que el que llegó en el 1419 anunciaba el
inicio de la noche: Xólotl (expresión divina), Hernan Cortés (su reencarnación
humana), o el lucero del anochecer (manifestación celeste).
El Camino de
Wiracocha
Entre los Incas, a cada ciclo de 500 años se lo llama pachakuti, palabra
que en quechua significa literalmente: el espacio-tiempo (pacha) del revés o
invertido (cuti). Pachakuti hace pues referencia a la inversión cósmica del
espacio-tiempo que tiene lugar cada cinco siglos, cuando se pasa del día
civilizacional a la noche, o viceversa.
La llegada de Pizarro a tierras inkas unos siete años después de que
Hernan Cortés arribara a tierras mexicanas marcó el final de un día que se
había iniciado con el primero de los doce monarcas inkas, llamado Manco Cápac,
palabras que significan literalmente el gobernante (Manco) justo (Cápac). Y al
igual que los aztecas, los inkas supieron que llegaba el fin de un periodo y el
inicio de su fase nocturna. No por casualidad, Pizarro y sus esbirros arribaron
justo a la costa en la que siglos antes Wiracocha, el profeta de aquellas
tierras, desapareció caminando sobre las aguas. De ahí su nombre de espuma
(wira) y lago o mar (cocha). Wirachocha se apareció sobre las aguas del lago
Titicaca, para desplazándose sobre una diagonal de 45 grados, que cruza el
Cusco y Cajamarca, y desaparecer sobre las aguas del mar de Tumbes, en el
océano Pacifico.
De ahí que no debe sorprendernos que cuando Pizarro emprendió el mismo
camino, pero de descenso, en busca del oro del Cusco, los inkas supieran que
para ellos estaba iniciándose la larga noche de los quinientos años. Es por
ello que Pizarro pudo conquistar todo un imperio con 168 soldados y 37
caballos. Como el Xólotl de los aztecas, el lucero de la tarde, aquel que
aparece con la puesta del sol para acompañar a nuestro astro al inframundo,
Pizarro descendía por el camino de Wiracocha para informar que anochecía en
América al tiempo que salía el Sol en Europa, después de la larga noche
medieval.
Tránsitos de Venus
Vemos como las diversas civilizaciones, tanto andinas como
mesoamericanas, fueron plenamente conscientes de los ciclos que rigen la
historia, del auge y decadencia de la civilización, el cual sigue un ciclo de
aproximadamente 500 años. Fue un conocimiento que tal como podemos comprobar en
la leyenda del ave Fénix, también fue reconocido por los antiguos Egipcios,
Persas o Griegos, entre otros.
Dichos periodos están vinculados a los tránsitos de Venus.
Astronómicamente se llama transito al paso aparente de los dos planetas
interiores (Mercurio y Venus) por delante de la bóveda solar. Tales tránsitos
se suceden en pares, separados ocho años el uno del otro, distando cada par
entre 105,5 y 121,5 años. El tránsito de Venus más reciente tuvo su nodo
descendente el 8 de junio del 2004 y su par ascendente está previsto para el 6
de junio del 2012. Si regresamos 1040 años al pasado, nos encontramos con la
fecha 972, cinco años antes de que Topiltzin fuera nombrado rey de Tula. Cada
1040 años se sincronizan el calendario solar y el Tonalpowalli o ciclo de
260 días. También se sincronizan el ciclo sinóptico de la Luna y el año solar.
Y finalmente corresponde a la mitad del periodo de sincronización entre el
ciclo sinóptico de Venus y el año solar, el cual es de 2080 años. El ciclo de
1040 años fue tan importante entre las culturas del anáwak que se lo vino a
llamar milenio tolteca, con sus 520 años diurnos y 520 nocturnos.
Dieciséis dias antes del 6 de junio del 2012 está teniendo lugar otro
fenómeno astronómico de gran trascendencia: un eclipse angular de Sol
perteneciente a la serie Saros 128. El eclipse con el que se inició dicha
serie se produjo el 29 de agosto de 984 dC, cuando Topiltzin ya era rey de
Tula. Observamos pues todo un conjunto de eventos astronómicos que nos vinculan
a un periodo en el que la anterior reencarnación de Quetzalcoatl empezaba a ser
reconocido como tal.
El Regreso de Quetzalcoatl
Antes de su partida, Quetzalcoatl anunció:
Alegraos! Se acerca un nuevo día, el día magnífico, de radiante
hermosura, cuando mi rostro tenga que regresar. ¡Entonces me veréis! En ese día
comprenderéis las razones divinas, levantaré mi cosecha y recogeré lo sembrado.
Entonces desaparecerá para siempre el animal maligno y vosotros podréis caminar
en paz-[15. Frank Díaz “El Evangelio de la Serpiente Emplumada” Editorial Tomo.
México 2000.]
Vimos como en el tarot ese animal maligno venía representado por la carta
XV (El Diablo). En el Apocalipsis de San Juan viene representado por la Bestia,
cuyo número es el 666 y que en números romanos se escribe DCLXVI, es decir
D(500) + C(100) + L(50) + X(10) + V(5) + I(1). Para constituir dicho número se
han utilizado todos los símbolos de la numeración romana menos el M, el cual
equivale a 1000. Parece pues que se esté refiriendo al acto de contar, de
cuantificarlo todo, de darle un valor monetario tanto a lo material como a lo
inmaterial, e incluso a la vida, algo que por definición hace el Mercado.
Que no nos sorprenda pues que en Mesoamérica se espere el retorno de
Quetzalcoatl, y que hayan aquellos que lo predigan para el periodo del tránsito
de Venus por delante de la esfera celeste el próximo 6 de junio. Dice la
profecía que durante el tiempo que esté con nosotros de regreso:
“En ese tiempo se pedirá a los pueblos que se den en amoroso matrimonio
en la puerta de oro, y se casará el pueblo en la casa de los cuatro rumbos.
Entonces nos pedirán que nos pongamos de pie (sobre) nuestras sandalias para
que nos espiritualicemos. He aquí, el mundo despierta con esta unión; he aquí,
ya estamos de pie”.
Dicho texto pertenece al Chilam Balam, y es un anuncio del Katun 4 Ajau,
el undécimo katun de la cuenta, el cual empezó el 21 de setiembre del 1618 y
finaliza el 23 de diciembre del 2012. En él se dice:
Chichén Itsa es el asiento de ese katun. Volverán a su ciudad los itsaes,
(palabra que significa«brujos del agua» y que denota a los fundadores de la
ciudad de Chichén Itza). Vendrá elquetzal. Llegará el renuevo. Llegará el del
Lugar de los Cuatro Árboles. Llegará el que derramó su sangre. Vendrá
Quetzalcoatl, la Serpiente Emplumada. Y con ellos de nuevo llegará el Itsa. Es
la palabra de Dios
La Garza Blanca
El primero de junio del presente año (2012) una garza blanca se
estableció en el estanque ubicado en la plaza central del museo nacional de
antropología de México. Ello sucedía en las fechas que median entre el eclipse
angular del 20 de mayo, momento en el que según la tradición se inició el
descenso de la energía crística de la serpiente emplumada, y el 6 de junio,
momento en el que estaba previsto culminara dicho descenso energético.
El eclipse del 20 de mayo estuvo vinculado al inicio del descenso pues
éste se dio justo cuando el sol se encontraba en conjunción con las Pléyades.
La mitología maya llamaba a las Pléyades el cascabel, y dicho punto representa
los cero grados de su eclíptica, de manera similar a cómo para Occidente la
eclíptica empieza en 0º Aries. Las Pléyades simbolizan pues el punto de inicio
y la cola de la serpiente. Mientras que cómo ya vimos, el tránsito de Venus del
6 de junio estaría vinculado a la culminación del regreso de Quetzalcoatl, la
Serpiente Emplumada.
Que aparezca por primera vez una garza blanca en medio del museo de
antropología de México no tendría mayor trascendencia si no fuera por las
siguientes dos razones:
La leyenda de los mexicas (aztecas) cuenta que éstos procedían de Aztlán,
tierra mítica ubicada más al norte. La palabra Aztlán significa justamente
“lugar de la garza”,
René Guenón escribió en una de sus obras “El signo ideográfico de Aztlan
o de Tula era la garza blanca; la garza y la cigüeña desempeñan en Occidente el
mismo papel que el ibis en Oriente, y estos tres pájaros figuran entre los
emblemas de Cristo; el ibis era, entre los egipcios, uno de los símbolos del
Thoth, es decir, de la Sabiduría” (Nombres y Representaciones Simbólicas de los
Centros Espirituales).
La garza blanca que anidó por primera vez en el museo nacional de
antropología parece ser la constatación de que Quetzalcoatl hizo su descenso y
que su energía ahora se halla entre nosotros.
El Regreso del
Inkarri
En los Andes existe un mito similar llamado del Inkarri, vocablo derivado
de la contracción Inka Rey. Dice el mito que cuando Pizarro, en su ruta
descendente por el camino del Wiracocha hacia el Cusco, apresó al últimoinka
(Atawallpa) en Cajamarca, le amputo la cabeza y la envió a España, como prueba
de su muerte. En cambio su cuerpo lo descuartizó en cuatro partes, las cuales
enterró en los cuatro puntos cardinales o en los cuatrosuyus (regiones) del
incanato. Aquí es donde el mito se transforma en profecía al narrar cómo sus
cuatro extremidades están creciendo, buscando el reencontrarse de nuevo, y que
cuando la cabeza regrese de allí donde fue llevada y se una a las cuatro
extremidades, el espíritu del inkarri volverá a estar con nosotros para
restablecer el Tawantinsuyu (cuatro regiones del Sol), el antiguo Estado Inca.
Las cuatro partes creciendo parece constituir una alegoría al “matrimonio
de los pueblos de la Tierra” del cual nos hablaba Quetzalcoatl. En la
mencionada alegoría, cada miembro enterrado en una dirección cardinal
simbolizaría los distintos pueblos de la Tierra vinculados a esa dirección,
mientras que su crecimiento simboliza el incremento del número de nosotros que
buscarán y desearán ese matrimonio. Constituye una unión que se formaliza en un
lugar concreto. Quetzalcoatl lo llamó “el templo de los cuatro rumbos”,
mientras que entre los Q’ero, descendientes de los inkas, se lo llama el
«Mastay». La profecía del Mastay nos habla pues de la “reintegración entre la
gente de las cuatro direcciones” con la que se inicia una nueva Era de paz y
armonía, a la que llaman «Taripay Pacha» (tiempo de reencuentro con nosotros
mismos).
Cuentan las profecías de los Q’ero que el primer Inka Mallku (Sabio Inka)
emergerá y será reconocido durante la peregrinación del Señor de Qoylluriti, La
profecía narra que entonces aquel primer sabio se irá reencontrando con los
restantes, hasta completar el número de doce, la mitad de los cuales serán
hombres y la otra mujeres. Llegados a éste punto, la profecía parece unirse con
otras muchas que predicen el futuro florecimiento delTawantinsuyu y de como
dicha zona inspirará al mundo entero. Un ejemplo lo tenemos en la profecía que
Santa Rosa de Lima pronunció hace cuatro siglos.
Lugar, fecha y método
Observamos cómo una profecía nos menciona el posible lugar: la
peregrinación del Señor de Qoylluriti, la cual se lleva a cabo justo antes de
Corpus Cristi, festividad celebrada 60 días después de Semana Santa. Y sin
embargo no menciona en qué año. Mientras que la profecía del retorno de
Quetzalcoatl si está vinculada a una posible fecha: el 6 de junio del 2012,
durante el tránsito de Venus por delante del Sol. Y sin embargo, este año 2012
el día culminante de la peregrinación del Señor de Qoylluriti será justamente
el 6 de junio.
Comentado eso, aunque sea a nivel anecdótico, si es importante tener en
cuenta que no podemos esperar que nadie, sea un individuo o un grupo, vayan a
hacer el trabajo por nosotros. La Era en la que justo entramos es la de
Acuario, signo zodiacal que se opone al de Leo. Si fuera Leo, sí que podríamos
esperar a ese líder mesiánico y carismático que nos dirija y ayude a todos, y
sin embargo Acuario nos dice que debe gobernarnos el espíritu, es decir, el
deseo por llevar a cabo las cosas de una cierta manera. Nos dice que debemos
constituir fórmulas organizativas entorno al concepto de la red, la solidaridad
recíproca y la conciencia tanto planetaria como universal. Que debemos tomar
las decisiones de una forma orgánica, fluida y a partir del consenso de
aquellos a quienes éstas afecten.
En la carta XVII del tarot, llamada la Estrella, con la que se inició
dicho artículo nos aparecía aquella que parece simbolizar a la diosa griega
Temis. En la antigua Grecia ella velaba sobre los asuntos comunitarios,
especialmente las asambleas, para asegurarse de que las decisiones se
alcanzaban por consenso. De ahí que Temis no haya regresado para gobernar sino
para enseñarnos a vivir de nuevo en armonía con el medio, para que la energía
vital vuelva a fluir llenando el lecho de un río que o se ha secado o lo hemos
contaminado. Ella viene para que aprendamos a tomar las decisiones de forma
conjunta, constituyendo asambleas y formando redes, y sin la necesidad de ser
gobernados. Para lograrlo no debemos inventar nada, sino simplemente emular a
la naturaleza. Emular nuestro cuerpo, en el que conviven y se organizan
trillones de células, sin que unas manden sobre las otras. Y eso que nosotros
tan solo somos siete mil millones.
fuente:Marctorra
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