La música no fue hecha como la conocemos hoy, como si fuera música
simplemente para los oídos, sino que estaba hecha para ser entendida por
nuestro cuerpo, y cada una de nuestras moléculas.
Las notas musicales y sonidos se miden según su frecuencia de vibración
(Hz). El sonido de una nota musical varía según la cantidad de vibración que
produce. Antiguamente las notas musicales y el ritmo biológico del universo,
estaban afinadas con la misma frecuencia de vibración (432Hz). Algo que se
perdió con el pasar de los años. Casi nada de la música que escuchamos hoy,
guarda una armonía con el ritmo de la naturaleza, ni de nuestro cuerpo. Y como
consecuencia, se producen alteraciones en ambos.
Sin embargo podemos recordar algunos compositores que usaban este tipo de
afinación, como Beethoven, Sebastian Bach, Tchaikovsky, Mozart, otros. Sus
sinfonías no solo eran hermosas, sino que también tenían un potente poder
curativo. Una explicación clara de por qué su música contribuye al desarrollo
de la inteligencia, de la concentración, de la armonía interna de la persona y
del aumento de la percepción extrasensorial.
Las frecuencias vibratorias que estos compositores usaban en sus
sanadoras melodías, se les conoce como Solfeggios. Estas tienen el poder de
resintonizar nuestra energía con la energía de la naturaleza y del universo,
resincronizando el nuestro. Cuando perdemos esta sincronización, aparecen los
desequilibrios y enfermedades. Todo lo que existe, está compuesto por moléculas
que contiene una carga energética, que está en constante movimiento, a esto se
le conoce como vibración. Todo lo que existe en el universo emite una energía y
una vibración que dan la formación a lo que se conoce como ritmo biológico del
universo.
Las frecuencias Solfeggio incluyen seis frecuencias que resuenan en el
cuerpo y nuestros organos:
UT: 396 Hz - Frecuencia para liberar el miedo y la culpabilidad
RE: 417 Hz - Frecuencia para deshacer las situaciones y facilitar el
cambio
MI: 528 Hz - Frecuencia para la transformación y reparación del ADN
FA: 639 Hz - Frecuencia para la conexión y las relaciones interpersonales
SOL: 741 Hz - Frecuencia para el despertar de la intuición
LA: 852 Hz - Frecuencia para volver al orden espiritual
Si una guitarra esta desafinada suena mal. Si el cuerpo no esta afinado
perfectamente, no puede funcionar bien. La música debe estar basada en
frecuencias naturales de sintonía con la naturaleza, así tendría un principio
"orgánico", profundamente entrelazado con el planeta.
Pitágoras sostenía que todo en el universo tiene el mismo ritmo
biológico, o código de movimiento: El funcionamiento de las células, el
movimiento de los planetas, el ritmo de las olas del mar, el latido de nuestro
corazón, el vuelo de las aves, el Adn, la distribución de elementos de la tabla
periódica, geometría sagrada, posiciones de yoga, pirámides de Egipto. Delicado
equilibrio, leyes de armonía.
El uso de instrumentos de vibración especial que tienen el poder de
re-afinar nuestro ritmo biológico, con el ritmo del universo natural. Tales
como los cuencos y gongs tibetanos, cuencos de cuarzo, didgeridoos
australianos, tambores africanos, el Sattva Drum, címbalos, cantos gregorianos,
mantras, etc. Estos instrumentos están afinados en la misma frecuencia de
sonido que emite todo lo que existe en la naturaleza y activan la vibración de
nuestras células y moléculas, realineándolas en la misma frecuencia.
Una nota hace 12 armónicos, porque pone en resonancia 12 notas de la escala
musical (con medios tonos y sostenidos). Las notas hacen 12 armónicos, cuando
se toca una nota afinada a un LA afinado a 432 Hz. Cuando uno toca en un LA
afinado a 440 Hz, sólo se hacen 8 armónicos. La música afinada a 440 Hz es
música muy pobre. La frecuencia del planeta Tierra es de 8 Hz. Las ondas alfa,
la frecuencia del cerebro en estado de relajación profunda, son ondas a 8 Hz.
Afinar a 440, hace que la base no sea 8, sino 8’25, lo cual significa que los
armónicos que generan no son armónicos con el planeta.
Las enfermedades aparecen cuando nos alejamos de la naturaleza, donde se
encuentra nuestro equilibrio perfecto. Mediante el uso de sonidos naturales,
nuestro cuerpo recuerda que somos uno con el universo. Y la sanación no es otra
cosa que el recuerdo de esta completa unidad entre nuestro cuerpo y el cuerpo
del universo.
Cuando tenemos una experiencia placentera a través de un sonido o de la
música, nuestro cuerpo produce endorfinas y serotonina, que tienen efectos
inmunoreguladores, estimulan y fortalecen el sistema inmunológico, que nos
previene de enfermedades y sincroniza nuestro ritmo biológico.
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