A la música clásica
se le han otorgado desde siempre diversos beneficios como reducir el estrés o
provocar un mejor crecimiento de las plantas (esto se lo tendremos que
preguntar a nuestra bióloga, Marina, a ver si es un mito o es completamente
real).
Pero, mientras
esperamos a saber si sería bueno ponerles a nuestros geranios una buena lista
de Spotify de Mozart o Bethoven, veamos algunos de los beneficios probados de
la música clásica en nuestro cerebro:
1. La música causa las mismas emociones que
el habla:
Según algunos
estudios, la música tiene la capacidad de provocar escalofríos o hacer que
nuestro corazón “se hinche de alegría”, incluso en diferentes culturas.. Por
ejemplo, la música occidental causa emociones de excitación o alegría. Esto se
debería a que la música imita las características tonales de la emoción de la
voz, aprovechando nuestra capacidad de comunicación y nuestras asociaciones
culturales de la misma forma.
2. La música puede ayudarnos a recuperarnos
tras un trasplante:
Pues sí, según una
investigación publicada en The Journal of Surgery Cardiothoraic, escuchar
música clásica u ópera tras un trasplante de corazón puede significar la
diferencia entre el éxito y el fracaso, ya que han encontrado que la música
reduce la ansiedad, el dolor y las náuseas, incluso afirman que podría haber
algún efecto sobre el sistema nervioso parasimpático (una parte del sistema
nervioso cuya función es controlar cosas inconscientes de nuestro cuerpo, como
la digestión). Según la investigación, realizada con ratones que recibieron un
trasplante cardíaco, la música clásica alargaba el tiempo de vida del
trasplante antes de que fallara respecto a otros tipos de música, posiblemente
mejorando el sistema inmune según los investigadores, pero esto no está
totalmente aclarado.
3. La música clásica puede reducir el dolor y
la ansiedad:
Relacionándolo con
el ejemplo anterior, una investigación realizada por el Duke Cancer Institute
encontró que usar auriculares con cancelación de ruido y en los que se
escuchara música clásica (en este caso se escuchaba a Bach), redujo el dolor y
la ansiedad durante una biopsia de próstata. Normalmente se produce aumento de
presión arterial por la tensión y ansiedad, pero al poner la música no se dió
tal aumento. Además, los que usaron auriculares informaron que sintieron menos
dolor.
4. Escuchar música clásica podría mejorar el
rendimiento:
Según un estudio reciente
del Health Science Center de la Universidad de Texas, los médicos que
escuchaban a Mozart mientras realizaban una colonoscopia aumentaron sus tasas
de detección de pólipos precancerosos por encima de las referencias, y por
encima de los médicos que no escuchaban música. Incluso cuando los médicos
conocían la finalidad del estudio, sus tasas de detección saltaban del 27,1 %
al 36,7 %, que no está nada mal. La investigación sugiere que esta mejora del
rendimiento también podría darse en más profesiones y en otras situaciones.
5. La música clásica puede bajar la presión
arterial:
Si ya sabemos que
reduce el dolor y la ansiedad, que nos digan que la música también reduce la
presión arterial no debería sorprendernos, ya que también reduce el estrés y
esto, a su vez, afecta a la presión arterial, según las comparaciones
realizadas en un estudio de la Universidad de San Diego entre música clásica y
jazz, pop u otras. Como ya imaginaréis, los que escuchaban música clásica
tenían niveles más bajos de presión arterial.
6. Escuchar música clásica podría combatir el
insomnio:
Como ya os comenté,
primero hay que dejar de fumar (o no empezar), ya que el tabaco afecta a la
calidad del sueño. Y, si aún así tenéis problemas para conciliar el sueño, una
investigación de la Universidad de Toronto afirma que escuchar música clásica antes
de dormir podría ayudar, ya que provocaría que nos durmamos más rápido y que,
además, durmiéramos más tiempo (¿para qué usar fármacos teniendo música? encima
más económico oiga).
Esto se debería a
los ritmos y patrones tonales de este tipo de música, que crean un estado de
ánimo meditativo y unas ondas cerebrales lentas.
7. El “Efecto Mozart” mejora de forma
temporal el razonamiento espacio-temporal y la memoria a corto plazo:
Pues sí, Mozart
también tiene un efecto, aparte de grandes obras musicales. Este efecto
consiste, según un meta-análisis de todas las investigaciones realizadas hasta
1999 sobre el tema, en que escuchar a Mozart causaría excitación, lo cual
provocaría una mejora temporal del razonamiento espacial y de la memoria a
corto plazo (pero nada de mejorar nuestro cociente intelectual, que nadie se
ilusione). Según otro estudio realizado en 2003, esta mejora apenas duraría 15
minutos.
8. La música clásica puede fomentar el
desarrollo del cerebro en los niños:
Si bien hace unas
semanas os hablé de los beneficios que tenía tocar un instrumento desde
pequeño, resulta que este tipo de música ayuda a un mejor desarrollo cerebral,
aunque no convierte en un genio a nadie. Pero, según un estudio realizado por
el Dr. Gordon Shaw, de la Universidad de California-Irvine, los niños que
escuchaban a Mozart y luego estudiaban piano tenían mejores puntuaciones en
matemáticas que los demás. Y, según otros estudios, escuchar y practicar música
podría ayudar a los niños a desarrollar las habilidades espaciales y verbales y
a fomentar el auto-control.
9. La música clásica puede ayudar a aprender
nuevos idiomas:
Según las
investigaciones de la Universidad de Illinois en 2005, se encontraron pruebas
de que escuchar música clásica mejoraba el aprendizaje del lenguaje, ya que
podría fomentar el aprendizaje de gramática, vocabulario, mejorar la
pronunciación y hasta ayudarnos a apreciar más la cultura. Posteriormente,
otros estudios han apoyado estas conclusiones. Y, lo más impresionante sobre
este tema, es el método usado por el Dr. George Lazanov, profesor de lengua
extranjera, que usa música barroca para ayudar a sus estudiantes a aprender
1.000 palabras de vocabulario de idiomas extranjeros en un solo día con una
precisión del 85 al 100% (si esto es verdad, habrá que probarlo…).
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