La vida puede ser dura y a menudo llegamos a un punto donde sentimos que
está fuera de control —como si estuvieras tratando de recoger piezas de un
rompecabezas que continúa cayéndose.
Pero al dejar ir y entregarnos al orden divino, encontramos que las
piezas parecen arreglarse solas milagrosamente y de repente, vemos toda la
imagen.
El orden divino toca cada parte de nuestras vidas. Es el fluir de la
mente universal a medida que nos guía a nuestra satisfacción personal. A
menudo, a medida que el orden divino obra sus maravillas, las cosas pueden
parecer agitadas e incomprensibles. Pero una vez que nos entregamos a la idea
de que todo sucede por una razón —cada traspiés y cada éxito puede llevarnos a
algo mejor —encontramos paz y aceptación.
A medida que comienzas a aceptar el orden divino como la realidad detrás
de toda vida, un sentimiento de calma te envolverá, aún ante la adversidad. Tus
relaciones personales se volverán más significativas y ricas al afirmar que el
Espíritu guía el camino y ya no necesitas controlar a las personas ni a las
situaciones. Hasta mirarás las dificultades financieras con un optimismo
renovado al entregarte a la verdad de que todo lo que necesitarás te será
provisto a medida que lo necesites.
Cuando comienzas a aceptar el orden divino como verdad y sabiduría y te
alineas con la armonía del universo, es posible que quieras dejarte pequeños
recordatorios para “dejar ir”. En tu automóvil, en tu escritorio, en tu cartera
o billetera, o en cualquier sitio donde puedas necesitar un recordatorio para
permitir que el orden divino dirija el fluir de tu vida, pon una nota con estas
palabras sencillas: Orden divino. La próxima vez que enfrentes una situación
difícil, mira la nota y recuerda el poder del orden divino.
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