Stella
Maris Maruso, de la Fundación Salud, impulsa a los pacientes a una
participación activa en sus tratamientos.
En
general se considera al cáncer como una enfermedad meramente física, a la que
hay que combatir y se deposita la posibilidad de curación absolutamente en el
médico. Como fundadora y directora de la Fundación Salud de Buenos Aires,
Stella Maris Maruso busca contribuir a un cambio de paradigma sobre los
conceptos de salud y patología. "La mayoría de nosotros, educados en la
ciencia médica occidental, tendemos a considerar la enfermedad como una especie
de falla mecánica del cuerpo, que requiere de un mecánico debajo del capó para
reconectar los cables y reemplazar las partes. La sanación es una cuestión de
significado, una respuesta integral que busca entender la experiencia de una
enfermedad como parte esencial de la vida".
Desde
la Fundación Salud brindan asistencia a personas que atraviesan crisis severas
(debido a enfermedades graves como el cáncer) y ofrecen un plan de salud
personalizado, diseñado por un equipo interdisciplinario, con el objetivo de
potenciar los recursos internos para realizar los cambios vitales que
posibiliten el regreso a la salud.
Maruso
es autora de los libros "El laboratorio del alma" y "El
laboratorio interior", tanatóloga, discípula de la doctora Elizabeth
Kübler Ross, conferencista internacional en el área de
psiconeuroendocrinoinmunología (Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Estados Unidos,
España, Portugal, Italia, Filipinas).
—¿El
abordaje integral de la patología ya está instalado en la sociedad?
—El
abordaje integral dejó de ser un proyecto para convertirse en una realidad, y
hoy en día ya no se discute la relación entre el cuerpo y la mente y su impacto
directo sobre la salud y la enfermedad. Hoy tenemos los conocimientos
necesarios para reeducar al paciente entrenándolo en el campo de la nutrición,
en el manejo de las emociones, en establecer vínculos sanadores, en cómo
combatir el estrés, creando así nuevos y saludables hábitos de vida. La
psiconeuroendocrinoinmunología (Pnei) ha aportado muchísimo para enseñarnos los
mecanismos intrínsecos del estrés y cómo éste afecta en forma negativa a
nuestro sistema inmunológico. Dicho sistema, contrario a lo que se creía antes,
es muy dinámico. Está constantemente interconectado con el cerebro y con el
sistema endocrino, pero fundamentalmente ha aportado claridad al establecer las
bases bioquímicas de la relación entre la mente y el cuerpo.
—¿La
medicina alopática ya tiene incorporado este concepto?
—Nosotros
trabajamos sin tregua por el fortalecimiento de un nuevo paradigma en la
relación médico-paciente en el que la medicina aporta lo mejor que tiene para
el tratamiento de las enfermedades, incorporando la participación activa y
responsable de sus pacientes, impulsándolos a activar todos sus recursos
internos. Todavía hay médicos que siguen separando la cabeza del cuerpo, que
niegan la influencia de las emociones o de la espiritualidad en la salud. Pero
afortunadamente cada vez son más los profesionales que reconocen el potencial
para crear salud que existe en cada paciente.
—¿Qué
importancia tiene el rol activo del paciente?
—La
salud no está sólo en manos de los médicos, sino que son los mismos pacientes
quienes deben involucrarse personalmente en el proceso de curación. La
participación de quien está enfermo no es un recurso alternativo o
complementario, sino que resulta vital en la recuperación de la salud. Según
este enfoque, el que se sana no es el paciente sino la persona. Por eso el
corazón de la sanación en nuestro abordaje es atender los diferentes niveles
del ser de una persona, sus aspectos físicos, psicológicos, espirituales, sus
relaciones, su entorno y las interrelaciones entre todos esos niveles.
—¿Qué
proponen para contribuir a restablecer la salud?
—Creemos
que se le puede crear al cáncer un medio hostil que permita al organismo
desarrollar los mecanismos intrínsecos del individuo para hacer frente a la
enfermedad. Hay herramientas (como la meditación, hábitos de alimentación
saludables, juego, risa, baile, ejercicios de inteligencia emocional) para que
el paciente pueda afrontar lo que suele suponer el reto más importante de su
vida. Es importante que el organismo esté preparado para colaborar con los
tratamientos convencionales que tenga que afrontar, llámese cirugía,
quimioterapia, inmunoterapia o una combinación de todos ellos.
—¿Qué
rol cumplen las emociones y la espiritualidad a la hora de emprender un camino
de sanación?
—Actitudes,
creencias y estados emocionales desde el amor hasta la compasión y desde el
miedo hasta el resentimiento y la rabia, pueden desencadenar reacciones que
afectan la química interna optimizando o debilitando nuestro estado funcional.
Las emociones negativas, pensamientos tristes, depresivos, la ansiedad, el
miedo, sentimientos de soledad, aislamiento y vulnerabilidad producen cambios
en la química del cerebro y tienen un efecto perjudicial en la fisiología del
cuerpo. Las emociones positivas que registra el cerebro, el entusiasmo, el
vivir con integridad y al servicio de los demás, el descubrir un propósito en
la vida pueden aumentar la capacidad del sistema inmunológico.
—¿Cómo
transformar a la enfermedad en una oportunidad de aprendizaje?
—Las
crisis en general nos colocan frente a una encrucijada, dos caminos posibles:
interpretar ese peligro como algo terrible que viene a arruinarnos la vida,
preguntándonos "por qué a mí" o como una posibilidad de dar a luz lo
nuevo, de máxima creación, de nacimiento, preguntándonos "para qué a
mí". Están las personas que al enfrentar situaciones límites, se aventuran
a parirse a sí mismos, trascendiendo los límites de la mentalidad ordinaria,
tornándose extraordinarios al dibujar nuevos caminos de pensar, de percibir la
realidad, de gestionar las emociones y encarar los desafíos que les presentó la
vida.
Stella
Maris Maruso creó la Fundación Salud movilizada por una experiencia personal.
Tiempo atrás a su padre los médicos le pronosticaron pocos meses de vida luego
de hallarle un cáncer de próstata con metástasis. A pesar del diagnóstico, hizo
una remisión total y vivió dieciocho años más libre de cáncer. Fue él quien le
demostró a Maruso que la espiritualidad podía sanar.
Esta
experiencia marcó un antes y un después en su vida. Antes era una mujer de
negocios, graduada en ciencias políticas, y escéptica. Después llegó a dictar
conferencias sobre curación espiritual en medicina en los destacados centros de
salud del mundo. Fue así que descubrió que su vocación estaba en el
acompañamiento y ayuda a personas con enfermedades graves.
Desde
la Fundación sostienen que todos contamos con un grandioso potencial para sanar
heridas en el cuerpo y en el alma, además creen que es posible una remisión
espontánea, que es la mejoría o curación inesperada de una enfermedad.
Le
dan un rol clave a las emociones, considerando que las emociones reprimidas
vulneran nuestro sistema inmunológico igual que el estrés y las creencias que
se instalan en nuestro cerebro en forma de redes neuronales, determinando
respuestas adictivas a nuestra forma de percibir y reaccionar en la vida. Las
emociones y las creencias pueden controlar el comportamiento y la actividad
genética, y por tanto, el desarrollo de nuestras vidas.
Además
consideran que podemos aprender a enfrentar situaciones adversas y salir
fortalecidos tornándonos resilientes. Entendiendo por resiliencia a la
capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a
ellas.
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