Mucho tenemos que aprender de las olvidadas tribus
indígenas de nuestro planeta. Los Kogi muestran su conocimiento solo a ciertas personas. El relato que sigue a continuación es solo un extracto.
"La experiencia kogi
Fue con los kogis
donde mis experiencias con las personas indígenas empezaron a manifestarse más
que sólo como lecciones de espiritualidad y potencial humano. Lo que ellos
me mostraron y enseñaron iluminó la idea espiritual de ser capaz de ver en
la oscuridad. Sin su ayuda, tal vez no hubiera encontrado este espacio
secreto dentro del corazón. Siempre estaré en deuda con ellos por su amorosa
ayuda.
Fue justo después de
terminar un taller Cielo/Tierra en Maryland, en los Estados Unidos, cuando
un hombre joven blanco se aproximó y me dijo que había sido enviado por
los mayas de Guatemala para darme un mensaje de la tribu kogi de las
montañas de la Sierra Nevada en Colombia, Sudamérica. Lo escuché,
pero nunca había oído hablar de la tribu kogi.
Me explicó que los
kogi eran una de las pocas tribus que escaparon de la Inquisición española
durante el siglo XVI, mudándose a lo alto de las montañas de la Sierra
Nevada de Santa Marta. Ahí fueron inaccesibles y por eso fueron capaces de
mantener algo de su cultura original y sus creencias religiosas.
Aún ahora, ellos
viven casi de la misma manera que hace miles de años. Dentro de su tribu
hay un grupo llamado los mamas, y ellos creen que no son realmente humanos
sino parte de la conciencia de la Tierra que mantiene el balance del
sistema ecológico del mundo. Los kogi están convencidos de que sin los
mamas la Tierra moriría.
Los mamas también son
los líderes religiosos de la tribu kogi y son respetados de la misma manera
en que los cristianos respetan a Jesús, o los musulmanes a Mahoma. De
acuerdo con el joven que me contaba esta historia, los mamas eran capaces
de ver estando en completa oscuridad, y observan todo el mundo con su
visión interna y su íntima conexión con la Madre Tierra, a la que llaman Aluna.
Lo que es
increíblemente interesante es que cuando un bebé que es o será un mama es
descubierto dentro de la tribu kogi, es llevado a un lugar inusual para
entrenarlo y educarlo de una manera especial. En los tiempos antiguos era
una cueva completamente oscura, pero ahora es llevado a una construcción
especial hecha con materiales naturales solamente y donde no puede entrar
ninguna luz. En casi completa oscuridad, este bebé especial es alimentado
sólo con comida blanca mientras crece, y se le proporciona sólo la
suficiente luz para que no se quede ciego. Por nueve años este bebé permanece
en completa oscuridad, aprendiendo a ver sin usar sus ojos, exactamente
igual que los niños súper psíquicos que están emergiendo por todo el
mundo. A los nueve años el niño es llevado afuera, a la luz, para aprender a
ver con los ojos.
¡Qué experiencia debe
ser! ¿Puedes imaginar lo que sería ver este increíble planeta por primera vez a
los nueve años de edad?
El joven que me
estaba contando acerca de los kogi y los mamas me dijo otra historia de por qué
fue enviado a mí. Dijo que los mamas kogi no sólo podían ser capaces de
ver cualquier lugar en el mundo, podían también ver el futuro, igual que
los hopi, los maorí y muchas otras tribus indígenas de todo el mundo.
Dijo que los mamas kogi nunca se han equivocado en sus predicciones acerca
del futuro en toda la historia.
De acuerdo con los
mamas kogi, en el último eclipse total de Sol del siglo XX, el 11 de agosto de
1999, todas las personas de las culturas tecnológicas del mundo debieron
haberse ido a otra dimensión de la conciencia de la Tierra, dejando atrás
a las tribus indígenas y personas naturales del mundo para heredar
el planeta físico. (Esto recuerda las palabras de la Biblia acerca de que
"los mansos heredarán la Tierra". Esta predicción es también
similar a lo que dijo Edgar Cayce, "el Profeta Durmiente": que en el
invierno de 1998 los polos de la Tierra darían un giro y un enorme cambio
sucedería en la Tierra. Muchas personas de la Nueva Era (New Age) piensan
que esto significa que la mayor parte de la conciencia del mundo se movería a
la cuarta dimensión).
El joven se acercó a
mí como para enfatizar lo que estaba a punto de decirme. Bajó su voz y susurró:
"El 12 de agosto de 1999, los mamas kogi vieron que nosotros, los de
la cultura tecnológica, estábamos aún aquí en la Tierra. Se fueron a
meditar profundamente para saber por qué, ya que era la primera vez en toda
su historia que una de sus predicciones no llegaba a ser una verdad".
De acuerdo con él,
ahí en la oscuridad los mamas kogi pudieron ver luces sobre toda la superficie
del planeta que no habían estado ahí antes. Investigando estas luces, los
mamas supieron que eran luces de personas que habían aprendido acerca de
sus cuerpos de luz, los cuales en tiempos antiguos eran
llamados "Mer-Ka-Bas". Y era la creencia de los mamas que estas
personas con sus cuerpos de luz habían cambiado el curso de la historia.
Yo, como maestro de
la ciencia del Mer-Ka-Ba, sé que una vez que recordamos nuestro
Mer-Ka-Ba podemos, con cierto entrenamiento, alterar el mundo exterior por
medio de lo que pensamos y sentimos.
De acuerdo con los
mamas kogi, algunos de nosotros cambiamos tanto el mundo exterior que una
nueva realidad fue creada. Y esto era algo que los mamas kogi no habían
visto porque se originó en el futuro, no en el pasado. Por supuesto, si
esto es verdad, empieza a revelar un nivel del potencial de la
naturaleza humana más profundo. (Sólo para que lo sepan, los mamas kogi no
habían pensado que supiéramos cómo usar esta habilidad interior).
Aquí hay algo de
información muy interesante: la Fuerza Aérea de los Estados Unidos había
hecho contacto conmigo cuando estaba trabajando en limpiar la
contaminación del aire, primero con la R-2 y después usando mi Mer-Ka-Ba,
y en discusiones personales me revelaron algo muy interesante. Muchos
de mis estudiantes del Mer-Ka-Ba me habían estado diciendo, y yo mismo he
visto esto, que en el momento en que activaban su Mer-Ka-Ba por primera vez,
en algunas ocasiones se encontraban rodeados de helicópteros negros. Y
frecuentemente los helicópteros simplemente no se iban, sino que los seguían y
permanecían con ellos por semanas o meses. Una Mayor de la Fuerza Aérea me
dijo que cuando se expande el disco del Mer-Ka-Ba, una persona en su campo
Mer-Ka-Ba emite más o menos la misma energía (vibración magnética) que una
ciudad de quince mil habitantes. Ella dijo que sus satélites podían ver el
cuerpo de luz de una persona y mostrar la imagen en las pantallas de las
computadoras de la Fuerza Aérea. Por varios años esto causó
gran desconcierto a los militares de los Estados Unidos, pero ahora ellos
entienden que esto es simplemente una parte de la nueva conciencia que se
está desdoblando en la Tierra en estos tiempos.
Por eso si la Fuerza
Aérea puede "ver" el campo Mer-Ka-Ba, ¿por qué no los mamas kogi?
El joven me miró
inocentemente y dijo: "Los mamas kogi quieren agradecerte por enseñar el
Mer-Ka-Ba y con este proceso cambiar el mundo". Me entregó un pequeño
paquete de tabaco envuelto en una tela de algodón de color rojo brillante como
un regalo de los mamas para demostrarme su aprecio. Yo no estaba preparado
para esta inesperada ceremonia, por lo que miré a mi alrededor y le di una rosa
roja del arreglo floral más cercano para que se la diera a los mamas. Y
eso fue todo.
Después de que se
fue, pensé en esta experiencia algún tiempo, pero pronto me olvidé de los kogi
cuando mis pensamientos regresaron al mundo familiar de mi vida. Nunca
pensé que volvería a saber de ellos otra vez.
Después de un par de
meses y de otro taller, este mismo joven se acercó a mí, de nuevo con un
mensaje de los mamas kogi, que querían encontrarse conmigo y enseñarme el
"lenguaje sin palabras". Me dijo que sería muy inusual para
ellos venir a los Estados Unidos, ya que sólo tres de ellos habían viajado fuera
de Colombia, pero que si yo aceptaba, ellos encontrarían alguna manera. En
verdad querían que yo fuera a la Sierra Nevada de Santa Marta y me
encontrara con ellos ahí.
Estuve pensando
acerca de este mensaje un tiempo y después entré en meditación profunda
pidiendo permiso a mis dos ángeles para embarcarme en esta nueva aventura.
Ambos me miraron e inmediatamente me dieron permiso para continuar esta
experiencia, cualquiera que fuera a ser. Yo abrí mis ojos y simplemente
dije: "Sí, yo permitiré esto".
Tenía la opción de ir
a las montañas de Colombia o hacer que los mamas me encontraran. Sabiendo
lo apretado de mi agenda, que estaba llena hasta el próximo año, les
pregunté si podían venir a mí. Sin dudarlo, el joven me respondió:
"Transmitiré tu mensaje", y se fue sin pronunciar otra palabra.
Durante el vuelo de
regreso a casa, finalmente tuve tiempo de pensar en todo esto. Aunque no sabía
cómo me iban a encontrar los mamas kogi, estaba seguro de que lo harían.
He visto personalmente a personas indígenas interactuando en este mundo
ordinario en formas que la mayoría de la gente encontraría difíciles de
creer. Aquí hay un ejemplo:
La gente de Taos
Pueblo, en Nuevo México, me había pedido que participara en una ceremonia
para ayudar a sanar el dolor entre el hombre blanco y el rojo. La
ceremonia sería celebrada por los seguidores del culto al peyote, la
Iglesia de los Nativos Americanos, dentro de Taos Pueblo, y comenzaría al
amanecer de un cierto día en el futuro.
El día llegó y el Sol
estaba a punto de salir en el horizonte cuando tres indígenas chamanes
huicholes llegaron a nuestro círculo ceremonial y pidieron permiso para
participar. Estaban ataviados con sus ropas ceremoniales, con plumas en su
cabello y pintados sus caras y cuerpos.
Jimmy Reyna, un
nativo de Taos Pueblo que dirigía la ceremonia, les preguntó cómo se habían
enterado de esta ceremonia, porque a todos los involucrados se les había
pedido no decirlo a nadie. Ellos respondieron que estando en una ceremonia
del peyote en México tuvieron una visión de esta ceremonia.
Sus líderes
determinaron que estos tres hombres estarían en nuestra ceremonia, así que se
vistieron para la ocasión y caminaron hacia Taos Pueblo.
Muy impresionante, ya
que vivían a casi quinientos kilómetros de la frontera con los Estados Unidos,
y una vez que cruzaran, ellos tenían que caminar otros quinientos
kilómetros para llegar a Taos Pueblo. ¡Mil kilómetros y nadie los detuvo!
Cruzaron el río Bravo, caminaron por autopistas, treparon sobre cercas
de alambre de púas y llegaron cinco minutos antes de empezar la ceremonia,
vistiendo sus galas ceremoniales con garbo. La vida y el potencial humano
son mucho más grandes de lo que la gente acepta.
Por eso esperé a que
los mamas kogi me contactaran de alguna manera aunque no podía imaginarme cómo
sucedería.
La mujer de Colombia
Dos o tres meses
después, me encontraba en la ciudad de Cuer-navaca, cerca de la ciudad de
México, dando otro taller Cielo/Tierra a un grupo de más de cien personas
y de ellos unos veinte eran de Colombia.
Entre ellos había una
mujer como de cuarenta años, que lucía igual que cualquier otra mujer
moderna, hasta que nuestro grupo llevó a cabo cierta ceremonia, una danza
o un canto que era tan real que hizo a las personas estar conscientes de
la presencia de Dios. En este punto su personalidad cambió completamente.
Se volvió desinhibida
y primitiva; sus movimientos, su abandono e intensidad eran los de una
persona que se había entregado completamente al canto y a la música, no
era algo que se podía esperar de una mujer moderna.
Para mí fue muy
hermoso observarla, pero los otros colombianos se sintieron avergonzados por
sus acciones. Mientras esta mujer continuaba con sus "inusuales
maneras" cada día de los cuatro del taller, los otros miembros de su
grupo se volvieron cada vez más impacientes con ella.
El tercer día del
taller, el grupo estaba en un círculo grande, tomados de las manos y cantando
con ciertos sonidos para elevar su conciencia. En su manera natural, esta
mujer rompió el círculo y se fue al centro bailando de una manera alocada
con el ritmo del canto. Después de unos quince minutos, los colombianos no
pudieron soportarlo más y me hicieron señas para que la detuviera. Yo en
realidad no quería hacerlo porque sus movimientos me parecían muy
hermosos. Sin embargo, por respeto a los otros, entré al círculo
para llevarla de regreso al grupo.
Ella estaba dándome
la espalda cuando me aproximé. La toqué ligeramente en el hombro, se giró
hacia mí, me miró más allá de mis ojos, dentro de mi alma, y su cuerpo
emitió un extraño sonido que parecía que rodeaba mi cuerpo. En ese
instante dejé de estar en el salón en Cuernavaca. Estaba en un lugar
extraño con chozas de paja y personas paradas alrededor de mí vestidas de
blanco, mirándome. Era tan real como la realidad. Había hasta un perro
corriendo por ahí.
En ese momento yo ya
no estaba en mi propio cuerpo, sino en el de una mujer, observando lo que
me rodeaba. Un desconocido y extraño sentimiento surgió en mí que se
sentía casi sexual, aunque no lo era.
Digamos sólo que se
sentía realmente bien. Y justo cuando empezaba a aceptar mi nueva realidad,
me encontré de nuevo en el salón del taller en Cuernavaca mirando a los
ojos de esta extraña mujer. Nunca antes había tenido una experiencia como
ésta, y vaya que he tenido experiencias bastante inusuales.
En ese momento todo
lo que pensaba era que quería sentir de esa manera de nuevo, y dejando
por completo mi lugar de líder en el grupo, y en medio del canto, tomé a
la mujer de la mano y la llevé a un rincón del gran salón. La senté y miré
dentro de sus abiertos ojos cafés y le dije: "Por favor, hazlo de
nuevo".
La mujer sonrió y de
nuevo emitió ese sonido especial, y de nuevo me fui de Cuernavaca, México;
estaba en Colombia. Durante dos horas, de acuerdo con lo que me dijeron
las personas del grupo, quienes dejaron de cantar para observarme, estuve
en un estado alterado de conciencia.
En el corto tiempo
que permanecí con ella, aprendí y entendí lo que realmente estaba pasando. Me
pareció tan claro. De hecho, dos mamas kogi me lo explicaron mientras
estaba en el cuerpo de la mujer en Colombia.
Me dijeron:
"Viajamos hacia abajo de la montaña, donde habita otra tribu y hay una
mujer quien tiene habilidades especiales. Preguntamos si ella nos ayudaría
a encontrarte, y aceptó".
Aparentemente la
mujer, cuyo nombre era Erna, se acostó en una cama hecha de pasto grueso en
una choza redonda. Su espíritu dejó su cuerpo y viajó más abajo, hacia las
faldas de la montaña, donde vivía otra mujer en una casa vieja de estilo
español construida de adobe. El espíritu de Erna entró en el cuerpo de
esta mujer -no sé si ella tenía permiso de hacerlo- y puso la idea en su
mente de ir a mi taller en México para que ella, Erna, pudiera enseñarme
el "lenguaje que no tiene palabras".
Lo que es más interesante
es que la mujer colombiana no tenía dinero, ni pasaporte, ni visa; no
tenía certificado de nacimiento ni alguna otra manera de probar su
identidad, ni boleto de avión. Pero de alguna manera se las arregló para
encontrar la manera de llegar a México y venir a mi taller. Alguien le compró
el boleto, y antes de que yo saliera de mi país, los ángeles me dijeron
que no le cobrara el taller. Pero aun así, ¿cómo pasó migración y aduana
sin identificación? ¿Cómo se las ingenió para viajar de Colombia a México
y regresar por avión sin complicaciones? Creo que simplemente no pudieron
"verla".
Lo que estaba
aprendiendo de Erna, con sus extraños sonidos, en la esquina del salón, era
mucho más que sólo la transformación espacial que los mamas kogi hicieron
conmigo. Con mis habilidades recientemente descubiertas, estaba caminando
alrededor del mundo real de los kogi, en un cuerpo femenino, con
los chamanes mamas a mi alrededor. Yo era consciente de que ellos sabían
que era yo en ese cuerpo, y uno por uno, esos chamanes se acercaron muy
cerca de mi cara haciendo extraños sonidos.
Cada vez que emitían
un sonido inmediatamente entraba en una nueva realidad donde ellos
empezaban a enseñarme acerca de su historia, cultura y creencias
religiosas. Cuando llegó el tiempo de que terminara esta experiencia tan
real, supe todo acerca de esta mujer cuyo cuerpo estaba usando. Conocí a su
esposo y sus tres hijos como si fueran míos. Dos ancianos mamas estuvieron
a mi lado durante toda esta experiencia, y llegué a conocerlos como si
fueran mi familia.
Uno de ello era Mamos
Bernardo, y se convirtió en mi guía durante los siguientes meses. Me sentía
como si hubiera vuelto a nacer a un nuevo e increíble mundo donde todas
las viejas reglas se habían abolido. Mi antiguo y familiar mundo parecía
más un sueño que la realidad, mientras que este nuevo mundo era real.
Mi sesión con Erna
terminó tan inesperadamente como había empezado, y yo estaba de regreso en
mi propio cuerpo en México, dando un taller acerca de algo que entonces
pensé que no tenía ninguna relación con lo que había experimentado.
Poco a poco, durante
las siguientes semanas, empecé a entender mi nueva experiencia y a aceptar
la manera en que los mamas kogi con gracia me enseñaban. Aprendí que los
sonidos no venían de la mente, por la acción de pensar las palabras, sino
del corazón, del espacio sagrado dentro del corazón: eran dirigidos por
sueños, sentimientos y emociones. (Tanto la mente como el corazón producen
imágenes en el cuerpo, pero sólo el corazón crea imágenes que parecen
completamente reales).
Aquí había
definitivamente un medio de comunicación que iba más allá de cualquier cosa de
la que lamente fuera capaz. Acababa de experimentar "el lenguaje que no
tiene palabras" y yo ya nunca volvería a ser el mismo. Me sentía al
mismo tiempo honrado y emocionado acerca de sus posibilidades. El lenguaje
que no tiene palabras podría también usarse entre todas las formas de
vida, no sólo entre los humanos. Los mamas kogi me dijeron que tratara de
comunicarme de esta manera con animales para que viera la verdad por mí
mismo."
Extraido del libro de
Druvalo Melchisedeck, Viviendo desde el corazon.
Este es
el ENLACE a mi Biblioteca encontraréis más información al respecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario