Conferencia ofrecida en Leipzig por Rudolf Steiner, el 16 de marzo de 1907.
Hoy vamos a tratar la
cuestión del alma de las otras criaturas que no son el hombre, especialmente la
de si los animales tienen alguna especie de alma. Estas cosas aparecen como
superfluas para alguien que se apresura en ellas sin la debida atención, cuando
hombres notables del pasado ya se han ocupado de estas cuestiones.
Descartes, quien a comienzos del siglo XVII fue un entusiasta renovador de la
filosofía que había decaído en la Edad Media, trató este tema. Pero
considerando a los animales como máquinas, seres de los que no se podía hablar
como poseedores de un alma, máquinas con reflejos.
Cualquier persona que cuidadosamente considere la vida de los animales
difícilmente puede compartir este punto de vista. Simplemente necesitamos
destacar que muchos animales de nuestro entorno realizan acciones, y se
relacionan entre ellos, lo cual es algo difícil de imaginar sin la posesión de
un alma. Un ejemplo es el de la fidelidad de un perro. Sólo con dificultad
podemos dejarnos llevar por el pensamiento de que no vive en su ser interior
algo análogo a lo que vive en el hombre. Si consideramos ciertas actuaciones
¿podemos hacer caso omiso de una elevada actividad espiritual?. Consideremos,
por ejemplo, la presa de un castor. El desarrollo de estas artísticas
construcciones supondrían un gran esfuerzo espiritual en el hombre. Una
profunda sabiduría existe, en este caso, en la manera en la que ciertas vigas
se sitúan casi exactamente en el ángulo correcto, para la caída del agua y
según las condiciones prevalecientes.
Consideremos las hormigas. En cada montón de ellas se puede ver algo
parecido a un estado ordenado y sabio de seres humanos, incluso transcendiendo
al hombre moderno. Las hormigas se dividen en tres grupos: trabajadoras, machos
y hembras. Se puede demostrar que las trabajadoras son muy listas, las hembras
más estúpidas y los machos mucho más. Todo en su estructura está perfectamente
organizado, la forma en la que obtienen todo lo necesario para la construcción
y para el cuidado de las crías, la manera en la que conducen sus expediciones
recolectoras, etc. Si todo esto en el estado humano necesita un alma,
entonces no podemos negarla en estas criaturas. La gente se satisface siempre
con la explicación del “instinto”, pero nunca intentan pensar en lo que subyace
detrás de este “instinto”.
Hemos de considerar ahora el otro lado, sin pasar por alto la distinción
radical entre lo que el hombre desempeña con su alma, y el animal con la suya.
Como un ejemplo empezaremos con un hecho definitivo. Los viajeros han notado a
menudo que si encienden un fuego, a causa del frío, cuando se van, vienen los
simios a calentarse. Sin embargo, nunca observan que uno de ellos haya recogido
algo de madera para mantener el fuego. No se puede llegar a esta combinación, y
eso es algo extremadamente importante. No pueden nunca, por el propio poder
espiritual, hacer algo nuevo, tal como azuzar el fuego, etc.
No tiene sentido cuando el dueño de un perro, quizás, mantiene que podría
escribir la biografía de su perro. Usted podría escribir también la biografía
de cualquier mascota, o sobre la diferencia de la vida de un alfiler y una
aguja. Esto es sólo una distinción exagerada. Justamente lo mismo que
diferencia a toda una especie animal de otra, es lo que distingue a una persona
individual de otra.
Un alma común vive en un grupo entero de animales. Al igual que sus diez
dedos son miembros de sus manos, todos los lobos son miembros del alma grupo de
los lobos.
Ahora debemos entrar, con mayor exactitud, en la naturaleza del alma
humana, la cual anteriormente no estaba tan individualizada como hoy día. En un
punto de la evolución humana, el hombre se situó lejos del alma grupo. Tácito,
cien años después de Cristo, nos ofrece una ilustración de los diferentes
grupos tribales. Todos los miembros de un grupo sentían estrechamente en
conjunto su pertenencia al mismo, naturalmente con distintas gradaciones,
porque todo en la evolución humana se produce en etapas. Entonces, todos los
miembros del grupo eran muy parecidos. La marcada fisonomía individual es el
signo de la individualidad del alma libre frente a la grupal. Usted
todavía puede encontrar, más o menos, esta característica entre los pueblos
primitivos. Podemos sostener firmemente el hecho de que la expresión
fisionómica viene a probar que la individualidad trabaja formativamente en el
cuerpo.
Esto será cada vez más marcado en el futuro desarrollo de las razas humanas.
Vendrá un tiempo en el que los caracteres raciales retrocederán totalmente.
Cuando un alma encarne entonces, en una nacionalidad, desaparecerán las
distinciones nacionales, y cada uno siempre se recordará sólo en función de
cómo ha trabajado en su propia individualidad. Anteriormente, cuando los
matrimonios sólo tenían lugar dentro de la propia tribu, los miembros de la
misma se sostenían juntos al igual que los dedos de una mano, uno vengando la
injusticia que se le había ocasionado al otro como si se le hubiera hecho a él
mismo, etc. Esta cohesión fue desapareciendo poco a poco; la mayor y general
agregación de seres humanos ocasionó que todo lo individual se convirtiera en
la expresión del alma y del carácter. No se produjo la mezcla, pero a medida
que las distinciones desaparecían surgía una mayor individualización.
Veamos ahora, ¿en qué se distinguen las almas de los grupos humanos de
las de los animales?. Para ello hemos de volver a la historia de su origen.
Hubo un tiempo en el que el hombre todavía no vivía, como ahora, en
sus varias coberturas corporales y en el germen espiritual de su ser. Era en la
edad de la Lemuria. En ese tiempo el ser más elevado era una especie de
animal-humano, con cuerpos físico, etérico y astral, y la tendencia de un Yo,
pero todavía no el Yo mismo, seres que se habían adaptado para acoger el germen
divino. El alma, que ahora reside en la interioridad del ser, todavía no había
dejado el seno de los dioses, vivía en un estrato espiritual anímico. Piensen
en un vaso de agua con 1000 gotas que forman una unidad, sin separación entre
ellas. Tomen 1000 delgadas esponjas, pudiendo cada una absorber una gota, y
sumérjanlas. Entonces cada una se llenará con una gota. De forma similar pueden
pensar en cómo las coberturas humanas absorben el germen divino; de este modo
es como primero se vuelven individuales e independientes.
Ahora imaginemos que en el comienzo el alma no estableció su morada en
cada ser, sino que un alma se distribuyó como alma grupal entre muchos seres.
Lo que hoy mora en uno entonces habitó en toda una tribu. Aquí ustedes han de
comprender un nuevo concepto. Tal alma grupo no muere. Lo maravilloso, el lado
significativo de la muerte es un privilegio específico del alma humana
individual. Si una parte del alma grupal muere es inmediatamente reemplazada,
al igual que si corta el tentáculo de un pulpo. De esta forma el alma grupo, la
cual no desciende al plano físico, siente la muerte como la pérdida de un
miembro, y el nacimiento como el crecimiento de uno similar. No tiene el
privilegio de la muerte. Sólo cuando un ser sensible dice: “esto soy yo”, la
muerte comienza su entrada en la vida individual. El hombre se esfuerza por
alcanzar y obtener su vida superior a través de la muerte. A no ser que la
muerte fuera vencida no obtendría su vida superior más que a través de ella.
El alma de los animales se encuentra en el plano astral, conectada con
cada miembro de su grupo por medio de un hilo. Al objeto de comprender como
surge el alma grupo animal es necesario tener claro lo que hace que el ser
humano sea lo que es físicamente.
Cuando los gérmenes divinos descendieron encontraron portadores muy
distintos. Muchos estaban especialmente desarrollados para el conflicto; otros
eran de forma similar pero más desarrollados para trabajar, o para la
paciencia, etc., de forma que los diferentes cuerpos diferían mucho en su
desarrollo, incluso en su forma eterna. Los animales inferiores que hoy
existen, como los insectos, etc. ya tenían sus raíces en las anteriores encarnaciones
de la tierra en donde se habían originado. Ahora estamos sólo interesados en
los animales desde los peces hacía arriba. Cuando ocurrió ese descenso en los
cuerpos que esperaban, los cuales por fuera (no por dentro) se encontraban
aproximadamente en la etapa del cuerpo de los peces, todavía no existían los
mamíferos. El ser humano que vivía entonces tenía que moverse medio nadando,
medio flotando, y para ese propósito tenía órganos parecidos a aletas. Eso que
tuvo lugar en su cuerpo terrestre se produjo a través de la morada del alma
humana. Sólo durante el curso de una larga evolución se trasformó su cuerpo
hasta el actual, a semejanza del divino.
Muchas cosas permanecieron estacionarias en este largo camino. Sin
embargo, mientras tanto la tierra se trasformó y esta situación aún causó un
declinar en el desarrollo de los cuerpos. Tomemos dos hermanos; uno se ha
trasformado según las diferentes etapas de la vida y el otro se ha
quedado en su etapa infantil. A la edad de 60 años, sin embargo, ya no parece
un niño. De igual manera los peces actuales han declinado y parecen distintos a
como lo eran anteriormente.
La humanidad continuó su desarrollo trasformándose hasta su cuerpo como
mamífero. En todas partes, sin embargo, están aquellos seres humanos decadentes
que permanecieron estacionarios. Si se conoce profundamente se entenderá que
todos los animales han pasado por etapas tempranas, demasiado tempranas, en las
que han adoptado formas fijas que deberían haber dejado atrás. Es como si se
hubieran cristalizado en toda su evolución. El desarrollo ascendente, de
verdad, condujo al hombre a una peculiar posición, en referencia a ciertas
características. Perdió seguridad. Los monos, en cautividad, mueren pronto a
causa de la tuberculosis y otras enfermedades, no pueden llevar una vida
humana. Incluso considerando su alimentación tienen una cierta seguridad. Una
vaca en una pradera conoce exactamente que plantas son buenas para ella. El
hombre ya no posee este conocimiento. Necesita inseguridad para poder elegir en
libertad. Su inseguridad presente es necesaria para alcanzar seguridad en
etapas posteriores más elevadas. El hombre se ha de adaptar a etapas superiores.
Así el convertirse en inseguro es su garantía de poder ser independiente. La
permanencia en la seguridad denota algo que no ha avanzado, desde el punto
donde el Yo puede trabajar en el ser individual. Nos deberíamos preguntar un
poco sobre la sabiduría animal y también sobre la nuestra. La de un solo castor
es el reflejo del trabajo manual del alma grupal en el plano astral. La
hormiga se sitúa en una etapa completamente distinta a la del castor, y mucho
más alejada de la nuestra, a causa de que se separó mucho antes de la condición
planetaria de la tierra. Desde un cierto punto de vista su desarrollo ha
avanzado más lejos que el del hombre. El hombre piensa, siente, y quiere, de
forma fija. Si yo veo algo que me agrada intento atraparlo; la idea provoca la
acción. Sin esta interacción el hombre estaría muy inseguro. En el Chela, el
querer, la idea y el sentimiento se fragmentan, y están totalmente separados.
Para la humanidad en general esto se alcanzará primeramente en la etapa de
Júpiter de la evolución terrestre. Pero antes él experimenta esto en el
encuentro con el Guardián del Umbral que le clarifica la totalidad de su
vida previa.
Esta caída en la fragmentación triple se ha producido prematuramente en
ciertas almas grupo animales. Es un hecho que partes individuales del cerebro
de un Chela están diferenciadas, igual que las hormigas en un hormiguero. La
hormiga lo ha realizado prematuramente y ahora permanece como un inmaduro chico
listo. El alma grupo de los castores tendrá que elevarse por encima de lo que
ha perdido; el alma de la hormiga se ha perdido una vez por todas, y discurre
totalmente por otros derroteros.
Las almas animales son almas humanas que se han vuelto unilaterales. Oken
dice: “El lenguaje es la tinta del pez”. Naturalmente no debe ser tomado
literalmente. Sin embargo, el ser en el cual las características del habla se
han vuelto demasiado importantes, permanece estancado en ese punto. Paracelso
pronunció las profundas palabras: Si contemplamos la naturaleza, simplemente
vemos letras separadas y la palabra que forman es el ser humano. Imagine todas
las diferentes cualidades que encontramos juntas en el hombre, repartidas en
diferentes cuerpos, y entonces necesita un alma grupo. Los animales son seres
humanos que han permanecido estancados unilateralmente en el desarrollo de sus
características.
El hombre se ha vuelto descubridor a través de su pérdida de seguridad.
El primer elemento que él aprendió a poner a su servicio fue el fuego. Por ello
alcanzó la primera etapa de la civilización, que le hizo llegar a ser un ser
productivo. Es una enciclopedia de las diferentes almas animales.
Ahora, todavía deben tener claro un punto: si se fijan en los animales
inferiores encontrarán que ellos no pueden directamente expresar dolor o placer
a través del sonido. Los insectos, por supuesto, producen ruidos, pero no
proceden de su cuerpo. La ciencia oculta aquí hace una decisiva distinción
entre los sonidos de los animales y los que no lo son. Pero veamos, primero en
el hombre, como el sonido interior se convierte en palabra, discurso. Aún los
animales superiores sólo tienen un desarrollo de sonidos unilateral. En una
época posterior las almas grupo animales, no los animales individuales, se
convertirán en seres humanos, pero totalmente distintos a como está constituido
el hombre hoy. Aún antes de la Teosofía, Goethe sintió esto y lo expresó
maravillosamente en su “Metamorfosis de los Animales”; que los animales son
como un hombre incompleto, fragmentado, que la totalidad del reino animal
parece como que procede de la forma humana.
Así el hombre dice a todos los seres animales (hablando de si mismo),
“Todo esto, comprimido en uno, sois vosotros”.
Pregunta: ¿Habrá más escisiones en la evolución humana?
Respuesta: Si, y de hecho es lo que en Teosofía se llama “progresar a través de
las crisis”. Nosotros ahora estamos en la Quinta Raza Raíz. La Sexta verá otra
raza distinta, noble y bella, en contraste con la decadente que será desechada,
que será una raza de hombres horriblemente feos, parecidos a animales,
sensuales, viciosos, que provocarán mucho más horror que el posible en la
humanidad actual, porque su desarrollo será hacia abajo. En el Apocalipsis se
muestra claramente como ocurrirá esta división en lo que se llama el Juicio
Final. Solo aquél que sea completamente desinteresado estará ya maduro para la
Sexta Raza. Por supuesto, puede aún continuar encarnando, pero sólo con el
objetivo de ayudar a otros. Muchos, quizás, pueden encontrar que el Juicio
suena riguroso, pero sabemos que siempre existe la elección. Entiéndanme
correctamente, no para la reencarnación, sino para la Sexta Raza.
Pregunta: ¿Por qué las personas mayores se vuelven mentalmente débiles, a pesar
de que el alma no puede cambiar?
Respuesta: El alma, por supuesto, no cambia. Nunca desciende de la etapa que ya
haya alcanzado. Pero su instrumento se ha vuelto débil, al igual que un
pianista que ya no puede tocar como lo hacía anteriormente, si tiene un
instrumento malo. Se puede decir que el alma no conoce más allá de su propia
etapa. Sí, el alma no se ve más que como es en un cuerpo físico. Sólo se puede
encontrar el reflejo del alma, la imagen, en un espejo. Ahora el espejo se
niebla o rompe; ya no puede reflejar más. El Chela es, realmente, el primero
que es capaz de percibir su alma.
fuente:Rudol Steiner
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