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miércoles, 26 de febrero de 2014

MENSAJE DE UN CORAZON A SU DUEÑO - CANALIZACION

“Hombre” era un ser humano que estaba a punto de sufrir un ataque al corazón. Una mañana experimentó fuertes enojos, tristezas y situaciones que lo hicieron explotar interiormente.
Hombre llevaba una vida tan adormecida y alejada de la conexión interior, que en realidad no sabía conscientemente lo que le estaba sucediendo.

Esa noche, Hombre tomó pastillas para dormir. Ésa misma mañana había firmado el divorcio con su (ahora) ex mujer. Luego de realizar miles de intentos por mejorar la relación, Hombre ha terminado siguiendo fielmente el registro de su ADN, ya que al igual que sus padres, han terminado en la destrucción de la familia y el matrimonio.

Los negocios y el trabajo han empeorado en su vida; el rendimiento de las ventas de su empresa han disminuido notablemente debido a una falta de control, equilibrio y buena comunicación con sus empleados.

Hombre, un ser humano de 59 años de edad, ha repetido la misma historia de sus padres…
Su conciencia humana y cuatridimensional no se ha detenido a reflexionar, discernir y encontrar una verdadera solución a todo lo que le pasa.

Esa noche Hombre ingresa en un sueño profundo, efecto producido por los calmantes y medicamentos que ha ingresado a su cuerpo para que relajase su maquinaria interna, la cual no puede parar con el poder de su conciencia. Por ello decide algo externo a él que pueda ayudarlo. Sencillamente es un acto de ignorancia ya que Hombre no sabe que existen otras maneras de calmar todo el tormento emocional y mental que está experimentando. Lo más cómodo en esos momentos es recurrir a lo que es “conocido” para su conciencia.

Lo que Hombre no sabe es que su corazón pronto va estallar. En todos sus años de vida no le ha prestado demasiadas atenciones, se olvidó de preguntarle “¿qué es lo que él quería?”, “¿cómo se sentía con respecto la vida que llevaban?” y lo más importante se olvidó de honrar a ése órgano tan importante, que más que un órgano físico y tridimensional es un motor interdimensional que les permite a los seres humanos conectarse con la sabiduría y el amor de Dios, El Padre.

Hombre se introduce en un sueño muy profundo… De repente aparece en un lugar extraño. Experimenta la sensación de estar despierto, pero en realidad hay una parte en su conciencia que sabe que está dormido…

Se encuentra en un lugar que parece tener paredes, pero en realidad crean un espejismo muy desconcertante para su conciencia, ya que si bien se encuentra rodeado de una energía que podrían llamarse “paredes muy cristalinas”, no acaban en ninguna parte, se extienden hacia lo infinito y a su vez parecen estar ahí…

Hombre se encuentra sentado en ése lugar durante el sueño esa noche…
Observa para todas partes, y pregunta: “¿hay alguien aquí?”. Solo escucha un eco de regreso con su propia voz.
Al cabo de unos momentos Hombre escucha una voz que le dice: “Querido Hombre Yo Soy Tu Corazón”

Hombre no puede creerlo, a pesar de estar soñando y ser consciente de ello, no comprende “¿qué hace su corazón hablándole desde afuera de su cuerpo?, y ¿cómo es posible que pueda hablar o expresarse?”.

Hombre comienza a hacer fuerza para irse de ese lugar, todo le parece disparatado y sin sentido. Regresa a su estado normal, que a decir verdad es el estado de adormecimiento, ya que en el lugar que había estado en el sueño era más real de lo que su conciencia humana podía imaginar.

Se levanta de la cama, prepara un te de tilo para intentar seguir durmiendo. El efecto de la medicación parece que ha terminado y aunque Hombre intenta volverse a dormir no puede.

Sentado en el sofá de su lujosa casa, Hombre mira una revista que algún amigo seguramente habría dejado el día anterior.

Como no tenía nada más que hacer en ése momento, la toma en sus manos y comienza a hojearla. Ni siquiera había observado el nombre de la revista, pero cuando comenzó a verla se dio cuenta que no se trataba de una revista habitual de las que él solía comprar para ver las últimas novedades de la farándula.

Volvió hacia la tapa para ver el nombre de la revista y se llamaba: “Vivir en comunión contigo mismo”

Todos los títulos de las notas e información parecían estar relacionados a esos temas. En la tapa estaban resaltados los títulos más importantes de ese ejemplar. Hubo una que llamó profundamente la atención de Hombre. La nota decía: “Mensaje de un corazón a su dueño”. Hubo algo que a Hombre le llamó la atención y buscó el número de página en la que se encontraba para leerla. Casualmente la página donde se encontraba la nota estaba marcada con un papel rojo. Pensó: “¿Quién habría dejado señalada justo esta página?”

Dejó pasar esa duda y comenzó a leerla, la nota decía:

Mensaje de un corazón a su dueño

Había una vez un corazón que estaba a punto de estallar y dejar de funcionar. Como ese corazón quería seguir viviendo decidió escribir una carta a su dueño que decía…

Querido dueño,

Antes de enfermarme necesitaba poder expresarme por última vez ya que no soportaba esta ignorancia en el amor. Fueron tantos años recibiendo abandonos, carencias e ignorancias que mi motor se ha desgastado con el tiempo de mal uso. No quisiera dejar de funcionar y hacer lo que vine a hacer a este mundo: “vivir en tu cuerpo y ser el motor de la circulación en él”. He retenido muchas injusticias, miedos, desamor y ahora siento que mi motor se esta apagando…

Antes de terminar las poquitas reservas de combustible que tenía guardadas quería preguntarte si estás dispuesto a ayudarme a sanar. Lo que preciso para funcionar libremente es muy simple y deseo que me lo puedas otorgar.

Y quizá tu me preguntes, “¿qué necesitas querido corazón de mi cuerpo?”. Y te diré que es simple, lo que necesito se llama “atención, amor y cuidados de tu parte”. Necesito poder expresar todo el dolor que he acumulado, pero si tu me reprimes lo seguiré guardando, archivando y todo eso comenzará a estallar ahora. Has guardado en mi el resentimiento hacia tus padres, hacia la gente y la sociedad, y por nunca parar con tus actividades humanas jamás te has detenido a pensar en todo lo que has experimentado.

Querido dueño, sé que te hubiese gustado decirle a tus padres y seres queridos cuánto los amabas, pero por orgullo, miedo y probablemente no saber cómo expresarte te lo has guardado… Y aquí estoy yo pidiéndote ahora que me liberes de todos estos sentimiento que decidiste archivar.

Tampoco me has permitido expresarme a tiempo y en el momento oportuno con respecto a algunas desilusiones y necesito decirte que toda esa masa de emociones retenidas están a punto de hacerme estallar…

Todo ese cúmulo de tristezas han opacado el brillo que sé consciente que tenía, han apagado mi color e imposibilitado mi expresión… Pero, ¿qué querías que hiciera?, si dependo de ti y el poder de tu conciencia para determinar si puedo o no sanarme.

He dejado de funcionar como debería, he dejado de expresar como sabía hacerlo y como se me indicó cuando fui creado por Dios. Él me explicó cómo debía funcionar estando encarnado aquí en tu cuerpo. Pero cuando quise expresarme, tú querido dueño me lo impediste, y ahí quedé yo inundado de cosas por decir y sentimientos que irradiar.

¿Cómo puedo hacerlo si cuando quiero liberar todo el amor que tengo tu me reprimes por tus miedos a ser lastimado? Entonces me escondes y mi fuego se va apagando.

Quiero decirte que mi combustible ahora está en reserva, experimento un colapso emocional ya que se han acumulado y juntado muchas cosas que no pudieron ser liberadas a tiempo y en el momento oportuno. Cuando despediste a tu mamá te dije: “Perdona todo lo sientas que te haya dañado y dile que la amas”, y tú estabas a punto de decirlo y finalmente te ganó el orgullo y el temor a revivir la ignorancia.

Estoy soportando las últimas tristezas… Los últimos impulsos de mi motor se están agotando porque necesitan calor y atención de tu parte. Soy consciente que tú también le exiges al mundo que te reconozca y te brinden atención para poder llenar esa carencia y ausencia de amor que quedó cristalizada en la ilusión del pasado por todas las situaciones vividas, pero tú eres mi dueño, tú eres el comandante de este barco y sin tu libre elección de ayudarme yo me muero.

Necesito amor, ya que sin amor mi fuego se apaga.
Necesito amor, ya que sin amor mi fuego se apaga.
Necesito amor, ya que sin amor mi fuego se apaga.

Firma: Tu corazón

Hombre estaba impactado por aquel mensaje del corazón a su dueño. Había impactado de tal manera que sin darse cuenta, durante la lectura había liberado un par de lágrimas. Al cabo de unos momentos Hombre tomó conciencia de lo que le estaba haciendo a su corazón y a su propio cuerpo. Reflexionó acerca del hecho de que él nunca le había prestado atención y que llevaba toda una vida de acumulaciones negativas que dañaban a su corazón.

Hombre cerró sus ojos y habló con su corazón en ése momento. Le dijo en voz alta:

“Querido corazón, perdóname. No ha sido mi intención consciente estar alejado de ti y de tu esencia en todos estos años. Dime tú, ¿qué es lo que quieres liberar ahora? y dime ¿cómo podemos expresar todo lo que llevas guardado?. No quiero que lleguemos al estado en el que estaba el corazón que escribió el mensaje que acabo de leer. ¡Perdóname querido corazón, lo siento mucho!. Tú sabes que te amo y te honro por ser parte de mi y permitirme vivir en este mundo. ¿Sabes? A partir de ahora te hablaré más seguido, te honraré y escucharé a través de mi intuición lo que tu necesites para estar feliz”

El corazón de Hombre comenzó a latir más fuerte. Pudo notar que algo se avivaba en él cuando pronunciaba esas palabras. Finalmente el corazón de Hombre le irradió una energía de felicidad y alegría.
A partir de ese día Hombre cambió su perspectiva de vida y comenzó a honrar cada parte de su propio cuerpo. Ser consciente de su biología era sinónimo de amarse a sí mismo y amar a Dios, El Creador.

Hombre nunca supo conscientemente que el mensaje de ése corazón a su dueño era en realidad la expresión de su propio corazón que lo había conducido a sincronizar ése momento para que leyera esa carta.

Hombre cambió su vida y comenzó a expresar más, a tal punto que se convirtió en un “maestro de la expresión”. Nunca más se guardó un sentimiento, cada vez que experimentaba situaciones donde él percibía que debía “expresar” hablaba con su corazón y le decía: “exprésate amado corazón, eres libre para hacerlo”.

Luego de un tiempo de reflexión, Hombre escribió una oración que tituló: “La oración del auto-reconocimiento” para honrar su ser, su biología y jamás olvidar que cada órgano es un ser viviente con conciencia propia y de todas las demás.

Hombre definió a su cuerpo como un gran sistema compuesto por otros sistemas. Cada sistema tiene conciencia propia y sabe cual es su función individual y grupal, y a su vez todos los sistemas vibrando al unísono forman una totalidad que funcionará como un perfecto equipo. Si una parte del sistema está mal o dañada, afectará a la totalidad, por ello realizó la siguiente oración para mantener todos sus sistemas en armonía.

Oración del auto-reconocimiento

Amado cuerpo voy a hablarte a ti como una totalidad y entidad viviente, pero a su vez también me dirigiré a tus partes…
Amados pies, los honro y los amo por ser mi sostén en este mundo. Gracias por acompañarme y pisar firme en cada caminata por esta tierra. Los honro por transportarme hacia todos los lugares que deseo ir y por permitirme desplazarme en este hermoso suelo. Gracias por conducirme hacia mi trabajo para poder desarrollar mi misión y por permitirme el placer de conocer los hermosos paisaje de GAIA (la madre tierra).

Amados tobillos, pantorrillas, rodillas, muslos y caderas. Las honro y las amo por permitirme andar, moverme y desplazarme dentro este diseño y plan divino de la vida humana. Gracias por ser mis compañeras de viaje y vivir junto conmigo tantas aventuras y viajes. Perdónenme si las he hecho caminar o andar por lugares o situaciones en las que no se han sentido cómodas, a partir de ahora solo andaremos por lugares y situaciones en donde reine el amor y la luz divina.

Amado aparato reproductor (femenino o masculino) te honro y te amo por ser la puerta de entrada y el gestor de la vida en este mundo. Gracias por permitirme usarte para disfrutar del placer que surge del encuentro con otra alma. Gracias por permitirme sentir placer y ser el canal por donde fluye mi energía creativa.

Amado estómago, colon, intestinos, hígado, páncreas, vejiga, riñones...
Los honro y los amo por ser quienes me ayudan a digerir los alimentos y la vida. Gracias por funcionar en perfecta armonía y permitirme alimentar sanamente a mi cuerpo. Honro cada una de sus funciones. Perdónenme si les he hecho vivir situaciones difíciles de ser digeridas, ahora estoy listo/a para digerirlas y procesarlas.

Amados pulmones. Los honro y los amo por ser quienes me permiten ingresar el aire y oxigenar mi sangre y mi cuerpo. Gracias por permitirme respirar fluida y profundamente la vida. Amados pulmones perdóname si he permitido que alguna tristeza quedara en tu interior, ahora estoy listo/a para liberarla.

Amados hombros, brazos y manos. Las honro y las amo por ser los canales de mi expresión en este mundo. Gracias por permitirme ingerir la comida, trabajar, escribir y tomar todo lo que necesite para andar en este viaje de la vida. Amados hombros perdóname si te he cargado más de lo necesario, si he esforzado tus capacidades. Ahora estoy listo/a para liberarlas.

Amada garganta. Te amo y te honro por ser el canal de mi comunicación con el mundo. Gracias por permitirme expresar todo lo que mi interior desea. Perdóname si alguna vez no te he dejado decir lo que querías. A partir de ahora estoy listo/a para decir todo lo que te has callado.

Amados oídos. Los amo y los honro por ser el canal a través del cual puedo oír y escuchar a mi prójimo. Gracias por permitirme disfrutar de la música y las bellas palabras. Perdona si alguna vez permití que ingresaran en ti malas palabras, agresiones o expresiones que no sean de luz. A partir de ahora estoy dispuesto/a a permitir que ingresen hacia ti palabras positivas de amor y luz.

Amados ojos. Los amo y los honro por ser el canal que me permite ver toda la maravilla que Dios creó en este mundo. Gracias por permitirme observar la vida, el arte, la flora, fauna, paisajes… gracias por darme la dicha de poder mirar los ojos de otras personas, y a través de ello mirar su propia alma. Si alguna vez te he conducido a mirar situaciones inarmónicas o tristes, perdóname. Estoy trabajando activamente desde mi lugar de individuo para que el mundo sea cada vez mejor. Para ello trabajo primero en mi mismo/a, para ser un ejemplo caminante del cambio que quiero ver en el mundo. De esa manera todo lo que observarás serán episodios de amor y paz.

Amada nariz y boca. Las amo y las honro por ser el canal que me permite “sentir” la vida. Gracias por permitirme sentir el sabor de la comida, el olor de las flores, las bellas fragancias… perdón si alguna vez hice algo que las pueda haber incomodado.

Amada cabeza. Te amo y te honro por ser el comando central de mi cuerpo. Gracias por permitirme llevar el cerebro, quien me permite procesar y razonar. Gracias por llevar en ti mi pelo, mis ojos, boca, nariz, oídos y ser tan importante en mi cuerpo.

Amado corazón, ¡qué más puedo decirte! Eres la esencia de la luz en mi vida, eres el amor infinito encarnado en este cuerpo, eres el aparato que puede conducirme hacia la energía divina de Dios. Gracias por ser quien bombea la sangre en mi cuerpo y quien permite que mi experiencia humana continúe teniendo un fin de amor y luz en este mundo. Si alguna vez he permitido que situaciones externas te dañen, perdóname. A partir de ahora te permitiré liberarte, ser tu mismo para dar y recibir la energía del amor.

Amado espíritu de mi cuerpo gracias por ser el canal de esta experiencia humana. Por darle vida a este magnífico cuerpo. Te amo, te honro y nos fundiremos nuevamente con el GRAN SER cuando la experiencia en la materia se acabe.
Así es, así es, así es. 

Cuando comienzas por reconocerte a ti mismo, la necesidad de buscar reconocimiento en los demás ya no será necesaria. Entonces sólo allí podrás ser feliz contigo mismo/a, estar en comunión con tu ser interior y no necesitar que nadie reconozca aquello que tú fuiste capaz de reconocer primero.


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