No te aferres al pasado porque ya no existe, ha desparecido. ¿Por qué seguir
cargando con cadáveres? ¿Por qué cargar con cuerpos sin vida? Abandónalos y te
sentirás muy ligero, te sentirás liberado.
Y una vez abandonas el pasado, el futuro desparece por sí solo, porque el
futuro no es más que una proyección del pasado. En el pasado disfrutaste de
algunos placeres; ahora la mente proyecta esos mismos placeres en el futuro.
En el pasado sufriste en cierta medida; ahora la mente proyecta un futuro
en el que estos sufrimientos no tendrán lugar. Ése es tu futuro, ¿qué si no
puede ser tu futuro? Los placeres que disfrutaste en el pasado son proyectados
y tus miserias, rechazadas. Tu futuro es más vívido. Es el pasado, modificado,
repintado, renovado, pero es el pasado. Una vez abandonas el pasado, de repente
el futuro desaparece, se desploma. Y entonces permaneces en el aquí y ahora.
Entonces estás realmente vivo, realmente existes. Ésta es la única manera de
ser. Todas las demás maneras son sólo para evitar la vida. Y cuanto más evitas
la vida, más miedo te da la muerte.
Una persona que verdaderamente vive la vida no tiene ningún miedo a la
muerte. Si vives correctamente, la muerte pierde su importancia. Te sientes muy
agradecido, satisfecho. Pero si no has vivido, entonces existe una preocupación
constante: “Aún no he vivido lo suficiente y la muerte se está aproximando. La
muerte lo detendrá todo y con ella no habrá más futuro”. Entonces la persona se
vuelve aprensiva, se asusta, y trata de evitar la muerte.
Tratando de evitar la muerte sigue perdiéndose la vida. Olvídate
totalmente de ese tratar de evitarla. Vive la vida. Viviendo la vida se evita
la muerte. Viviendo la vida te sientes tan completo que si en este mismo
momento llegara la muerte y el futuro se detuviera, estarías preparado.
Estarías felizmente preparado. Has vivido tu vida, has disfrutado de la
existencia, te has regocijado, estás contento. No tienes quejas, no protestas;
no tienes motivo alguno de rencor. Das la bienvenida a la muerte. Si no puedes
dar la bienvenida a la muerte, una cosa es segura: no has vivido.
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