Por qué cada vez las personas se sienten más enfermas e insatisfechas? Estamos insatisfechos con nuestra vida, con el médico que no nos soluciona el problema, con la sociedad, con los bancos, con la política, con la familia y… quizás con nosotros mismos.
Continuamente
recibo gente en la consulta que somatiza a través de enfermedades situaciones
externas que no sabe gestionar. Todos vivamos situaciones duras en la vida que
a veces son difíciles o imposibles de solucionar y que no podemos cambiar.
La única
solución es trabajar nuestra visión del problema y la esencia de nuestra
conciencia corporal. Lo demás supone desperdiciar nuestra energía y aumentar
nuestra frustración. No podemos sacar dinero de donde no hay y no podemos
recuperar a personas perdidas.
Lumbalgias
que aparecen por no poder hacer frente a las cargas financieras, cólicos de
riñón que responden a situaciones de miedo, contracturas musculares por
tensiones no resueltas, insomnio, depresión, angustia… Son la primera muestra
que algo en nuestro cuerpo no está funcionando y el primer aviso que éste nos
da para aceptar y afrontar la situación.
El dolor
es la señal, la expresión de nuestro cuerpo. Es un signo de alarma que nos
advierte que algo no funciona demasiado bien. Lo que hacemos mayoritariamente,
desde pequeños, es calmar el dolor con analgesia, sin conocer exactamente
cuáles son los efectos secundarios de estos tratamientos que tan a la ligera
estamos tomando. Y lo que es peor, obviando los avisos de nuestro cuerpo. Un
cuerpo que en condiciones normales no hace más que responder a una situación
concreta, muy sabiamente, para que tomemos las medidas pertinentes. Y que no
pasan precisamente por ocultar el dolor con anti inflamatorios.
Desde hace
tiempo las políticas sanitarias nos están advirtiendo del peligro del abuso de
los medicamentos pero si vamos al médico y con su buen criterio no nos receta
nada, nos enfadamos y consideramos que no es un buen profesional. Es evidente
que no tenemos tampoco que pasar al otro extremo y leernos todos los
prospectos. Si lo hiciéramos, creo que pocos de nosotros estaríamos dispuestos
a tomar medicación química. Y la solución no pasa por juzgar o poner en duda al
profesional que nos la prescribe.
Pero sí
podríamos empezar a tener conciencia de las alertas que nuestro cuerpo sano nos
está dando y actuar en consecuencia. Esto pasaría por recibir en etapas
tempranas una buena educación sanitaria. Sería esencial para poder trabajar
nuestra salud, para hacernos libres del sistema farmacéutico y para afrontar
las pequeñas molestias a través del sentido común. Esto nos llevaría a trabajar
con el respeto por nuestro cuerpo, por los demás, por la sociedad y por la
naturaleza.
¿No
estaban más sanos nuestros abuelos? Ellos tenían acceso a las plantas de
nuestro medio, lo que la naturaleza nos da… plantas que ahora no existen o
están contaminadas por nuestra actuación, la de un hombre que se piensa que es
más perfecto que la propia naturaleza y que, por contra, está pagando las consecuencias
de esta falta de respeto.
Los males
banales que se presentan en la consulta se podrían resolver si todos nosotros
dispusiéramos de una educación sanitaria básica, de supervivencia. No
saturaríamos el sistema sanitario y este podría gestionar los casos que
realmente requieren actuaciones médicas importantes.
Pero ¿por
qué se ha obviado durante tanto tiempo el empoderamiento de la población? Una
sociedad empoderada en materia de salud, financiera y en otras materias, hace
libres a las personas. Reduce su estrés y el miedo a la hora de afrontar sus
problemas y los hace más felices. ¿A quién no le interesa empoderar la
sociedad? ¿Por qué no existen asignaturas en primaria, relacionadas con el
cuidado de nuestra salud, con la prevención de la enfermedad, a adquirir
hábitos de vida correctos? Se debe trabajar con la salud, educar en la salud
para poder prevenir la aparición de la enfermedad.
Y como alguna enfermera dijo, “el hombre es un ser bio-psico-social”. ¿Cómo podemos estar obviando esta soberana verdad? Quien responde que está sano, debe estarlo en estos tres aspectos: biológicamente, psicológicamente y socialmente. Y por lo tanto, ya tenemos la respuesta a la pregunta de por qué cada vez estamos más enfermos.
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