Los pensamientos son cosas, plantillas invisibles y perfectas con
residencia en la cuarta dimensión. A esto ya se han referido Platón, Cayce,
Jung, etc... Efectivamente, son reales, invisibles e influyen en el mundo
visible. Espero que os agrade.
La mejor forma de comprender cómo funciona la Cuarta Dimensión es pensar
en lo que son las ideas. Por tanto, las ideas son reales en sí mismas y
existen en otra dimensión, la cuarta, y por tanto, fuera del espacio y el
tiempo. Son la realidad subyacente que acaba siendo la causa original de lo que
experimentamos en el mundo físico y visible, en nuestra vida. Las ideas
producen su efecto a través de su modeloo plantilla y así se crea la realidad
física.
Nosotros sintonizamos con las ideas. Cuando sintonizamos con una idea
determinada, ésta empieza a conformar nuestra experiencia. En todo momento
actuamos como canales de energía y moldeamos los acontecimientos de acuerdo con
nuestras ideas.
La mente es la que construye, quiere decir que son las ideas, los modelos
de la mente, lo que crea la realidad. Las ideas no nos pertenecen sino que
existen en el interior de la mente universal. No las poseemos. No podemos
sentirnos responsables de las ideas en sí mismas, ni de sus consecuencias.
Nuestro cometido consiste en escoger qué ideas o modelos vamos a albergar en
nuestra mente. Es más exacto decir que nuestras elecciones determinan qué ideas
crearán nuestra realidad. Somos responsables de lo que elegimos.
¿Qué ideas vas a canalizar y a transformar en realidad? Como los
pensamientos que tenemos influyen tanto en nuestra vida, es necesario analizar
cuidadosamente cuáles son los pensamientos que vamos a albergar en nuestro
interior. Es cuestión de valores, por lo que es sumamente importante que
fijemos nuestro concepto de ideal. ¿Qué es lo que más valoras? ¿Cuál es el
ideal por el que deseas vivir?
Una vez materializadas, las ideas mueren. Dejan de motivar. Cuántas
personas que han alcanzado la riqueza se han preguntado a continuación: “¿Y
ahora qué?” Una vez que logramos aquello que tanto valoramos y que nos
esforzamos por conseguir, nos sentimos un poco decepcionados. Las expectativas
son parte de la emoción, nos motivan y nos animan. Sólo aquellos valores que
están basados en un ideal nos mantienen, sólo los ideales son constantemente
fuente de inspiración.
Vale la pena que dediques cierto tiempo a decidir cuál es tu ideal en
estos momentos y a desarrollar unos sentimientos en relación con él. ¿Qué
valoras por encima de todo? ¿De qué manera te gustaría vivir? Tal vez puedas
expresarlo en una sola palabra o incluso una imagen.
Fija un ideal, y luego sé espontáneo. Si te has marcado un ideal, puedes
confiar en el discurrir de las cosas y simplemente dejarte llevar.
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