La mente
subconsciente es un sirviente invisible. Realiza toda clase de tareas que de
otro modo serían un lastre para la mente consciente.
Una función del
subconsciente es realizar tareas que se han hecho habituales, como conducir un
coche. El subconsciente también allana el terreno para entregar a la mente
consciente percepciones ya organizadas y operativas; también realiza muchas
tareas memorísticas, tales como llamar a las personas por su nombre.
En comparación con la
mente consciente, el subconsciente es un genio. Es capaz de darse cuenta de
toda clase de detalles sutiles que no aparecen nunca en la consciencia; tiene
una memoria casi perfecta y es capaz de barajar todas estas cosas mientras
realiza cálculos, organiza, busca y recupera información.
El subconsciente se
da cuenta de todo; la mente consciente parece ciega y tonta comparada con él.
La estimulación subliminal es un caso característico. Se puede proyectar un
mensaje en una pantalla tan rápidamente que no vemos más que el resplandor. A
la mañana siguiente, sin embargo, este mensaje puede aparecer en un sueño. Una
grabación puede acelerarse tanto que suene como un chirrido, pero de nuevo su
mensaje aparecerá en el sueño de esa noche.
Esta sensibilidad
extrema no se limita a una percepción aguda; también parece tener las dotes de
un gran detective que puede discernir patrones sutiles. Por ejemplo, el
psiquiatra británico Morton Schatzman ha demostrado que los sueños pueden
resolver rompecabezas que desconciertan a la mente consciente. En un
experimento, se les pidió a unos sujetos que dijeran lo que les pareciera
extraño de la siguiente frase en inglés; «Show this bold Prussian that praises
slaugther, slaughter brings rout» (Enséñale, a este prusiano atrevido que alaba
las matanzas, que las matanzas traen derrotas).
Una mujer estudió la
frase durante algún tiempo sin éxito. Luego, se acostó. En su sueño de aquella
noche, le daba a una mujer un trozo de papel donde estaba escrita esa frase, y
la mujer se echaba a reír. La soñadora no podía entender por qué se reía la
mujer, y se fue. En la siguiente escena estaba con un grupo de gente sentada
alrededor de una mesa, y todos se reían. De nuevo no sabía por qué se reían,
pero una mujer le sugiere que se sentiría mejor si se quitara la cabeza. Un
hombre se acerca a ella y le dice: «Demasiadas vocales, demasiadas letras». Al
despertar del sueño, estudió de nuevo la frase intentando ver si la sugerencia
sobre las vocales la llevaba a una solución, pero no fue así, y se volvió a
dormir. Al día siguiente, se preguntó si «quitarse la cabeza» podía significar
quitar la primera letra de cada palabra. Eso dio como resultado una nueva
frase: «How his old Russian hat raises laughter, laughter rings out» (Este
viejo sombrero ruso provoca risa, se oye la risa). El significado de la risa en
el sueño quedaba ahora patente.
Además de su
percepción espectacular, el subconsciente tiene una memoria casi perfecta. No
olvida nada —recuerda incluso cosas que nunca fueron conscientes (la palabra
criptomnesia es la que se usa a menuda para describir esta capacidad). A veces,
las proezas que realiza sugieren una percepción extrasensorial o un recuerdo de
vidas pasadas. Thomas Jay Hudson habla de un caso de este tipo. Una campesina
analfabeta en un estado febril empezó a pontificar en lenguas desconocidas. Se
llevaron sacerdotes como testigos que tomaron sus palabras al dictado y
verificaron que las lenguas que hablaba eran el griego, el hebreo y el latín.
Un médico, jugando a detective, investigó su infancia. Resulto ser que había
crecido con un tío suyo, pastor protestante, que solía leer un alto. Entre sus
posesiones había libros escritos en lenguas muertas, y los pasajes exactos
citados por la chica aparecían en ellos. Por tanto, el origen del discurso
sorprendente de la muchacha estaba en su subconsciente, que no había olvidado
nada.
El poder de la sugestión
En contraste con
estas prodigiosas habilidades, el inconsciente es también increíblemente
inocente y crédulo. Este rasgo se hace patente en los efectos de la sugestión.
El subconsciente se toma las sugestiones al pie de la letra y sin
cuestionarlas. Así, «Nos convertimos en aquello que creemos». El subconsciente
registra todos nuestros pensamientos sobre nosotros mismos, presupone que son
ciertos y actúa en consecuencia.
Podemos controlar
este atributo del subconsciente. Se ha escrito mucho sobre lo que se puede
lograr por el poder de la sugestión. Sin embargo, la frase es algo equívoca,
porque el poder no está en la sugestión, sino en la capacidad del
subconsciente. La sugestión es el mango de la sartén del poder, el medio para
comunicar con el subconsciente.
También podemos
comunicar con el subconsciente a través de las imágenes, porque es mucho más
visual que verbal. Por ejemplo, intenta hacer que tu boca salive dándole la
orden verbal: «¡Saliva, saliva!». Ahora intenta imaginar morder un limón y
chupar el jugo. ¿Te das cuenta de la diferencia? Es mucho más eficaz comunicar
con el subconsciente a través de imágenes sugerentes que comunicar con él por
medio de palabras.
Si se lo trata
correctamente, el subconsciente tiene una serie de habilidades aparentemente
infinitas. Tiene la capacidad de controlar las reacciones orgánicas que
normalmente quedarían fuera del alcance ordinario. De hecho, si se usa
correctamente la sugestión por imágenes, es posible inducir al subconsciente a
controlar la actividad de las células individuales dentro del cuerpo. Pero el
subconsciente también es capaz de otras proezas increíbles de auténtica
creatividad.
Hudson señala que el
subconsciente es capaz de tomar un supuesto que se le haya sugerido y
desarrollar todas sus implicaciones. Para ilustrar su idea, describe la
siguiente demostración de una «canalización de Sócrates». Se hipnotizó a un
joven y se le dio la sugestión de que Sócrates estaba delante de él. Cuando el
joven asintió mostrando su conformidad, indicando que «veía» a Sócrates, se le
sugirió que le hiciera algunas preguntas. Lo hizo, y se le pidió que repitiera
las respuestas de Sócrates. A continuación entablaron un diálogo improvisado de
gran fluidez y claridad que resultó ser una demostración sorprendente de
elocuencia filosófica. Aun sabiendo que el discurso surgía del subconsciente
del joven, el público empezó a tomar notas para no olvidar los pensamientos tan
inspirados que expresaban. Este es un ejemplo de la genialidad del
subconsciente, atribuida normalmente al poder de la sugestión.
El subconsciente es
vidente
La genialidad del
subconsciente parece ilimitada. Tal vez se deba a que está en contacto con
todas las demás mentes subconscientes. Vale la pena ponderar este concepto.
Nuestro lenguaje lo refleja: «Había una sensación en el ambiente» tiene una
connotación de comunicación no verbal y telepática; igualmente hay expresiones
para indicar cómo la gente resuena unos con otros, contribuyendo cada uno con
nuestra propia vibración única a la armonía que sentimos.
A menudo no deseamos
que este contacto se haga consciente, o al menos que se reconozca públicamente.
Quizá es suficiente que reconozcamos a un nivel subliminal que nuestras mentes
subconscientes vibran al unísono. A pesar de que ocurre a menudo, es bastante
infrecuente que la gente hable de tales sentimientos, excepto tal vez en el
caso del amor romántico. La intimidad entre la gente a menudo tiene un
componente paranormal que deseamos ignorar. El no hacerlo nos llevaría a veces
demasiado cerca de los demás. No siempre es necesario ni apropiado ni útil
concentrarse explícitamente en la consciencia psíquica.
Por otro lado, ¿has tenido
alguna vez la sensación de que alguien lejano estaba pensando en ti? Una de las
experiencias más corrientes de telepatía es que alguien te llame por teléfono
cuando estás pensando en esa persona. La persona que toma la iniciativa de
hacer la llamada parece iniciar el proceso telepático. Cuando los pensamientos
se dirigen hacia nosotros, podemos vernos afectados. En una serie de
experimentos fascinantes, E. Douglas Dean demostró que, cuando un emisor se
concentraba en el nombre de una persona que tenía un significado especial como
«receptor», se detectaba un aumento en el flujo sanguíneo del receptor. Cuando
el emisor se concentraba en los nombres de extraños, no se registraba ningún
efecto. Es como si el receptor se «calentara» con los pensamientos de personas
por las que siente afecto.
Es a través de las
interconexiones de nuestras mentes subconscientes como se extienden los estados
de ánimo. Parece no haber fronteras, las posibilidades son infinitas. Maharishi
Mahesh Yogi, el fundador de la Meditación Trascendental, propuso que si tan
sólo un 1% de la población meditara, se elevaría la consciencia de todo el
planeta.
Recientemente, su
sugerencia se ha visto apoyada por la investigación. Un estudio eligió ciudades
con población superior a 25.000 habitantes, en las cuales se había que al menos
el 1% de la población practicaba la Meditación Trascendental y se compararon
con otras ciudades equivalentes con pocos meditadores. Los investigadores
observaron que las ciudades del primer caso tenían tasas de criminalidad
descendentes, mientras que en las otras ciudades el crimen seguía la curva
nacional ascendente. Este hallazgo puso en marcha varios experimentos. Los
resultados, que aparecieron en el libro The Maharishi Effect (El efecto
Maharishi), de Elaine y Arthur Aron, fueron impresionantes. Los
experimentadores eligieron zonas clave para reuniones de muchos meditadores de
MT. Por ejemplo, se eligió el estado de Rhode Island para un curso intensivo de
verano que atrajo a meditadores de toda la costa este. También se eligieron
zonas conflictivas de todo el mundo —Nicaragua, Irán y Zimbabue— y se enviaron
grandes grupos de meditadores a estas regiones a practicar intensivamente la
MT. Se recopilaron diversos índices de conflicto (muertes por accidente, asesinatos,
suicidios, divorcios) para cada región, durante los meses previos y posteriores
a la reunión de meditación. Durante el periodo de la reunión, los índices de
conflicto se redujeron significativamente con relación a los niveles anteriores
al inicio de la meditación. Cuando los meditadores acabaron su reunión y
abandonaron la zona, los índices volvieron a sus niveles anteriores.
El poeta John Donne
dijo: «Ningún hombre es una isla». Me pregunto si se daba cuenta realmente de
cómo todos nadamos juntos en las mismas aguas emocionales. Solemos pensar en la
consciencia paranormal como algo relacionado con leer la mente. Sin
embargo, la interconexión de nuestras mentes subconscientes significa que
estamos más cerca unos de otros incluso que nuestros pensamientos. Es casi como
si inhaláramos los sentimientos unos de otros.
Cuándo el
subconsciente se hace consciente
Las estrellas están
siempre en el cielo, pero sólo las vemos por la noche, cuando el resplandor del
sol no nos deslumbra. Así ocurre con la mente subconsciente. Siempre está
activa aunque estemos despiertos. El experimento del péndulo demostró los
efectos de la actividad del subconsciente. Pero para experimentar el mundo
desde el punto de vista del subconsciente, para adentrarnos en él y mirar por
sus ojos, debemos apartar la mente consciente.
Cayce indica que,
cuando se aparta la mente consciente —como en el sueño, en la meditación, en la
hipnosis y en la muerte—, la mente subconsciente se convierte en la mente
consciente. Es como la ropa interior que se convierte en exterior cuando se
quita uno la ropa de calle. La mente consciente es como unas gafas que enfocan
la cons-ciencia hasta tal punto que no puede aprehenderse la conciencia del
subconsciente que no ve en términos de separación, distinción y fronteras.
Pero, si nos quitamos esas gafas, aunque la mente consciente lo vea todo
borroso, la consciencia de la mente subconsciente no estará ya camuflada por
los detalles que la distraen.
Generalmente, nunca
llegamos a acercarnos a la apreciación de la realidad desde la perspectiva del
inconsciente más que cuando recordamos nuestros sueños. La palabra «soñadora»,
para describir una manera de ser, parece recalcar la naturaleza maleable de
esta consciencia en que las cosas se convierten en otras cosas, las
percepciones múltiples se superponen unas a otras, etc. E.Cayce indica que
nuestros sueños son una muestra de cómo seremos cuando muramos. En la muerte,
la mente subconsciente se convierte en consciente y nos vemos cara a cara con
las sombras que contiene.
Cuando se apaga la
mente consciente —como en el sueño, la anestesia o incluso la muerte—, sigue
siendo consciente de su entorno físico. E.Cayce indica que éstos son momentos
importantes para considerar la importancia de la sugestión. Recientemente se ha
confirmado que los pacientes bajo anestesia se dan cuenta de lo que dice la
gente a su alrededor. Siempre ha habido anécdotas sobre este hecho, como cuando
un paciente sorprende a su médico haciendo un comentario después de la
operación sobre algo que se dijo durante la misma. Durante mucho tiempo, la
profesión médica tendía a ignorar estos sucesos como casualidades sin
importancia; pero, en años recientes, los cirujanos han empezado a tomarlos en
serio. De hecho, el doctor Frank Guerra, del Denver Presbyterian Hospital, ha
creado una revista llamada Aspectos humanos de la anestesia para mantener a sus
colegas informados sobre los descubrimientos recientes en este campo. En la
revista aparecen experimentos indicando que, bajo anestesia, un paciente puede
responder a la sugestión de controlar su flujo sanguíneo y acelerar su curación
con notables resultados.
Incluso después de la
muerte, el subconsciente continúa dándose cuenta de su entorno. Por tanto, es
aparentemente posible que una persona esté muerta y no lo sepa. Los tibetanos
usaban procedimientos para animar al difunto a «dirigirse hacia la luz» y así
ayudarle a su tránsito. Se ha desarrollado un interés creciente por el proceso
de la muerte, estimulando en parte por informes de experiencias en el umbral de
la muerte, que ha llevado a la adopción de métodos similares en Occidente.
Cayce abogaba por que se rezara por los muertos, y la Iglesia Católica practica
las novenas con los muertos. Cuando muere una persona, la consciencia no se
evapora instantáneamente. El subconsciente mantiene contacto durante algún
tiempo. Si estás al lado de una persona que acaba de morir, puede seguir
hablando en voz alta, animándola y guiándola a buscar la «luz».
Solo en el sueño, en
la meditación, en la hipnosis y en la muerte, la mente subconsciente se
convierte en la mente consciente. Esto nos debería hacer pensar, que nuestro
consciente es en realidad una tapadera de algo maravilloso que reside en
nuestro interior.
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