Sigmund
Freud atribuyó a las carcajadas el poder de liberar al organismo de energía
negativa. Esta capacidad fue científicamente demostrada cuando se descubrió que
el córtex cerebral libera impulsos eléctricos negativos un segundo después de
comenzar a reír.
En
lógica relación con esta evidencia, en los últimos estudios se ha afianzado la
risa como terapia.
Reírse
es una función biológica necesaria para mantener el bienestar físico y mental.
Cuando
reímos, el cerebro emite una información necesaria para activar la segregación
de endorfinas, específicamente las encefalinas. Estas sustancias, que poseen
unas propiedades similares a las de la morfina, tienen la capacidad de aliviar
el dolor, e incluso de enviar mensajes desde el cerebro hasta los linfocitos y
otras células para combatir los virus y las bacterias. Las endorfinas
desempeñan también otras funciones entre las que destaca su papel esencial en
el equilibrio entre el tono vital y la depresión. De ellas depende algo tan
sencillo como estar bien o estar mal. Como se puede comprobar, aprender a reír
es algo más importante de lo que parece a simple vista.
Una
de las líneas de trabajo en algunos centros de psicoterapia es la risoterapia,
que consiste en estimular la producción de distintas hormonas que genera el
propio organismo con ejercicios y juegos grupales. Su cometido es el de
potenciar el sistema inmunitario en general y facilitar la superación de
diferentes bloqueos. Se utilizan técnicas que ayudan a liberar las tensiones
del cuerpo y así poder llegar a la carcajada, como la expresión corporal, el
juego, la danza y ejercicios de respiración o masajes. Se trata de lograr reír
de una manera natural y sana, de que las carcajadas salgan de lo visceral e
irracional, como en los niños. En el fondo, a lo que se aprende es a orientar
la percepción de las situaciones para que al verse en ella nos riamos, con
nosotros mismos y con los demás.
El reír
es como hacer ejercicio, y al hacerlo, nuestro cerebro libera endorfinas, unas
sustancias que producen una sensación de placer y bienestar que nos hace
comenzar el día con ganas y buen humor.
Parece
que estos efectos positivos son muy claros, porque hay muchas personas que
tratan de hacer ejercicio por la mañana y las que van a los gimnasios por la
tarde, lo hacen únicamente porque sus horarios laborales no les permiten
comenzar desde temprano con la actividad física.
Sin
embargo, siempre vale la pena intentar levantarse una hora antes por día o al
menos 3 veces por semana para regalarle a nuestro cuerpo y a nuestra mente los
beneficios de hacer ejercicio físico.
Y por
si aún no te convences de que la mañana es el mejor momento del día para hacer
ejercicio, te contamos que la actividad física matutina regula el hambre, es
decir, nos hace llegar con menos apetito a la hora de la comida. Además, hacer
ejercicio por la mañana tiene un efecto positivo y regulador sobre el ritmo del
sueño.
Quien
hace ejercicio duerme mejor y se despierta más fácilmente. Realmente no hay
motivos para no llevar una vida saludable y hacer ejercicio, que además nos
hará sentir más activos y de buen humor, para así poder reírnos mucho más.
Cualquier receta en este blog referente a la salud debe
mantenerse como información. Así, el uso que se le dé queda totalmente bajo la
responsabilidad del lector.
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