Desde mediados del siglo XX en los libros de yoga se pueden encontrar
numerosas afirmaciones acerca de que esta secuencia yóguica tiene un origen muy
antiguo, incluso védico, aunque parece que esto al final no sería tanto
así.
De todas formas y aunque no provenga de la tradición antigua, lo que sí
está claro es que se trata de una práctica con numerosos beneficios, tanto para
mayores como para niños.
La base física de la práctica combina doce āsanas en una serie realizada
de manera dinámica. Estos āsanas están ordenados de tal manera que
alternativamente estiren la columna hacia adelante y hacia atrás. Cuando se
realiza de la manera usual, cada āsana se realiza con una respiración alternada
de inhalación y exhalación (excepto en el sexto āsana, en que la respiración se
debe mantener suspendida). Una ronda completa de sūria namaskāra posee dos
grupos de estas doce posturas, con un cambio en el segundo grupo (de manera que
cada vez se adelante una pierna distinta).
Los practicantes del Sūria namaskāra, como parte de la tradición moderna
del yoga, prefieren realizarlo exclusivamente al amanecer, que los yoguis
ortodoxos consideran un momento “favorable” desde el punto de vista espiritual.
Se comienza de pie, con los pies juntos, el rostro mirando al este y las
manos unidas en el centro del pecho, en actitud de respeto hacia el Sol,
mientras se realiza una profunda espiración.
Requisitos y
precauciones
El sūria namaskāra es una práctica fácil y pacífica. Esto la hace
practicable para personas de todas las edades y niveles. Sin embargo, algunos
profesores de yoga recomiendan practicarlo varias horas después de comer, no
practicarlo demasiado tiempo, y descansar adecuadamente luego de la secuencia.
Generalmente los practicantes descansan en shavasana (la postura del cadáver)
mientras permiten que su respiración y pulso vuelvan a la normalidad.
Como sucede con cualquier ejercicio, el máximo beneficio se obtiene al
practicarlo de manera periódica, y no con una práctica excesiva en una sola
sesión.
Práctica:
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