Muestra tu propia expresión tan a menudo como sea posible.
Dios quiere que el mundo tenga tu expresión. Utiliza tu intuición para
conocer la identidad de tu alma, los auténticos deseos de tu corazón, y
manifiéstalos. Has de saber que lo que realmente deseas es hallar la forma de
expresarte al servicio del mundo. Ese es el fin último y la dicha de la
canalización de tu Ser Superior.
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