Es
probable que en esta fecha sientas que nada tiene sentido y no desees celebrar. Esto es normal, pues te encuentras en un proceso de duelo, pero recuerda que aunque esa
persona ya no esté físicamente contigo, espiritualmente si lo sigue estando.
La Navidad
es la época en la que las familias se reúnen, la alegría inunda corazones, los
hogares se visten de luces, la música acompañada del baile es la mejor
expresión de felicidad y las mesas se llenan comida, pero todo cambia cuando se
ha sufrido la muerte de un ser querido y se debe afrontar esa primera
Nochebuena sin él o ella.
Se
convierte en un mes en el que la nostalgia, el sufrimiento y la impotencia
invaden, en mayor o menor grado, dependiendo del tiempo haya pasado y cuánto se haya
superado el periodo de duelo.
Dicen
que ‘el tiempo cura todas las heridas’, pero nadie puede negarte que sientas un
vacío emocional porque ese ser querido no está más a tu lado, sentimiento que
innegablemente se acrecienta en Navidad y Año nuevo. Es posible que todo te
incomode, puedes experimentar rabia, impotencia y soledad, e incluso rabia de la
felicidad de los demás.
Es
cierto, te enfrentaste a una pérdida muy grande y para siempre, nadie está
diciendo que pases las festividades de fin de año como si nada hubiera pasado,
pero haz un gran esfuerzo para sobrellevar el dolor y encontrarte contigo mism@. No lo dudes, refúgiate en tu familia, ella te comprenderá porque está
atravesando por la misma situación, el duelo no es solamente para ti.
Entre la soledad y la
tristeza
Tal
como lo afirma Margarita Hoyo, psicóloga especializada en procesos de muerte y
duelos, esta etapa puede ser una experiencia que te aislará, y te hará sentir solo y abandonado, “aún estando rodeado de amigos y familiares”.
“De
igual manera, el camino del duelo nos invita a afrontar, a vivir cada fecha. Tal
vez tu impulso inicial sea aislarte, negarte a cualquier actividad, como armar
el árbol y compartir la cena navideña, buscar pastillas que te permitan dormir
durante las festividades para luego despertar en enero; eso no le ha servido a
nadie”, señala Hoyo.
Para
la experta en procesos de muerte y duelos, lo que se debe procurar en estas
fechas es de retomar lo que queda, esforzarse por superar el dolor solitario,
levantar la mirada hacía lo seres queridos que están al lado, “Ellos requieren
de su presencia para compartir con usted su nostalgia y su dolor; no quieren
una fiesta, pero si quieren contar con su presencia para afrontar juntos estas
fechas”. Aconsejó evita postergar esta primera vez; “de alguna manera vendrán
otras Navidades y fechas significativas, en las que podrá recordar a su ser
querido y honrar su memoria con algunos rituales que darán un nuevo sentido a
su pérdida”.
Y
al contrario, sugirió vivir estas fechas de manera diferente, darle sentido al
vacío y ausencia de esa persona que ya no está físicamente y sin embargo sigue siendo
parte de su vida, ahora habita en su corazón, en los recuerdos, en la historia
compartida.
Apoyo y comprensión
No
es fácil perder a un ser amado, más cuando este ha partido del mundo terrenal y
lo único que queda es un recuerdo de todos y cada momento, por eso como familia
debe brindarte apoyo y comprensión, no solo en este difícil momento sino en
estas difíciles fechas de diciembre, época en la que el dolor por la ausencia se
acrecienta.
Camilo
Umaña Valdivieso, psiquiatra, explica que tanto familiares como amigos deben
entender qué tipo de duelo enfrenta la persona, qué ha perdido y qué
significado tiene, “así enfocaremos nuestras palabras para poder apreciar lo
que siente la persona en duelo, si lo conocemos profundamente, todo se
facilita, si hemos compartido otros duelos con dicha persona, también esa
experiencia cuenta; y si es el primer duelo que abocamos, es un viaje de
descubrimiento hacia la aceptación que en algún momento llegará”.
***
“La
muerte ha llegado a nuestra casa y ha extendido su sombra sobre este hogar y
uno de nuestros seres queridos ya no estará más. El silencio se aferra a las
paredes y en las ventanas parece que el sol ya no entra más. Una parte de
nuestra alma ha perdido un eslabón vital, el tiempo se ha detenido y aún así,
la vida continúa.
Y
es por eso que ahora, que se aproxima el fin de año y con ello la Navidad y
otras celebraciones que evocan la familia, los regalos, las novenas y demás
rituales propios de nuestra cultura, se precipitan en nuestro interior de
manera desorganizada, sentimientos tan ambivalentes como contradictorios. Llega
un tiempo de particular alegría, nostalgia, paz y unidad que a todos toca de
alguna manera: la Navidad, fecha difícil de vivir cuando el corazón está
incompleto.
El
dolor y la tristeza que deja la pérdida, todo empieza a carecer de sentido. Y
nos inunda una tremenda sensación de vacío, de sentir que no encajamos dentro
de tanta alegría.
La
vivencia personal de la Navidad depende de las creencias, de la tradición y el
sentido que tenga en la vida de cada uno.
Seguramente
está experimentando un inmenso dolor, rabia, prefiere evadir el tema, posterga
decisiones. Se debate entre el compromiso por compartir en familia y participar
de las festividades y la necesidad de aislarse de todo, sumergirse en un sueño
inducido, algunos con somníferos, otros con alcohol, y huirle a la tristeza
para evitar fechas que nos confrontan con la realidad, lo ausente, lo perdido,
el vacío de quien ya no está con nosotros”.
Fuente:lavanguardia
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