Sabias palabras de Ramtha, uno de mis guías preferidos. Con Él comparto muchas de las enseñanzas que me son transmitidas a través de mis Guías y Maestros. Bendecidas sean. Espero que os agraden.
«Dios,
el Padre, es el pensamiento compulsivo y contemplativo llamado vida, una
continuidad que nunca puede detenerse, así como tampoco sus pensamientos pueden
hacerlo. Para que el pensamiento, o la vida, sea una expansión siempre continúa
hasta el infinito, debe tener una razón para continuar. La razón son ustedes.
Cada uno de ustedes se convirtió en una parte de la mente de Dios, para que a
través de ustedes, la vida pudiera continuar extendiéndose hasta el infinito,
el cual, de hecho, no tiene medida en el tiempo, porque el infinito existe en
este momento, es la continuidad y eternidad del ahora."
Ramtha.
¿Quién
puso las luces en los cielos? ¿Quién diseñó el encanto de las flores y la
magnificencia de los árboles? ¿Y quién creó el enigma y la maravilla llamada
hombre? No fue Dios, la totalidad de la vida. Fueron ustedes, los dioses, los
maravillosos hijos de un Padre amante de todo, quienes crearon todo lo que
existe. Todo. El Padre es la sustancia, la masa de pensamiento de la cual
vienen todas las cosas. Pero ustedes, que poseen la capacidad de pensar y la
capacidad de sentir, y la divina esencia del libre albedrío, son los supremos
creadores en la vida.
Dios
es, en verdad, la totalidad del pensamiento, la fuente de todo lo que existe.
Pero son ustedes quienes han tomado del pensamiento que el Padre es, y han
creado todo el esplendor y el encanto de la forma creada. A través de su poder
creativo y su soberanía de dioses, tienen la capacidad de aceptar, mantener, y
contemplar el pensamiento; y a través de esa inteligencia han formado cada cosa
que existe.
Imagina
por un momento alguna fantasía, una fantasía que sea excitante, emocionante,
volátil para tu ser. Ahora siente toda la emoción de esa fantasía. Es así como
su universo fue creado, así fue creado el hombre, y así es como se crea cada
cosa.
Mis
amados maestros, ustedes son, en verdad, los creadores de toda la vida. Ustedes
son quienes fabricaron las espectaculares estrellas que ven en sus cielos.
Ustedes son quienes crearon las realidades de color, diseño, textura y olor.
Ustedes son, en verdad, las magníficas criaturas de un Padre magnífico que es
verdaderamente todo lo que existe. No son los bastardos del universo, son sus
creadores. Son la suprema inteligencia de Dios expresándose en su propia
creación llamada hombre; y toda la vida está ahí, esperando su presencia, su
pensamiento, su sentimiento.
Ustedes,
mis amados hermanos, son criaturas eminentes de proporciones divinas, que
guardan latente dentro de sus seres la inteligencia y el poder de crear todas
las cosas... y ni siquiera lo saben. Son más que criaturas de carne; son
entidades extraordinarias expresándose a través de la forma, para así continuar
con las capacidades creativas que existen dentro de ustedes.
Sin sus
procesos creativos de pensamiento, su soberbia inteligencia, y la profunda
emoción dentro de sus almas —sin todo lo invisible que existe en ustedes— no
serían nada. Y sin sus capacidades creativas la vida tampoco sería nada, porque
el pensamiento no podría propagarse para convertirse en los valores de vida o
en la eternidad que aún tiene que ser vivida.
Sin sus
valores creativos, nada sería reconocido por lo que es. ¿Cuál sería el sentido
de la vida y la belleza de una flor si no hubiera nadie que apreciara su
encanto? No tendría significado sin ustedes.
Sin
ustedes, este lugar suyo sería sólo un planeta sin forma revolcándose en los espermas
de la creatividad. Sin ustedes, nunca habrían existido las estaciones ni
brotado las flores. Y el sol nunca hubiera salido, ni soplado los vientos; pues
ustedes crearon este reino de acuerdo con sus propios designios y propósitos, y
todas las cosas nacieron gustosamente para glorificar al Dios que yace dentro
de todos ustedes.
¿Quién
diseñó este magnífico lugar para que habitaran, sino ustedes? ¿No son acaso las
criaturas de suprema inteligencia? Realmente lo son. Ustedes no evolucionaron
hasta ese punto, siempre lo han sido.
Ahora,
yo estoy aquí para enseñarles a convertirse en seres ilimitados, pero primero
les voy a enseñar lo preciosos que son y lo mucho que valen. Para saber que son
seres divinos, para entender la suprema inteligencia y el impresionante poder
que poseen, es importante que entiendan cuál es su herencia. Es importante que
entiendan cómo se convirtieron al principio, en chispas de luz de increíble
poder, y cómo han evolucionado hasta convertirse en el enigma llamado hombre.
Así pues, empezaré a explicar.
En su
Libro de los Libros dice: «En el principio fue el Verbo y todo estaba en el
Verbo». ¡De lo más inexacto! La palabra no era nada sin el pensamiento, pues el
pensamiento es la base y el creador de todo lo que es.
En el
principio, —en lo que tú llamarías el principio— sólo existía la infinitud del
pensamiento; ahora, a la infinitud del pensamiento yo la llamaré Dios, el
Padre. Lo que tú llamas Dios es, en un entendimiento más ilimitado, el
pensamiento, la causa principal y el fundamento de toda la vida. Todo lo que
es, siempre ha sido y siempre será, se deriva del pensamiento, la inteligencia
que es la mente de Dios.
Por lo
tanto, en el principio existía el espacio infinito del pensamiento. Y Dios
siempre habría permanecido como pensamiento sin forma si no se hubiera
contemplado a sí mismo, si no hubiera volcado y replegado hacia dentro, hacia
sí mismo, el pensamiento que él era. Cuando el Padre contempló el pensamiento
que él era, se extendió en una forma única de sí mismo, porque cada vez que se
contempla un pensamiento, la acción del razonamiento puro expande el
pensamiento; éste se convierte en algo más, se magnifica. De esta manera, el
Padre, que nunca antes había extendido su ser, se contempló a sí mismo hasta
convertirse en una mayor grandeza.
¿Qué
produjo en el Padre el deseo de comprenderse a sí mismo y ampliar su
existencia? El amor. La pura esencia, el puro propósito del pensamiento
contemplativo, es el amor. Fue el amor de Dios por sí mismo lo que le dio el
deseo de contemplarse y convertirse en una forma única y extendida de sí mismo.
A raíz
de aquel movimiento del amor nacieron todos ustedes. Porque cuando Dios se
abrazó a sí mismo y se amó hasta una mayor grandeza, todos ustedes se
convirtieron en aquello en lo que Dios se había extendido. Cada uno de ustedes
se convirtió, en aquel mismo momento maravilloso, en una parte ilustre del
primer pensamiento contemplado y extendido.
Siendo
la primera unidad engendrada por Dios Padre, cada uno de ustedes se convirtió
en un dios de Dios, en un hijo del Padre, y en una parte de la divina
inteligencia, la mente de Dios. Ustedes, los dioses, son la única creación que
viene directamente de Dios. Son la única creación que siempre será un duplicado
exacto de lo que el Padre es, porque son el Padre en una forma ampliada de sí
mismo. Todo lo que el Padre es, él lo es infinitamente en el conjunto de sus
amados hijos.
Dios,
el Padre, es el pensamiento compulsivo y contemplativo llamado vida, una
continuidad que nunca puede detenerse, así como tampoco sus pensamientos pueden
hacerlo. Para que el pensamiento, o la vida, sea una expansión siempre continúa
hasta el infinito, debe tener una razón para continuar. La razón son ustedes.
Cada uno de ustedes se convirtió en una parte de la mente de Dios, para que a
través de ustedes, la vida pudiera continuar extendiéndose hasta el infinito,
el cual, de hecho, no tiene medida en el tiempo, porque el infinito existe en
este momento, es la continuidad y eternidad del ahora.
Con el
propósito de avanzar, el Padre les dio a cada uno de ustedes la única cosa que
siempre existió y siempre existirá: la totalidad del pensamiento, o sea, la
totalidad de Dios. A cada uno de ustedes les fue dado, por el Padre y para el
Padre, todo lo que ustedes son: una inteligencia divina y una voluntad creativa
y soberana. A través de esa inteligencia y de la voluntad libre, se les dio el
poder de tomar el pensamiento que el Padre es y extender lo que son de acuerdo
con sus propios procesos de pensamiento contemplativo.
Dios,
la mente divina, se extiende continuamente y aumenta a través de cada uno de
ustedes. El Padre se convierte instantáneamente en todo aquello en lo que
ustedes se convierten al extenderse. Y todo aquello que el Padre llegue a ser—a
través de la expansión de todos sus amados hijos— en eso se convertirán al
momento, porque cada hijo es el receptor de todo lo que el Padre es. Así, a
través de sus propios pensamientos contemplativos siempre pueden ser lo que
Dios es: un reino continuo, expansivo, extraordinariamente maravilloso.
En su
comienzo, cuando el pensamiento se contempló a sí mismo, se extendió en el
principio de pensamiento llamado luz. La luz fue lo primero que se creó, porque
siempre que el pensamiento se contempla y se expande, baja a una frecuencia
vibratoria que emite luz. La luz es, por lo tanto, la primera forma a la que
desciende el pensamiento contemplado y expandido.
Su
herencia original se remonta al nacimiento de la luz; pues cada partícula de
luz nacida del primer pensamiento contemplado, se convirtió en un individuo, un
dios, un hijo. Así, en el momento de la creación, todos se convirtieron en lo
que se llama seres de luz.
Todos
fueron creados como seres en ese mismo momento. Todas las entidades que han
existido o existirán, fueron creadas del pensamiento hasta convertirse en luz
cuando Dios se contempló a sí mismo. La luz, que emanaba del espacio de
pensamiento, se convirtió en parte adyacente de la mente de Dios, el flujo de
todo pensamiento o «río de pensamiento».
La luz
en la que se convirtieron cada uno era y es la inteligencia que ustedes son; es
Dios en su forma extendida de luz. Esa luz divina, que es su cuerpo original y
permanente, es el espíritu de su ser, o lo que yo llamo el Dios de su ser,
porque su espíritu es Dios, la mente de Dios en forma individual. Hasta este
día aún poseen su espíritu original, el Dios-yo original, el cuerpo de luz
original en el que se convirtieron en toda su gloria cuando el pensamiento, su
amado Padre, se contempló y extendió hasta convertirse en la luz.
Ahora,
en sus comienzos, cuando el pensamiento, o Dios, pasó a través del espíritu de
su ser, se creó una emoción, pero era efímera. Así que su alma se creó a través
de su fuerza creativa, para absorber el río de amor que salía de Dios el Padre.
Se creó con el propósito de capturar el flujo continuo del río de pensamiento y
llevarlo a un estado de quietud -lo que se llama memoria— en forma de emoción.
Tu
alma, que vive dentro de tu espíritu, es lo que te permite ser un principio
creativo. Porque para crear debes poseer la capacidad de retener la imagen del
pensamiento clara y firme en la memoria. De esta manera, puedes templar el
pensamiento y expandirlo hasta formar los valores creativos que llamas
realidad.
Por
ejemplo, para crear una flor nueva y única, tiene que emerger el pensamiento de
una flor. El pensamiento de la flor se toma del flujo de pensamiento siempre
continuo, que es uno con el espíritu o la luz de tu ser. El pensamiento,
entonces, se mantiene claramente en el alma como una imagen, en forma de
emoción. A través del deseo, puedes recobrar ahora la imagen del pensamiento
«flor», contemplarla y extenderla en cualquier forma única, color, o tamaño que
desees. Ahora puedes de manera única, crear una flor, la que tú quieras y en el
momento en que tú lo desees. Manteniendo el pensamiento perfectamente inmóvil
en la memoria, puedes dibujar su retrato perfectamente.
Sin tu
alma, no podrías extender al Padre hasta la forma creada, pues no podrías
mantener el pensamiento inmóvil para contemplarlo y extenderlo hasta la
creación.
Ahora,
lo que tú llamas creación es realmente el valor de la vida que siempre ha
existido. La creación no tiene un principio y, ciertamente, no tiene fin. Y los
creadores a partir de la sustancia del pensamiento son todos ustedes, las
entidades de luz, los dioses. Todas las cosas han sido creadas por los hijos a
partir del pensamiento que el Padre es. Y todo cuanto los hijos crean, se convierte
en el yo extendido del Padre.
Todo lo
que ves a tu alrededor se llama materia. El Padre es la materia, porque todas
las cosas son Dios. Pero los creadores y diseñadores de la materia son los
maestros artesanos que todos ustedes son, los dioses que son; pues tuvieron,
desde un principio, el propósito inteligente de crear en materia cualquier
ideal que pudieran visualizar a través del pensamiento.
Todas
las cosas nacen del pensamiento, todas. Cada objeto material tuvo como punto de
partida un pensamiento que fue abrazado en emoción para formar un ideal de
creación. Antes de que algo fuese creado, el alma primero visualizó ese
pensamiento como un ideal. Todo lo material fue creado y formado por los dioses
mediante un ideal de pensamiento visualizado, utilizando la materia que es el
Padre.
Ahora,
toda la materia está rodeada de luz. Sus científicos empiezan a sospechar —y
han acertado en su suposición— que si se toma la luz y se disminuye o reduce su
frecuencia vibratoria, se convierte en materia bruta. ¿Y de dónde vino la luz?
Del pensamiento, de Dios.
Siempre
que contemplas el pensamiento y lo abrazas emocionalmente. éste se extiende
hasta la frecuencia vibratoria de la luz. Si reduces el movimiento de las
partículas de la luz y lo condensas, creas el electrum, un campo
electromagnético que contiene polos positivo y negativo, lo que tú llamas
electricidad. Si reduces y condensas el pensamiento más aún, más allá de campos
electromagnéticos, el electrum se coagula en materia bruta. La materia bruta se
agrupa entonces en la estructura molecular y celular llamada forma. Y la forma
se mantiene unida debido al pensamiento que el alma visualizó como ideal de
creación.
Todas
las cosas se crean tomando lo que no tiene velocidad —el pensamiento— y
extendiéndolo hasta aquello que sí la tiene —la luz— y luego reduciendo la
velocidad de la luz hasta que creas esto y aquello y todo lo que hay a tu
alrededor.
Amados
maestros, son ustedes quienes han creado, a través de sus propios procesos de
pensamiento, la belleza y el esplendor de todo lo que existe. Son ustedes
quienes han creado todas las cosas —desde el pensamiento hasta la luz, el
electrum, la materia y la forma— simplemente pensándolas y sintiéndolas hasta
darles vida. Pues ustedes, que eran pensamiento reducido a luz, contemplaron
esa luz en la que se habían convertido, y la amaron; al hacer esto, redujeron
la luz otro escalón para crear el electrum. Al contemplar el electrum en el que
Dios se había convertido a través de sus procesos de pensamiento, lo redujeron
nuevamente hasta la materia bruta, o «pensamiento coagulado», la forma más baja
de pensamiento y a la vez otra dimensión del Padre en sí mismo.
Por lo
tanto, su primer movimiento fue el reconocimiento de lo que se llama «la
ciencia del pensamiento transformado en materia». Y esta ciencia nunca se les
enseñó; fue simplemente entendida, porque era un proceso de vida en el cual
estaban envueltos. Fue a partir de esta ciencia, de este entendimiento, que
empezaron las formas creadas.
En el
principio de las formas creadas, los dioses se contemplaron a sí mismos —las
luces que eran— y crearon el ideal de luz en materia al crear lo que se llama
soles. Y había trillones de billones de ellos. Innumerables. Todos los soles
fueron creados gracias al enfoque o la fusión de materia gaseosa que resultaba
de la reducción del electrum. Y a partir de los grandes soles —las chispas
centrales de la vida— fueron creadas y lanzadas a sus órbitas las esferas
rotativas llamadas planetas. Y sobre las esferas, los dioses crearon diseños; y
les llevó eones aprender a diseñar.
¿Quién
creó este universo y todos los universos que rodean un ciclo solar incluso
mayor? Ustedes lo hicieron, en verdad. Ustedes los diseñaron simplemente. Cada
cosa que crearon, a través del pensamiento contemplado, aumentó su experiencia,
permitiendo que los sentimientos —el tesoro más auténtico del pensamiento— se
originaran en su alma. Y fue a través de los sentimientos como se creó el plano
de la materia.
Su
divinidad yace en que ustedes son, de hecho, las primeras chispas de luz. Y en
que ustedes, los creadores, han creado desde el Padre con su voluntad soberana
todo lo que existe. ¡Todo! Dios no creó los universos: él es los universos.
Ustedes los crearon a partir de sus procesos de pensamiento sintiéndolos en sus
almas.
LA
MAYORÍA DE USTEDES estaba entre los dioses que vinieron a este lugar suyo
llamado Tierra hace muchos eones, y aquí crearon toda la vida y la hicieron
evolucionar. Durante millones de años, tal como ustedes conocen el tiempo,
tomaron del pensamiento que el Padre es y, con su suprema inteligencia y poder
creativo, diseñaron sus ideales de creación.
Ustedes,
las entidades de luz, formularon aquí organismos vivos a partir de la bacteria
que se formó por la reacción de la materia gaseosa con el agua. Ese fue el
barro con el cual crearon los diferentes valores de vida. Y al principio, sus
creaciones eran meramente materia agrupada expresándose como «un montón de
algo». Su creatividad era muy simple, porque apenas empezaban a entender la
realidad de la materia y cómo crear a partir de ella. Pero tras eones de
tiempo, crearon las plantas y los animales, y cada criatura viviente sobre este
plano.
Las
criaturas fueron concebidas por ustedes como una expresión de su emoción
creativa, como una expresión de vida creativa; formas de vida que poseían
movilidad y podían expresarse por sí mismas. La flor fue creada por un grupo de
ustedes. Se introdujo el color. Se añadió el aroma. Y más tarde surgieron
varios aspectos de la flor en diferentes diseños.
Deben
entender que ustedes no trabajaron para crear estas cosas, pues como seres de
luz no tenían un cuerpo con el que trabajar. Cualquier cosa que deseaban crear,
simplemente se convertían en ella. Para dar sustancia a la materia, para darle
personalidad, para darle inteligencia y diseño, se convertían en una parte de
cada cosa que creaban. Una vez que cada creación se convertía en parte viviente
de la inteligencia de su creador, se separaban de sus creaciones, siempre en
busca de creaciones mayores.
Ninguna
de las cosas que crearon aquí sería tan hermosa y sublime tendría un
significado con propósito, si no tuviera dentro de sí el «aliento vida» de su
creador. Ustedes son quienes infundieron en sus creaciones la inteligencia, o
patrones de memoria genética llamados instinto. Es lo que dio a sus creaciones
un propósito de ser y los medios —a través de procesos de reproducción y del
intercambio de genes— para que evolucionaran nuevas especies. Con todo, las
nuevas especies aún llevarían dentro la inteligencia del instinto, el aliento
de vida de los grandes dioses creativos que pusieron en marcha los patrones de
la evolución. Por eso todas las cosas vivientes tienen dentro de sí la divina
esencia que es la chispa de vida, que viene de ustedes, los dioses, sus
creadores.
No fue
hasta que una cadena de alimentación hubo sido claramente establecida, que los
dioses decidieron crear un vehículo de materia a través del cual pudieran
experimentar sus creaciones y continuar expresando su creatividad, pero como
ellos mismos más que como sus creaciones. Y por esto, crearon la encarnación
llamada hombre.
Ahora,
el pensamiento es una frecuencia penetrante, una esencia que pasa a través de
la materia. Por eso los dioses, que eran pensamiento en forma de luz, podían
convertirse en la flor y sin embargo nunca olerla, nunca conocer su esencia.
Ellos eran como la brisa que soplaba entre los árboles, pero nunca podían
sentir o abrazar al árbol. Ellos podían pasar a través de la piedra, pero no
podían sentirla porque el pensamiento no es afectado por la materia que la
piedra es, pues le falta sensibilidad para sentir la esencia de una vibración
más baja.
Para
que los dioses pudieran oler la flor, sostenerla, adornarse con ella, para que
pudieran conocer su belleza y experimentar su viveza, tenían que crear un
vehículo de materia que vibrara a la misma velocidad que la flor. De este modo,
la encarnación llamada hombre, se creó después de que se hubieran creado todas
las demás cosas, para que los dioses pudieran sentir y experimentar sus propias
creaciones, y expresar su capacidad creativa a través de a materia bruta, o lo
que llamáis «masa solidificada», el pensamiento llevado a su forma más baja.
El
hombre fue creado según un ideal de pensamiento, para ser un vehículo que los
dioses pudieran conducir desde adentro. Era el cuerpo perfecto para un dios,
pues podía contener el alma y estar envuelto por el espíritu del dios. A través
de un cuerpo, los dioses podían tocar la flor y oler su esencia; y la
experiencia de aquello sería grabada para siempre en sus almas como
sentimientos, el tesoro de sus acciones. Ahora podían mirar realmente un árbol
y contemplarlo, saborear su olor y tocar su belleza. Ahora los dioses podían
verse tocarse, abrazarse y hablarse el uno al otro. Ahora podían alimentarse y
observarse y ser completamente volátiles el uno para el otro. Y ahora los
dioses, como hombres, tenían una aventura en materia totalmente nueva con la
que jugar, para adquirir la esencia invisible llamada sentimientos.
De esta
manera, los dioses, seres de luz sin densidad material, crearon una densidad
apropiada para su ideal. A través de la masa del cuerpo ellos podían expresarse
en una nueva realidad: pensamiento manifestado en la forma llamada materia. Con
eso se convirtieron en Dios, pensamiento divino manifestado en la inteligencia
de la masa celular llamada humanidad. Y así se convirtieron en Dios-hombre,
hombre-Dios: Dios expresándose en la maravilla de la forma humana; hombre
expresando al Dios dentro de sí mismo para continuar la expansión de su Padre
hacia la eternidad.
Los
primeros hombres surgieron después de muchos experimentos hechos por un grupo
de dioses. Al principio, sólo fueron creados del género masculino, y ni
siquiera tenían genitales. Los genitales estaban en su interior, de manera que
pudieran reproducirse por sí mismos a través del proceso llamado clonación. Por
esto, todos los cuerpos masculinos se parecían mucho al principio de su
creación. Y eran criaturas bastante humildes, que te parecerían muy grotescas hoy
en día. Pero para los dioses, en aquellos tiempos, eran muy hermosas. Por
desgracia, no eran muy sigilosas y continuamente eran devoradas por los
animales de los alrededores. Así, los dioses las probaron y modificaron durante
mucho tiempo hasta que fueron merecedoras de posesión completa. Una vez que el
cuerpo hubo sido perfeccionado, muchos de los dioses, con gran júbilo, tomaron
posesión de los cuerpos para emprender una nueva aventura en la exploración de
la vida.
Los
cuerpos que habitaban los dioses fueron diseñados para albergar una estructura
de fuerza que capacitara a los seres de luz para mejorar continuamente sus
cuerpos, de modo que éstos pudieran vivir y coexistir en un medio muy
peligroso. El cuerpo fue diseñado para que la memoria de cada pensamiento que
el dios abrazara emocionalmente fuera grabada en cada célula y así transferida
a través del proceso de clonación.
Cuando
la matriz del hombre o mujer*, se creó mucho después como una forma de hombre
más perfeccionada, ello permitió la singularidad y el mayor refinamiento del
cuerpo a través de la división de los genes.
* (N.T.)
Aquí Ramtha hace un juego con las palabras en inglés womb of man (matriz del
hombre), y woman (mujer).
El
hombre llevaría en su semilla los patrones del entendimiento que había
alcanzado hasta ese punto, y la mujer los llevaría en su óvulo. A través del
acto de copulación, los patrones genéticos de ambos se juntarían para crear una
entidad incluso más avanzada, basada en el aprendizaje y las realizaciones de
sus padres. Sin embargo, a través de este proceso estaban creando solamente un
cuerpo mejor, no un mejor espíritu.
A
medida que el entendimiento de los dioses viviendo como hombres empezó a crecer
—por necesidades de supervivencia— el cuerpo fue continuamente perfeccionado
desde su forma primitiva o, como ustedes dicen «evolucionó», un proceso que ha
continuado durante más de diez millones y medio de años, según su cómputo del
tiempo. Eso es lo que ha tomado que ustedes se convirtieran en lo que son en
este momento.
Su
cuerpo es joven. El hombre, en su verticalidad y movilidad, sólo tiene diez
millones y medio de años. Pero ustedes, los seres de luz, siempre han existido.
Porque, ¿cómo se puede determinar el principio del pensamiento contemplativo
basándose en el tiempo, cuando éste no existía? De modo que son antiguos, y
durante billones de años, tal como los llaman en su manera de medir el tiempo,
crearon con el electrum. Después, bajar el electrum hasta la materia se convirtió
para ustedes en una aventura nueva y diferente. Y a través de billones de años
de diseño y exploración, el hombre llegó finalmente a ser una criatura viviente
y con aliento, de pensamiento coagulado y materia densa.
Todo lo
que existe en este plano lo crearon ustedes. Es por eso que la realidad no
estaría aquí si no fuera por todos ustedes. Los animales son amados porque han
recibido el aliento de vida a través de ustedes, sus creadores. Las flores son
amadas, porque llevan en ellas los patrones de su belleza... Toda la vida lo
lleva. Y todo es gracias a ustedes.
¿Quiénes
son ustedes? Ustedes son los grandes dioses de luz, los grandes creadores de
toda la vida. Son el pensamiento grande e infinito, ampliado y rebajado hasta
la materia creativa. Son Dios, el pensamiento eterno, experimentando la forma
llamada humanidad. Son Dios manifestado como hombre para continuar la expansión
del pensamiento hasta la eternidad.
* * *
Estudiante:
Me
encuentro en una posición en la que debo decidir si he de seguir o no el
aprendizaje de las cosas que tú enseñas. Todo lo que dices me complace, pero
existe un elemento de duda que me hace cuestionar si todo lo que enseñas es
verdad. ¿Hay algo que tú pudieras decirme, o hacer, para convencerme de que lo
que dices es verdad?
Ramtha:
No.
Pero te voy a preguntar esto: dime qué cosa no es verdad.
Estudiante:
¿Qué no
es verdad? Bueno, por ejemplo, recientemente escuché una grabación de una audiencia
en la cual dabas una descripción muy hermosa sobre cómo empezó la creación. Era
muy detallada y muy satisfactoria, especialmente en comparación con otras
versiones que he oído. Me gustaría creer que ocurrió exactamente del modo en
que lo dijiste. Pero no puedo estar seguro de que lo que dijiste sea verdad.
Ramtha:
Entonces,
¿cómo ocurrió?
Estudiante:
Yo no
tengo una explicación, simplemente estoy buscando un mayor entendimiento.
Ramtha:
Tú has
oído muchas explicaciones de cómo ocurrió la creación. ¿Cuál eliges?
Estudiante:
Realmente
sólo he oído dos o tres, pero la tuya me complace más que ninguna.
Ramtha:
¿Por
qué?
Estudiante:
Bueno,
porque es más detallada.
Ramtha:
¿Y cómo
podría ser tan detallada? ¿Cómo posee uno el conocimiento de aquello de lo que
habla?
Estudiante:
Por la
experiencia.
Ramtha:
¡Ahí
Efectivamente. Esa fue mi experiencia de cómo sucedió y de cómo es, así es como
yo lo recuerdo.
Estudiante:
Pero
¿puedes entender mis dudas?
Ramtha:
En
efecto, porque tú no te has permitido recordar. Pero yo te diré esto: escúchala
otra vez, y mientras todos los otros relatos no han podido explicar ningún
hecho completamente, aquí no falta nada y todo concuerda. ¿Convencerte? Yo no
haré eso, pues yo nunca te podría convencer. Solo tú puedes permitir que eso
ocurra.
Estudiante:
Bueno,
¿puedo hacerte un par de preguntas para clarificar?
Ramtha:
Por
supuesto.
Estudiante:
Has
dicho que el Padre se extiende a través de nosotros ¿Quiere eso decir que la
mente divina está creciendo de hecho a través nosotros, a través de nuestras
creaciones?
Ramtha:
Precisamente.
Porque el Padre fue, en su principio, el vacío sin forma, el espacio sin luz. Y
él siempre habría sido eso si no se hubiera contemplado a sí mismo y abrazado
el pensamiento que él era. Cuando él hizo esto, se extendió hasta la luz, la
primera expansión del pensamiento. De esa luz nacimos todos nosotros. ¿Por qué?
Para continuar la expansión del Padre en la eternidad. ¿Cómo? A través del
mismo proceso de contemplación que el Padre inició en el nacimiento de nuestros
cuerpos de luz.
Desde
el espléndido momento del nacimiento de nuestras almas, cada uno de nosotros
comenzó a evolucionar y a extenderse. Nuestras almas nos capacitaron para
capturar el pensamiento y retenerlo en forma de emoción. De esta forma, pudimos
ir hacia adentro, contemplar el pensamiento y extenderlo hasta la creatividad.
Esto es lo que permitió que el mundo surgiera, que la flor diese fruto y que
los animales evolucionaran y se dispersaran.
El
pensamiento, que es su amado Padre, es en sí emoción sin manifestar. No se le
da crédito a la existencia del pensamiento hasta que no se manifiesta como
emoción dentro del alma. Una vez que el pensamiento se abraza y se graba dentro
del alma, se convierte en realidad. A partir de aquí ya posee forma, estructura
y sentido.
¿Quién
creó todo lo que ves aquí? No fue Dios, el pensamiento, sino ustedes, los
dioses, la emoción, quienes tomaron el pensamiento y lo sintieron hasta
llevarlo a las formas inferiores de la materia. Lo que tú llamas realidad no se
convierte en tal hasta que la emoción abraza un pensamiento dentro del alma,
para formar un ideal de creación, y entonces lo expresa como forma creada. Son
los sentimientos y los valores de la emoción los que dan autenticidad al
pensamiento y a la forma que tú llamas realidad. Así es como el Padre crece en cada
momento.
La
forma creada es, por lo tanto, la evolución del pensamiento hasta la emoción.
Eso es lo que permite que sea creada la materia. Eso es lo que te permite
crear, evolucionar, crecer y expresar, hacer cualquier cosa que elijas. Y nunca
has sido juzgado por la fuerza vital que te permite ser lo que eres, pues al
serlo, extiendes y das crédito a la mente de Dios.
El
Padre no sólo trabaja a través de ti, sino que siente a través de ti, existe a
través de ti. Tú eres lo que él es, y esa realidad se recrea a cada momento. Es
por eso que cada cosa que hagas o hayas hecho, siempre ha sido aceptada ante
los ojos de Dios.
Todo lo
que existe aquí, que nace del pensamiento y la luz, tú lo creaste. como el
reino de los cielos, el reino de Dios, se ha extendido a través de sus amados
hijos, ustedes, él mismo. Ama lo que eres intensamente, pues eres algo hermoso
que ha creado todas las cosas por el gozo de crearlas.
Estudiante:
Gracias, Ramtha. Tengo otra pregunta. Tú dijiste que el hombre ha estado aquí
diez millones y medio de años. Pero tal como yo lo entiendo, los científicos
tienen la evidencia de que el hombre sólo ha estado aquí un millón de años,
como mucho dos.
Ramtha: Para
que lo entiendas, ustedes arqueólogos tienen una manera de fechar los
acontecimientos que se basa en la radiactividad de sus hallazgos. El origen de
dicha radiactividad es el principio de luz que llaman sol. Sin embargo, la luz
de su sol no ha bombardeado este plano en forma directa tanto tiempo como ustedes
científicos suponen, porque su planeta estuvo rodeado de agua durante mucho
tiempo. El agua que formó sus océanos estaba aún en la atmósfera en aquel
tiempo. Cuando la luz de su sol llegaba al agua en el estrato, el agua difundía
la luz; por lo tanto, había luz difundida por todas partes. Sin embargo, ellos
determinan la edad del hombre a través de la radiactividad que hay en aquello
que encuentran, creyendo que los rayos del sol penetraron directamente en este
plano por mucho más tiempo del que lo hicieron en realidad.
Los
dioses han estado aquí como hombres durante diez millones y medio de años,
encarnados en diversas formas para poder perfeccionar el cuerpo. Y lo que te
acabo de dar es una pista para que contemples y razones esto por ti mismo.
Ahora
dime, maestro, ¿por qué eliges esta historia de la creación entre todas las
demás? ¿Sabes por qué?
Estudiante:
Simplemente
porque la explicación me complace.
Ramtha:
Pero
¿por qué te complace?
Estudiante:
Porque
tú dices que todos somos perfectos, que nadie es menos que nadie, y que la vida
es siempre continua.
Ramtha:
Exactamente.
Y también significaría que todo lo que sus religiones les han enseñado podría
estar equivocado. ¿Sabes qué es lo maravilloso de todo esto? Que quizás
realmente no existe tal cosa como el diablo, o el infierno, o el pecado, o la
condena, o un dios terrible. Que ellos podrían estar equivocados. Y lo están.
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