La
mitología griega es una de las más interesantes, conocidas y estudiadas del
mundo.
En ella, una ninfa es un miembro de un gran grupo mitológico de espíritus femeninos de la naturaleza, a veces unidos a un lugar u orografía particular. Espero que os agrade.
En ella, una ninfa es un miembro de un gran grupo mitológico de espíritus femeninos de la naturaleza, a veces unidos a un lugar u orografía particular. Espero que os agrade.
Las
ninfas solían acompañar a varios dioses y diosas, y eran con frecuencia el objetivo
de sátiros lujuriosos. El hogar de las ninfas está en las montañas y arboledas,
en los manantiales y ríos, en los valles y las frías grutas. Con frecuencia son
el séquito de divinidades superiores: de Artemisa la cazadora, de Apolo el
profeta, del juerguista y dios de los árboles Dioniso, y también de dioses
rústicos como Pan y Hermes, dios de los pastores.
Vamos a
ver los distintos tipos de Ninfas conocidos hasta el día de hoy.
Nereidas (hijas de Nereo, del mar
mediterráneo).
En la
mitología griega, las Nereidas eran las cincuenta hijas de Nereo y de Doris. Representaban
todo aquello que hubiese de hermoso y amable en el mar. Cantaban con voz
melodiosa y bailaban alrededor de su padre. Se las representa coronadas por
ramas de coral y portando el tridente de Poseidón, de cuyo séquito formaban
parte.
Alseides (flores).
En la
mitología griega se le llama alseides a las ninfas que habitan las flores. Este
tipo de ninfas suelen verse identificadas con la imagen típica de las hadas,
aunque las alseides muestran una actitud vengativa cuando sus espacios
naturales son profanados por humanos.
Néfeles (ninfas de las nubes y la
lluvia).
En la
mitología griega las Néfeles eran las ninfas de las nubes y la lluvia. Se las representaba,
al igual que a sus hermanas las náyades, como hermosas jóvenes que vertían el
agua de sus cántaros desde el cielo.
Hamadríades (árboles).
En la
mitología griega, las Hamadríades son las ninfas de los árboles. Son parecidas
a las dríades, salvo porque están relacionadas con un único árbol y mueren si
éste se corta. Por esta razón, las dríades y los dioses castigaban a los
mortales que dañaban a los árboles.
Náyades (habitualmente de agua
dulce).
En la
mitología griega, las náyades eran las ninfas de los cuerpos de agua dulce
—fuentes, pozos, manantiales, arroyos y riachuelos—, encarnando la divinidad
del curso de agua que habitan, de la misma forma que los oceánidas eran las
personificaciones divinas de los ríos y algunos espíritus muy antiguos
habitaban las aguas estancadas de los pantanos, estanques y lagunas, como en la
Lerna premicénica de la Argólida.
Océanides (hijas del Océano;
cualquier agua, normalmente salada).
En las
mitologías griega y romana las Oceánides eran unas ninfas hijas de Océano y
Tetis. Cada una de ellas estaba asociada a una fuente, estanque, río o lago.
Eran hermanas de los Oceánidas (o Potamoi), dioses de los ríos.
Auloníades (pastizales).
Las
auloníades (del griego clásico αύλών aulon, ‘valle’, ‘quebrada’) eran las
ninfas que podían hallarse en los pastos de las montañas y los valles, a menudo
en compañía de Pan, el dios de los pastores y los rebaños.
Oréades (montañas, montes; forman
el cortejo de Artemisa).
Según
la mitología griega, las Oréades son las ninfas que custodian y protegen las
grutas y las montañas. Una de las oréades más famosas fue Eco que, privada por
la diosa Hera, de la facultad de hablar, sólo podía repetir las últimas
palabras de lo que se le decía.
Limnátides (lagos).
En la
mitología griega, las Limnátides o Limnades eran un tipo de ninfa. Vivían en
lagos y ciénagas peligrosos.
Hespérides (jardines).
En la
mitología griega las Hespérides eran las ninfas que cuidaban un maravilloso
jardín en un lejano rincón del occidente, situado según diversas fuentes en las
montañas de Arcadia en Grecia, cerca de la cordillera del Atlas en Marruecos, o
en una distante isla del borde del océano.
Trías (ninfas proféticas de la
miel).
En la
mitología griega, las Trías eran las tres ninfas hermanas que vivían en el
Parnaso y eran las ninfas que presidían la adivinación mediante guijarros (ϑριαί) que se arrojaban a una urna. En el Himno homérico IV
a Hermes, Apolo dice haber tenido como maestras de adivinación a tres
muchachas-abejas, que los estudiosos del tema identifican con las Trías. En un
principio estas ninfas criaron al dios Apolo, a cuyo servicio quedaron luego...
Son ninfas aficionadas a la miel, que les ofrecían quienes venían a
consultarlas.
Corícides o Coricias (cuevas, son
las musas clásicas).
En la
mitología griega las musas eran, según los escritores más antiguos, las diosas
inspiradoras de la música y, según las nociones posteriores, divinidades que
presidían los diferentes tipos de poesía, así como las artes y las ciencias.
Originalmente fueron consideradas ninfas inspiradoras de las fuentes, cerca de
las cuales eran adoradas, y llevaron nombres diferentes en distintos lugares,
hasta que la adoración tracio-beocia de las nueve Musas se extendió desde
Beocia al resto de las regiones de Grecia y al final quedaría generalmente
establecida.
Dríades (bosques). (Éstas
son de las más conocidas e interesantes).
Las
Dríades son las ninfas de los robles en particular y de los árboles en general
(las ninfas terrestres a la vez se dividían en clasificaciones). Estas
surgieron de un árbol llamado “Árbol de las Hespérides”. Algunas de ellas iban
al Jardín de las Hespérides para proteger las manzanas de oro que en él había.
Las dríades no son inmortales, pero pueden vivir mucho tiempo. Entre las más
conocidas se encuentra notablemente Eurídice, la mujer de Orfeo, y Dafne que
fue perseguida por Apolo y los dioses la convirtieron en árbol de laurel.
La
tradición tardía distingue entre Dríades y Hamadríades, considerándose las
segundas asociadas específicamente a un árbol, mientras las primeras erraban
libremente por los bosques. En griego, dríade
significa roble, por lo que en esta mitología se relacionaban especialmente con
los robles.
Eran
árboles con forma femenina, solitarios y de gran belleza. Físicamente tienen
unos rasgos delicados muy semejantes a los de las elfos (ninfas y elfos eran
algo similares en los rasgos). Pueden tener los ojos de color violeta o verde
oscuro y su cabello y piel cambian de color según la estación. De esta forma
pueden camuflarse en el bosque sin ser vistas. En el invierno su pelo y piel
son blancos, en otoño rojizos, y en primavera y verano tienen la piel muy
bronceada y el pelo verde.
Cada
dríade pertenece a un roble del bosque, ya que quedan unidas a su árbol de por
vida y no pueden alejarse de él más de 300 metros o mueren lentamente. Son
capaces de penetrar literalmente en un árbol y desde su interior transportarse
al roble al que pertenecen. Si alguien golpea al roble al que está unida, ésta
recibe físicamente el mismo daño, por lo que intentará defenderlo a toda costa.
Una
dríade tiene absoluto control sobre el árbol al que está ligada, por lo que es
capaz de provocar que sus ramas florezcan aunque no sea temporada, que
aparezcan nuevas plantas alrededor del árbol e incluso puede provocar un
crecimiento de hierba repentino que haga tropezar a los intrusos.
Hablan
varias lenguas y su gran inteligencia les permite comunicarse con casi todos
los seres del bosque, además, hablan el lenguaje musical y el de las plantas.
No son nada agresivas, sólo atacan si son atacadas, y se defienden hechizando a
sus asaltantes. El hechizo de una dríade tiene un gran poder y sólo los humanos
o seres con gran resistencia a la magia pueden evitarlo.
Ondinas (Agua dulce)
Estos
seres no solo pertenecen a la mitología germano-escandinava, sino también a la
cultura Wicca. Se llamaba así a estos seres que eran unas ninfas acuáticas de
espectacular belleza. Habitan en lugares de aguas dulces: lagos
mayoritariamente, ríos, estanques y fuentes. Estos seres en la mitología griega
corresponderían a las ninfas acuáticas y dentro de esta categoría corresponden
exactamente a las náyades. Es a partir del siglo XVIII se convierten es
personajes literarios al surgir el auge del cuento fantástico alemán (“La
ondina” de los hermano Grimm o “Ondina” de Friedrich de la Motte Fouqué) y que
rápidamente se extendió por toda Europa.
En su
formación son las fuerzas elementales del agua las que le dan vida al cuerpo
femenino. Las ondinas tienen el cuerpo azulado o verde, los dedos de las manos
y pies palmeados, las orejas puntiagudas y los cabellos muy largos y de color azul,
amarillo o verde.
Pueden
respirar tanto agua como aire. Las ondinas son criaturas muy alegres y
traviesas, y se dice de su risa que es capaz de hechizar a los viajeros que se
encuentran, hasta el punto de hacerles perder la voluntad. Las ondinas no son
criaturas malvadas, su carácter es neutral, sin embargo siempre se ha pensado
que son perversas debido a las miles de historias que se cuentan de cómo
algunos pescadores han encontrado la muerte al tener cerca a una de ellas. Se
divierten jugando con los humanos que andan cerca, y muchas veces mueven las
aguas provocando unas enormes corrientes hasta que ahogan al pescador o
viajero, acontecimiento que les resulta muy divertido. No siempre son
conscientes del mal.
Algunas
ondinas incluso se han llegado a enamorar de humanos, convirtiéndose a partir
de ese momento en sus mayores protectoras. Una antigua leyenda cuenta que las
ondinas no tienen alma, y que si encuentran una pareja humana con la que tener
un niño encuentran también un alma, aunque a partir de ese momento el dolor y
el sufrimiento son más intensos.
Leyenda Alsaciana sobre las
Ondinas.
Ondina es
la heroína de esta leyenda alsaciana. A su nacimiento todas las hadas del
vecindario se reúnen en torno a su cuna y le proporcionan muchas cualidades. Su
abuela, que también es hada, le proporciona una persistencia excepcional. Un
día, Ondina es raptada por un joven noble que consigue enamorarla hasta tal
punto que rehúsa ir a ver a su madre enferma. Como castigo, su abuela la
condena a amar por siempre al joven noble. Este, cansado de ella, finge creer
que ésta le ha engañado con otro. Le dice que no la creerá hasta que no le
traiga un jarrón enorme lleno de agua del río Niddeck.
Tras tres días de marcha
llevando ese enorme peso, Ondina cae exhausta al agua mientras rellena el
jarrón. Su abuela, el hada, va a rescatarla y para evitarle continuar sufriendo
a causa del noble, la transforma en una ninfa protectora de las aguas del río
Niddeck. Desde entonces, en los días de tormenta, se ve su reflejo en el agua
de las cascadas del río.
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