Sabias
palabras de Ramtha, uno de mis guías preferidos. Con Él comparto muchas de las
enseñanzas que me son transmitidas a través de mis propios Guías y Maestros.
Bendecidas sean. Espero que os agraden.
«La
muerte es una gran ilusión, porque lo que ha sido creado nunca puede ser
destruido. La muerte es sólo del cuerpo. La esencia que habita y opera el
cuerpo pronto volverá y se integrará en otro cuerpo, si así lo desea, pues la
fuerza vital que vive entre las paredes de la carne es siempre continua.
Recuerda eso."
Ramtha.
¿Eres
acaso menos que las flores? ¿Cuál es su vida? Ellas nacen de los grávidos
capullos que florecen plenamente bajo los cálidos rayos del sol. Su maravillosa
esencia llena el aire de un aroma que hace que todas las cosas se regocijen en
la promesa de una nueva vida. Ellas realzan a los pájaros en su vuelo, a las
abejas en su labor y al hombre en su deleite y búsqueda del amor.
Así, la
maravillosa flor deja una semilla para poder volver. Y cuando cae la flor y
llega el fruto... ¡Ah! Eso se llama sabiduría; este es el fruto de la vida, y
cuando la fruta se ha consumido, y el sabor y la cosecha del otoño llegan a la
tierra, el árbol empieza a estremecerse con el viento del norte, y va perdiendo
sus maravillosas hojas hasta que se queda ahí, descaradamente desnudo.
Cuando
el gran silencio blanco llega y cubre las ramas de los árboles con un brillo
espeso y reluciente, y todo está frío y árido, ¿dónde están las flores? en el recuerdo,
están en la sabiduría, están en el fruto de la pasada primavera y están
volviendo de nuevo. Porque cuando las estaciones den otra vuelta y se haya
marchado el invierno, los capullos vuelven otra vez, y he aquí una nueva flor.
Si la
continuidad de la vida se puede ver en una simple flor, ¿por qué crees que eres
menos que la vida de ésta? ¿Crees que sólo floreces en la primavera, produces
tu fruto en el verano, pierdes tus hojas en el otoño y luego mueres en el
invierno? Pero ¿no eres tú mucho más que la mejor de las flores? ¿No es tu vida
más importante? Realmente lo es, y así como las flores continuarán floreciendo
cada primavera, así vivirás tú, vida tras vida tras vida.
Qué
fábula podrían contar sus flores de todas las estaciones que han visto.
* * *
Estudiante: Mi
madre murió el año pasado, y yo quiero saber si aún está viva. Y si lo está,
¿es feliz?
Ramtha:
¿Tú
crees en la muerte, maestro?
Estudiante:
Algunas
veces sí. Pero la mayor parte del tiempo tengo el presentimiento de que tal vez
seguimos viviendo. Yo tengo tres hijos, y de lo que me he dado cuenta con
ellos, incluso desde el momento en que nacieron, es que cada uno tiene una
personalidad muy distinta que realmente no ha cambiado mucho a medida que han
crecido. Incluso nuestros gatos y perros tienen una personalidad muy definida
desde que son pequeños. A veces, simplemente no puedo creer que sus
personalidades se desarrollen sólo en esta vida. Esto me hace pensar que
posiblemente hemos vivido antes y continuemos viviendo.
Ramtha:
Esa es
una observación muy sabia, entidad. Yo te diré una gran verdad, y deseo que
nunca olvides esto: la vida nunca se acaba. Es verdad que puedes mutilar el
cuerpo. Puedes cortarle la cabeza, lo puedes destripar y hacerle las cosa más
horribles que se te ocurran, pero nunca podrás destruir la personalidad-yo que
vive dentro del cuerpo.
Contempla
por un momento: ¿cómo podría alguien destruir, arrasar, apuñalar o hacerle la
guerra a un pensamiento? No puedes. Y la fuerza vital de todas las criaturas
habitadas, humanas o animales, es el colectivo invisible del pensamiento y la
emoción, la personalidad-yo que vive detrás de la máscara del cuerpo.
Lo que
le da virtud, vitalidad y carácter al cuerpo es la esencia invisible del
pensamiento que es energía. Esto es lo que hace que la boca, los ojos y los
miembros funcionen, esta maravillosa energía que mueve todas las pequeñas
cuerdas. Nada puede destruir la energía. No hay nada capaz de quitarle a algo
su fuerza vital.
La
muerte es una gran ilusión, porque lo que ha sido creado nunca puede ser
destruido. La muerte es sólo del cuerpo. La esencia que habita y opera el
cuerpo pronto volverá y se integrará en otro cuerpo, si así lo desea, pues la
fuerza vital que vive entre las paredes de la carne es siempre continua. Recuerda
eso.
Ahora,
déjame decirte lo que les ocurre a las entidades que dejan este plano. Cuando
el cuerpo ya no funciona efectivamente, el espíritu de la entidad retira la
energía, el alma. Todas las cosas tienen alma, incluso los animales poseen un
espíritu y un alma. Si no lo tuvieran, no poseerían la energía y creatividad
necesarias para mantener sus vidas.
Una vez
que el espíritu llama al alma y la separa de su cavidad, todo se vuelve
tranquilo y lleno de paz. Hay un dicho que se asocia con su religión: «He aquí
que en el regazo de Dios no hay más dolor, ni más lágrimas, no hay más
tristeza». Esto es una gran verdad, porque cuando sales de este plano te
liberas de los instintos y sensaciones del cuerpo. Eso quiere decir que nunca
más experimentarás el miedo, los dolores y las penas del cuerpo, el hambre del
cuerpo, o la ilusión del tiempo que causa ansiedad. Todas las cosas asociadas
con el cuerpo físico dejan de existir, y tú estás en lo que se llama una
utopía, estás en el regazo de Dios.
La
muerte del cuerpo es como entrar en un sueño. Una vez que el espíritu llama al
alma, ésta viaja a través de los centros de energía del cuerpo, llamados sellos
o chakras. El alma, que es memoria, abandona la masa celular del cuerpo a
través del último de los sellos, el séptimo, llamado glándula pituitaria, que
se sitúa en el centro de la cabeza. Este pasaje se experimenta a menudo como el
viaje a través de un túnel, acompañado por el sonido del viento. La luz que se
ve al final del túnel es la luz de tu ser, el espíritu de tu ser. Cuando el
alma deja el cuerpo, éste expira, y la entidad se convierte en un alma-yo
libre. Esto sucede en un momento, y no causa ningún dolor.
En el
momento de la muerte, las cosas empiezan a iluminarse y se vuelven
increíblemente brillantes. Pues en el momento en que sales de este plano dejas
la densidad de la materia y vuelves a una existencia de luz. Ahí eres
simplemente mente poderosa y emoción, y tu cuerpo es un cuerpo de luz,
cambiando en su forma eléctrica de acuerdo con los pensamientos que son
aceptados por tu forma luminosa. De ahí, vas a uno de los siete cielos. El
cielo al que irás, lo determinan las actitudes que expresaste emocionalmente
sobre este plano.
Ahora,
lo que ustedes llaman «cielo» es simplemente la vida y sus diferentes niveles o
planos. Jeshua Ben Joseph habló de siete cielos. Bueno, existen en verdad siete
cielos, son lugares reales o planos de existencia, y este plano es uno de
ellos. En ninguno de los planos existe un lugar tal como el infierno para
atormentar o castigar al hombre. Esto ya lo hace él mismo lo suficientemente
bien. Cuando dejas el cuerpo, siempre vas a aquel cielo o nivel vibratorio que
se corresponde con la conciencia de entendimiento o las actitudes emocionales
colectivas que expresaste sobre este plano.
Hay
siete comprensiones o niveles de entendimiento de conciencia. Los siete
entendimientos son los de reproducción y supervivencia, miedo y dolor, poder,
amor sentido, amor expresado, Dios visto en toda la vida, y Yo Soy
Dios.
Para
que entiendas: cada pensamiento que contemplas y aceptas como entendimiento,
tiene una frecuencia vibratoria, que se experimenta como un sentimiento. Así,
si estás dominando el entendimiento del dolor, estás contemplando los
pensamientos más limitados asociados con el dolor, los cuales producen las
frecuencias vibratorias más bajas, que se experimentan emocionalmente como
dolor. Si estás contemplando y dominando el entendimiento del amor y su
expresión, experimentarás el júbilo de las frecuencias vibratorias más elevadas
de los pensamientos de amor compartido y expresado. Dondequiera que tu
conciencia predomine en su enfoque, ese será el cielo al que irás, porque el
campo magnético de tu aura, el espíritu de tu ser, te llevará a la vibración de
ese plano.
Ahora,
tu madre se ha ido de este plano a un estado de gran paz y reposo que ella
tanto necesitaba y deseaba. Ha ido al nivel de cielo que ha atraído hasta ella
de acuerdo con el entendimiento de la conciencia que adquirió. Ahora está en el
estado de su nivel, igual que ahora tú estás en el estado de este nivel. Su
nivel es el cuarto nivel, que se asocia con la actitud emocional de amor
sentido pero no expresado. Tu madre es una entidad de mucho sentimiento, pero a
menudo ella no pudo expresar sus sentimientos. Tú y su marido muchas veces no
pudisteis entenderla porque ella no podía comunicar la mayoría de sus
sentimientos.
Tu
madre está ahora en un gran nivel, y estará allí el tiempo que desee. Cuando
contemple el pensamiento de avanzar, entonces continuará su expansión hacia
otras dimensiones de pensamiento en una existencia al nivel de la luz. O puede
volver a este plano, al primer plano, en cualquier patrón genético que sienta
que sea el mejor para poder expresarse y continuar su avance directamente hasta
el séptimo nivel de entendimiento en este plano, el plano de la densidad en la
materia.
Este
plano, este cielo, se llama el plano de la demostración, porque aquí es donde
las entidades pueden atestiguar materialmente su poder creativo y cualquier actitud
que estén expresando con la emoción. Este es el único de los siete planos que
tiene oscuridad, y el único en donde no puedes oír la música de la luz. Es un
plano en donde las entidades nacen con un gran saber interior sólo para
someterse a la programación de la conciencia social, que las conduce a la
ignorancia. Esto es lo que ocurre aquí, y por eso a menudo resulta muy arduo
avanzar sobre este plano.
Si tu
madre decide volver aquí, tendrá la opción de convertirse en el bebé de uno de
tus hijos, o de los hijos de tus hijos. Si vuelve en el transcurso de tu vida,
volverá como el bebé de tu hija cuando ésta decida tener hijos. Y tú podrás
reconocer a tu madre, si te lo permites, porque cuando mires al bebé tendrás un
sentimiento que trasciende las miradas obvias y las apariencias. Así es como la
reconocerás.
¿Es tu
madre consciente de ti? Totalmente. Pues cuando dejas este plano, eres mucho
más consciente que cuando estás en un cuerpo. Puedes sintonizar —y así es— con
todos los niveles de los que seas consciente, porque ya no estás inmerso en la
densidad de la materia. Estás en una densidad más ligera, en una vibración más
alta. Por eso tienes la capacidad de percibir otros niveles vibratorios que
existen paralelos al tuyo y que aparecen como formas de pensamiento o formas de
luz. Tu madre es muy consciente de ti, si así lo elige, del mismo modo que
cuanto tú te vayas, serás muy consciente de aquellos que estén aquí, si lo
deseas.
¿Es
feliz tu madre? Si no eres feliz aquí, tu infelicidad sólo se amplifica cuando
te vas, pues sin el cuerpo te hallas en un estado de puro sentimiento y
emoción, y tus emociones se amplifican e intensifican. Pero a partir de esa
amplificación rápidamente aprendes a manifestar cualquier nivel que necesites
para continuar creciendo en tu comprensión de la felicidad.
Te voy
a decir algo sobre un plano, que si alguna vez lo llegas a ver, te entristecerá
enormemente en tu ser. Es un plano habitado por muchas entidades que se están
expresando en el primer y segundo nivel de conciencia. Es como una planicie, un
lugar que es llano. ¿Y qué encontrarás ahí? No verás ríos y montañas, ni
hierba, ni flores, ni cielo en sus formas de luz. Vas a encontrar billones de
entidades en sus cuerpos de luz, en filas infinitas. Yacen allí dormidos, viviendo
la ilusión de que están muertos, porque ellos creyeron firmemente que la vida
no existe más allá de la tumba. Y aunque su pensamiento aún vive, compulsivo,
volátil y magnético, ellos piensan que está muerto en su energía, aunque en
realidad aún esté vivo. Recuerda: cualquier cosa en la que creamos firmemente,
nos convenceremos a nosotros mismos de que es verdad; y cualquier cosa que reconozcamos
como verdad, se transformará a sí misma en una realidad. Así de poderosos son
nuestra creatividad y nuestros deseos.
A
muchas de las entidades que habitan ese lugar, se les enseñó que al morir
permanecerían muertas hasta que un Mesías volviera por ellas. Y debido al
miedo, y al sentimiento de ser alejados del amor divino, aceptaron esa
enseñanza como verdad. Y así, en los últimos momentos antes de su muerte,
creyeron que irían a un lugar a esperar su resurrección. Así que en este nivel,
hay filas y filas de entidades esperando ser resucitadas por alguien que creen
que es más grande que ellas. Aunque hemos intentado despertarlas —y hay algunos
que han despertado y se han levantado— a la mayoría también se les enseñó que
un diablo de algún tipo aparecería e intentaría tentarlos para que se
levantaran. Por lo tanto, ellos también aceptaron esto como verdad. Y sin
importar quién trate de despertarlos, ellos rehúsan despertar. Y pueden pasar
miles de años hasta que se den cuenta de que están vivos y despierten de su
sueño. Una enseñanza muy desafortunada.
Ese es
el único lugar doloroso que existe, el plano donde las entidades han convertido
tales creencias en un saber absoluto. Y hasta donde alcance la mirada, verás
hermanos que yacen en un profundo sueño. Todos los demás planos son vida
magnífica.
Estudiante:
Ramtha,
¿es posible ver o comunicarse con aquellos que han muerto?
Ramtha:
¿Deseas
ver a tu madre?
Estudiante:
Sí, lo
deseo muchísimo.
Ramtha:
Que así
sea. Veamos si ella acepta esto; y si es así, concertaremos un tiempo para que
la veas. Pero esto sucederá cuando menos lo esperes, así sabrás que no fue simplemente
la imaginación. Ahora, para que tú lo sepas: la razón por la que verás a tu
madre en forma de luz no es porque ella sea más que tú. La luz es la velocidad
radiante en la cual vibra su esencia; es la velocidad lo que produce esa luz.
Sin embargo, tú posees lo mismo. Cuando ves la luz de la entidad es simplemente
porque ella, que está en una vibración más alta, actúa en un plano más bajo.
Hay un
grupo de entidades del quinto plano que están presentes en esta audiencia,
porque aquí hay personas a quienes aman. Ellos son los resplandores luminosos
que puedes ver de reojo. Si los miras directamente con la parte de tus ojos que
tiene más cantidad de conos, no los verás; sin embargo están ahí. ¿Has
aprendido?
Estudiante:
Sí,
muchísimo. Gracias.
Ramtha:
Bien,
algo que es bueno saber: nunca creas en nada. Nunca. Eso es convencerte a ti
mismo de algo que aún tienes que conocer y entender a través de la experiencia.
Y la creencia es muy peligrosa, porque al creer, estás poniendo tu vida, tus
actitudes y tu confianza en algo que no se ha fundado a sí mismo como una
verdad dentro de tu ser, lo cual te vuelve muy vulnerable. Y en ese estado de
vulnerabilidad, puedes ser manipulado, condenado, dañado, y puedes perder tu
vida, todo por una creencia.
Conoce
todo lo que desees conocer. Y puedes hacer eso simplemente con pedir el
entendimiento y escuchar los sentimientos dentro de tu ser. Confía siempre en
la sabiduría de tus sentimientos, nunca vayas en contra de ellos tratando de
imponerte una creencia con la que no te sientas bien adentro.
Y otra
cosa: aprende a sentir compasión por los asesinos y homicidas, porque ellos
tienen mucho que resolver emocionalmente cuando su conquista ha acabado, y eso
a menudo requiere milenios. La víctima obtiene un cuerpo en el momento
siguiente; el asesino nunca olvida.
* * *
ESTUDIANTE:
Cuando se deja esta vida terrena, ¿a dónde va uno para poder evaluar su vida y
decidir lo que hará en la próxima?
Ramtha:
Al
plano o cielo que refleje las actitudes colectivas que uno esté en proceso de
entender.
Por
ejemplo tú, entidad, has dominado el entendimiento de lo que se llama
«sobrevivir en la limitación», has pasado por el dolor, el poder, el amor no
expresado; y ahora estás expresándote en el quinto plano de conciencia, que es el
amor realizado, el amor hablado, el amor expresado. Si tú abandonaras ahora
este plano, irías al quinto cielo, llamado el paraíso, pues ese sería el mayor
entendimiento del cual eres consciente.
En
otras palabras, maestro, lo que tú has llegado a saber y entender abarca
muchísimo, porque estás empezando a entender y a darte cuenta de tu propia
valía y valor; lo precioso que eres, la soberanía de tu verdad, y el poder de
tus propios procesos de pensamiento. Estás empezando a ver la belleza que hay
en ti mismo reflejada en la vida que te rodea, y estás creciendo en tu
compasión por otros y en tu respeto por la preciosidad de toda la vida. Estás
expresando todas estas verdades porque, gracias a la experiencia y a tus
procesos de pensamiento contemplativo, has llegado a abrazarlas como ideales
del ser, como verdades que realizar dentro del reino del Yo, y que hablan de
cuán lejos has llegado en tu comprensión de la conciencia. Sin embargo, hay
entendimientos más elevados, estados más ilimitados del ser que aún están por
verse, experimentarse y entenderse. Pero tú no puedes empezar a considerar
estos entendimientos o abrazarlos como ideales hasta que llegues primero a
conocer y entender lo que estás expresando ahora, porque la sabiduría se
edifica sobre sí misma para ir abarcando una comprensión cada vez mayor. Por
ejemplo, tú no puedes realmente ver o ser consciente de la belleza en toda la
vida, o expresar la profundidad del amor o la compasión por los demás, hasta
que no hayas visto primero tu propia y sublime belleza, y expresado el amor y
compasión por ti mismo. Una vez que el amor del Yo se ha vuelto real en un
entendimiento, entonces tienes una base desde la cual ampliar tu entendimiento
para abrazar la vida fuera de ti. Y una vez que este entendimiento se haya
conocido y realizado, empezarás a darte cuenta de que eres la vida que percibes
que está fuera de ti. ¿Ves?
De modo
que si dejaras este plano, irías a un plano de entendimiento de conciencia que
se correspondería con tus procesos de pensamiento y tus actitudes de expresión
emocional.
Tú no
podrías ir a un plano de entendimiento más ilimitado porque aún tienes que
percibir que tal entendimiento existe, porque no se ha convertido todavía en
realidad dentro de tu ser.
Estudiante:
Entonces,
nuestra vida siempre será exactamente lo que pensemos, ya sea en este plano, o
en el plano al que vayamos cuando dejemos éste.
Ramtha:
Eso es
correcto. Por eso te estoy enseñando cómo llegar a ser más ilimitado en tus
procesos de pensamiento. Pues cuanto más ilimitado sea tu pensamiento, más
ilimitada será tu vida, dondequiera que estés. Cuanto más grande sea el cielo
que crees aquí, dentro de tu propio reino de pensamiento y de emoción, más
grande será el cielo que experimentes cuando dejes este plano; o si lo
prefieres, cuando vuelvas aquí. Aquellos cuyos pensamientos están sumidos en
culpabilidad, juicio de sí mismos y de los demás, amargura y odio hacia sus
hermanos, dejarán este plano sólo para continuar experimentado esas actitudes
hasta que aprendan de ellas, hasta que se llenen las tripas de ellas, y se den
cuenta de que hay maneras más grandiosas de ser y mayores cielos que
experimentar.
Estudiante:
Tú
dices que hay siete planos. ¿Podrías describir cómo son los otros planos,
especialmente el séptimo?
Ramtha:
Este
plano sobre el que estás es el primero, el plano de la percepción
tridimensional. Este es el plano en donde las entidades adquieren el
entendimiento de Dios en la forma llamada materia. Y requiere gran maestría el
vivir aquí, pues debes entrar en este plano a través del nacimiento y
sobrevivir las limitaciones y los instintos de la carne.
Sobre
este plano existen todos los niveles del entendimiento de la conciencia, porque
este es el plano de lo que se llama «Dios expresivo» o el plano de la
demostración. Es el plano donde tú puedes demostrar y ser testigo de la
conciencia en su forma material, para así poder ampliar tu entendimiento
emocional. Y deseo que sepas que este lugar suyo llamado Tierra es sólo uno de
los innumerables lugares en donde una entidad puede experimentar y expresarse a
través de un cuerpo sobre el plano de la demostración.
El
segundo plano es el de aquellos que para su entendimiento, están experimentando
dolor, remordimiento y culpabilidad. El tercero es el llamado plano del poder.
Este es el plano donde uno busca controlar y esclavizar a los demás no a través
de la copulación y medios físicos, porque no los poseen, sino a través de lo
que se llama pensamientos de la mente, tratando de imponer a los demás su
propio punto de vista. El cuarto es el plano del amor. Todos en este plano aman
profundamente pero, desafortunadamente, no saben expresar esa profundidad. Así,
ellos viven en un nivel de existencia de luz en el cual están sintiendo un gran
amor, pero sin capacidad para expresar ese amor. El quinto plano se llama el
paraíso. Es el primer plano que posee el éxtasis de lo que se llama la «luz
dorada». Imagina una luz como la de vuestro sol, pero dorada.
En el
quinto plano, este color envuelve todas las cosas, sin embargo, todo retiene la
viveza de sus colores únicos. Ahí no existe la noche, sólo la luz dorada. Y se
oye una música maravillosa porque la luz que envuelve todas las cosas vibra al
tono de sus matices en un movimiento armónico maravilloso. Este movimiento
armónico es el aliento de vida en este lugar, no el aire. Así, en el plano del
paraíso uno respira sonido y música y vive en la luz.
¿Sabes
algo? En tu plano, el primero, algunos han entendido y dominado la copulación,
el dolor y el poder, y han llevado el amor hasta una realidad expresada. Y
ellos lo han conseguido con bastante facilidad aquí. El dominio del sexto y
séptimo nivel no se adquiere tan fácilmente en el plano de la demostración,
porque dichos entendimientos están por encima de la demostración. Pero aquellos
que viven en el primer plano y que aman —que expresan su amor exteriormente con
palabras, obras y actos, y desean vivir su vida con amor— cuando dejan este
plano, van al quinto. Y en el quinto plano del paraíso hay entidades que tienen
billones de años, que han encontrado el paraíso un lugar tan maravilloso, que
no se dan cuenta de que aún hay mucho más por ver.
En el
quinto plano tienes el poder de expresar y manifestar tu amor, y cualquier cosa
que desees se realizará al momento. Si un pescador, un amante de los peces,
desea encontrar peces, irá a un lago que se hallará frente a él. El lago estará
rodeado de altos cipreses y álamos, y cualquier otra cosa que él ame. Si él ama
el lago tal como se ve en el otoño, los álamos se volverán de color canela, y
los cipreses permanecerán en la profundidad de su esmeralda. Y cuando se siente
y lance sus redes, si desea una brisa refrescante, ésta vendrá soplando
suavemente sobre el lago. Y cuando la entidad eche un débil y humilde gusano en
el centro del maravilloso lago e imagine lo que desea pescar, he aquí que lo
pescará. Entonces toma al pez, que es como los peces de este plano y se lo
lleva a la casa de sus sueños y lo consume, porque eso lo hace feliz, porque él
ama lo que ha hecho.
Las
entidades que están ahí no pueden imaginar que haya un lugar más grandioso que
ése. Por eso se lo llama paraíso. Y es un plano muy difícil de alcanzar para
quienes no hayan realizado y expresado el amor.
Una vez
se haya expresado en el quinto plano durante un tiempo, llegará un momento en
el que uno se cuestionará la esencia de la luz que envuelve todas las cosas, y
por qué se ha merecido estar ahí. Muchos no se cuestionan por qué se merecen
estar en el paraíso; simplemente lo aceptan. Pero a la larga se preguntarán:
«¿De dónde vienen la luz y la música?» Entonces empezarán a ver una espléndida
energía de fuerza vital que tiene una igualdad con la luz, con las flores, con
los peces, con el lago, con los álamos color canela en el otoño. Y empezarán a
contemplar la igualdad de todas las cosas. Una vez hecho esto, empezarán a ver
que nada está separado, que todas las cosas existen en un flujo de unidad.
Cuando empiecen a ver esto, cuando tomen todo el amor que han entendido y
realizado a través de expresarlo y empiecen a contemplar la unidad de todas las
cosas, de todas las entidades, entonces avanzarán hasta el sexto plano de
entendimiento.
El
sexto plano de cielo está por encima de las palabras, pues éstas no pueden
describir cómo tú —que aún te consideras separado de una planta y del viento, y
de quien se sienta a tu lado— puedes ser completamente uno con cualquier cosa y
al mismo tiempo independiente de aquello con lo cual eres uno. Pero el sexto
plano es la puerta al séptimo, porque cualquier cosa que uno perciba y conozca
como realidad, siempre llegará a serlo, completamente. Así que cuando uno sólo
ve a Dios como una unidad y vive en esa esfera de unidad, llegará a convertirse
en aquello que ve y con lo cual vive. Y la superlatividad y supremacía de este
llegar a ser o convertirse es el séptimo cielo. La puerta a este cielo es el
sexto plano de entendimiento, que es ver en lo que tú te vas a convertir: puro
Dios, pura razón, puro pensamiento, pura vida, pura luz, la sustancia y la base
de la totalidad de todo lo que es.
Ahora,
el séptimo: imagina una brillantez mayor que la brillantez misma, y el núcleo
creciente de esa brillantez es de un tono tal que su color no tiene ya brillo,
sino que está en un estado de emitir brillo. En el corazón de ese brillo hay
destellos de gran maravilla. Y el mar en el que ese núcleo se mueve, se
extiende y se enrolla hacia arriba, y a medida que el núcleo se enrolla, su
centro emite una revisión de luz espectacular. Y a medida que la revisión de
luz desaparece en los perímetros de la brillantez, su núcleo continúa
evolucionando, siendo.
Aquello
que brota del centro eres tú. Aquello llamado tú, que sale del corazón para
añadirse a la espectacularidad del brillo, es alguien que ha contemplado el
pensamiento del núcleo y se ha convertido en él, en una forma única y perpetua.
Tú, que
has contemplado el núcleo y te has convertido en él, te has convertido ahora en
la plataforma desde la cual toda la vida florece. Pues lo que emana de la
emisión del núcleo hasta convertirse en la brillantez, es el pensamiento. Y
desde este pensamiento en el que te has convertido con forma única y siempre
continua, alimentarás, nutrirás y extenderás la conciencia de toda la vida.
Muy
pobres son mis palabras, pues la visión debe ir más allá de los límites del espacio,
el tiempo y la medida —más allá de la limitación del habla—hasta un
entendimiento emocional. Pero yo te aseguro, maestro, que a medida que vayas
evolucionando y ampliando tu entendimiento —momento a momento, paso a paso,
cada vez que te des cuenta de algo—, tu panorama se volverá mucho más extenso,
hasta que tu emoción abarque todo lo que existe. Entonces tú serás la felicidad
misma. Ese es el séptimo plano, ese es Dios. Es ahí donde todas las cosas,
algún día, existirán.
* * *
Estudiante: Me
gustaría saber por qué la gente vuelve a este plano.
Ramtha:
Hay
tantas razones, maestro, como entidades sobre este plano. Pero la mayoría de
las entidades siguen volviendo a este plano porque han vivido muchas vidas aquí
y esto les es familiar. Esto es el hogar para ellos; estas son sus raíces. Y
cuando se van de aquí, dejan atrás muchas entidades con las cuales tienen
grandes lazos emocionales que tal vez surgieron de la culpabilidad o del odio,
así como del amor. Por eso cuando dejan este plano, su dependencia de este
lugar y de otras entidades crea una atadura emocional que los arrastra otra vez
aquí, vida tras vida tras vida.
También
existen aquellos aventureros que van a muchos otros lugares para experimentar y
luego traer de vuelta su entendimiento y sus experiencias a este plano. Y hay
otros que terminan su experiencia en este plano y nunca más vuelven aquí,
prosiguen con otros lugares.
Estudiante:
Tú has
dicho que cuando una persona muere va a uno de los diferentes lugares o cielos,
como tú los llamas, de acuerdo con sus actitudes, y allí decide si quiere
volver aquí.
Ramtha:
Eso es
correcto, en verdad.
Estudiante:
¿Cómo
se toma esa decisión? ¿Quién decide? ¿Decide cada individuo por sí mismo?
Ramtha:
No hay
nadie que se siente en lo alto, maestro, y gobierne o dirija a ninguna otra
entidad a elegir un plano o lugar de expresión en particular, sin tener en
cuenta cómo ésta se expresó en una vida anterior.
Para
contestar a tu pregunta, déjame hablarte de una entidad que vivió sobre tu
plano hace muchos años según tu cómputo del tiempo. Cuando la entidad dejó este
plano, había experimentado y entendido el poder y el dolor, y había expresado
la dulzura y ternura del amor. Eso significa que su entendimiento correspondía
al quinto plano de cielo. Por lo tanto, cuando dejó este plano, es allí adonde
fue a pasar lo que se llama unas vacaciones, que durarían todo lo que él
deseara.
Ahora,
el quinto plano es un plano donde las entidades manifiestan de inmediato, a
través de sus pensamientos —que son sus voces—, cualquier cosa que imaginen y
cualquier cosa que deseen; en un solo momento, aparece. Ellos experimentan el
color, la forma y la ilusión, y todas las cosas de la vida. Y continúan
experimentando todos sus sueños durante tanto tiempo como deseen hasta que llega
la hora en que se plantean si realmente hay algo más. Y realmente hay algo más,
pues existen todavía dos cielos por encima de ellos que no pueden ver porque no
han alcanzado esos entendimientos en sus procesos de pensamiento ni los han
expresado en sus vidas. Para experimentar estos planos ellos tienen que ver a
Dios en todas las cosas y ser como Dios es. Aunque hayan expresado el amor
humildemente, aún tienen que entender su unidad con Dios y la totalidad de la
vida.
Después
de un corto tiempo en el plano del paraíso, este maestro empezó a preguntarse
si habría algo más, y pidió ayuda; y siempre hay ayuda. Y he aquí que apareció
ante él una entidad maravillosa, cuyos vestidos brillaban como seda en la luz.
Y le dijo a la entidad: «Oh, maestro, estoy intranquilo. En este paraíso lo
tengo todo. Tengo los peces del mar que siempre soñé capturar y nunca lo hice.
Tengo la casa que siempre soñé tener y nunca tuve, y tengo flores que ni
siquiera necesitan un jardinero. ¡El lugar más maravilloso! Y mira mis ropas,
nunca las tuve iguales, y ahora las tengo. Pero aun así, sigo intranquilo.
Aunque tengo muchos amigos aquí, la mujer que amo no está conmigo. Y eso no es
todo lo que me perturba. ¿Dónde está Dios? Veo todas esas maravillas, tengo
todas estas cosas maravillosas, pero ¿dónde está Dios?»
La
sabia entidad le dice: «Bendito seas tú que has gozado de todas las cosas que
hay, y aun así te cuestionas si hay, quizás, algo más; tú que te preguntas
dónde está el Padre que te ha adornado tan bien.»
«Bien,
eso es lo que más me perturba. Me gustaría darle las gracias a Dios por haberme
dado todas estas cosas maravillosas. Y aunque siempre le tuve un poco de miedo
a Dios, me gustaría rendirle homenaje, si eso es aceptable.»
Y la
entidad dice: «Maestro, ven conmigo; hay un lugar adonde me gustaría llevarte.»
En un
abrir y cerrar de ojos se hallan en un estanque; sin embargo, no han viajado a
ninguna parte. La sabia entidad dice: «Maestro, siéntate a mi lado y mira el
agua.»
El
hombre mira el agua y, ¿qué ve? Ve ante él su última expresión en este plano:
desde que era un bebé mamando de los pechos de su madre y ella le cambiaba sus
pañales con dulzura, la juventud de rodillas raspadas y canicas perdidas, hasta
la adolescencia y la seducción de algún participante poco dispuesto, hasta la
madurez, el matrimonio y el amor eterno, los hijos y oportunidades, los
trabajos, los amigos, y las finanzas.
Él está
maravillado, pues se está viendo a sí mismo como nunca se había visto antes.
Había sido un buen hombre en aquella vida, y creía en la existencia de Dios.
Había sido un hombre poderoso, mas nunca esclavizó a nadie con su poder. Amó a
su mujer e hijos sinceramente, y no le importaba hablar acerca de eso. De este
modo, se había hecho conocido en aquella vida por enseñar, ser un maestro y
amar; y por haberse vuelto puro y humilde en espíritu.
Mientras
que su vida se va revelando en el estanque y él la contempla, el hombre mira a
la entidad y le dice: «Lo he hecho bien.»
La
entidad dice: «Sí, lo has hecho bien, lo has hecho muy bien, en verdad. Salvo
por esto: nunca buscaste conocer quién es tu Padre, y siempre lo separaste de
ti mismo y de toda la vida. »
Tu
mujer, veámosla. La mayor parte de tu amor por ella era darle las cosas que
ella más adoraba. Y en ese aspecto, lo hiciste muy bien, excepto por esto:
nunca te amaste a ti mismo lo suficiente como para permitir que ella te amara
independientemente de todas las cosas que tú le diste. Nunca apreciaste
realmente tu propia grandeza, tú, el dador de todas estas cosas.
«Entonces,
para aliviar tus inquietudes, déjame sugerirte esto: vuelve. Es ahí donde tú te
has expresado, y es ahí donde tú has crecido. Y esta vez, tendrás la maestría
de amarte a ti mismo, de expresar el amor dentro de tu ser y ver a Dios en la
belleza de todas las cosas.» Si decides volver, déjame sugerir que elijas
cuidadosamente quién vas a ser, de forma que el papel que has de jugar te dé la
oportunidad de convertirte en lo que tú eres, y de entender lo que aún debes
entender.» Te dejaré solo por un momento. Reflexiona sobre estas cosas. Toma
todo el tiempo que necesites. Y si decides volver, házmelo saber y te mostraré
la mejor manera de proceder.»
El
hombre está sentado allí, un poco preocupado, y reflexiona. Tiene todo lo que
nunca había tenido antes; si vuelve, lo perderá. Pero está preocupado porque
está deseoso de conocer a este Dios que le ha bendecido con aquel paraíso. Así
que llama a la entidad y le dice: «Entidad, deseo ver a Dios, pero no estoy
seguro de cómo debo hacerlo.»
Y la entidad
le dice: «Todo lo que necesitas hacer, maestro, es decidir cuándo te gustaría
aparecer y ser reconocido. Cualquier período de tiempo, cualquier lugar, será
apropiado, porque lo que vas a poner en marcha con tus deseos te proveerá de
las experiencias que necesitas, sin importar realmente cuándo o dónde tú
elijas; pero si tienes el deseo en particular de ser parte de tu familia otra
vez, yo te sugeriría —y es sólo una sugerencia— que vayas con ellos, porque con
ellos adquiriste la mayor parte de tu aprendizaje hasta este momento.»
El
hombre reflexiona esto un instante y luego dice: «Oh, entidad, tengo una
pregunta más: ¿cómo reconoceré a este Dios cuando lo vea?» Y la entidad le
responde: «Cuando te conozcas a ti mismo, lo conocerás a él.»
Esto
ilumina el corazón del hombre enormemente. Por primera vez en su existencia
puede relacionarse con un Dios que es, quizás, lo mismo que él. Así que le dice
a la entidad: «Estoy deseoso de volver y ver a Dios, y me gustaría ser parte de
mi familia otra vez.»
Y la
entidad le dice: «Mira en la charca, ¿qué ves?» El hombre mira en la charca, y
he aquí que el hijo menor que había dejado era ahora un hombre joven que
cortejaba a una chica encantadora. Se habían enamorado el uno del otro y el
proceso de copulación ya había comenzado.
Y la
entidad dice: «Hay una buena probabilidad, maestro, de volver a través del hijo
de tu hijo.»
«¿A
través de mi hijo? ¿Voy a ser el hijo de mi hijo? Yo, el padre, ¿voy a ser el
hijo de mi hijo y él mi padre?»
«Por
supuesto. Cuando viviste anteriormente, él fue tu padre y tú fuiste hijo. Así
que sólo estamos repitiendo esto otra vez.» El hombre reflexiona esto, y luego
mira a la entidad y le dice: «Pero yo amo a mi mujer, ¿cómo voy a ser el nieto
de mi mujer?» «Desde el momento en que seas un niño pequeño adorarás a tu
abuela. Cuando seas ya hombre, ella habrá dejado este plano. Así, lo que te ha
ayudado a expresar el amor de tu corazón, habrá cumplido su misión, entonces
será el momento de trazar nuevos caminos para ver a Dios en su belleza.»
El
hombre piensa en todo esto y dice: «Entidad que tanto me has ayudado, cuando
llegue el momento y todo esté listo me gustaría ser el hijo de mi hijo.»
Y la
entidad le dice: «La semilla viene pronto, cuando la veas, únete a la luz de tu
hijo.»
«¿Cómo
haré esto?» Y al mirar a su alrededor, vio con sorpresa que la entidad se había
ido. En cambio, está mirando a su hijo, porque se ha convertido en parte de su
luz. Aunque su hijo no sabe que su padre está ahí, recientemente le han venido
a la mente sentimientos sobre su padre, y piensa: «Si mi padre pudiera verme
ahora...» Pero por supuesto, su padre lo está viendo. Llega el momento en que
el niño está dentro de la matriz. El hombre va a ser una parte del diseño de
este niño a través de sus pensamientos y de acuerdo con lo que él desea que sea
su vida. Puede elegir tomar posesión del cuerpo durante la concepción o esperar
hasta un año después del nacimiento para convertirse en el niño.
El
hombre está muy ansioso porque encuentra todo esto muy familiar. Así que elige
convertirse en el niño rápidamente. Por lo tanto, se lanza hacia adelante, y en
un abrir y cerrar de ojos, ha olvidado quién es. Y lo primero que reconoce es
la tos en su garganta, y alguien que le seca los ojos y lo envuelve en unas ropas
tan pequeñas...
La
historia que te he contado es verídica. La entidad de gran nivel y luz no
eligió la expresión de vida para este maestro. Él simplemente lo ayudó a verla
llevándolo a un lugar, a un estanque mágico, donde su alma pudo yacer desnuda y
revivir su vida, y determinar a través de ella las experiencias que tanto
necesitaba.
Incluso
desde que era un bebé en aquella vida, esta entidad ya sabía cómo amar. Era
cómo ver a Dios en sí mismo, y luego convertirse en él lo que tenía que
dominar. Y eso hizo. El nombre de aquella entidad fue Buda.
Tú
siempre has elegido. Siempre tienes el don de elegir. Nadie elige por ti. Si el
hombre que vivía en el paraíso no hubiera hecho el esfuerzo de ser más grande y
de ver a Dios a través de la belleza de este plano, aún estaría en el quinto, y
tu mundo no habría sido bendecido con su gran luz y sabiduría.
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