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sábado, 7 de abril de 2018

AMA Y HAZ LO QUE QUIERAS - RAMTHA (CANALIZACION)

Sabias palabras de Ramtha, uno de mis guías preferidos. Con Él comparto muchas de las enseñanzas que me son transmitidas a través de mis propios Guías y Maestros. Bendecidas sean. Espero que os agrade.

«Y cuando el hombre se libere a sí mismo de esta conciencia restrictiva, con sus leyes, planes y normas, encontrará la alegría y la paz de ser que le permitirá amarse a sí mismo y a toda la humanidad, y permitirá que todo exista en la libertad de sus propios y deliberados designios. Entonces amará como Dios ama. Entonces será como Dios es, la plataforma que alimenta y mantiene toda la vida. Que así sea.»
Ramtha.

Estudiante: Ramtha, ¿cómo encajas tú en el plan de Dios?
Ramtha: ¿El plan de Dios? ¿Qué te hace pensar, entidad, que Dios tiene un plan?
Estudiante: Porque debe haber una buena razón para que las cosas sean como son.
Ramtha: El único plan que el Padre tiene es ser, para que así todas las cosas puedan expresar la vida que el Padre es. Si él tuviera un plan, ello te quitaría la libertad de expresar a Dios dentro de ti, robándote tu originalidad capacidad de evolucionar y extender el principio vital llamado Dios.

El único plan de Dios es que él es. Es cada cosa vibrando al unísono consigo misma, en un tono que está basado primeramente en el pensamiento, y del pensamiento a la masa, vibrando, añadiendo y tomando de la conciencia, extendiendo, expresando otro momento de vida. Todo cuanto existe, se expresa a la par de todo lo demás que existe hacia el próximo momento de eternidad. Si Dios pudiera planear, ello limitaría todas las cosas que están por venir.

¿Cuál es la razón de que esté aquí esta alfombra peluda sobre la cual apoyas tu trasero? Simplemente porque es. Por lo tanto, encaja en el plan de Dios, porque todo lo demás es. ¿Y cuál es la razón por la que este amado maestro está aquí? Porque él es. Y este amado maestro, ¿cómo encaja en el plan de Dios? Simplemente siendo, igual que tú eres. ¿Y cómo encajo yo en el plan de Dios? Yo soy, entidad. Yo soy, tanto como lo es esta alfombra peluda.

¿Cómo encajo yo? Yo te amaré como nunca nadie lo haya hecho, porque tengo la capacidad de hacerlo, ya que me tiene sin cuidado si mi amor o mi expresión encajan con algún plan ilusorio y divino.
¿Cómo puedo yo añadir a la totalidad del Ser de la vida? Ayudándote a entender lo que el Padre verdaderamente es y por qué él te ama sin importarle cómo eres. Y dando quizás un enfoque más claro de cómo encaja la totalidad de la vida, para que puedas entender que la razón por la que todas las cosas son, es simplemente expresarse, no de acuerdo con ningún esquema, o algún motivo ulterior, sino simplemente porque poseen vida.

¿Por qué es esto importante? Cuando entiendes que la vida simplemente es, eso te permite la libertad y el poder de crear tu vida al máximo de tu capacidad. Y puedes estar seguro de que sin importar lo que hagas en el próximo momento, vas a estar vibrando con la totalidad de la vida, y continuarás haciéndolo en el próximo momento, y en el próximo, y en todos los que vendrán después.

No existe un plan para la vida, maestro. Sólo existe el Ser. Estar en un estado de Ser es la expresión más grandiosa que existe. Ser. Lo que importa, entidad, es que tú eres. Eso es todo lo que importa.

Estudiante; Lo que parece que estás diciendo es que no hay una manera en particular de vivir; que tú puedes ser y hacer todo lo que quieras; que todo vale.
Ramtha: Ciertamente. Ese es el amor del Padre por ti.
Estudiante: ¿Cuál es entonces el propósito de la vida?
Ramtha: El propósito de la vida, maestro, es expresar sobre la plataforma de la vida cualquier pensamiento que habite dentro de tu ser. Y cualquiera sea la expresión a la que eso te lleve, siempre tienes la opción de cambiar en cualquier momento que desees.

El propósito de la vida es ser parte de ella, ser su creador, iluminarla. No hay otro destino, sino vivir y permitirte ser cualquier cosa que desees, mientras la vida se despliega dentro de ti, momento a momento. Y sabe que, cumpliendo ese propósito, posees la libertad ilimitada para convertirte, hacer y ser cualquier cosa que desees.

Estudiante: Pero si se puede hacer cualquier cosa, ¿no habrá ciertas cosas que vayan contra la ley de Dios de la que habla la Biblia?
Ramtha: Hermoso maestro, tu amado Padre no ha creado ninguna ley, excepto una. Y esa ley es expresar tu vida de acuerdo con tu voluntad soberana, pues sólo a través del ejercicio de tu voluntad, extiendes la conciencia de toda la vida, que es lo que el Padre es. Si Dios el Padre fuera una entidad que creara leyes, te hubiera negado a ti —a él mismo— la libertad de expresión que permite a la vida evolucionar y perpetuarse a sí misma. Él se habría convertido en una fuente limitada, en un final. Y no hay final en el siempre jamás, maestro.

Lo que tú llamas la ley de Dios, como está escrita en su Libro de los Libros, son muchas leyes, porque cada profeta hizo su añadido a la ley. Y, de hecho, ha sido una afirmación muy poderosa declarar que la ley de Dios dice esto o aquello, o restringe esto, o debes hacer tal cosa. Y debido a lo que tú llamas la ley de Dios, la gente ha aprendido a someterse a Dios y a temerle. Los hijos no deben temer a sus padres, deben ser como sus padres.

La ley de cada uno es que Dios, la Fuente de toda la vida, permite que todas las cosas se expresen a través de su ser como ellas quieran, como su libertad lo desee. Pues sólo a través de la libertad llegarás a conocer al Padre y a ser uno con él una vez más. Y cuando retornes al Padre y él contemple su propio retorno, será verdaderamente un gran día, una gran eternidad, ya que al regresar a casa habrás llegado a ser como él es; y al ser como él es, siempre habrá una vida de amor y alegría ilimitados, y la eternidad del ser.

Dios, el Padre, no posee ley. El hombre es el creador de las leyes, no Dios. El Padre le ha otorgado al hombre la voluntad libre para ser el soberano dador de leyes en su propio reino, para crear desde el pensamiento cualquier creencia, verdad o actitud que corresponda a su reino en la evolución de su entendimiento de toda la vida. El hombre ha usado esa libertad para crear leyes que ha considerado necesarias para poder vivir en sociedad. Desafortunadamente, la mayoría de las leyes han sido creadas despiadadamente con el propósito de intimidar y esclavizar a la gente. Han sido creadas para limitar la libertad, no para exaltarla. El hombre no puede permitirse vivir en un estado sin leyes, porque él, en el terror de su propio ser, cree que deben existir leyes para gobernarlo. Esto es sólo porque él no entiende la infinitud y la divinidad de sí mismo.

Estudiante: Pero, Ramtha, si no hubiera leyes, ¿cómo se podría prevenir que alguien expresara la maldad que hay dentro de sí, que hiciera cosas malas?
Ramtha: Déjame decirte esto, maestro: en la constitución cósmica de todo lo que es, no hay tal cosa como la maldad. Aunque se haya escrito que el hombre es malvado en su alma, no lo es; el hombre es divino dentro de su alma. Pues su alma y todo lo que él es, es Dios. Porque si no fuera Dios, entonces, ¿de dónde vendría?

No hay nada que esté fuera de la jurisdicción del Padre, del ser. Nada. Cualquier pensamiento o acto que alguien haya juzgado como perverso, malvado o equivocado, está vivo en conciencia. Y si existe en conciencia, es ciertamente una parte de la mente de Dios. Y puesto que todas las cosas son parte de Dios, si tú dijeras que cualquier cosa es perversa, estarías diciendo al mismo tiempo que Dios es perverso, y no lo es. Ni tampoco es bueno, pues para definir los perímetros de lo bueno deberías compararlo con el entendimiento que tú llamas el mal.

Dios no es ni bueno ni malo, puesto que Dios no es más algo bueno que algo malo. Ni tampoco es perfección. El Padre simplemente es, el Ser de toda la vida, una expresión del Ahora, que vive simplemente por el gozo de obtener gozo, para así poder conocerse a sí mismo. Y esa esencia vital no tiene la capacidad de alterarse hasta quedar fuera de un estado de Ser al juzgar una parte de sí misma como buena o mala, perversa o divina, perfecta o imperfecta.
¿Sabes lo que pasaría si Dios pudiera mirar hacia abajo y decir: «Esto es perverso»? La totalidad de esa conciencia que está expresando algo que necesita expresar, finalizaría y sería extirpada de la fuerza vital. Y si eso pasara, entonces la vida y su expansión siempre continua cesarían de existir, ya que el libre albedrío, que permite la creación, dejaría de existir. Pero Dios es totalmente ilimitado, una totalidad indivisa del Ser. Por lo tanto, Dios no puede mirarse a sí mismo desde una perspectiva limitada y restrictiva. Si pudiera hacerlo, tú ni siquiera estarías aquí para poder expresar tu opción de juzgarte a ti mismo o a tus hermanos.

No existen ni el bien ni el mal, maestro; sólo el Ser. En el Ser, todas las cosas se miden exclusivamente en función de la culminación, en función la experiencia emocional que el alma necesita para culminar su sabiduría. Cada cosa que hayas hecho —por hermosa o vil que hayas determinado que sea— la has hecho simplemente por el conocimiento. Tu alma y tus pasiones te presionaron a hacerlo para poder aprender. Sólo haciéndolo determinaste y te diste cuenta del valor de esa acción, y así, te beneficiaste de ella. Eso no es ni perverso ni malvado, eso es lo que cuesta convertirse en Dios.

Es el hombre, y no Dios, quien juzga al hombre. Y el hombre en su creatividad, ha inventado el equilibrio entre lo bueno y lo malo para robar a sus hermanos su libertad de expresión. El miedo al castigo por no estar a la par del dogma religioso o las leyes de los gobiernos, ha sido la espada que ha dominado y controlado naciones durante años. Y si alguna vez hubo algo que en tus términos llamarías «perverso», es aquello que le quita a una entidad la libertad de expresar el Dios dentro de sí. Y cada vez que esto se le hace a otra persona, también se le hace a uno mismo, y más profundamente, porque todo juicio o limitación que impongas a otro, se convierte en ley dentro de tu propia conciencia; y mediante esa ley, te juzgarás y limitarás a ti mismo.

El hombre no es perverso en su alma. Y aunque vive creyendo que lo es, en un mayor entendimiento no existe tal cosa como la perversión o la maldad. Sólo existe la plataforma de la vida que le permite al hombre la opción de crear desde su pensamiento cualquier cosa que elija. Esa es la única realidad que existe. En esa realidad, Dios permite que la ilusión de la maldad sea creada a través de supersticiones, creencias dogmáticas, y las tan limitadas y encerradas actitudes de la humanidad. Y a causa de la continua observación, juicio y expectativa de la maldad, ésta existe de hecho en la realidad de aquel que cree en ella, pero sólo en su realidad, puesto que como así lo cree, así es en su reino.

Las únicas leyes que existen son aquellas que has creado para que sean efectivas en tu vida. Si tú eliges creer que hay bondad y maldad, entonces, esa es tu verdad, y no estás equivocado en absoluto. Pero recuerda, esa es tu verdad, no la mía ni la de ningún otro. Y, si verdaderamente es tuya, colectivamente te pertenece porque se ha formado en tu opinión. Y mientras tengas esa opinión, será ciertamente real. Cuando dejes de creerla, entonces dejará de ser realidad. Es así de simple.

Ahora, maestro, dime lo que tú crees que es la maldad. ¿Cuál es tu entendimiento de «lo malo»?

Estudiante: Bueno, yo diría que es lo opuesto a lo bueno. Pero principalmente pienso que la maldad es hacer daño a otra persona. 9
Ramtha: ¿De verdad? ¿Por qué es eso malvado?
Estudiante: Bueno, por ejemplo, si alguien hiciera daño a mi hija, eso sería malo porque quizás ella podría morir.
Ramtha: Así es como tú juzgas la maldad. Pero ¿qué hay de malo en morir?
Estudiante: Entonces, ¿tú ni siquiera piensas que matar a alguien sea algo perverso?
Ramtha: Así es. Porque yo no me he limitado a mí mismo creyendo en el final de ninguna cosa, porque nunca se destruye nada. Nunca. Si una entidad muere, ¿cuál es la pérdida en la muerte?
El Padre, en su Ser y en su eternidad de vida continua, no ha creado ninguna cosa por encima de sí mismo capaz de perturbar la garantía de la existencia. Lo que el Padre ha creado, maestro, nada lo puede abatir y vivirá eternamente. Por eso tu hija no sería destruida, porque no hay nada que pueda destruir la vida de Dios.
Estudiante: Entonces, tú estás diciendo que ni siquiera el asesinato es algo perverso o equivocado.
Ramtha: Exactamente. Yo te digo, maestro: la vida es siempre continua; seguirá y seguirá y seguirá.
Y cada momento que nos expresamos sobre la plataforma de la vida, tenemos ilimitadas oportunidades de satisfacer nuestra felicidad en cada instante de vida. Pero sea como sea que uno elija satisfacer sus momentos, esto será siempre de acuerdo con su propia voluntad y su deseo, y con lo que él perciba como bueno para su ser. Y si en cierto momento una entidad elige matar a otra, en el próximo momento se sentirá terriblemente culpable, se juzgará a sí misma, y vivirá con el miedo de que de alguna manera aquel acto vuelva hacia él. Así, sus momentos futuros no son seguros a menos que se perdone a sí mismo por ese acto.

Muchos se horrorizarán, juzgarán y maldecirán al asesino. Pero yo ame a la entidad que ha matado a la otra. ¿Cómo podría no hacerlo? ¿Acaso está él fuera de la providencia, la vida y la maravilla que Dios es? No maestro, no lo está.
La víctima volverá una y otra vez, pues la vida es perpetua, es continua.

Es lo único que es perpetuo, y a la vez es todas las cosas. Si yo aborrezco el acto e impongo mi juicio sobre el asesino, lo estoy imponiendo sobre mí mismo. El asesino acaba de crear su propio juicio, ya que estará en manos de cualquier actitud que tenga con respecto al acto, la cual tendrá que afrontar en su propio reino de pensamiento y emoción en los momentos que seguirán.

Yo no aborrezco el acto, lo he razonado. Lo he entendido. Estoy por encima de él. Si yo juzgara al asesino por este acto, te aseguro que eso no me enaltecería, y mi vida se vería entonces afectada por ese juicio. Pues el Yo Soy que yo soy habría tomado una parte de sí mismo y se habría separado de mi ser. Entonces yo dejaría de ser la totalidad. ¿Ves?

Cuando veas tales acontecimientos, ten en cuenta que son culminaciones. En cada momento tenemos la opción de llegar a una culminación en nosotros mismos, conducidos por un impulso o una iluminación. Esa es nuestra elección. He ahí la única república que posee el hombre, la república de las profundidades de sí mismo. Sus gobiernos tratarán de gobernar a las masas de acuerdo con las leyes, las normas y las reglas. Pero nunca podrán gobernar la voluntad de una entidad que trabaja en el silencio de sus propios procesos de pensamiento; sólo la entidad lo puede hacer. Y cada instante que viva, equilibrará el momento de acuerdo con su propio ser emocional.

Yo les digo que en esta audiencia no hay mayor maestro que ustedes mismos, y que cada uno es totalmente responsable de las decisiones que ha tomado en su propia vida. Porque, ¿no somos nosotros quienes hacemos todas las cosas en el pensamiento? ¿Y no es la manifestación de todo eso lo que nos enseñará a refinar más nuestros pensamientos?

Tú puedes tomar a un hombre y encerrarlo en la prisión más pequeña, oscura y asquerosa que exista, pero nunca podrás encarcelar su mente y su Pensamiento. Un hombre, incluso con el cuerpo reprimido, aún es activo en su pensamiento; y él, por medio del pensamiento contemplativo, razonará consigo mismo, se enseñará y se juzgará a sí mismo.

Yo no reconozco el bien y el mal, sólo la vida. Si ella empuja a una entidad a matar a otra, o a hacerlo en lo más profundo de su alma por el mero hecho de pensar en ello —una cosa no es mejor que la otra, pues lo que tú hagas en tus pensamientos lo estás haciendo en la realidad, y no hay ninguna entidad que no haya acuchillado a otra en sus pensamientos— esa entidad, cualquier caso, necesita expresar eso para su entendimiento intencional. Y deseo que entiendas que aquel que participa con el asesino en su expresión, no es la víctima del asesino, porque él ha contemplado la posibilidad de ser quemado, despedazado o dañado. Y como él lo ha contemplado y ha sentido miedo, lo ha atraído justo hasta su puerta. Por lo tanto, el que necesita dañar y el que necesita ser dañado —porque necesita ese entendimiento— se atraen mutuamente para adquirir la experiencia.

En el entendimiento llamado Dios, nada es perverso. Cada cosa es una experiencia que proporciona sabiduría. Esa es mi respuesta para ti. Y cuando el hombre deje de ser condenado por sus hermanos y se dé cuenta de que no es malvado en su ser, sino que es Dios en su ser, y entienda que es totalmente amado y apoyado por la fuerza vital llamada Dios, nunca más necesitará expresar la guerra, el asesinato o la violación, u otros actos semejantes para entender su mérito y su valor. Y cuando el hombre se libere a sí mismo de esta conciencia restrictiva, con sus leyes, planes y normas, encontrará la alegría y la paz de ser que le permitirá amarse a sí mismo y a toda la humanidad, y permitirá que todo exista en la libertad de sus propios y deliberados designios. Entonces amará como Dios ama. Entonces será como Dios es: la plataforma que alimenta y mantiene toda la vida. Que así sea.

* * *

Estudiante: Hay dos personas que han llegado a mi vida recientemente, y me gustaría saber cuál es el propósito de que estén ahí, y si hemos estado juntos anteriormente en otras vidas.
Ramtha: La razón por la que ellos están en tu vida, entidad, es porque tú quieres que estén ahí, y ellos quieren estar ahí. ¿Qué mayor propósito puede haber?
Estudiante: Pero yo no estoy seguro de si quiero que estén en mi vida. Yo pensaba que quizás están ahí por causa de algún vínculo kármico, y que hay algo que debemos aprender sobre nosotros mismos.
Ramtha: Sabes, maestro, si una relación es de alguna manera carente, romanticismo de quizás haber estado juntos anteriormente en vidas pasadas a menudo la hace más interesante de lo que en realidad es. Pero un vínculo kármico, como se lo llama, es sólo la explicación religiosa de una palabra llamada «necesidad». Tú necesitarás, disfrutarás y querrás estar con mucha gente a lo largo de tus vidas, que son continuas. Pero se convertiría en algo mundano, muy pesado y aburrido, si los mismos amigos estuvieran ahí, vida tras vida tras vida. Si ellos están ahí ahora, maestro, quizás la única lección que se puede asociar con ello es que se han vuelto a encontrar sólo para darse cuenta de que deben separarse otra vez.
Estudiante: Muy bien, creo que he entendido lo que estás diciendo, pero tengo otra pregunta acerca del karma. Me han enseñado que la razón por la que ciertas cosas suceden a la gente —tales como asesinatos, robos o accidentes— es porque son culminaciones kármicas para nivelar algo que hicieron en una vida pasada. Me gustaría saber qué tienes tú que decir sobre las leyes del karma.
Ramtha: Para que tú lo sepas y todos lo entiendan: lo que ustedes llaman «karma» no es la ley de Dios; es la ley de aquellos que creen en ello. Desafortunadamente, hay multitudes que creen en esta doctrina, y están luchando arduamente para alcanzar un entendimiento ilusorio llamado perfección. Y ellos creen que, sea lo que sea que hayan hecho en la vida, deberán volver y pagar por ello en la próxima. Todo cuanto les ocurre lo atribuyen continuamente a la culminación kármica. Pero esa es una explicación muy pobre de la vida, maestro, ella se merece mucho más que eso.

Las leyes del karma son, de hecho, una realidad, pero sólo para quienes creen en ellas. Las únicas leyes que existen son aquellas que tú permites que sean efectivas en tu reino. El auténtico dador de las leyes es cada entidad soberana, pues cada persona posee un ego que acepta la verdad; y todo aquello que él llame verdad, cualquier cosa que cree como ley dentro de su ser, así será. Por eso, mediante las creencias y el entendimiento alterado, muchas personas han determinado para sí mismas las leyes del equilibrio y la perfección.

Si tú eliges creer en el karma, ciertamente estarás en manos de tu propia creación por haberle dado poder a esa creencia. Y por supuesto, será efectiva en tu vida. Entonces, ciertamente volverás una y otra vez para anular o glorificar lo que hiciste en una vida anterior sobre este plano.

Yo no reconozco el karma o la perfección, ya que las veo como limitaciones, no como gratificaciones. Aquellos que están luchando por la perfección a través de las restricciones del karma, nunca alcanzarán aquello por lo que luchan. Pues mientras están culminando un karma, estarán creando otro, no importa cuántas vidas vivan, ellos nunca alcanzarán un estado de Ser, un estado de Dios, ya que estarán continuamente inmersos en el estado de deber y no en el de recibir. Y no existe tal cosa como la perfección; sólo existe el Ser. En el Ser de la vida todas las cosas cambian y evolucionan cada momento, por eso, nunca podrá establecerse un estado de perfección.

Yo sólo reconozco el Ser, el cual carece totalmente de las leyes e ideales que impiden la transformación del Yo, Dios. En el entendimiento del Ser, no hay nada que debas hacer en la vida, excepto lo que tú quieras hacer. Si quieres aceptar las enseñanzas del karma, entonces, esa es tu elección y tu creación para tu propia experiencia. Pero date cuenta, maestro, de que tú has creado para ti mismo las ilusiones del poder limitado y el castigo. Ese es tu destino por haber aceptado lo que llamas karma, ser prisionero de tu propio pensamiento limitado.

Tú eres un alma y un espíritu libre, maestro. Eres libre de crear y experimentar al momento cualquier verdad, cualquier realidad, cualquier ilusión que elijas; y en cualquier momento que lo desees puedes recrear ese sueño, porque tienes el poder ilimitado de hacerlo.

El karma no existe, el deseo sí. Y el deseo es muy voluble, puede hacer y ser cualquier cosa en cualquier momento que lo desee, y puede cambiar de opinión a mitad del proceso.

Cosas como el asesinato, los accidentes y los robos no son castigos, maestro; no son «liquidaciones» por algo que hiciste anteriormente. Tú los has creado como resultado de pensamientos y experiencias que has contemplado. Tampoco son circunstancias eternas. Así, en un mayor entendimiento, no son cosas terribles; retrospectivamente, son grandes maestros.

Tú podrías ver la matanza de diez mil inocentes y decir: «¡Oh, qué desgracia! ¿Por qué no lloran los ángeles por esta atrocidad? ¿Por qué cantan a la gloria de Dios?» Porque no se han limitado creyendo que la vida acaba. Saben que aquellos que son sacrificados inmediatamente alcanzan el «cielo», como lo llaman ustedes, para un mayor aprendizaje y más experiencias, lo que yo llamo aventuras. Y aunque tú entierres diez mil cuerpos y llores por ellos, Dios nunca llora. Por eso siempre amanece cada mañana.

¿Quién supones que crea tu destino? Muchos creen que es algún soberano que manipula a todos y por cuya causa ocurren todas las cosas, ya que eso quita de sus espaldas la responsabilidad de sus propias vidas. Pero eres tú quien controla tu propio destino. Tú eres el creador de cada momento de vida gracias a lo que piensas y sientes en este momento. La única cosa que debes aprender es que este momento, este ahora, es verdaderamente continuo y perpetuo. Y en la continuidad del Ahora, cada momento es nuevo, completamente nuevo, maestro. No es el cautivo del ayer; es el Ahora que tú creaste para que tu sueño del mañana se convirtiera en realidad. Por eso, eres libre de hacer cualquier cosa que desees en este momento. Ese es el amor del Padre por ti: la libertad y el poder que te ha dado para crear cada momento de nuevo.

Nadie está gobernado por el pasado. Nunca tienes que pagar por lo que hiciste hace un momento o hace un milenio. En el momento mismo que lo hiciste, ganaste conocimiento y te diste cuenta del bien y de la utilidad de haberlo hecho.

El pasado es simplemente un momento del ahora que fue experimentado y ya no existe. El único peso que tiene sobre el presente es que tú ya aprendiste todo lo que podías aprender de él. Así, te ha provisto de la sabiduría para crear este momento con el máximo de tu capacidad, de acuerdo con tus propios e íntimos procesos de pensamiento y tus planes determinados.

El pasado está acabado, maestro; ya no existe. El pasado vive dentro de ti en este ahora sólo como sabiduría. Eso es lo que él ha ganado para ti. Por eso, en este momento, eres lo más grande que hayas sido nunca en todas tus vidas. Porque en este ahora has progresado más hacia el conocimiento que en el ahora de ayer. En este momento eres la acumulación total de todo tu conocimiento, el conocimiento adquirido a través de la experiencia y la experiencia obtenida a través de la virtud llamada vida. Y cada momento que te expresas estás creando otra vez una nueva aventura hacia la emoción y las perlas de la experiencia llamadas sabiduría.

Sólo existe el Ser de este Ahora, maestro. Lo único que importa es el ahora. Tú eres producto del ahora. Tu vida es vivida en el ahora. Tu futuro se crea en el ahora. Vivir verdaderamente como el Ser en este ahora es vivir sin leyes ni reglas ni regulaciones que impiden la expresión y la expansión del Yo. Cuando tú vives como el Ser, la única cosa que realmente importa es el ahora. No el pasado ni el futuro, sino el ahora, porque es ahí precisamente donde vive Dios.

Cuando te des cuenta de que el ahora es todo lo que siempre ha existido, inevitablemente elegirás vivir tu vida de tal manera que en cada momento vivirás la aventura que los sentimientos de tu alma te urjan a realizar, y experimentarás todo aquello que nunca hayas experimentado para extenderte hacia una sabiduría incluso mayor.
No has vuelto a este plano para enmendar ciertas cosas, las que ni siquiera puedes recordar, o para hacer otras que se supone debes hacer y que nadie podría decirte nunca cuáles son. Y encima te dicen que te esfuerces por conseguir la perfección. ¿Cómo puedes conseguir algo si estás en continua confusión?

Has vuelto aquí totalmente por tu elección y a través del cuerpo que elegiste. A partir del óvulo de tu madre y del esperma de tu padre creaste tu cuerpo con el propósito de expresarte en este plano de ilusión creativa. No has vuelto para saldar algo que hiciste anteriormente, sino más bien porque querías evolucionar a través de la masa y completarte en las emociones que se ganan al experimentar este plano.

Estás aquí para aprender que donde quiera que estés, estás ahí por la única razón de que quieres estar ahí; es tu voluntad estar ahí. Estás aquí para conciliar la sabiduría y aplicarla dentro de la plataforma de la vida. Estás aquí en esta vida —y en cuantas más otras vidas desees estar aquí— para representar esta ilusión y experimentar todo lo que tu alma necesite para poder realizarse en la sabiduría. Y cuando hayas obtenido el rico vapor de la emoción de tus experiencias sobre este plano, ya nunca más necesitarás o desearás volver aquí. Y sólo tú determinas cuándo has acabado aquí, nadie más. Estás aquí, maestro, para convertirte en Dios. Y para eso, debes quitar de tu ser toda ley, toda creencia dogmática, toda práctica ritualista, y ser ilimitado en tus procesos de pensamiento. Si deseas libertad de expresión ilimitada, un cuerpo que nunca muera, y la paz y la alegría de ser, sabe que la vida que estás viviendo es completamente ilimitada. Cuando sepas eso, en eso te convertirás; porque cualquier cosa que desees y cualquier cosa que conozcas como verdad en tu ser, así será. Esta es la única ley que necesitas aceptar dentro de tu reino.

Sabe que nunca tendrás que pagar por lo que hayas pensado o hecho en esta vida o en otra, siempre y cuando te perdones por ello. El perdón de uno mismo es el acto divino que remueve de tu alma la culpabilidad y el juicio del Yo que limitan la expresión del Dios que eres. Sabe que cuando te haya perdonado a ti mismo, esta vida y las que van a venir serán simplemente para experimentar ser una parte del Ahora que es el futuro de todo lo que es. Sabe que eres eterno, que nunca has fracasado, y que el único error q has cometido es creer que has errado.

Ámate a ti mismo, maestro. Y escucha lo que te dice el Yo, lo que necesita sentir, y entonces entrégate a ello de corazón hasta que te aburras.

El aburrimiento es una señal de tu alma de que has aprendido todo lo que había que aprender de una experiencia y de que es hora de pasar a otra aventura. Cuando escuchas solamente a los sentimientos que hay dentro de ti, entonces eres libre de convertirte al momento en cualquier cosa que desees convertirte. Y sabe que nunca debes someterte a ninguna ley, ninguna enseñanza o ninguna entidad. El Ahora y los sentimientos que obtengas de él, es todo lo que realmente importa.

No tengas leyes, maestro. Lo cual no equivale a ser imprudente. Sólo quiere decir que el verdugo va a quitar la soga de tu cuello y te va a dejar respirar. Cuando te apartas de las leyes del dogma y las creencias limitadas, entonces te estás permitiendo ser la libertad y lo ilimitado que Dios es. Entonces puedes ser simplemente el poder que eres de crear y regenerarte a ti mismo y a la vida. Entonces la razón por la cual estás aquí no es la de compensar a alguien por cualquier cosa que le hayas hecho, sino más bien porque quieres vivir. Y esa aventura se despliega momento a momento. Vive y sé feliz. Eso es lo único que el Padre te pide que hagas.

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