A veces es difícil encontrar
las palabras justas que decir a quienes están en duelo por la pérdida de un ser
querido.
¿Qué se le puede decir a
alguien cuando se encuentra en ese proceso de profundo dolor? Esa es la
cuestión. Después de todo, no todos estamos entrenados como mensajeros de Dios.
Much@s no tienen un título como consejeros. Tampoco se han pasado años en
alguna profesión asistencial.
Esta es mi carta para ti.
Querid@ compañer@,
Lamento tu pérdida y entiendo
tu pesar. Hay algunas cosas que me gustaría decirte, sin embargo, que te pueden
ayudar a repintar este recuerdo en el lienzo de tu mente para que, cuando lo
mires, no estés siempre triste.
Primero, debes saber que tu ser
querido no ha muerto; que la muerte es una ficción y una mentira, y nunca jamás
tiene lugar. Esto es lo primero, y esto es algo que debes aceptar dentro de tu
Ser como una verdad del más alto orden para que todo lo que diré a continuación
tenga sentido.
Segundo, si aceptamos que tu
ser querido no está lo que tú llamas muerto, sino que de hecho está
bien vivo, entonces debemos preguntarnos:
¿Dónde está? ¿Qué está
haciendo? Y, por supuesto, ¿es feliz?
Contestaremos a la última
pregunta primero. Tu ser querido nunca estuvo más feliz ni más contento que en
el momento de su transición desde esta vida terrenal. Porque en ese momento
conoció otra vez la libertad más grande, el goce más grande, la verdad más
maravillosa: la verdad de su propio ser y de ser uno con Todo Lo que Es.
La separación terminó para tu
ser querido en ese momento, y su reunificación con el Todo de Todas la Cosas
fue un momento glorioso en los cielos y en la tierra. Fue un tiempo de
celebración, no de duelo, aunque el duelo es comprensible, dada nuestra
limitada conciencia de lo que está pasando verdaderamente, así como la magnitud
de nuestra propia pérdida personal, que naturalmente estamos experimentando.
Después de un período de
natural aflicción, que con toda justicia debemos concedernos, pasa a ser
entonces nuestra decisión mantenernos en ese lugar de devastación y aflicción
absolutas o movernos hacia una conciencia más amplia y una verdad más grande
que nos permita sonreír, incluso ante el pensamiento de su partida, aunque se
diera demasiado pronto, aunque fuera abrupta, porque nada se da “demasiado
pronto” o es “abrupto” en las manos de Dios, sino que todo está perfectamente
sincronizado.
Si elegimos avanzar hacia esta
conciencia más amplia, estamos libres entonces para celebrar en su totalidad la
vida de tu ser querido, el regalo que concedió a aquellos a quienes tocó, y la
maravilla de su ser y su amor incluso ahora.
La mejor forma de hacer esto es
permitiendo que tu ser querido mismo sea completamente libre. Lo cual nos lleva
a la primera pregunta del trío formulado más arriba: ¿Dónde está tu ser querido
ahora?
En el mundo de lo absoluto en
el que habita Dios, estamos en todas partes. Es decir, en términos humanos, es
posible decir que podemos estar en más de un lugar al mismo tiempo. Podemos
estar en dos lugares o en tres lugares o en cualquier lugar en el que deseemos
estar, teniendo cualquier experiencia que deseemos tener. Porque ésta es la
naturaleza de Dios y de todas las criaturas de Dios.
¿Y qué experiencia elegimos
tener, entre otras? La experiencia de unidad y empatía hacia aquellos a quienes
amamos, lo mismo que cuando estábamos en el cuerpo. Lo que significa que tu ser
querido te ama incluso ahora, no es un sentido teórico, sino en un sentido muy
real, con un amor vivo que nunca morirá. Y ese amor eterno y para siempre hace
que tu ser querido (parte de la esencia que es tu ser querido) venga hasta ti,
esté contigo, con tu solo pensamiento acerca de él. Porque el pensamiento que
le consagramos a la persona que nos ama ejerce una atracción y una influencia
que la esencia de un ser no puede negar y no negará, y nunca ignorará.
Tu ser querido está contigo incluso
ahora, cuando lees esto, porque lo tienes en tus pensamientos y una parte de él
está realmente ahí contigo. Si estás en calma y muy sensible en este
momento, serás incluso capaz de percibirlo, de sentirlo, quizás incluso de
“oírlo”.
Esto es verdad para toda las
personas en todas partes y explica los miles y miles de informes que se
registran cada año acerca de “visitas” que seres queridos que se marcharon
hacen a los que quedaron, informes que psiquiatras, sacerdotes, doctores y
sanadores de todo tipo están ya acostumbrados a oír y no cuestionan en
absoluto.
A menudo, lo que sucede es que
la esencia del ser que voló hasta nosotros cuando pensábamos en él, llega a
nuestro espacio lleno de amor y compasión y completa apertura hacia nosotros.
Esa apertura permitirá a la esencia de nuestro ser querido conocer y comprender
completamente lo que estamos sintiendo y experimentado.
Si pensamos en esa persona con
tristeza, pesar y dolor, la tristeza que experimentamos le será conocida a esa
esencia. Y, dado que la esencia es ahora puro amor, amorosamente buscará curar
nuestra tristeza, porque le resultará imposible no quererlo hacer.
Si, por otro lado, pensamos en
esa persona con alegría y espíritu de celebración, nuestra alegría le será
conocida a la esencia de la persona que hemos amado tan profundamente, y esa
esencia entonces se sentirá libre para ir hacia su próxima gran aventura,
sabiendo que todo está bien con nosotros. Volverá, eso seguro. Volverá cada vez
que se piense en ella.
Sin embargo, sus visitas serán
alegres bailes en nuestra mente; maravillosas conexiones bien claras; breves,
pero brillantes momentos; sonrisas plenas. Entonces, la esencia desaparecerá
una vez más, contenta por el pensamiento de tu amor y de tu celebración por su
vida, sintiéndose completa en su interacción contigo, interacción que de ningún
modo se acaba aquí.
Ahora, en el proceso de
ayudarnos a curar nuestro dolor y tristeza, la esencia de nuestro ser amado no
se parará ante nada, usando cualquier herramienta, tomando prestado cualquier
mecanismo, empleando cualquier método a su disposición (inclusive quizás una
carta como ésta, de un completo extraño) para traernos el mensaje de su
continuo goce en el lugar de su actual residencia, y la verdad de la perfección
del proceso de la vida y la transición.
Cuando podemos celebrar la
perfección, dejamos que la esencia y el alma de nuestro ser querido la celebre
también, liberándola para las inenarrables maravillas de su realidad más
amplia, honrando su presencia en nuestras vidas, en su antigua forma física, en
este momento y para siempre.
Celebra, celebra, celebra!! No
más tristeza, no más duelo, porque realmente no ha habido ninguna tragedia para
nadie. Sí un recuerdo especial con sonrisas y lágrimas, sí, pero lágrimas de
alegría por la maravilla de Quienes Somos, de Quien Es tu ser querido y del
inenarrable amor de un Dios que ha creado todo esto para nosotros.
Celebra, date a ti mism@ y a tu
ser querido, y a todos aquellos cuyas vidas son tocadas por ustedes dos, el
regalo de tu vida: el regalo de la alegría que reemplaza a la pena, del
contento que supera al dolor de la pérdida, de la gratitud verdadera y de la
paz, por fin.
Las bendiciones de Dios –entre
las cuales está la vida de tu ser querido y su presencia junto a ti incluso
ahora- están a tu alrededor. Regresa al mundo y sé Quién Eres Realmente. Y
sonríe todo el tiempo porque ahora sabes la única Verdad.
Tu ser querido no lo hubiera
querido de otra forma.
Mis Bendiciones para ti, ahora
y siempre.
fuente:encasacondios
La verdad es que estas palabras me llegaron al alma,mi madre se fue en el 2010 y la verdad que duele la separación
ResponderEliminarYo te aconsejaría la lectura del proceso de la muerte. Son varios capítulos canalizados y sin ninguna duda ofrecen una visión mucho nas amplia de la qe se pueda tener a nivel general.
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