Sabias
palabras de Ramtha, uno de mis guías preferidos. Con Él comparto muchas de las
enseñanzas que me son transmitidas a través de mis propios Guías y Maestros.
Bendecidas sean. Espero que os agrade.
«Hay
verdad en todas las cosas, maestro, pero también hay refinamiento, porque cada
momento refina la verdad. Por eso. Dios no existe en un estado de perfección,
sino más bien en un estado de transformación. Cada entidad progresa
continuamente en su entendimiento para abarcar una verdad más ilimitada. Y de
acuerdo con su entendimiento, momento a momento, esa será la verdad como él la
ve, como él la conoce.»
Ramtha.
Estudiante:
Siento que he pasado toda mi vida yendo de una religión a otra y, más
recientemente, de un maestro a otro, tratando de entender de qué trata este
asunto de Dios y de la vida. Estoy realmente confundido, Ramtha, Porque cada uno
tiene algo diferente que decir. Y aunque muchas cosas son las mismas, todos
enseñan cosas diferentes. ¡Y algunas de ellas son incluso totalmente opuestas!
Por
ejemplo, tú dices que no existen «el bien y el mal», y que Dios nos ama sin
importar lo que hagamos. En cierta manera, lo que tú enseñas tiene mucho
sentido para mí, pero es muy diferente de lo que enseñan otros. Y algunas de
las cosas que dices parece que van un poco «más allá» en cierto sentido. porque
son muy diferentes de lo que me han enseñado toda la vida.
Estoy
confundido Ramtha. No sé a quién creer. ¿Cómo determino qué es realmente
cierto, qué es la verdad?
Ramtha:
Primero,
maestro, ¿qué quieres decir con el término «más allá»?
Estudiante:
Bueno,
lo que quiero decir es que uno tiene que estirar sus pensamientos para entender
o aceptar algunas de las cosas que tú dices.
Ramtha:
¿Dirías
tú que el infinito y el siempre jamás están «más allá»?
Estudiante:
Bueno,
sí, en cierto sentido.
Ramtha:
Entonces
mis enseñanzas van de hecho «más allá», porque ahí es adonde te van a llevar,
directo hasta los perímetros del siempre jamás. Ahora, dime, maestro, ¿qué no
es verdad?
Estudiante:
Bueno,
por ejemplo, la imaginación, la fantasía. Aquello que no se corresponde con la
realidad.
Ramtha:
¿De
verdad? ¿Qué son la imaginación y la fantasía?
Estudiante:
Pensamientos
que entretienes en tu mente, cosas que inventas en tus pensamientos.
Ramtha:
Y
cuando contemplas esos pensamientos, ¿no son reales? ¿No son una realidad en tu
conciencia? ¿No son una verdad en el pensamiento?
Estudiante:
Sí,
pero quizá lo sean solamente en mi mente. Ellos no se corresponden
necesariamente con la verdad de las cosas en la vida real.
Ramtha:
Sabes,
maestro, todos desean conocer cuál es la verdad. Pero si hay una verdad, ¿qué
son todas las demás cosas que también son realidad en conciencia?
¿Sabes
cuál es la verdad? Que no la hay. El no haberla significa que todas las cosas
lo son.
Todas
las cosas son verdad, maestro. No hay nada que no lo sea, porque todas las
cosas derivan del pensamiento, que es Dios. Y Dios no es un solo pensamiento
formulado; él es la realidad de todos los pensamientos.
Todas
las cosas son reales, porque a todas se les ha dado autenticidad a través del
pensamiento y tienen un propósito de ser. Lo que tú llamas imaginación y
fantasía son algo ciertamente real, pues ambas están constituidas de
pensamiento y propósito.
Estudiante:
¿Incluso
si no se corresponden con el mundo de afuera.
Ramtha:
El
mundo «de afuera», al que tú llamas «real», maestro, es sólo la ilusión y la
creación de la mayor realidad de todas, que es la realidad invisible llamada
pensamiento y emoción. ¿Cómo crees que todo su mundo «de afuera» llegó a
existir? Fue creado por la imaginación y la fantasía. Y una vez que se
convirtió en realidad en su forma material, incitó más imaginación y fantasía,
pues una cosa engendra a la otra, y las dos son de hecho reales.
Cada
cosa creada en el pensamiento, todo cuanto existe en la conciencia —se
manifieste o no en la forma llamada realidad material— es verdad, maestro.
Estudiante:
¿Por
grotesco que sea?
Ramtha:
Ciertamente,
entidad, porque sólo las actitudes determinan lo grotesco. Cada pensamiento que
contemplas en tu mente es verdad, porque está vivo en conciencia; y así, es
parte de la realidad más grandiosa llamada la mente de Dios, la plataforma
desde la cual emerge toda la vida.
Ahora
veamos, maestro, si podemos ayudarte un poco en tu confusión.
Dios el
Padre es pensamiento, la verdad de todo pensamiento. Y lo maravilloso de Dios
es que él, en verdad, carece de ley, porque si el Padre tuviera leyes estaría
limitado. Pero el Padre, al ser ilimitado, permite opciones a su
verdad y pensamiento ilimitados. El Padre les ha dado a cada uno de ustedes la
voluntad de aceptar y crear desde el pensamiento cualquier verdad que
complemente su propia individualidad, y así percibir la verdad de acuerdo con
sus deseos y su progresión única hacia la sabiduría. Y el Padre, la vida, se
convertirá en cualquier verdad que creen con el pensamiento, para que puedan
experimentar y entender esa verdad, esa dimensión de pensamiento llamada Dios.
La
verdad es sólo lo que un individuo percibe como tal. La verdad es una opinión,
una actitud, una creencia que se ha convertido en absoluta en el pensamiento
creativo. Sin embargo, la opinión de cada cual sobre cualquier cosa
diferirá, a menudo vastamente, porque cada uno ha formulado esa opinión
basándose en sus experiencias únicas y en el entendimiento o confusión que haya
obtenido en su alma, no sólo durante esta vida, sino durante todas las vidas
vividas antes que ésta. De esta manera, una entidad creerá que algo es verdad,
mientras otra quizás no. Ambos no pueden comprenderse mutuante, porque ellos no
han sido la misma persona, ni han tenido las mismas experiencias colectivas.
¿La
verdad de quién es la correcta? Las dos lo son. Las dos son verdaderamente
ciertas. Porque cada uno está expresando la verdad que su experiencia y
conocimiento le han permitido percibir. Pero si la verdad de alguien es que su
verdad es la única correcta, su entendimiento está limitado.
Cada
entidad creará y aceptará en su sueño —de acuerdo con su experiencia y su
propia necesidad, y con el propósito de realizarse a sí misma— cualquier verdad
que desee experimentar para su evolución hacia la sabiduría. Y con motivo de
dicha experiencia, cada cual buscará las fuentes de la verdad que apoyen lo que
él quiera creer. Por ello, habrá tantos grupos de verdad únicos como dioses
habiten este plano, pues cada entidad posee la voluntad, el derecho y la
necesidad de crear la verdad de diferente manera.
Entonces,
cualquier cosa que leas u oigas sobre un maestro es su percepción de la verdad,
como él la ve, como él la ha aprendido, como él la ha creado, como él la está
experimentando. Si tú tuvieras diez maestros ciertamente estarías en una gran
confusión, pues la verdad de cada uno sería diferente. Y ciertamente
encontrarías que la percepción de la verdad en uno y otro se amoldará a lo que
tú necesites en ese momento. Pero si, al mirarlos a todos, tratases de
distinguir quién está diciendo la verdad, te darías cuenta de que todos la
dicen. Lo que debes decidir es hasta qué grado quieres convertirte en una
verdad en particular, porque cualquier verdad que tú aceptes se convertirá en
una realidad experimentada en tu vida.
Hay
grandes maestros en su plano, y son magos de todo tipo, ya que pueden realizar
y manifestar milagros y maravillas. Pero ellos aún creen en la muerte, y por
eso, morirán. Incluso habiendo progresado inmensamente en su aprendizaje,
todavía no han extendido su comprensión más allá de las limitaciones de la
muerte, hasta el entendimiento de que la vida es realmente la continuidad del
ser. Así pues, si tuvieras que aceptar sus verdades como la única verdad, tú
también podrías convertirte en un mago, pero también morirías. ¿Lo ves?
Hay
verdad en todas las cosas, maestro, pero también hay refinamiento, porque cada
momento refina la verdad. Por eso Dios no existe en un estado de perfección,
sino más bien en un estado de transformación. Cada entidad progresa
continuamente en su entendimiento para abarcar una verdad más ilimitada. Y de
acuerdo con su entendimiento, momento a momento, esa será la verdad como él la
ve, como él la conoce.
Tomemos
una flor como ejemplo. ¿No es verdad que la flor es un capullo? Efectivamente.
Cuando la flor se abre, ¿es acaso mentirosa porque ya no es un capullo? No,
está en un estado de verdad progresiva. ¿Y es la flor mentirosa cuando caen sus
pétalos y dejan de existir? ¿Qué es entonces? Está en un estado más avanzado de
su verdad.
Cualquier
enseñanza que escuches o leas, cuya fuente divulgue leyes, o limite al hombre,
o divida al Ser en bueno o malo, o diga que Dios es una entidad singular en vez
del Ser de todo lo que es, cualquier enseñanza de este tipo procede de
entidades que simplemente han aceptado eso como su verdad y se sienten
obligados a darla al mundo. Esa es su verdad, maestro, y ellos no están
equivocados. Pero una verdad más amplia y refinada es que cualquiera que enseñe
que la vida es limitada en cualquiera de sus aspectos, no ha progresado en su
entendimiento tanto como otros lo han hecho. Pues, ¿acaso Dios es limitado? Si
lo fuera, maestro, la vida no sería siempre continua y tú ni siquiera tendrías
la opción de estar confundido.
Lo que
yo enseño es, ciertamente, una verdad maravillosa, pues ¿quién se atreve a
decir que Dios no posee leyes? Así no se lo puede utilizar para controlar y
esclavizar a otros. Porque el Padre, la suprema conciencia, existe,
verdaderamente, sin la limitación de leyes, juicios y finales. Cuando tú
progreses en tu verdad y abarques este entendimiento ilimitado, entonces
experimentarás y entenderás realmente el amor, la alegría y la continuidad que
el Padre es.
Cada
uno, maestro, sabe sólo hasta el grado en que lo desee y se lo permita. Y la
mayor parte del conocimiento en su plano está construida sobre el miedo, la
supervivencia y las polaridades del entendimiento; está construida sobre el
juicio y la separación de las gentes, sobre la creencia de que el hombre es una
criatura «caída» que no posee divinidad. Pero el hombre es Dios, maestro. Así
pues, juzgar al hombre es juzgar a Dios, limitar al hombre es limitar a Dios.
Separar al hombre de su divinidad, es robarle a Dios la divinidad.
Si lo
que tú lees o escuchas de un maestro limita tus procesos de pensamiento, está
de hecho limitando los procesos de pensamiento del Padre. Escucha lo que se
dice y cómo se dice. Si limita, separa o divide, entonces es una Verdad
limitada de una entidad que aún debe progresar hacia un entendimiento más
ilimitado.
Lo que
inevitablemente se aprende de todos estos maestros, es que únicamente tu eres
tu máximo maestro, porque sólo tú sabes qué es lo mejor para ti. ¿Cómo puede
alguna otra persona saberlo cuando ella está ocupada viviendo su propia vida y
valorando la verdad desde su propio punto de vista? Sólo tú puedes saber qué
experiencia necesita tu alma para tu propia realización. Sólo tú puedes ser el
dador de tu propia verdad, porque la verdad la ordena y establece uno mismo. Y
dicha verdad no se encontrará a través de entendimientos científicos o
intelectuales, sino más bien a través de un entendimiento emocional, pues la
verdad es un sentimiento, un saber interior, no es algo intelectual. Saber lo
que es verdad para ti es saber lo que tú sientes que es verdad.
Estudiante:
Pero,
Ramtha, ¿cómo puedes tú sentir que algo es verdad si no está apoyado por
hechos, o si es quizás contrario a lo que la ciencia ha descubierto como
verdad?
Ramtha:
Maestro,
nada puede probarse con lo que tú llamas hechos, pues los hechos cambiarán a
medida que el conocimiento de la humanidad evolucione y cambie. Todo es una
conjetura, porque la realidad está continuamente creándose y evolucionando por
medio del pensamiento y la emoción. Los hechos son sólo las manifestaciones
materiales corrientes de la conciencia colectiva, pensamientos colectivos
abrazados en la emoción por la totalidad de la humanidad.
La
prueba, maestro, está en los sentimientos, en la emoción, porque eso es lo que
dio realidad al hecho en primer lugar.
¿Cuál
es la máxima realidad, la máxima verdad? No son los hechos, maestro. Son los
sentimientos que te embargan al aceptar los hechos como realidad, como verdades
del pensamiento. Ese es el auténtico hecho: la emoción, que es la más grande de
las realidades. Ahí es donde yace toda la verdad. Cualquier cosa que elijas
creer, maestro, así será. Entonces, elige ahora lo que sea apropiado para ti,
lo que desees creer.
Estudiante:
Pero,
Ramtha, yo no entiendo cómo puede ser eso. Por ejemplo, en los tiempos en que
la mayoría de la gente creía que la Tierra era plana, si la mitad de los
marineros de un barco creía que la Tierra era redonda y la otra mitad que era
plana, y partían mar adentro, ¿qué le pasaba al barco?
Ramtha:
Los que
pensaban que era plana, maestro, se tiraban por la borda. El «cielo» prohibía
que se probara su error. Los que pensaban que era redonda continuaban el viaje.
¿Ves?
Aquellos
que creían firmemente que la Tierra era plana nunca se aventuraron hasta sus
confines para descubrir algo diferente, pues estaban seguros de que era plana.
Los que creían que era redonda navegaron a su alrededor una y otra vez. Y
estaban convencidos de que era redonda. Sin embargo, no sabían que de hecho no
es redonda. Es más bien achatada, como a punto reventar, es plana por arriba y
por abajo; y además es hueca. Pero aquel que cree firmemente que es sólida,
nunca conocerá otra cosa, pues nunca concebirá ir al interior de la Tierra para
descubrir algo diferente. Eso porque su entendimiento es limitado, sin embargo,
sigue siendo verdad.
Sé
ilimitado en tu verdad, maestro. Sabe que tu mundo es redondo. Pero si deseas
ser aún más ilimitado, sabe que es plano por arriba y por abajo. Y para ser
incluso más ilimitado, entidad, sabe que el centro de tu Tierra está habitado.
¡Pero ve e intenta decirles esto a tus científicos!
Si lo
que tú crees es de forma limitada, esa es tu verdad, y es correcta y precisa.
Si crees de forma ilimitada, esa será tu verdad, correcta y precisa. Pero si
estás buscando algo en qué creer, no creas en ninguna de las dos. ¡Cree en ti!
No existe entidad, cosa o realidad que sea más grande que tú, pues tú eres el
dador de toda verdad, el creador de todas las realidades, y quien dispensa las
leyes dentro de tu reino.
Ahora,
lo que yo diría a cualquier entidad es esto: ve y aprende de tus maestros o tus
religiones hasta que te aburran o ya no tengan sentido. Entonces busca la
respuesta que sientas correcta dentro de tu alma. Tu alma sabe cuál es la
verdad y ella te lo dirá a través de los sentimientos. Cuando la verdad se
siente bien, esa es tu alma regocijándose, porque la máxima verdad es la
libertad ilimitada, aquello que te permite experimentar cualquier verdad que
desees.
La
verdad es una limitación, maestro. Decir que algo es verdad indica que existe
la falsedad. Pero en un entendimiento mayor no hay ni verdad ni falsedad, sólo
el Ser de la vida, siempre continua y en evolución. La vida es la única
realidad, y de ésta emerge toda la verdad, pues la verdad se crea y se
desarrolla cada momento mediante cada pensamiento que tú tienes. Así, en
cualquier momento puedes cambiar de opinión y pensar algo diferente, y ambas
cosas son verdad, ambas son principios reales, pues las dos son opciones para
el entendimiento emocional.
No hay
otra realidad más que la vida y las opciones. Cuando comprendes que todo es
verdad y al mismo tiempo nada lo es, que sólo existe el Ser, entonces
puedes percibir que la verdad es cualquier cosa que tú determines que sea. Y
será absoluta siempre que tú lo reconozcas como tal. En el momento en que no
reconozcas ni le des crédito a esa verdad, ya no será real. Por eso este es el
plano de las realidades creativas.
Cualquier
verdad que crees en tu vida, sabe que también puedes cambiarla. Lo que te
permite ser soberano es saber que puedes ser y convertirte en cualquier cosa
que quieras, y que tienes la capacidad de cambiar tus planes en cualquier
momento que lo desees.
¿Cuánto
tiempo necesitas para sentirte feliz? Sólo lo que tardes en pensar felicidad, y
empezarás a resplandecer. ¿Cuánto tiempo necesitas para sentirte desesperado?
Sólo lo que tardes en pensar la desesperación, y te convertirás en ella. ¿Cuál
es la verdad que subyace en esto? Que tú tienes la opción de convertirte en una
u otra en cualquier momento, y que puedes cambiar tu expresión siempre que lo
desees. Esa es la libertad con la que el Padre te ama. Cuando conozcas esta
verdad dentro de tu ser, trascenderás tu limitación hacia tu divinidad. Y
mientras otros se dejen gobernar con leyes, morales e ideales, tú serás una entidad
libre, porque no pertenecerás a ninguna verdad más que a la tuya propia.
Solamente
recuerda esto: todo aquello en lo que creas, es. Siempre que creas en una cosa,
se convierte en verdad en una realidad emocional dentro de tu ser. Es por eso
que todo el mundo está siempre en la cima de la verdad, no importa cuál sea su
punto de vista. Tu realidad creativa será siempre diferente de la de todos los
demás. Y cuando a otros les resulte completamente imposible ver tu realidad,
será sólo porque están inmersos en las ilusiones de la suya propia.
Cuando
entiendas que la verdad es y puede ser todas las cosas, es porque habrás
experimentado todo sin limitarte. Entonces podrás participar activamente en todas
las experiencias y tener conocimiento de ellas. Entonces serás libre, porque ya
no estarás esclavizado por los conceptos o el entendimiento intelectual que
dicen «así son las cosas», cuando lo que son, es verdaderamente todo aquello
que pueda ser definido en pensamiento.
Esta
verdad que te doy, maestro, proporciona un estado del ser más ilimitado, porque
en su virtud y contexto abarca la verdad de cada uno, y permite que todas las
verdades coexistan en armonía. Cuando abraces este entendimiento, entonces
podrás decirte a ti mismo: «En la verdad que expreso, soy polifacético. No soy
una verdad, sino todas las verdades». Entonces ya no estás inhibido en tu flujo
creativo o enclaustrado en una forma única de vivir y de ser.
Sé
quién eres, no bajo la dirección de Ramtha o Buda o Jeshua, ni ningún otro
maestro, pues ninguno puede enseñarte sobre tu propia divinidad; ellos sólo
pueden enseñarte sobre la suya. Para culminar tu destino debes llegar a ser
quien eres, y lo que tú solo eres. Si tratas de vivir de acuerdo con el plan de
vida de otro, nunca te convertirás en eso. El único camino por el cual llegarás
a entender quién eres, y ese fuego que vive dentro de ti, es el de la verdad de
tu propio entendimiento emocional.
Ama lo
que eres decididamente. Y escucha a Dios dentro de ti, que te habla en un tono
muy sutil. Se llama sentimientos. Los sentimientos, si los escuchas, te
hablarán de tu verdad y de tu camino hacia la iluminación.
Vive la
verdad que sientes dentro de ti. Vívela y manifiéstala para que dé testimonio
de tu gloria. Cuando lo hagas, entonces habrás valorado, vivido y entendido la
vida desde tu propio punto de vista, y tal como tú la percibas estará bien. Sé
tu propio instructor, tu propio salvador, tu propio maestro, tu propio Dios.
Cuando contemples
la simplicidad de esto, ello te llevará hasta la libertad de entender. Entonces
no te quedarás atrapado intentando determinar lo que es verdad y lo que no lo
es, lo que es real y lo que es una ilusión. Cuando empieces a apartarte de las
leyes de los dogmas religiosos y las creencias, y dejes de esforzarte por vivir
la verdad de otro, entonces serás libre de expresarte a ti mismo y experimentar
las cosas que tu alma te pide, para que puedas satisfacer cualquier
conocimiento o entendimiento que no poseas. Y de esta manera, por medio de la
experiencia y la emoción, tú, a tu propio y singular paso, te conviertes en
Dios, momento a momento. ¿Y dónde va a concluir tu eternidad? En ningún lugar,
pues tú eres continuo para siempre.
Cuando
aprendas que cada momento en que vives estás refinando tu propio Yo dogmático,
y te permitas hacer eso sin culpa ni juicio, entonces, un día te convertirás en
la verdad de todo pensamiento, la plataforma de la cual brota toda la vida.
Pero no puedes convertirte en esto hasta que no te apartes de la conciencia
colectiva del hombre —con sus leyes, ideales e identidad, de masa— y te
permitas ser el Ser de tu propia verdad, de tu propio e intencionado Yo.
Durante
mucho tiempo el hombre se ha separado de su divinidad al suprimir enteramente
sus opciones y crear leyes en su lugar. Pero los vientos de cambio están
llegando a este plano para traer una novedad, un discernimiento en cada uno, un
desbancamiento de lo que ha sido considerado como absoluto. Estoy complacido de
que hayas venido para ser parte de ello, pues tu vida será mucho más gozosa
desde este día en adelante. Porque, ¿a quién tendrás que dar explicaciones? A
nadie, sino a ti mismo. ¿Y qué es la verdad? Todo aquello que el Yo decrete
como tal, ya que todo lo que creas, así será; y en todo lo que creas, te
convertirás. Si sabes eso, enseñarás a muchos, solamente por la manera como
vivas.
Nunca
busques la verdad, simplemente sé. Siendo, eres uno con universos infinitos.
Estudiante:
Tengo
mucho que contemplar.
Ramtha:
Ciertamente,
maestro. ¡El Ser! Que así sea
* * *
Estudiante: He
estado practicando la astrología durante muchos años y deseo saber si hay algo
que puedas decirme que me ayude a ser más efectivo con mis clientes.
Ramtha:
En
primer lugar, maestro, dime por qué te deleitas en esta práctica.
Estudiante:
Porque
creo que las estrellas y los planetas ejercen una influencia en nuestras vidas,
y que al estudiarlos podemos conocer y entendernos mejor a nosotros mismos y
nuestro destino.
Ramtha:
¿Sabes,
maestro? El hombre siempre ha observado fijamente el misterio silencioso de las
estrellas en los cielos en busca de su tierra natal, porque él sabe,
instintivamente dentro de sí mismo, que viene de un lugar mucho más grande que
la cabaña en que nació. Cuando el hombre empezó a investigar las luces del
cielo nocturno, descubrió, para su sorpresa, que se movían; y al tiempo que
éstas se movían las estaciones se movían con ellas. Y cuando observó un poder
en ellas que no podía controlar, supuso que su movimiento también debía ser
responsable de las suertes y desgracias que acontecían en el reino del hombre.
Muchos
sabios y profetas han usado esta poderosa fe en las estrellas para gobernar y
dominar imperios. Y si sus profecías de peligro se volvían realidad, ¿quién era
el responsable? Ciertamente no lo era el vidente. Entonces debían ser las
«condenadas estrellas» las que causaban que aquello ocurriera. Sin embargo, las
estrellas, en su silencio, nunca han sido capaces defenderse y proclamar su
inocencia.
Yo te diré
esto, maestro: cada uno de los que estamos aquí es un dios que fue creado con
libre albedrío. Y en el comienzo, ustedes, los seres de luz, como entidades
soberanas, usaron esa voluntad libre para crear las estrellas, los planetas y
todos los universos, visibles e invisibles. Ustedes son también los dioses que
más tarde crearon los cuerpos que poseen, y éstos son mucho más grandiosos que
cualquier universo. Ustedes son, en este preciso momento, los mismos dioses que
aún poseen la misma y poderosa creatividad que poseían al principio. Y en todos
estos eones de tiempo nunca han creado nada que los controle, a menos que crean
que lo hace. Y aun así, siguen siendo quienes controlan su vida, porque al
haber aceptado la creencia de que están controlados por algo fuera de su ser,
han permitido que así sea.
Hay
muchos que creen en la astrología. Y ésta posee, de hecho, su verdad, ya que es
aceptada como tal. Pero llévala un poco más lejos y pregunta: «¿Quién es el
dador de esta verdad?» «¿Cómo pueden las estrellas y los planetas en su
movimiento ser más poderosos que los dioses que los crearon en primer lugar?»
Lo que
tú eres, maestro, nunca podrás descubrirlo basándote en los movimientos de tus
cielos. Y con respecto a los movimientos de los planetas y las estrellas
determinando nuestro destino, esto no es así. Porque si esto fuera verdad, ¿qué
serían los sueños, la imaginación, la creatividad o la vida misma?
En cada
una de tus vidas sobre este plano naciste bajo un gran número de estrellas,
todas ellas brillando en aquel momento. Decir que tu destino está controlado o
influenciado por unas pocas y escogidas, no sólo carece de sentido, sino que
además te roba la libertad e inocencia de expresar tu vida y el Dios que tú
eres.
Los
dioses han creado muchos juegos, y la astrología es uno de ellos. Y a veces es
un juego muy peligroso porque infunde en la entidad un miedo al futuro y
predetermina sus futuros días de emoción. Todos los que piensan que los
astrólogos poseen una inteligencia sabia que lo conoce todo, están literalmente
poniendo sus valiosas vidas en las manos de otro, y yo no estoy de acuerdo con
eso.
Así
como su astrología, también son juegos su dogma religioso, su política, su
mercado, y cualquier cosa que permitan que los esclavice de manera que puedan
jugar al juego de la supervivencia.
Aquellos
que practican la astrología son verdaderamente hermosos en su sincera
preocupación por los demás y su deseo de ayudarlos. Y estudiar las estrellas es
algo maravilloso, pues ellas son hermosas en su movimiento y encantadoras en su
misterio. Pero si basas tu vida en ellas, maestro, no eres más grande que los
gases que las forman.
La
astrología es sólo una herramienta; es sólo un juego. La auténtica verdad viene
de la entidad que abre la boca para decir: «¡Ah! He determinado lo que tu
futuro traerá», porque lo ha visto en el campo electromagnético que rodea a la
entidad para quien está haciendo esto. Si dejaras de lado el juego y le dijeras
al cliente estas mismas cosas, ciertamente se asombraría. Pero por supuesto, no
sería tan fascinante como decirle que cierta estrella tiene la culpa, y que él
es parte de algún plan cósmico y divino. Así ocurría con los sabios de la
antigüedad, que miraban a través de bolas de cristal, encendían fuegos, miraban
fijamente el agua, producían explosiones, bebían vino y elixires y toda clase
de cosas, sólo para comunicar una verdad haciéndola más aceptable.
El
hombre siempre ha mirado fuera de sí mismo para encontrar respuestas y razones
a su suerte y a su destino. Siempre ha sido más cómodo echar la culpa a las
estrellas silenciosas, al gobierno de algún rey, o a la «voluntad de Dios», que
mirar hacia dentro, al creador de los universos. Siempre ha sido más fácil
buscar sacerdotes, profetas y videntes para pedirles orientación, que creer que
uno mismo es lo suficientemente sabio para ser el dador de ella.
Mientras
sigas mirando fuera de ti mismo en busca de razones y respuestas, nunca oirás a
la voz que tienes dentro, el dador de toda verdad y el creador de todo lo que
existe, siempre estarás en manos de creencias supersticiosas y razonamientos
extraordinarios que no te permitirán ver el increíble poder y el infinito
entendimiento que realmente posees.
Tú,
maestro, eres una entidad soberana capaz de aceptar y crear cualquier verdad
que desees. Puedes convertirte en el maestro de tu reino o ser su esclavo, lo
que desees experimentar. Cuando te des cuenta de que cada ser es el auténtico
creador y director de su vida, el diseñador de su destino, quizás tomes ese
mismo entendimiento y crees para ti mismo una vida más ilimitada. Y eso será
algo grandioso para tu ser.
Cuando
estés jugando con tus juegos, recuerda quién los creó. Y recuerda que el mismo
creador, que puede volverse vulnerable a cualquier cosa que él desee, puede, en
un instante, cambiar todo lo que no le guste y una vez más tomar las riendas de
su vida.
Ahora,
deseo decirte algo en relación con el juego de la astrología: los astrólogos
basan sus «casas astrológicas» en doce; sin embargo hay catorce. Existe un
planeta que es considerado como una estrella, pero es más bien una nebulosa. Es
un planeta hermoso y muy luminoso, que ha estado aquí durante mucho tiempo. Esa
es otra casa. Y en la cuna de su órbita solar ya se está formando un nuevo
planeta, que surgió hace varios miles de años cuando las llamas del sol eran
grandes. Con esto, maestro, son catorce. ¿Cómo pueden los astrólogos ser tan
precisos cuando se equivocan por dos casas enteras?
Cuando
hagas tus lecturas, maestro, deseo que hagas lo siguiente: después de haber
conjurado y planeado y todo eso, cuando la lectura haya terminado, diles que
los universos no son nada sin ellos; que sin ellos no habría tales cosas como
las estrellas o los planetas. Eso es todo lo que tienes que decir. Ellos nunca
olvidarán lo que les has dicho, porque les molestará, los animará y los hará
arrogantes.
Me
complace que hayas venido aquí. Tú aprenderás profundamente de esta audiencia.
Muchos de los que vienen aquí, no abrazan las verdades ilimitadas que yo
enseño, pues no todos están deseosos de libertad.
Pero
está bien. Ellos siguen siendo amados, están en lo cierto, y siguen siendo
Dios, el creador de todas las realidades.
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