El
hijo de un viejo granjero chino deja la verja del establo abierta y su caballo
se escapa. Ahora no tiene nada; es un completo indigente. Todos sus vecinos le
dicen “Qué mala suerte la tuya”. Él dice:“Puede ser, puede ser”.
Al
día siguiente el caballo vuelve al establo encabezando a un grupo de dieciséis
caballos salvajes que le siguieron desde las montañas. El hijo cierra la verja
del establo, y ahora el granjero tiene diecisiete caballos y se convierte en el
hombre más rico del pueblo. Entonces todos los vecinos le dicen: “Parece que al
final fue un golpe de suerte que el caballo se haya escapado”. El dice: “Puede
ser, puede ser”.
Al día
siguiente su hijo intenta domar a uno de los caballos. El caballo le tira y se
rompe una pierna. Ahora no puede ayudar a su padre con la granja. El invierno
se acerca y el anciano se encuentra con un serio problema. Todos los vecinos
vuelven otra vez y le dicen: “!Oh! en el fondo fue un error. Ahora tienes los
caballos pero no tienes a tu hijo para que te ayude, y ésta es una situación
terrible”. El padre respondió: “Puede ser, puede ser”.
Al
día siguiente aparece el ejército y recluta a todos los jóvenes del pueblo para
luchar en una guerra suicida. Es posible que ninguno de ellos regrese a casa.
Sin embargo no reclutan al hijo del granjero porque tiene la pierna rota. Así
que los vecinos vuelven a comentar la buena suerte que ha tenido. Nuevamente el
granjero contestó: “Puede ser, puede ser”.
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