La
comida que entra en nuestro organismo no es más importante que las palabras
que brotan del corazón y alma del individuo. Lo que comes y lo que piensas
constituye al individuo de manera equitativa.
Cualquier
alteración interna, que es el problema esencial, nos hace enfermar porque no se
alcanza la consciencia de la paz como un estado constante de la mente. La unión
con Dios o la meditación, que es lo mismo, crea paz en nuestro cuerpo y por
tanto facilita siempre el proceso de curación.
Por muy
pequeños que sean nuestros progresos, lo más importante es saber valorarlos, es entonces cuando se vuelven poderosos. Debemos valorar siempre lo que somos capaces de
hacer, en lugar de lamentarnos por lo que no hemos conseguido. La felicidad
real y duradera no proviene de circunstancias materiales ni externas, sino de
la satisfacción y la fuerza mentales. La felicidad y el sufrimiento dependen de
la mente y, por tanto, buscan la felicidad en la propia mente. Como
comprenden que las causas de la felicidad están dentro de nosotros, no confían
en las fuentes externas. Si entendemos esto, aunque nos enfrentemos a problemas
provocados por otros seres o por una causa física, ninguno de ellos conseguirá herirnos.
No te
abandones a la pena, no te atormentes con tus problemas. La alegría del corazón
es vital para todos, la alegría es lo que alarga la vida. Deja de lado tus
preocupaciones, consuela tu corazón y aleja de ti la pena, pues la pena ha sido
la desgracia para muchos y a nadie le hace ningún bien. Los celos y la ira
acortan tu vida, y las preocupaciones te hacen envejecer prematuramente. El que
tiene un corazón afable se convierte en un gourmet, alguien que sabe bien cómo disfrutar
de una buena comida.
Desgraciadamente,
muchas personas necesitan pasar por la experiencia del sufrimiento para
interesarse por las soluciones espirituales. Es muy difícil practicar el camino
del bienestar cuando nos encontramos cara a cara con situaciones difíciles. Por tanto, es importante practicar los ejercicios espirituales para estar
preparados cuando surjan circunstancias desfavorables en nuestro camino .
Si tu
cuerpo está recto, tus canales estarán rectos. Si tus canales están rectos, tu
mente estará recta.
Para
llegar al niño interior que hay dentro de nosotros también podemos practicar actividades
infantiles, como jugar al yoyó, saltar a la cuerda, hacer juegos malabares o
contemplar los árboles, las flores, el agua y la belleza de la naturaleza.
Podemos contemplar el cielo nocturno y las estrellas con la admiración que
sentíamos cuando éramos niños, y disfrutar de la magia de la noche como
hacíamos entonces. Esas sensaciones pueden ser nuestras ahora que nos hemos
convertido en adultos si las atraemos hasta el momento presente. Eso nos
ayudará a olvidar las preocupaciones por un tiempo y a sumergirnos de nuevo en
el útero de la infancia. Pasar algún tiempo a solas con la naturaleza, sobre
todo observando el espacio infinito del cielo desde la cima de una montaña, nos
ayudará a hacer que la mente sea más espaciosa. Pero la forma más eficaz es el contacto directo con nuestro interior a través de la oración, por ejemplo, o la meditación consciente. Si uno no profesa ningún tipo de religión, tiene por supuesto opción a la versión laica de la misma, que no es otra cosa que expresar, ya sea para nuestros adentros o en voz alta, aquellos sentimientos felices y alegres en palabras propias.
Cuando
hables, hazlo con calma, pertinencia, claridad y simpatía, sin deseo ni
aversión, en tono moderado y sin extenderte demasiado. Cuando mires, hazlo con
amabilidad y sinceridad, pensando: Si confío en esta amable persona, alcanzaré
la iluminación.
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