No eres
quien crees ser y nada de lo que crees saber es como crees que es. Suena duro?? A menudo lo es. ;)
La
verdad de quien eres no puede ser pensada, porque es la fuente de todo
pensamiento. La verdad de quien eres no puede ser nombrada o definida. Aunque
palabras como alma, luz, Dios, verdad, yo, conciencia, inteligencia universal o
divinidad son capaces de evocar la dicha de la verdad, son muy inadecuadas para
describir la inmensidad de quien verdaderamente eres.
Comoquiera
que te identifiques a ti mismo: como hijo, como adolescente, como madre, padre,
anciano, persona sana, persona enferma, persona sufridora o persona iluminada,
siempre, detrás de todo eso, está la verdad de ti. No es algo ajeno a ti. Está
tan cerca que no puedes creer que eso eres tú. Cargas con los condicionamientos
de tus padres, de las culturas y religiones como si fueran tu realidad, en
lugar de ver eso que siempre ha estado contigo, incluso más cerca que el latido
del corazón, más cerca que cualquier pensamiento, más cerca que cualquier
experiencia.¿Quién eres realmente? ¿Cómo sabes que eso es lo que eres? Cuando
dices que eres una persona, lo sabes porque te lo han enseñado. Cuando dices
que eres bueno o malo, ignorante o iluminado, se trata sólo de conceptos
mentales. Te olvidas de todos ellos cada noche cuando te vas a dormir.
Cualquier cosa que pueda ser olvidada nunca te aportará certeza. En un instante
de verdadera y sincera autoindagación, lo que no puede ser olvidado ni
recordado se rebela a sí mismo como tu ser. Lo único que se necesita es que
dejes de intentar encontrarte en una definición.
Al
dirigir la atención a la pregunta ¿quién soy yo?, tal vez veas una entidad que
tiene tu rostro y tu cuerpo. Pero ¿quién es consciente de esa entidad? ¿Eres el
objeto, o eres la conciencia del objeto? El objeto viene y va. El padre, el
niño, el amante, el abandonado, el iluminado, el victorioso, el vencido…; todas
estas identificaciones vienen y van. La conciencia de estas identificaciones
está siempre presente. La identificación errónea de ti mismo como un objeto en
la conciencia conduce a un placer y a un dolor extremos, y a interminables
ciclos de sufrimiento. Cuando estás dispuesto a detener la identificación y a
descubrir directa y completamente que tú eres la conciencia misma, y no a esas
definiciones perecederas, la búsqueda de ti mismo acaba.
Cuando
la pregunta ¿quién? es seguida con inocencia, con pureza, remontando todo el
camino de vuelta hasta su fuente, se produce una enorme, sobresaliente
realización: ¡Allí no hay, en absoluto, ninguna entidad! Sólo hay un
reconocimiento indefinible e ilimitado de que eres inseparable de todo lo
demás.
Eres
libre. Estás completo. Eres ilimitado. No hay fondo en ti, no hay frontera en
ti. Cualquier idea respecto a ti mismo aparece en ti y vuelve a desaparecer en
ti. Tú eres atención y la atención es conciencia. Deja que toda autodefinición
muera en ese momento. Deja que todas las definiciones se vayan y mira lo que
queda. Mira lo que no nace y lo que no muere. Siente el alivio de dejar caer al
suelo la carga de definirte a ti mismo. Experimenta la no-realidad de la carga.
Experimenta la alegría de estar aquí y descansa en la paz interminable de tu
verdadera naturaleza.
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