La posibilidad
de poder incorporar la conciencia de la luz y la energía a todos los aspectos
de nuestra vida, puede convertirla en un ciclo de curación.
Un
ejercicio que todos podemos practicar, sea cual sea el carácter o la habilidad
para meditar, consiste en apreciar la luz de la naturaleza: el amanecer, los
sutiles cambios de luz que se producen a lo largo del día y en las diferentes épocas
del año, las hermosas puestas de sol, la luz de la luna y las estrellas, el débil
resplandor de un día nublado.
También
podemos cultivar una conciencia de luz pura y absoluta en nuestro entorno
personal, por lo menos en un plano conceptual. Mientras realizamos las actividades
cotidianas, la conciencia de la luz universal puede proporcionarnos seguridad y
fuerza.
Así,
cuando te sientes no lo hagas como si fueras una piedra. Siéntate relajadamente,
pero mantente alerta, sintiendo y agradeciendo la luz y la energía, como si
fueras una llama que irradia luz.
Cuando
pienses, no lo hagas con la mente ofuscada, con deseo ni aversión. Sé consciente
de la luz mental, que puede inspirar la claridad de la amplitud y la serenidad.
Cuando
hables, hazlo en un tono que no sea ni agresivo ni débil. Al igual que la luz y
la energía, tu voz puede ser fuerte, clara y dulce.
Cuando
camines, no lo hagas como un títere de carne, nervios y huesos, del que tiran
en varias direcciones las cuerdas de la fascinación o el deseo. Si sientes la
presencia de la luz y la energía curativa, podrás caminar alegrándote de ellas.
La conciencia de la luz te permitirá dotar a tus movimientos de energía y elegancia.
Disfruta del sentimiento de estar vivo, y abre tu cuerpo en una postura recta y
relajada. Respira libremente y deja que la energía brille. Sin exagerar los movimientos,
siente que estás libre del peso de las preocupaciones. Tal vez notes que das
leves pero alegres saltos al andar, como un astronauta que pasea sin esfuerzo
por la superficie de la luna.
Cuando
toques un objeto, no lo hagas como un robot que coge una herramienta.
Acerca
la mano a él como si la energía curativa emanara de ella, y toca el objeto sin
olvidar que él también es una fuente de luz.
La luz
no sólo está dentro de nosotros, sino también a nuestro alrededor.
Aunque
la luz absoluta está más allá de los conceptos y las imágenes, podemos sentir o
imaginar la luz relativa y descubrirla en el aire que nos rodea, continuamente.
Todos los movimientos y pensamientos pueden estar en comunión con un mundo de
luz. Hasta el más ligero movimiento de un dedo puede significar el
entretenimiento, el disfrute y la celebración de la luz y la energía.
Al
igual que ocurre con la meditación sobre la luz, a veces la conciencia de la luz
en nuestra vida cotidiana produce una sensación como de estar flotando. En ese
caso imagina que la luz de tu cuerpo, o sólo la de tus pies, es una luz pesada.
Siente que tu cuerpo pesa lo suficiente para no flotar y que tus pies tocan firmemente
un suelo sólido.
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