Cuenta
una antigua alegoría Judía, que una vez un hombre muy rico fue a pedirle un
consejo a un rabino.
El
rabino le tomó de la mano, lo acercó a la ventana y le dijo “mira”.
El
rico miró por la ventana a la calle.
El
rabino le preguntó ¿qué ves?.
El
hombre le respondió: “veo gente”.
El
rabino volvió a tomarlo de la mano y lo llevó ante un espejo y le dijo: “qué
ves ahora”.
El
rico le respondió: “Ahora me veo yo”.
El
rabino le contestó: “¿Entiendes?”. En la ventana hay vidrio y en el espejo hay
vidrio. Pero el vidrio del espejo tiene un poco de plata.
Y
cuando hay un poco de plata uno deja de ver gente y comienza a verse solo a sí
mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario