Está claro que muy a
menudo la infelicidad aborda las vidas de las personas de manera implacable.
Pero esto es totalmente evitable, ya que solo es necesario tener un poco más de conocimiento para poder comprender nuestra vida de una forma distinta y, por supuesto, mucho más eficaz. Espero que os agrade y sobretodo os sea muy útil.
Pero esto es totalmente evitable, ya que solo es necesario tener un poco más de conocimiento para poder comprender nuestra vida de una forma distinta y, por supuesto, mucho más eficaz. Espero que os agrade y sobretodo os sea muy útil.
Lo que sigue es el secreto de los secretos, o los pasos poderosos que puedes dar para que tu vida sea más gozosa, más pacífica,
más realizada, más emocionante, más satisfactoria y más divertida.
Sin duda, la
humanidad puede ser más feliz que Dios. Esto se producirá después de la
segunda gran reforma de las religiones de la humanidad. No te desanimes. Está
de camino. Va a producirse, más bien pronto que tarde. De hecho, podría tener
lugar en un plazo de apenas una docena de años, o quizá un poco más, en función
de las circunstancias del mundo.
El mundo está
perdiendo la paciencia consigo mismo. Sus habitantes ven que el camino que
llevamos, que el modo en que estamos co-creando la vida sobre la tierra, no es
sostenible. Ven también que son muchas de nuestras creencias más fundamentales
acerca de Dios y de la vida (aunque desde luego que no todas) las que están
provocando nuestras conductas disfuncionales. Por eso puedes esperar un cambio
importante de nuestra experiencia religiosa, que se transformará, en un futuro
no muy lejano, en lo que yo he llamado la Nueva Espiritualidad.
Mientras tanto,
puedes ser muchísimo más feliz de lo que has sido nunca a nivel personal... por
muy feliz que hayas sido!!
He aquí diecisiete
pasos que te pueden llevar hasta allí.
1. Pon fin a la
Teología de la Separación
Trabaja tu propia
vida y tu sistema personal de creencias para eliminar todo pensamiento de
separación de Dios. Libérate de esa teología, sin más.
La Teología de la
Separación es una teología que se empeña en que nosotros estamos «aquí» y Dios
está «allá». Su doctrina nos dice que Dios nos separó de Él en castigo por
nuestros pecados, y que nuestra tarea consiste ahora en volver a Dios, lo cual
sólo es posible si Dios lo permite; y sólo lo hará si obedecemos sus
mandamientos, si seguimos sus leyes y si nos sometemos a su voluntad. En
resumen, debemos hacer Lo Que Dios Quiere.
Esta Teología de la
Separación ha producido una Cosmología de la Separación (es decir, una manera
de entender la vida en este planeta con la separación como principio básico),
que ha producido, a su vez, una Sociología de la Separación (es decir, una
manera de socializar nuestra especie que nos exige comportarnos como seres
separados, al servicio de nuestros respectivos intereses separados), que ha
producido una Patología de la Separación (es decir, una conducta patológica que
produce sufrimientos, conflictos, violencia y muertes a nuestras propias
manos).
Nuestra Patología de
la Separación sólo se curará cuando nuestra Teología de la Separación se
sustituya por una Teología de la Unidad. Debemos llegar a entender que toda la
vida es Una. Éste será tu primer paso, y es el primero de mi lista. Es el
principio del fin de cómo son las cosas ahora. Es el comienzo de una creación
nueva, del hacer realidad la próxima versión, la más grandiosa, de la visión
más grande que hayas tenido nunca de Quién Eres. La Verdad Callada nos revela
que la Unidad no es una característica de la vida... sino que la vida es una
característica de la Unidad.
La vida es la
expresión de la Unidad Misma. Dios es la expresión de la Unidad Misma. La Vida
y Dios son Uno. La Unidad es Dios y la vida. Es un círculo.
Cuando hemos
entendido esto, vemos a Dios en todos y en todo. Incluso en nuestros yos
divinos. Vemos claramente que somos Dios diosando. Es decir, Dios en el acto de
recrearse a sí mismo. Dios, y la vida, evolucionan. Dios no permanece nunca
igual, sino que se hace mayor y más de lo que es Dios a cada momento.
Dios es más de todo
ahora mismo que lo era hace un nano-segundo. Cuando resolvamos nuestro propio
caso de «error de identidad», cuando nos identifiquemos con Lo Que Es Dios,
entonces seremos tan felices como Dios.
Pero, ahora, atiende
a lo siguiente. Si empleamos el término «Dios» para indicar la Divinidad
Colectiva, y el término «tú» para indicar la individualización de la Divinidad,
y si llega el día en que tú hayas elevado tu consciencia hasta un nivel en que
seas más feliz que muchas otras individualizaciones...; bueno, pues entonces
serás más feliz que «Dios».
La individualización
que eres «Tú» tendrá una consciencia más elevada que el número máximo de otras
individualizaciones de la Divinidad que llamamos «Dios», del mismo modo que
otros mensajeros, avatares y maestros anteriores (Buda, Moisés, Jesús, Mahoma y
otros más) tuvieron la experiencia de la elevación de sus propias Consciencias
Individualizadas por encima del nivel de la Consciencia Colectiva. Entonces
asumieron la misión de elevar la Consciencia Colectiva de la humanidad para que
la Totalidad Que Es Dios pudiera evolucionar todavía más, expandiéndose más aún
en la consciencia y en el autoconocimiento total. Eso es lo que hacían ellos
aquí.
Toda vida es divina,
y cuando tratemos a toda vida como divina, lo cambiaremos todo. Pues ¿cómo es
posible que un solo aspecto, que una sola Individualización de la Divinidad sea
completamente feliz mientras alguna otra Individualización sea completamente
infeliz? La respuesta es que no es posible. Y así nos elevaremos unos a otros,
para que todos podamos vivirnos a nosotros mismos siendo «más felices que
Dios».
«He venido para que
podáis tener vida y con mayor abundancia», dijo un Maestro. Y el
Maestro-Que-Hay-En-Ti dirá un día lo mismo. Cuando la tierra se transforme de
este modo, persona a persona, ya no morirán niños de hambre. No habrá millones
que sufran opresión. Las naciones ya no lucharán contra las naciones. Cuando
tratemos a todos como Divinos, ya no habrá guerras.
2. Mantente en contacto con quien eres
Recuerda que tú no
eres tu cuerpo sino un alma que realiza con el cuerpo un viaje de gozo.
Recuerda que tu alma es una parte eterna de Dios. Recuerda que
Dios y tú sois Uno.
Después, ten bien claro lo que es más importante para esa Individualización de
la Divinidad que se está manifestando como Tú, aquí mismo, ahora mismo. Trátalo
todo y trata a todos como si estuviera y estuvieran sintonizados perfectamente
con todo y sincronizados perfectamente con el programa de trabajo de tu alma.
Entiende que, por ser
Quien Eres, nada puede hacerte daño, y no necesitas nada para ser absolutamente
feliz en este cuando/donde de tu existencia eterna.
Lo que te digo aquí
es que te veas a ti mismo como a un Ser Espiritual con cuerpo, con la misión
sagrada de la autorrealización y de la auto-creación. Empieza por darte cuenta
de Quién Eres de Verdad; después, re-créate a ti mismo en la próxima versión,
la más grandiosa, de la visión más grande que hayas tenido nunca de ese Quien
Eres. Tu tarea diaria, que no es tan difícil como puede parecer al principio,
es la siguiente: Recuerda tu identidad. Retén tu identidad. Recrea tu identidad.
Recuerda tu identidad
contra todos los indicios que indiquen lo contrario.
Retén tu identidad
ante todas las situaciones que tiendan a negarla.
Recrea tu identidad
ante todas las invitaciones que te haga la vida a quedarte donde estás.
3. Da a los demás
todas las vivencias que buscas tú
El modo más rápido y
más fácil de retener tu identidad es poner a los demás en contacto con la suya.
El modo más rápido para tener cualquier vivencia es hacer que los demás
tengan la misma vivencia. Si quieres vivir tu Yo Divino y tu identidad
verdadera, haz que otro viva su Yo Divino y su identidad verdadera.
Devuelve a las
personas a ellas mismas.
Esto lo puedes hacer
de cien maneras, en mil vidas, en un millón de momentos.
Si quieres vivir
cualquier cosa en tu propia vida, haz que otro la viva en la suya. Si quieres
vivir el amor, haz que otro sea amado. Si quieres conocer la abundancia, haz
que otro tenga abundancia. Si quieres conocer el éxito, haz que otro alcance el
éxito. Si quieres conocer el poder, haz poderoso a otro. Si quieres conocer la
sabiduría, haz sabio a otro. Si quieres conocer el amor romántico, haz que a
otro le den amor romántico. Si quieres conocer el perdón, haz que a otro lo perdonen.
Si quieres conocer la seguridad y la tranquilidad, haz que otro esté seguro y
tranquilo. Si quieres conocer la vida de pareja perfecta, haz que otro viva perfectamente
en pareja. Si quieres conocer la paz, haz que otro esté en paz.
Lo que estoy diciendo
aquí es que por donde mejor empieza la Creación Personal es en otro. Enfócate
primero en el otro, siempre en el otro, no empieces nunca por el Yo, y lo que
quiera vivir el Yo se hará realidad multiplicado por siete.
Cualquier cosa que
quieras crear para ti mismo, créala para otro. Esta es la forma más poderosa de
la Energía de Atracción.
¿Por qué funciona
esto? Lo que llevas a otro, lo traes al Yo, pues no existe otro en la realidad
última. Sólo existe el Yo. Cuando entiendas esto, habrás entendido todo lo que
te hará falta para aprender a ser más feliz que Dios.
4. Ten claro que nada
de lo que ves es real
Vivimos en el mundo
de la ilusión (ver en Comunión con Dios una exposición extraordinaria de
las Diez Ilusiones de los Seres Humanos). Entenderás tu relación verdadera con
todo lo que te rodea cuando te consideres a ti mismo como un ilusionista que
contempla sus propios trucos. Diviértete, como se divierte un buen ilusionista,
pero no olvides ni por un instante que todo es una ilusión. Lo que es más
importante, no olvides que eres tú el que estás creando la ilusión. Por tanto,
procura no perderte en ella.
Lo que estoy diciendo
es que te mantengas por encima del fragor de la lucha, advirtiendo que tú mismo
estás creando tu propia vivencia de toda ella. Las circunstancias exteriores
pueden presentarse de maneras muy diversas, pero tú controlas por completo la
manera en que respondes y reaccionas a ellas. El momento en que eliges tu
respuesta, y la eliges libremente y con toda atención, es el momento en que te
recreas a ti mismo de nuevo. Este es el Momento de Poder.
Este es el Tiempo de
la Magia. Este es el Instante de Intención, en el que lo que eliges convertirte
se revela a sí mismo en tu realidad vivida. Es cuando decides acerca de ti
mismo y te ves a ti mismo siendo lo que has decidido ser, secuentáneamente.
(Esta es la vivencia en que una cosa sucede tanto secuencial como
simultáneamente.)
Sabe siempre que lo
que está pasando es lo que está pasando, pero que la manera en que tú vives lo
que está pasando la estás inventando tú.
5. Decide que tú no
eres tu «historia»
Para vivir lo que
está pasando de una manera que mantenga tu felicidad, lo más probable es que
tengas que abandonar tu historia.
Tu «historia» son
todos los datos que has recogido acerca de lo que te ha pasado en tu vida, y la
realidad que te has fabricado acerca del tipo de persona que eres tú y que son
las demás personas, y de cómo os hicisteis así todos.
Por ejemplo, cuando
yo era niño, a los ocho años más o menos, me echaron al agua. Yo todavía no
sabía nadar, de modo que estaba jugando y bañándome con un flotador hecho de
una cámara de neumático, cuando unos chicos mayores y brutos decidieron sin más
echarme al agua donde cubría mucho más que mi altura. Ellos no sabían que yo no
sabía nadar, pero yo sí que lo sabía, y no olvidé jamás aquel miedo helado, que
se convirtió en seguida en terror desenfrenado mientras me debatía en el agua
intentando llevarme aire a los pulmones. Desde entonces pasé muchos años sin
acercarme al agua, hasta bien entrada mi edad adulta. Al menos, sin aventurarme
más allá de donde hacía pie.
Todos nosotros
tenemos historias como éstas, y todos tenemos un millón de historias así.
Nuestras historias están compuestas de incidentes grandes y pequeños que se
extienden a lo largo de una vida. Nos convertimos en la suma total de estos
encuentros... a no ser que lo evitemos. En un momento dado podemos soltar una
idea que albergamos acerca de nosotros mismos y de los demás, porque
comprendemos que es necesario soltarla si queremos seguir adelante en la vida.
La felicidad no la
encontrarás nunca en tu historia; sólo la encontrarás en tu decisión más nueva
y más grandiosa acerca de ti mismo y de los demás. Esto puede significar tener
que decirte a ti mismo, respecto de muchas cosas que han sucedido: «Eso fue
"entonces"; y esto es "ahora"». Ninguna de esas cosas
ejerce ninguna relación sobre lo que está sucediendo en este momento.
Un chico se ha criado
con una madre dominante, exigente, crítica, a la que nada le parecía bien. El
chico se marcha de casa de su madre a los dieciocho años y sigue viviendo su
vida, a la que parece que se ha adaptado bastante bien. A los veintitrés, se
enamora y se casa. Unos meses más tarde, a su esposa le molesta un poco una
conducta de él. (Puede que no se trate de nada importante. Puede llegar a ser
algo muy insignificante. Que él se olvida siempre de poner el tapón en la pasta
de dientes...) Ella se lo comenta, y él estalla. «;Eh! No me agobies! No me agobies.»
Ella lo mira, atónita. ¿De dónde ha salido esto?
Ha salido de su mente
reactiva. Pero la invitación transformadora es para que salgas de tu mente
creativa. Es para que te crees a ti mismo completamente nuevo, como quieres
ser, no como has sido siempre. Aunque hayas tenido buenos motivos para ser como
has sido siempre.
Es importante que
entiendas que tu mente subconsciente no conoce la diferencia entre el Entonces
y el Ahora. Guarda todos los datos en un lugar donde no existe el tiempo. Por
eso te puedes despertar una noche cubierto de sudor frío por haber soñado con
una cosa que pasó hace veinte años. Tu mente subconsciente (que, dicho sea de
paso, controla la mayor parte de los sistemas de tu cuerpo) no sabe que lo que
estás recordando no está sucediendo en realidad.
Reaccionar es ni más
ni menos que lo que la misma palabra indica. Es actuar (accionar) otra vez como
actuaste antes. Éste es un camino que conduce con toda seguridad a la
infelicidad, pues la felicidad máxima se encuentra en la creación, no en la
reacción.
Lo que estoy diciendo
aquí es que lo que te está invitando a hacer la vida es a vivirte a ti mismo y
vivir el momento que estás viviendo en cualquier cuando/donde determinado, tal
como tú quieres
vivirte a ti mismo, y no como solías vivirte a ti mismo.
Se te invita a que
renuncies a tu identidad anterior, a que abandones tus ideas viejas acerca de
ti mismo, y a que te figures que la vida ha vuelto a comenzar para ti ahora
mismo, al menos en lo que respecta a las decisiones más importantes respecto de
quién eres y de cómo te van las cosas. En algunos círculos, a esto se le llama
volver a nacer.
6. Ten sólo
preferencias
Muchas personas se
hacen infelices a sí mismas simplemente porque les resulta imposible aceptar la
vida tal como se está presentando aquí mismo, ahora mismo. Nada les parece lo
bastante bueno y nada está bien del todo. Como en el cuento de la princesa y el
guisante, estas personas no pueden sentirse cómodas de ninguna manera con su
situación ni sus circunstancias, con su entorno o con sus compañías. Nada
funciona, nada es lo bastante bueno, lo bastante rápido, lo bastante grande.
Son unas personas que siempre encontrarán el motivo para no ser felices del
todo, mientras exista eso que llamamos tiempo meteorológico. No son capaces de
celebrar lo que es, sino que necesitan, más bien, quejarse de lo que
no es.
Celebrar o quejarse:
ésta es la opción de cada momento. Si eliges lo primero en vez de lo segundo,
tu vida podrá llenarse de sonrisas para siempre.
Verás, existe una
manera de ser más felices que Dios, y consiste en no exigir que nada sea
diferente en ningún sentido de cómo es ahora mismo.
Esto no significa que
no aspires nunca a cambiar nada. Sí que significa que no bases tu felicidad en
si se está produciendo o no ese cambio. Es una cuestión de dejar de vivir la
vida a base de adicciones y pasar a vivirla a base de preferencias.
Si te ofrecen una
copa de helado de vainilla y la verdad es que prefieres el de chocolate, no
tiene nada de malo que indiques tu preferencia; de hecho, es muy sano que la
indiques. («Muchas gracias, muy amable. Pero, con su permiso, ¿hay helado de
chocolate, por casualidad? A decir verdad, y es el que más me gusta!»)
El fruto de estas
palabras sinceras puede ser que te acaben dando el helado que más te gusta! Y
lo peor que puede pasarte es que te tengas que conformar con el de vainilla, lo
cual tampoco está mal, pues tu afición al helado de chocolate no es para ti más
que una preferencia y no una adicción.
Siempre podrás saber
si tienes adicción a algo, en vez de simplemente preferirlo, observando si la
falta de ese algo te hace perder la felicidad.
En el ejemplo
anterior, estamos suponiendo que no serías infeliz si no te dieran helado de
chocolate, sino que estarías contento con el de vainilla. Por tanto, el helado
de chocolate no es más que una preferencia y no una adicción.
La idea para la vida
consiste en convertir tus adicciones en preferencias. Encontré por primera vez
este concepto en el libro extraordinario de Ken Keyes.
Hacia la expansión de
la conciencia. Recomiendo a todos este libro de visión profunda.
Las adicciones se
transforman en preferencias por el sencillo método de observar sinceramente
cuánto te perderías de verdad si no tuvieras lo que crees que quieres y que
necesitas aquí mismo y ahora mismo. Suele ser con frecuencia mucho menos de lo
que te piensas.
Lo que estoy diciendo
aquí es que, mientras se esté viviendo la vida, siempre habrá algo que
celebrar. Ver el vaso medio lleno, más que medio vacío, es algo más que un
aforismo ñoño. Es la clave de la felicidad perdurable.
Si sales de tu
historia el tiempo suficiente para echar una mirada a la vida con sinceridad y
para darle una oportunidad, advertirás que la vida te está presentando ahora
mismo y casi a cada momento todo lo que necesitas para estar satisfecho y en
paz. Lo único que tienes que hacer para vivirlo así es cambiar tus requisitos
para este momento presente.
El cambio de
requisitos es muy sencillo, en realidad. No es más que una cuestión de cambiar
de opinión acerca de lo que necesitas ahora mismo. La verdad es que no
necesitas nada en especial. La «Necesidad» es una de las Diez Ilusiones de los
Seres Humanos. No es real. A ti te puede parecer un desafío asumir esta idea
dentro de tu realidad vital, pero quizá no te cueste tanto esfuerzo ver que la mayoría
de las cosas que te parecía que no podías vivir sin ellas no las necesitabas en
realidad. Habrás encontrado una manera no sólo de existir sin esas
cosas, sino de sonreír, reír y ser feliz sin ellas.
El «Requisito» es
otra de las Diez Ilusiones de los Seres Humanos (puedes ver la lista completa,
con su explicación, en el Apéndice). Es la ilusión de que existe algo que debes
tener absoluta y necesariamente para poder vivir. Pero no hay nada que debas
tener aparte de lo que ya tienes ahora mismo, que es el Yo tal como es en
realidad. No puedes morir, y tu vida no puede terminar, porque tú eres la vida
misma manifestada. Cuando hayas entendido esto, ya no temerás a la muerte, y
entonces ya no temerás a la vida. Tampoco volverás a sentir una necesidad
apremiante y visceral de nada en particular. Esto lo cambia todo.
7. Ve la perfección
Velo todo tal como
es: el suceso perfecto, que viene en el momento perfecto para proporcionarte la
oportunidad perfecta de expresar de la manera perfecta aquello que es la
Perfección Misma. En su relación personal contigo, la perfección es el Yo que
has elegido ser y que ahora optas por demostrar y vivir.
Ésta es una cosa que
la mayoría de la gente no es capaz de admitir y que se niega a reconocer; pero
es la verdad acerca de ti; y Dios lo sabe. Lo que he aprendido yo a
consecuencia de mis tratos directos con Dios es que yo soy íntegro,
Completo y Perfecto
tal como soy. Y tú también lo eres.
Esto se aplica
igualmente al sabio y al pecador, al ángel y al canalla. En el mundo de Dios no
hay pecadores ni canallas. Sólo hay Individualizaciones de la Divinidad,
algunas de las cuales han olvidado Quiénes Son de Verdad.
En cada uno de los
momentos dorados del Ahora tenemos la oportunidad de aprovechar ese
momento, y todo lo que encierra y ofrece, para recordar Quiénes Somos de
Verdad; y, a continuación, para demostrarlo. La vida nos otorga los dones de la
eternidad y del infinito para que podamos conocernos a nosotros mismos en
nuestras propias vivencias... y para que, después, nos recreemos a nosotros
mismos de nuevo en la próxima versión, la más grandiosa, de la visión más
grande que hayamos tenido nunca de Quiénes Somos.
Éste es el proceso
que llamamos evolución. Éste es Dios diosando.
Lo que estoy diciendo
aquí es que no juzgues ni condenes a las personas ni los sucesos que te pone
delante la vida, sino que mantengas la conciencia plena de que tú, tú mismo, te
los has atraído, para que puedas cumplir todas las posibilidades de la vida, su
promesa y su propósito.
William Shakespeare
escribió: «Nada es malo hasta que nuestros pensamientos lo hacen malo». Nos
estaba diciendo que una cosa es lo que la queramos llamar. Con esta idea nos
entregó las llaves del reino.
8. Sáltate el drama
Recuerda que nada
tiene más significado que el que tú le atribuyas.
Repítelo mentalmente,
en silencio, en cualquier momento de estrés o de alteración: Nada tiene más
significado que el que yo le atribuyo.
Es una variante de
las palabras de Shakespeare que acabamos de citar, y la primera vez que las vi
expresadas de este modo fue en Un curso de milagros.
Estas diez palabras
pueden cambiar toda tu manera de vivir la vida. Pueden frenar en seco el drama.
Pueden partir por la mitad la confusión y la angustia emocional.
De hecho, pueden
llegar a eliminarlos por completo.
Apréndete de memoria
esas diez palabras y utilízalas a modo de mantra cuando te parezca que se te
está estropeando el día... o la carrera profesional, o la vida de pareja, o
cualquier otra cosa que hayas preparado y trabajado con tanta dedicación.
Recuerda que en muchos casos en que parece que se nos está estropeando la vida,
lo que pasa es que se nos está arreglando por primera vez.
Cuando yo me alteraba
por las cosas cuando era niño, mi madre me decía: «¿Qué importancia crees que
tendrá esto cuando tengas noventa años?».
Esto me tranquilizaba
un poco, evitando que cayera en excesos emocionales que no eran buenos para
nadie, y mucho menos para mí.
«Si crees que dentro
de noventa años vas a estar sentado en tu mecedora, en el porche de tu casa,
preocupado por esto, preocúpate ahora. Si crees que entonces vas a estar
alterado por esto, altérate ahora. Si no lo crees, déjalo sin más.» Esto es lo
que me decía mi madre.
Me encanta esta
palabra, «déjalo».
Déjalo...
Respira hondo y relájate.
Lo que estoy diciendo
aquí es que no te precipites a ponerte en modo de «reacción» en cuanto aparezca
una energía negativa. Trabaja duro contigo mismo para quedarte en el espacio de
«creación». Date cuenta de que lo que estás viendo puede ser simplemente el
funcionamiento de la Ley de los Opuestos, que ejerce su efecto en el Proceso de
la Creación Personal. Adopta una postura de agradecimiento siempre que puedas.
. . y no dudes en servirte del humor para alcanzar esa postura. Yo he
descubierto que el mejor es el humor con el que te ríes de ti mismo.
Es lo mejor de todo,
sin discusión. Para acabar con los reveses y el drama innecesario de mi vida,
todo lo que tengo que hacer es reírme de mí mismo. Es una excelente medicina.
9. Entiende la
tristeza
No es lo mismo la
tristeza que la infelicidad. Mientras escribía este libro murió mi perrita,
Lady. Me había hecho compañía durante más de catorce años.
Los últimos doce
meses había padecido cada vez más dolores, por diversos achaques y
enfermedades. Al final estaba completamente sorda y apenas era capaz de andar.
En sus últimos días no podía levantarse siquiera.
Cuando murió, me puse
triste, pero no infeliz.
¿Captas la
diferencia?
No se trata de una
diferencia sin importancia ni de un matiz trivial.
Yo estaba triste
porque Lady ya no estaba conmigo, pero feliz porque ya no sufría. Estaba feliz,
muy feliz, porque había seguido su camino, celebrando su Día de la
Continuación.
Hasta me sentía
«feliz de estar triste», porque mi tristeza me decía algo acerca de mí mismo.
Me decía que yo tenía cariño. Me decía que yo tenía amor.
Me decía que yo era
un ser humano y que, a pesar del aspecto que estaba adquiriendo el mundo a mi
alrededor, insensibilizador para todos, yo había mantenido el contacto con mi
humanidad.
Sí, estaba feliz de
mi tristeza y de lo que me decía acerca de Quien Soy.
Mi tristeza me hacía
sentirme bien.
Tu tristeza no tiene
por qué hacerte infeliz. Tu tristeza, como señal de tu situación en tu camino
evolutivo, puede servirte de confirmación interior de la profundidad de tus
sentimientos y, por tanto, de quién eres como persona y como ser espiritual.
Por eso, cuando muera
alguien, consiéntete a ti mismo sentir duelo.
Cuando alguien te
haga daño, permítete sentir tristeza. Y sobre todo cuando haces daño a otra
persona, permite que tu arrepentimiento vaya acompañado de tristeza. Otórgate a
ti mismo el don de la tristeza, y verás cómo sanas más deprisa de todas las
vivencias que te inspirarían la tentación de olvidarte de tu identidad plena.
Lo que estoy diciendo
aquí es que tu tristeza acerca de cualquier cosa no debe impedirte ser más
feliz que Dios, más feliz de lo que fuiste antes. La felicidad es acumulativa.
Cuanto más la sientes, mayor se hace. Ahora me siento más feliz que en los días
anteriores a cuando Lady se acostó por última vez. Me siento más feliz que
cuando tenía cincuenta años, más feliz que cuando tenía treinta años; de hecho,
me siento más feliz que nunca en mi vida.
Y he aprendido a
acomodar mi tristeza y a tenerla dentro de mi felicidad, convirtiéndola
en una parte maravillosa de ésta. He aprendido, en efecto, que «la felicidad»
se alcanza por el proceso sencillo de abrazar toda la vida tal como es.
10. Deja de discutir
con la vida
Una gran proporción
de la falta de felicidad que sentimos en nuestras vidas es consecuencia de
nuestros juicios de valor. Tendemos a juzgarlo todo. A las personas que nos
rodean, las circunstancias que presentan éstas, los hechos del momento y,
naturalmente, a nosotros mismos.
Hay personas que no
pierden una sola oportunidad de adoptar su postura de juicio de valor. Es casi
como si estuvieran juzgando la vida misma. Constantemente.
Lo que resulta
especialmente interesante acerca de la mayoría de los juicios humanos es que la
gente ni siquiera se basa en una medida objetiva para llegar a sus
conclusiones. En general, aplican una vivencia anterior, sus ideas propias, su
propia «historia», como base para tomar una decisión sobre otra persona.
Naturalmente, nunca
se les ocurre que bien podrían ser sus propias vivencias, sus ideas,
su «historia», las que estén algo desviadas. He observado esto con el
distanciamiento suficiente para llegar a la conclusión de que probablemente yo
mismo lo esté haciendo así. Por eso me he esforzado mucho en sustituir los
juicios a los demás por la reflexión sobre mí mismo.
Cuando siento la
tentación de juzgar a los demás, miro dentro de mí para determinar cuándo obré yo
de esa manera en mi vida; cuándo produje yo esos resultados en mi
vida; cómo es posible que yo cometiera tales errores en mi vida.
De pronto, me llega
una oleada de compasión que barre los juicios de valor y que hace imposible una
condena por mi parte.
Lo que estoy diciendo
aquí es que en un corazón que tiene amor no hay lugar para los juicios de
valor. Pero recuerda que juzgar no es discernir, y observar no es juzgar. Saber
discernir es muy saludable, y hacer observaciones es muy natural. Una
observación dice: «Esto es así». Un juicio de valor dice: «Esto no debe ser
así».
Sobre todo, no te
juzgues a ti mismo; pues Dios no te juzgará jamás. No; ni ahora ni nunca. Esta
es la verdad que está detrás de la verdad. Esta es la verdad que no se puede
pronunciar. Esta es la blasfemia de entre las blasfemias.
El Juicio y la
Condena se cuentan entre las Diez Ilusiones de los Seres Humanos.
Sencillamente, no son
reales.
11. Abandona todas
las expectativas
Nada representa un
obstáculo mayor para la felicidad duradera (o incluso para la felicidad a corto
plazo) que las expectativas. Abandónalas ahora mismo y no vuelvas a albergarlas
jamás, acerca de nada ni de nadie.
Olvídate de cómo
crees que «deben ser» las cosas. En el universo no existe el «debe ser». El
«debe ser» es una invención humana que no tiene nada que ver con la realidad
última. Debes saber que los giros y los desvíos que nos apartan del camino que
creíamos que íbamos a seguir no son rodeos en absoluto, sino que son el camino
más rápido que conduce de donde estamos a donde queremos estar. De lo
contrario, no lo seguiríamos.
Confía en que Dios
sabe lo que hace. Debes saber que la vida siempre está conspirando a tu favor.
Entiende que las expectativas no son más que la idea que tienes acerca de algo,
y que esta idea no tiene ni puede tener en cuenta el tejido complejo de los
viajes vitales que todos emprendemos de manera secuencial y simultánea, en la
vivencia co-creativa y colectiva del Alma Única expresada a través de los
Muchos.
Dicho de otro modo,
aquí pasan más cosas de las que se aprecian a simple vista. Hay más de un
programa de trabajo. El objetivo es único, pero el proceso es múltiple.
Si eres consciente de
ello constantemente, descubrirás que el hecho de aferrarte a las expectativas
sólo sirve para encrespar el Plan Perfecto y su representación en el escenario
de la vida por todos los actores.
Lo que estoy diciendo
aquí es que las expectativas marcan un límite al modo en que defines la
perfección, y que este límite constriñe tu creación de la perfección misma. Por
tanto, no esperes nada y acepta todo lo que recibas. Acoge todo lo que se
presente. Ama lo que es.
Byron Katie escribió
hace unos años un libro extraordinario titulado Amar lo que es:
cuatro preguntas que pueden cambiar tu vida. A mí me encanta.
12. Ten compasión
de ti mismo
No te consideres
«malo» por ninguna vivencia negativa con que te encuentres ahora (aunque tengas
la sensación de que «te lo mereces» o de que «tú te lo has buscado»; de hecho, sobre
todo si tienes esta sensación). En vez de ello, ten compasión con tu propio
Yo y sabe que Dios te ha dotado del poder interior necesario para cambiarte a
ti mismo, para cambiar tus motivos, tus conductas, tus circunstancias externas
y tu vida misma, de aquí a un instante.
Recuerda siempre que
tú no eres tu pasado; que tú no eres quien eras ayer, ni siquiera quien eras
hace un momento. Que cada nuevo día, cada nueva hora, cada nuevo momento,
señalen un nuevo comienzo. Aunque estés en el último momento de tu vida, no
será demasiado tarde para declarar tu próxima identidad, la más grandiosa, y
para asumirla.
Lo que estoy diciendo
aquí es que la transformación es una cosa instantánea-momentánea, que tenemos
abierta y disponible a cada segundo. La vida comienza de nuevo cuando tú lo
dices. Por eso, sé delicado contigo mismo acerca de ti mismo. Perdónate con un
beso tus (supuestos) defectos, debilidades y faltas, y recuerda siempre lo
siguiente: si te vieras a ti mismo tal como te ve Dios, sonreirías mucho.
13. Di tu verdad en
cuanto la conozcas
La mayor lección que
he aprendido en mi vida está relacionada con la verdad. No existe la Verdad
Absoluta en el sentido objetivo; pero sí existe la verdad subjetiva; existe lo
que es verdad para ti; y esto tiene una importancia extraordinaria para tu
vida.
Aspira a vivir de
manera auténtica; aspira a ser plenamente tú mismo; pues cuando vives enseñando
sólo la mitad de ti, dando a conocer sólo la mitad de ti, expresando sólo la
mitad de ti, es cuando tienes garantizada la infelicidad.
No ocultes a nadie tu
verdad personal, tus sentimientos auténticos, tu vivencia aquí-y-ahora; ni
mucho menos los ocultes a tus seres más queridos ni a tu persona amada.
Es interesante que
éstas suelen ser las personas a las que más cosas ocultamos. Solemos hacerlo
porque no queremos herirlas en sus sentimientos. O quizá porque no queremos
perder a esas personas.
Por eso las
mantenemos en su lugar a base de mantenerlas en duda, de tenerlas a oscuras, de
no decirles todo lo que es nuestra verdad. Esto es exactamente lo contrario de
lo que más nos puede beneficiar; pero vivimos como recluidos de la expresión de
nuestros sentimientos, esperanzas, temores y deseos más auténticos. Y eso no es
vivir en absoluto; eso es morir.
Es una muerte lenta,
pero segura. Y una mañana nos despertamos y, sencillamente, ya no nos sentimos
vivos.
Así pues, di tu
verdad en cuanto la conozcas. No te pienses que estás protegiendo los sentimientos
de otra persona a base de callarte o de guardarte cosas. Un maestro maravilloso
me dijo una vez: «Di tu verdad, pero alivia tus palabras con paz». Puedes
exponer la más difícil de las verdades con delicadeza.
Hazlo así. No te
pienses que estás evitando dolor a otros a base de callarte tu verdad. No es
así. Los estás matando dulcemente con tu canción. Y eso es falso y poco sincero
por tu parte.
Lo que estoy diciendo
aquí es que el camino para ser más felices que Dios es el camino de la verdad.
Di la verdad a todos y acerca de todo, y vive tu verdad a cada momento y de
todas las maneras, y así serás feliz para siempre en tu corazón; pues la verdad
eleva el espíritu, la verdad libera la mente, la verdad abre el corazón y la
verdad enciende la pasión y libera el amor del alma.
14. Observa las
energías, atrapa las vibraciones
Observar las energías
que te rodean. Escuchar las energías. Percibir las vibraciones. Éstos son los
tres niveles de la recepción. Puedes recibir energías viéndolas, oyéndolas y
sintiéndolas.
La energía que ves se
llama luz. La energía que oyes se llama sonido. La energía que
sientes se llama sentimiento.
El sentimiento es el
lenguaje del alma.
Presta atención a las
energías de la vida. Las estás recibiendo y enviando a cada instante. ¿Están en
resonancia las energías que envías con las energías que recibes?
La felicidad es el
estado de resonancia más elevado. Esta noticia es muy interesante, pues
significa que la felicidad no es algo que nos caiga del cielo, sino que es algo
que podemos crear.
Para crear felicidad
te basta con crear resonancia entre tu interior y tu exterior. Por ejemplo,
puedes conjuntar la energía de la ropa que te pones con el estado de ánimo en
que te encuentras hoy. De hecho, esto lo haces de manera automática. Puedes
conjuntar la energía de los alimentos que comes con la energía de tu cuerpo en
cualquier momento dado.
Estos ejemplos son
sencillos. Aprende a escucharte a ti mismo. Siente las vibraciones de quien
eres, y no hagas nada ni estés con nadie de una manera importante si las
vibraciones no concuerdan.
Yo soy incapaz de ir
a ver una película, ni de escuchar música, ni de comer algo, ni de ponerme
ropa, ni siquiera de decir palabras ni de albergar pensamientos con
los que no esté en resonancia.
Estas cosas las sientes.
Puedes pasar la mano por encima de unos alimentos y sentir, literalmente,
si te sientan bien ahora mismo. Puedes sentir a la gente, los espacios, los
colores y... sentirlo todo, si prestas atención. Presta atención a tu
vivencia exterior y presta atención a tu vivencia interior. Asegúrate de estar en
resonancia con las personas, con los lugares y con las cosas que te rodean.
Y escucha. Simplemente,
escucha. Escuchar es un gran arte. ¿Sabes que puedes hacer felices a las
personas con sólo escucharlas? ¿Sabes que te puedes hacer feliz a ti
mismo a base de escuchar a los demás? Escuchar es una de las maneras más ricas
de hacer el amor.
Está cargada de
gratificaciones, cargada de gozo.
Intenta absorber todo
lo que está pasando en tu espacio. Después, mira a ver si hay concordancia. Y
si no hay concordancia, rehúye ese espacio.
Lo que estoy diciendo
aquí es que, cuando sigues este paso, tienes muchas más posibilidades de ser
feliz. No hace falta «seguir la corriente» para poder «llevarse bien». Presta atención
a la energía, capta las vibraciones, y si está en resonancia con Quien Eres y
con Quien Eliges Ser, fusiónate con ella y co-crea con ella. Pero si la energía
y las vibraciones no están sincronizadas con Quien Eres y con Quien Eliges Ser,
apártate de ellas. No de manera brusca, ni grosera, ni con juicios de valor,
sino con suavidad, con dulzura, con delicadeza, con amabilidad... y con
decisión. No cambies de opinión diciéndote: «Bueno, esto lo puedo aguantar...».
Cambia tu vivencia.
Prestar atención a
las energías y a las vibraciones de la vida te puede hacer cambiar tu
alimentación, tus hábitos de lectura, lo que ves en televisión y en el cine, tu
manera de vestir, tu manera de hablar... hasta te puede hacer cambiar de
compañías.
Da la bienvenida a estos
cambios. Son los primeros pasos del viaje a la dicha.
15. Sonríe
Esto puede parecer
una tontería, pero es uno de los recursos más poderosos que me he encontrado en
mi vida. Sonríe cinco veces al día sin ningún motivo especial. Y, desde luego,
y claro está, sonríe en seguida, ampliamente, cuando sí tengas algún
motivo para sonreír.
Hay personas que no
sonríen nunca, o muy rara vez. No son capaces de sonreír ni siquiera cuando
todos los presentes se están riendo a carcajadas. Estas personas pueden ser simplemente
tímidas, o pueden tener un dolor profundo. Pero lo importante es saber que la
sonrisa es capaz de curar estas dos dolencias. La sonrisa no tiene por qué ser
un mero acto reflejo. La sonrisa puede ser un acto deliberado e intencionado.
Cuando lo es, se convierte en un acto de creación y, por tanto, en una
herramienta poderosa.
Sonríe con facilidad
y comparte con facilidad tu sonrisa con los demás. Iluminarás tu corazón, e
iluminarás también el lugar donde estés.
Hace años encontré un
libro estupendo, Sonríe, aunque no tengas motivo, de Lee L. Jampolsky.
Léelo; lo encontrarás maravilloso.
Lo que estoy diciendo
aquí es que ¡hay que sonreír más! La sonrisa cambia, verdaderamente, las
vibraciones de tu cuerpo. Modifica fisiológicamente la química de tu ser.
Libera endorfinas de efecto salutífero. ¿Lo sabías? Lo dice la ciencia médica,
y es verdad.
16. Canta
Si lo anterior te
pareció ñoño, ¡a ver qué te parece esto! Canta.
Quiero que me
prometas que vas a cantar una vez al día por lo menos.
Prométemelo. Lo
cambiará todo. No puedes cantar con mala disposición. Y no puedes
mantener una mala disposición mientras cantas.
¡Canta todas las
mañanas en la ducha!. ¡Canta en el coche!. Canta bajito al oído de tu persona
amada. Canta en voz alta en el parque. ¡Mira cómo se ilumina lo que te rodea!. ¡Mira
cómo aparecen las sonrisas! ¿ Crees que alguien puede resistirse a una persona
que está cantando? ¿Crees que puede resistírsele el mundo?
Cantar conecta la
mente con el corazón y el corazón con la mente. De manera que canta. ¡Te
reto a que lo hagas!
Lo que estoy diciendo
aquí es que las herramientas y los recursos con los que podemos crear la
felicidad son muy sencillos, tienen una sencillez elegante. Y los tenemos
delante. ¿De qué estamos hablando aquí? De dar. Observar. Escuchar.
Sentir. Sonreír.
Cantar. ¡Dios mío, son cosas que no nos cuestan nada!
17. Sabe lo que debes
hacer cuando las cosas están verdaderamente mal
Está claro que hay
ocasiones en que las cosas están verdaderamente mal.
Eso no se puede
cambiar ni con todo el pensamiento positivo del mundo. Las cosas son lo que
son. No puedes taparlas, ni fingir, ni convertir una cosa en lo que no es.
Qué hacer, qué
hacer...
En primer lugar, no
te resistas a lo que está pasando. A lo que te resistes, persiste. Te va a
parecer raro, pero... bendícelo. Bendice a todas las personas y todos los
hechos que te están desilusionando, que te están asediando, que te están
asaltando como flechas lanzadas desde lejos.
Acepta y recibe la
energía, porque sólo así podrás sanarla. Lo que no mantienes, no lo puedes
sanar. Recuérdalo siempre. Lo que no mantienes, no lo puedes sanar. Por eso, debes
mantener tu experiencia, abrazarla, relacionarte con ella con bondad amorosa,
bendecirla... y, después, despedirla para que siga su camino.
En segundo lugar,
recuerda que las circunstancias exteriores no pueden crear jamás circunstancias
interiores. Así pues, por muy mal que se pongan las cosas, lo que es exterior a
ti no puede afectar de ningún modo a tu interior (a tu corazón, tu alma y tu
mente), salvo en la medida en que tú decidas que lo afectará.
Todavía tienes el
control de tu propia vivencia.
Éste no es ningún
ideal soñado, absolutamente inalcanzable; es una cosa que podemos hacer todos
los seres humanos, y muchas personas lo han demostrado. La lista de los que han
soportado penalidades enormes y grandes dificultades en sus vidas sin dejar de
abrazar una actitud pacífica, libre de condenas y de ataques, es legendaria, y
es demasiado larga para reproducirla aquí.
Son personas
normales, gente corriente como tú y como yo. Estas personas mantuvieron su
equilibrio soportando el dolor físico, las heridas emocionales, las derrotas
personales y profesionales, y más cosas. Ya he hablado en este libro de Nelson
Mandela. No es más que un ejemplo de las personas de las que estoy hablando.
Otro ejemplo es el de Christopher Reeve, cuya brillante carrera quedó truncada
brutalmente cuando el actor sufrió una caída de caballo en una exhibición
ecuestre y quedó completamente paralizado hasta el cuello. Han existido otros
muchos casos. ¿Cómo lo consiguieron?
Buscaron y encontraron
dentro de sí, de alguna manera, el valor que les permitió seguir adelante entre
los hechos a los que tenían que hacer frente, enmarcarlos en sus mentes de una
manera nueva y transformar y moldear así sus vivencias, convirtiéndolas en algo
que les podría hacer crecer... y obtener así, incluso, un beneficio.
Mi propia experiencia
vital (pasé un año de mi vida viviendo sin hogar, a la intemperie, como un «sin
techo», cuando el sistema de Seguridad Social no bastó para cubrirme y me vi
reducido, literalmente, a mi última moneda de cinco céntimos) me ha enseñado
que el universo es un lugar amable, que Dios está siempre de mi parte, y que
nunca estoy solo ante las pruebas y el tumulto de mi vida.
Me he vuelto muy
filosófico acerca de la vida misma. Me digo que todas las cosas suceden para el
bien superior, y lo creo así. Repito dos oraciones que me encantan. La primera
dice así:
Querido Dios, te doy
las gracias hoy por lo que hay en mi mundo y en mi vida. Mi corazón reposa en
el conocimiento de que veré que el dolor se vuelve gozo; la tristeza, alegría,
y hasta la muerte, vida eterna.
La segunda:
Querido Dios, te doy
las gracias por haberme ayudado a entender que este problema ya ha sido
resuelto para mí.
Con esto puedo dar la
impresión de ser una persona que mantiene siempre la tranquilidad; pero te
aseguro que no soy así. Lo que sí sé es que estoy aquí haciendo un viaje; un
viaje que, a la larga, no tiene nada que ver con mi cuerpo y lo tiene todo que
ver con mi alma. Y así sigo mi camino hacia mi Casa, entendiendo que cada paso
en el camino me acerca un poco más a mi reunión futura, última y maravillosa
con Dios, donde reside la paz, el gozo y el amor sin fin.
Lo que estoy diciendo
aquí es que Dios está contigo, hasta el final de los tiempos. Y cuando conozcas
el amor omnipresente de Dios, en ti y como tú mismo, serás más feliz de lo que
has sido nunca.
ENLACE a la fuente de esta enseñanza en mi Biblioteca. Con la ayuda de este conocimiento verás, de manera clara, el funcionamiento de la misma Vida. Espero que te acompañe en tu camino.
del libro:Dios es felicidad
No hay comentarios:
Publicar un comentario