Consciencia
más allá de la vida es un libro interesante que versa sobre las experiencias
cercanas a la muerte del autor Pim Van Loomel. Relata una experiencia real muy interesante. Espero que os agrade.
El
libro “Vida después de la Vida” supuso en 1975 un auténtico tsunami. Su autor,
Raymond Moody, introdujo por primera vez la expresión “experiencias cercanas a
la muerte “ (ECM), que el cine ha popularizado en películas como “Más allá de
la vida” (2010), dirigida por Clint Eastwood o la francesa “Premonición”(
Afterwards) (2008) protagonizada por John Malkovich, que es la que más se
aproxima a las teorías de Van Lommel.
La
clase médica oficial calificó los relatos de las ECM de meras alucinaciones
provocadas por por la ausencia de oxígeno en el cerebro(anoxia) y la liberación
de las endorfinas, un opiáceo natural que sirve para contrarrestar situaciones
de estrés como una parada cardiorespiratoria.Van Lommel no creyó en esa
explicación oficial. En 1981 publicó en la revista Lancet una primera
investigación sobre las experiencias de pacientes que habían sufrido una ECM
tras superar una parada cardio-respiratoria con muerte cerebral. Más de
treinta años después, dedicados al estudio de los ECM, se publica en
España “Consciencia más allá de la vida”., escrito por este cardiólogo
holandés. No te deja indiferente.
La última frontera
Van
Lommel nos ofrece un dato desconcertante. Sólo un 18% de los pacientes con
encefalograma plano sufren una ECM. No son meras alucinaciones. Ni intervienen
las endorfinas. El regreso siempre es abrupto y doloroso. Hay más. No se pierde
la identidad propia. Además ven y escuchan todo lo que ocurre a su alrededor,
pese estar en otro estado, sin tiempo ni espacio. “Sentí –asegura una paciente-
que me iba deslizando hacia las profundidades de otro estado de conciencia. Por
decirlo de algún modo, mi conciencia viajaba mientras mi cuerpo permanecía
inmóvil sobre la cama. Podía ver mi cuerpo, no sentirlo”.
Los que
experimentan una ECM constatan la existencia de una última frontera; más allá
de la cual llegaba la muerte, el viaje sin retorno. Así lo experimentó un
joven, completamente sordo, que casi se ahoga a los diez años.
“Entonces
alcancé la frontera. A pesar de tener diez años, no necesité más explicaciones.
Sencillamente comprendí que nunca podría volver si cruzaba aquel límite. Pero
alguno de mis antepasados estaban al otro lado, llamando mi atención, porque se
comunicaban conmigo mediante una especie de telepatía.”
¿Dónde
está esa frontera entre la vida y la muerte?, nos preguntamos con Van Lommel.
Hasta ahora se distinguía la llamada muerte clínica (cese de la respiración y
de la actividad cardíaca) de la muerte biológica, en la cual el cerebro pierde
las funciones de forma irreversible sin posibilidad de reanimación. Van Lommel
pide revisar estos conceptos admitidos por la medicina oficial.
Los regresados
Estas
experiencias cercanas a la muerte se producían en el pasado. El psicoanalista
Gustav Jung sufrió una ECM. Son experiencias que han aumentado con los avances
médicos de resucitación. Las ECM no dependen de factores como la religión, la
raza, el sexo o a cultura. Los niños también sufren las ECM. “Cuanto tenía
cinco años contraje meningitis y entré en coma. `Morí´ y fui arrastrado
hacia un vacío oscuro y seguro en el que no sentía miedo ni dolor. Me sentía en
casa, en aquel lugar…Vi una niña pequeña de unos díez años. Noté que me
reconocía. Nos abrazamos y me dijo:”Soy tu hermana. Morí un mes antes de que tú
nacieras….Mis padres quedaron tan impactados que les entró el pánico(…)Me
confirmaron que, en efecto, habían perdido a una hija llamada Riertje. Habían
decidido no decírnoslo ni a mi ni a mi hermano hasta que fuéramos lo suficiente
mayores para entender el significado de la vida y la muerte”.
Además
de estos encuentros los regresados se ven rodeados por una luz inexplicable
tras un largo túnel. Experimentan también un cambio de percepción,
especialmente sorprendente en personas sin visión.”Lo siguiente que recuerdo es
que estaba en el Centro Médico Harborview, contemplando todo lo que sucedía
allí abajo. Y era terrorífico, dado que no estoy acostumbrada a ver las cosas
de forma visual, ¡porque nunca antes lo había hecho! ¡Y al comienzo era algo
espeluznante! Y entonces por fín reconocí mi anillo de boda y mi pelo. Y
pensé: “¿Eso de ahí abajo es mi cuerpo? ¿Estoy muerta o qué? Ellos(los médicos)
no paraban de repetir:¡No podemos traerla de vuelta!…”
No
todas las ECM son tan gratificantes. Un porcentaje pequeño, entre un 1% o un
2%, de los regresados tiene una ECM aterradora que les deja un recuerdo perenne
durante toda su vida. Y esto mismo ocurre en todas las ECM.
El síndrome del regreso
Las ECM
están más extendidas de lo que se creen. Según Van Lommel, unas 600.000
personas en los Países Bajos, 2 millones en el Reino Unido y más de 9 millones
en EEUU han tenido una ECM. Los regresados inician, después de una ECM, una
búsqueda silenciosa para entender su experiencia. “Cuando regresé de aquel
mundo maravilloso, de aquella experiencia fascinante, el recibimiento que se me
dio aquí, en este mundo, fue frío, gélido, y sobre todo desprovisto de amor”,
aseguró una mujer que sufrió una ECM tras graves complicaciones en el parto.
Van
Lommel describe un auténtico síndrome del regreso. Las posibilidades de
divorcio aumentan al no aceptar la pareja los relatos de una ECM. En los
jóvenes pueden buscarse vías de escape como las drogas o el alcoholismo. Sólo la
aceptación de esta experiencia –afirma Van Lommel- puede tener efectos
positivos, pero desgraciadamente los médicos no están preparados para afrontar
estas pacientes con síntomas tan desconcertantes. Ni siquiera en la Iglesia
encuentran respuestas.
Los
regresados experimentan otros cambios no tienen miedo a la muerte, son más
altruistas y, sobre todo, más espirituales. Tienen que aprender también nuevas
sensaciones tras una ECM como una intuición agudizada, clarividencia, ver las
emociones y sentimientos de los demás, y lo más sorprendente, su cuerpo puede
emitir un campo electromagnético que rompe cualquier aparato eléctrico con un
simple roce. También ven el aura de las personas como comprobamos en
“Premonición”( Afterwards).
La conciencia no está en el
cerebro
Van
Lommel no es creyente. No cree en la trascendencia, pero rechaza, tal como se
enseña hoy, que la conciencia sea producto o efecto de la función cerebral.
Este heterodoxo holandés habla de la muerte como un cambio de conciencia. La
muerte supone entrar en lo que él llama un conciencia no local, sin tiempo ni
espacio. Plantea una especie de inmanentismo metafísico. La idea de Dios se ha
sustituido en Van Lommel por una conciencia humana colectiva o universal que
conecta a cada individuo con todo cuanto existe, ha existido o existirá. Y
argumenta esta explicación, acudiendo a la Física cuántica.
Platea
también que el cordón umbilical que nos une con esa conciencia no locales el
ADN, que –afirma Van Lommel- permite explicar la continuidad de nuestro cuerpo
siempre cambiante. Este cardiólogo llega a una conclusión que parece ciencia
ficción: la memoria trasplantada en las donaciones de órganos. “En ocasiones-
afirma- el ADN del órgano trasplantado continúa funcionando como zona de
resonancia o interfaz de la conciencia del donante, permitiendo al receptor del
órgano sentir retazos de sentimientos e ideas que apuntan a la personalidad y a
la conciencia del donante fallecido”. Estremecedor.
¿Cuándo empieza la muerte?
Las ECM
rompen los viejos prejuicios sobre la muerte. Es la propuesta de este médico
contracorriente que cuestiona la extracción de órganos en donantes
cerebralmente muertos. ¿Equivale la muerte cerebral a la muerte?, se pregunta
este cardiólogo holandés, que nos revela un dato estremecedor. “La mayoría de
la gente ignora que la extracción de órganos de un paciente `muerto´ a menudo
requiere la administración de anestesia general, a causa del llamado síndrome
de Lázaro: reflejos violentos del donante cuya muerte se ha certificado”.
También
cuestiona la eutanasia (legal en Holanda desde 2001). “Podría cambiar la
actitud de los pacientes, su deseo de solicitar la eutanasia o un suicidio
asistido, si se dieran cuenta de que la conciencia sobrevive a la muerte porque
no tiene principio ni fin”.
A Pim
Van Lommel no es fácil callarle. Es un científico atípico dispuesto a
intervenir en programas de TV y a ser entrevistado en prensa y también en
televisión. También tiene su propia web, donde recibe cartas como éstas de
personas que han sufrido una ECM.
“En
cualquier caso, para mí, personalmente esta experiencia ha sido decisiva para
convencerme de que la conciencia perdura más allá de la tumba. Lo muerto ha
resultado no estarlo, sino ser otra forma de vida”.
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