Sabias palabras de Ramtha, uno de mis guías preferidos. Con Él comparto muchas de las enseñanzas que me son transmitidas a través de mis propios Guías y Maestros. Bendecidas sean. Espero que
os agraden.
«Yo te
digo: ser parte de la humanidad es una experiencia sagrada, porque ello
significa experimentar plenamente a Dios. Sólo al convertirte en la humanidad
has recorrido el camino hasta los perímetros que abarcan la totalidad del reino
de los cielos.»
Ramtha.
Cada
uno de ustedes es realmente algo espléndido, porque son volátiles, creativos,
únicos y, de hecho, divinos. Aunque se les ha enseñado que son criaturas
miserables, lo que realmente importa es cómo se les conoce en el entendimiento
llamado vida. Y en ese entendimiento se les conoce como los amados de Dios el
Padre, pues ustedes son una parte eterna de la mente de Dios. Aún tienen que
darse cuenta de lo preciosos que realmente son, pero lo harán.
Lo que
ustedes son para mí, es un amado hermano, y no sólo para mí, sino para todas
las entidades, visibles o invisibles, en todos los universos y en todos los
niveles de vida. Porque todos estamos unidos a través de la gracia, la
inteligencia y, mucho más, a través del amor que se llama Dios, el maravilloso
pensamiento que te sustenta y mantiene durante toda la eternidad, a pesar de
todos tus exorbitantes esfuerzos.
Ustedes
son un tesoro mucho más grande de lo que creen, porque si tan sólo uno de
ustedes faltara, la vida, los universos, y las estructuras moleculares nunca
habrían existido. Por ustedes y a causa suya, la vida se ha convertido en una
manifestación exuberante de la inteligencia, del drama, por así decirlo, de la
prolongación de los modelos de pensamiento hasta el brillante colorido de la
realidad. Ustedes son preciosos, verdaderamente porque al margen de lo que
piensen sobre ustedes mismos, han contribuido a la espectacular manifestación
de todo lo que existe.
Son
espléndidos, pues: miren a la multitud de ustedes que forma la humanidad. Aun
con la similitud de sus semblantes, no hay ninguno de ustedes que sea igual a
otro. Son como las flores de un magnífico jardín, cuyas semillas se polinizan y
crean nuevas flores que son incluso más hermosas y exuberantes en sus profundos
matices. Cada uno de ustedes es hermoso y al mismo tiempo diferente. Porque
cada uno es Dios expresándose a través de la originalidad de sus propios
diseños creativos e intencionales.
Todos
ustedes fueron una vez chispas de pensamiento, emanando luz, que se
convirtieron en la prolongación de Dios hacia la continuidad de la eternidad.
Con el propósito de erigir un reino más grande para la exploración, diseñaron,
con gran cuidado y mucha experimentación, cuerpos de materia, o si prefieren,
de pensamiento coagulado. A través de sus cuerpos fueron capaces de expresarse
sobre otro plano de existencia, y así explorar la totalidad de los patrones de
pensamiento que se llama Dios. Así, en sus aventuras hacia la creatividad
infinita, ustedes, que fueron una vez luz sin forma, se han transformado en la
materia celular llamada humanidad. Gracias a esto, se convirtieron en
Dios-hombre: la inteligencia llamada mente de Dios expresándose a través del
organismo viviente llamado hombre.
Como
humanidad, son una inteligencia extraordinaria. No sólo han infundido en su
propia estructura celular el aliento de vida y los instintos para la
supervivencia, sino que, con propósitos divinos, han integrado su suprema
inteligencia a la materia del cuerpo con el fin de refinarlo y hacerlo
evolucionar. Mediante su diseño de una ciencia de la evolución, han
evolucionado desde lo que se llama Neandertal hasta lo que se llama Homo
Sapiens, la humanidad. Es así como el género humano en este plano —tras muchos
eones de tiempo y mucha experimentación, mucha evolución y muchos traumas— se
convirtió en las entidades erectas que ahora se sientan frente a mí.
Todos
ustedes están aquí, en lo que se llama el plano de la demostración, para
demostrar el poder de su propia inteligencia creativa sobre este nivel de vida,
el cual es un gran nivel. Porque aquí, el pensamiento, su amado Padre, existe
en todas las formas de su manifestación: desde la luz hasta llegar a la
densidad de la materia.
¿Sabían
que la inteligencia se desarrolla en todas partes? Realmente lo hace. Pero
aquí, en este lugar suyo llamado Tierra, es donde la humanidad —el matrimonio
entre pensamiento y materia— está en la cumbre de su evolución.
Ustedes,
la humanidad, ¿creen que están atrasados? ¿Creen que son menos que los que
viven en lo invisible? No lo son. Están en una gran aventura hacia el
entendimiento de la totalidad de sus eternos procesos de pensamiento. Sin
convertirse en Dios en la forma llamada humanidad, nunca podrían entender lo
conclusivo que Dios es. Nadie podría, porque el reino de Dios es una expansión
desde la luz hasta el electrum, hasta la materia, hasta la forma. Así, Dios no
es sólo la frecuencia más alta de pensamiento; también es la frecuencia más
densa y más baja de pensamiento llamada materia bruta.
Sólo
cuando llegas a ser la humanidad expresas lo que el Padre es en todas las
formas de pensamiento. Porque al ser Dios-hombre, Dios-mujer, no sólo eres
pensamiento, emoción y deseo evolucionando, sino que eres luz, electrum y
materia en la forma llamada carne y hueso. Nadie expresa la totalidad del reino
de Dios hasta que se convierte en Dios en la forma llamada hombre.
Para
entender la totalidad de tus procesos de pensamiento —para abrazar la totalidad
de quién y qué eres, del Dios que eres— debes ser lo suficientemente flexible,
y quererte lo suficiente, como para embarcarte en todos los planos de
existencia, incluyendo éste. Una vez hayas vivido y te hayas expresado en el
plano de la materia bruta, tendrás una comprensión de Dios en la forma llamada
materia.
Aquellos
que aún deben convertirse en Dios-hombre no tienen la experiencia completa de
Dios en la cual reflejarse para ganar la sabiduría y la comprensión de toda la
vida. Sólo aquellos que viajan a este plano para convertirse en parte de su
esplendor —para hacerlo evolucionar, para mover montañas, y crear colores y
monumentos de dignidad— sólo ellos entienden la complejidad del amor, de la
alegría, y de la creación. Sólo esos viajeros —tú lo eres— son los únicos que
han obtenido la comprensión de la eternidad y el deseo de alcanzarla, porque
ellos son quienes crean la eternidad para toda la vida. Pues mientras haya un
plano de materia, ello permitirá la continuidad de la vida hacia la creatividad
infinita. Por lo tanto, ser hombre o mujer, ser el colectivo de la humanidad,
es en verdad un privilegio; un honor. Es verdaderamente vida divina.
Existen
unos seres a los que has llamado «ángeles». Y muchos de ustedes desean ser esa
criatura divina. Pero hay una gran restricción en ser un ángel, y es que ellos
no poseen equilibrio de razonamiento, ya que aún tienen que vivir como hombres.
Ellos son simplemente energía, dioses que algún día se convertirán en
Dios-hombre. Pero ellos no sienten pena ni compasión por la humanidad. ¿Cómo
podría alguien que vive en lo invisible entenderte completamente hasta que no
haya sido lo que tú eres? La humanidad está mucho más avanzada que los ángeles
porque ellos no tienen el entendimiento de Dios viviendo en la forma limitada llamada
hombre; por eso, ellos están limitados en su entendimiento de la humanidad, de
sus alegrías y de sus penas.
Yo te
digo: ser parte de la humanidad es una experiencia sagrada, porque ello
significa experimentar plenamente a Dios. Sólo al convertirte en la humanidad
has recorrido el camino hasta los perímetros que abarcan la totalidad del reino
de los cielos.
Por
ello, ustedes no se han degradado al convertirse en la humanidad. Debes
entender esto. Porque si nunca has sido parte de la humanidad, nunca podrás
entrar totalmente en el reino de los cielos. ¿Cómo puedes ascender a los
cielos, si nunca has descendido a la vida?
Vale la
pena, es digno, es sabio convertirse en hombre para poder entender este fuego
que vive dentro de ti llamado Dios Todopoderoso. Toda la vida se compone de
este fuego; y experimentarlo a través de la suprema inteligencia de la materia
bruta —lo que se llama humanidad— te permite la visión completa de lo que Dios
es. Y cuando hayas entendido completamente todo lo que Dios es —espacio interno
y externo, materia, carne y hueso, amor, alegría y tristeza— entonces, serás
todo lo que el Padre es.
Ahora,
la razón por la cual estás en este plano, es para continuar la exploración de
Dios a través de la densidad del cuerpo en el que estás viviendo. Aquello que
sustenta tu evolución creativa es la vida, la misma fuerza vital que mantiene
al átomo en su esfera y a su Tierra en el espacio. Y esta fuerza vital tiene un
principio universal: evolucionar siempre, transformarse siempre y expandirse
siempre. El propósito de tu vida siempre ha sido experimentarla y aprender de
ella; y refinar lo que has aprendido y reintegrarlo al principio llamado vida.
Esto
que estás viviendo se llama «creación». Estás jugando con pensamiento creativo
y expresándolo a través de la materia con el propósito de adquirir sabiduría y
entendimiento, y así identificar el gran misterio que tú eres. Sin embargo,
todo lo de este plano es una gran ilusión. Todo el mundo cree que el plano
tridimensional es la realidad, pero no lo es. Todos los juegos de la humanidad
son ilusiones, son sueños, porque esta realidad puede vivirse en un sueño
continuo. El mundo real es el que yace dentro de ti: el encuentro con la
emoción en cada momento que sientes. El mundo real existe sólo desde el punto
de vista de la emoción, y ésta no está gobernada por la lógica, sino por el
amor en movimiento.
Este
mundo que tú llamas «realidad», nunca existiría si tú no tuvieras los ojos para
percibirlo a través de la emoción que se mueve dentro de tu alma, porque
entonces sería algo inexistente. Todo lo que hay en este paraíso de materia fue
creado simplemente para evocar emoción dentro de las almas de aquellos que
participaban en esta maravilla de la creatividad. ¿Para qué? Para ganar el
mayor premio de la vida llamado sabiduría. Y la sabiduría no es un
entendimiento intelectual; es, de hecho, un entendimiento emocional, adquirido
con la experiencia.
La
vida, este gran escenario, es tu reino. Es la plataforma sobre la cual creas
tus ilusiones. Este maravilloso escenario te permite la oportunidad de soñar
cualquier realidad que desees hasta darle existencia. Porque el Dios que tú
eres tiene la libertad ilimitada de soñar cualquier pensamiento, sentir la
emoción y convertir ese sueño en realidad; y puedes cambiar de idea en
cualquier momento.
La
razón de la vida en un plano de densidad es probar a todo aquel que se embarca
en ella —y esto es una experiencia exclusiva de la humanidad— que a cada giro
del pensamiento que se abraza hasta la emoción, pronto le sigue la realidad. Y
cuando ese entendimiento es asimilado, cuando ese increíble poder de
creatividad es reconocido, se acelera un proceso de alineación dentro de ti por
el cual sabes que eres Dios. Sin embargo, sin la experiencia humana, nunca
podrías saber esto.
Esta
vida es para que la abraces. Es rica, y está llena del fervor de la aventura y
el desafío. Provee todo a tu alrededor, puertas abiertas y oportunidades para
que evoluciones o involuciones y así llegues a transformarte. ¿Transformarte en
qué? En la acumulación total de todas tus experiencias, que te confirmarán
simplemente que eres Dios, porque sólo un Dios tiene la capacidad crear monumentos
en materia que testifiquen su propia gloria.
Debes
ser alabado por ser Dios-hombre y Dios-mujer, porque sólo cuando Dios se
transforma en hombre es que la vida sobre este plano puede ser creada y
evolucionar. Tú eres espléndido, verdaderamente. Eres más poderoso de lo que
crees, porque con cada emoción, con cada pensamiento, creas vida. Depende de ti
el dar presencia a la vida y mantener la vida futura, no de aquellos que están
en lo invisible. Ellos perduran siempre dentro de su propio entendimiento. Pero
¿quién sostiene este reino material que es la esmeralda de todos los reinos?
Ustedes, con su manera de pensar y de abrazarlo.
Eres tú
quien da autenticidad a todas las cosas. Eres tú el que añade a la plataforma
llamada vida. Eres tú quien exalta y glorifica este reino de Dios. Tú no sabes
esto, porque siempre has pensado que eras un poco menos que los ángeles. ¡En
absoluto! Tú aún no lo sabes, pero lo sabrás. Porque pronto vida, arco iris,
colores y luces servirán para recordarte lo que realmente eres. Se llama la Era
de la iluminación, y en ese tiempo, ¿en qué se habrá convertido la vida aquí?
Será entendida como una experiencia necesaria para que cada uno se abra al
entendimiento de que es, de hecho, una parte de la mente de Dios. Una vez sepas
esto, ¿qué aventuras te esperan? Entonces tendrás toda la eternidad para jugar
con ella, tendrás toda la infinitud del pensamiento para reevaluar y recrear
los elementos, la materia, el tiempo, el espacio, la distancia... tú.
Tú eres
verdaderamente maravilloso, porque iniciaste un largo viaje hacia esta esfera
para convertirte en lo que ahora eres. Y ese viaje ha tenido el propósito de
conocer a Dios en su totalidad, desde el pensamiento hasta la luz, hasta la
división del electrum, hasta la materia sólida, hasta este plano. Todos ustedes
hicieron ese viaje, y eso no solamente es algo espléndido, sino también
atrevido, porque involucra un riesgo. Existe una gran probabilidad, a través de
la transfiguración del gran Yo inmortal en el plano material, de perder la
identidad de uno, y quedarse atrapado totalmente en la supervivencia. Y ¡qué
pena! Eso es lo que le ha sucedido a la mayoría de humanidad.
¿Sabes
por qué te has aventurado a escucharme, a este gran enigma que soy? Porque
sabes que lo que te acabo de decir es verdad, y estás buscando el camino que te
conduzca de regreso al primer conocimiento divino que puso todo esto en marcha.
Dentro, muy dentro de ti, sabes que eres algo más que materia colectiva, que
eres algo más que carne y hueso; sabes que eres realmente divino. Y lo eres.
Estás aquí para darte cuenta de esto, para abrazar el principio divino que
eres, y encontrar que dentro de ti existe la luz original, el aliento de
pensamiento que te dio la vida en el principio.
Mis queridos maestros, ustedes le dieron la vida al viento. Le dieron al sol la razón para estar donde está. Le dieron un motivo a las nubes de tormenta para armar su fuerza y alimentar y aplazar la sed de la tierra. No saben esto porque siempre se han considerado menos que el amor a la vida que Dios es realmente. Yo los adoro, porque he sido como ustedes. He vivido sus ilusiones, y he realizado sus sueños. Y adonde yo fui también irán ustedes cuando llegue la hora. Pero nunca llegaran ahí sin antes haber abrazado esta vida y a Dios a través de abrazarse a ustedes mismos.
Yo los saludos desde lo más profundo de mi ser. Todos ustedes son verdaderamente grandes. Ustedes son, e verdad, amados, se les necesita y se les aprecia. Son la razón del siempre jamás. Son, de hecho, la razón misma de la vida.
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