Sabias palabras de Ramtha, uno de mis guías preferidos. Con Él comparto muchas de las enseñanzas que me son transmitidas a través de mis propios Guías y Maestros. Bendecidas sean. Espero que
os agraden.
«El
amor, en su forma suprema, es el deseo del Padre de permitir que la vida que él
es sea siempre continua a través de cada uno de ustedes. La forma más pura de
amor es la voluntad libre que el Padre les dio a cada uno, para que a través
del ejercicio de esa voluntad pudieran explorar las dimensiones del pensamiento
y extenderse hasta una grandeza mayor, y así extender la mente de Dios.»
Ramtha.
No existe tal cosa como la «voluntad de dios»,
fuera de tu propia voluntad divina. Si Dios quisiera que la vida fuera una
expresión singular y mundana nunca te habría creado, ni te habría dado la
voluntad para expresar tu propia e intencionada originalidad.
Lo que se conoce como la «voluntad de Dios», fue
creada por el hombre para poder gobernar y controlar a sus hermanos. Sin
embargo, si tú crees esa enseñanza y ves la voluntad de Dios separada de la
tuya, siempre estarás viviendo en la batalla de su voluntad contra la tuya,
pues tú querrás hacer ciertas cosas, y sentirás que debes hacerlas, pero la
«voluntad de Dios» te dirá que no debes hacerlo.
Dios no es algo separado de ti. Tú y él son uno y
el mismo. Tu voluntad es su Voluntad. Cualquier cosa que quieras hacer es lo
que tú llamas «la divina providencia» Ia voluntad divina. De esta manera, nunca
estás en conflicto con el destino, porque el destino no está ordenado de
antemano, está totalmente ordenado por ti. Cada cosa que piensas crea tus
momentos por venir. Este preciso instante de ahora es simplemente el producto
de los pensamientos que tuviste hace unos momentos. Esa es la ciencia de Dios.
Lo único que el Padre desea para ti, es que experimentes la totalidad de la
vida que él es de acuerdo con los sentimientos que hay en tu alma. ¿Para qué?
Para que llegues a entender la alegría y el amor incondicional que Dios tiene
por ti y por toda la vida.
Si sientes que estás reñido con Dios, quizás
deberías reconstruir la imagen que tienes de él, porque déjame decirte que él
no es todo amor si tienes que luchar contra él.
En el principio, cuando el padre contempló su
espléndido ser, se extendió a sí mismo hasta el esplendor de la luz. A partir
de aquella expansión y aquella luz, cada uno de ustedes se convirtió en Dios en
la forma de un movimiento único y singular, para continuar la expansión del
pensamiento hasta la eternidad.
Para que Dios fuera una entidad única,
extendiéndose siempre a través de sus pensamientos contemplativos, fue
necesario dar a cada uno de ustedes el poder de crear de forma única mediante
el pensamiento que él es. Y él hizo esto al darles la acción llamada
libre albedrío. El principio de la voluntad les fue dado a cada uno de ustedes
para que fueran únicos y soberanos; para que pudieran ser los creadores de su
propia verdad y soberanos de su propio entendimiento.
Lo que
te da tu esencia divina es la libertad de abrazar y experimentar cualquier
pensamiento que desees. Y; es el regalo de
amor que Dios da a cada uno de ustedes. Cada uno de ustedes tiene la divina
esencia de esa esencia divina llamada libre albedrío es el amor la voluntad,
para que así tengan la libertad de crear en forma única cualquier ideal que
hayan visualizado a través del pensamiento.
El amor, en su forma suprema, es el deseo del Padre
de permitir que la vida que él es sea siempre continua a través de cada uno de
ustedes. La forma más pura de amor es la voluntad libre que el Padre les dio a
cada uno, para que a través del ejercicio de esa voluntad pudieran explorar las
dimensiones del pensamiento y extenderse hasta una grandeza mayor, y así
extender la mente de Dios.
El libre albedrío te da la singularidad —y a la vez
una unidad con el Padre— que permite a tus procesos de pensamiento tener su
propio flujo creativo. Y cada momento que creas, a través de la contemplación y
expansión de tus propios pensamientos, estás imitando el mismo amor que el
Padre tuvo por sí mismo cuando él te creó. Porque la creación es el acto de
traer el amor desde dentro de tu ser hasta una forma creativa única y con
libertad de movimiento, que vivirá para siempre.
Desde el ilustre momento de su nacimiento, el
Padre, a través de su amor puro e incondicional, hizo este pacto con cada uno
de ustedes: el Padre se convertirá en todo aquello que pienses, y todo aquello
que desees. A través de este pacto —que aún existe y siempre existirá— cada uno
de ustedes se convirtió en el heredero de la totalidad de lo que el Padre es.
Por eso, el Padre siempre te ha dado todo lo que él ha llegado a ser, para que
puedas entender y experimentar la totalidad de la vida que él es. Él es la base
de la culminación de tus sueños. Pero ¿quién fabrica los sueños? Tú. ¿Y de qué
están hechos tus sueños? De pensamiento, de Dios, de vida.
Tú puedes tomar de la totalidad del pensamiento que
Dios es y crear cualquier verdad, cualquier actitud, cualquier cosa que desees.
El Padre, la vida, se convertirá al instante en cualquier verdad o actitud que
hayas creado en tus procesos de pensamiento. Y a través de la materia que él
es, el Padre manifestará libremente cualquier ideal de pensamiento que desees
para que puedas experimentarlo.
Para darte un ejemplo del amor que Dios tiene por
ti, tomemos la criatura llamada serpiente, un ideal creado por un dios con el
propósito de extender la vida mediante una cadena vital. Esta criatura tiene un
cuerpo largo y esbelto, con múltiples músculos y huesos. Se mueve muy
rápidamente y, como su única defensa, posee una cabeza enorme con colmillos que
te podrían atravesar. Y aunque su mordisco podría derribar a un hombre de gran
tamaño en pocos momentos, cualquier hombre podría hacerla trozos o aplastarla
fácilmente.
Ahora tomemos a dos dioses. El primero, con una
mente científica, ve a la serpiente como una creación maravillosa, porque puede
moverse muy rápidamente, aun sin tener pies, y tiene un diseño y color de piel
muy hermoso, y un maravilloso esqueleto que parece seguir y seguir y nunca
acabar. El segundo dios ve a la serpiente como algo odioso y vil, como una
criatura horrible porque su mordisco es peligroso y puede matar a un hombre.
Para el Padre, que es el Ser de toda la vida, todas
las cosas son puras en estado de ser; todas las cosas son inocentes en su
expresión de la vida que él es. Es simplemente la actitud que adopta cada
entidad hacia algo lo que hace una cosa hermosa, vil o fea. Somos simplemente
nosotros, los dioses —que tenemos la capacidad creativa de sustraer del
pensamiento que el Padre es contemplarlo y alterarlo— quienes juzgamos algo que
en sí es realmente puro e inocente, como algo diferente del ser.
Qué grande es el amor de Dios —que es la sustancia
vital de la serpiente— que te da a ti, su mayor creación, el derecho de
proyectar tu actitud y tu voluntad sobre la serpiente del modo que tú elijas.
El amor que la fuente de la vida tiene por ti es
tan grande que se convertirá en cualquier cosa que desees a través del
pensamiento. El Padre será todo lo que tú quieras que él sea. Él te permitirá
alterarlo de cualquier modo en que desees hacerlo. La vida que él es se
convertirá en vil, fea o vulgar o llegará hasta los límites de la belleza, como
tú gustes mirarlo.
Ahora, ¿no es algo maravilloso que el Padre se
convierta en todo aquello que tú desees o percibas, simplemente a través de los
antojos de tus procesos de pensamiento? Por supuesto que lo es ¡Eso es amor!
Tú puedes hacer con el pensamiento cualquier cosa
que desees, pues el amor del Padre por ti es constante. No importa cuán vil o
miserable percibas la vida que Dios es, para él sigue siendo él mismo. Sigue
siendo Dios, sigue siendo puro, y sigue siendo amado. Esa promesa es
inquebrantable porque el Padre, en sí mismo, carece totalmente de actitudes; simplemente
es.
El amor entre tú y Dios no tiene condición. Si el
Padre censurara tus pensamientos de alguna manera, o limitara tu experiencia de
la totalidad de la vida que él es, no tendrías la libertad de continuar su
expansión hasta la eternidad. Ni obtendrías la sabiduría de tus aventuras en el
pensamiento, para poder entender el amor y la alegría que el Padre realmente es
en su supremo estado de ser.
Dios te ama en completa libertad para que hagas
siempre lo que te plazca, pues tu voluntad es su voluntad. Este es el pacto
entre Dios y sus hijos entre Dios y él mismo. Cualquier cosa que hagas, adonde
quiera que te aventures, siempre serás amado. Él te permite hacer todo lo que
desees, porque sabe que eres siempre continuo y que nada podrá nunca separarte
de él. El Padre no ha creado nada que sea superior a sí mismo que pueda jamás
arrebatarte tu fuerza vital. Por eso, tú siempre existirás. Y cuando tu vida
haya concluido, habrá otra... y tendrás la libertad de crearla como quiera que
elijas.
Tú vivirás esta vida y todas las que vendrán de
acuerdo con tu propia voluntad. Y lo que te ha dado la libertad de hacer esto
es aquello que te ama, aquello llamado tu Padre, Dios Todopoderoso, el amante
de todas las cosas.
Ustedes son entidades libres. ¿Cómo? Gracias al
poder llamado voluntad y a la facultad llamada amor.
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