REDES

lunes, 17 de marzo de 2025

EL ARTE DE NO HACER NADA

Ya sea trabajo, tareas domésticas, niños, listas de tareas pendientes, listas de “debería hacer” y listas de “alguna vez terminaré”, por no mencionar las listas de deseos, es justo decir que la vida moderna avanza a un ritmo exigente y no nos concede mucho tiempo para dominar el arte de no hacer nada.

Es como vivir metido en una “rueda de hámster” y esto lo digo con todas las letras. Estar ocupado se está convirtiendo en una epidemia. En este mundo acelerado, nos hemos acostumbrado a estar tan ocupados que apenas nos queda tiempo para no hacer nada, para pasar el rato, rumiar y simplemente ser y estar.

En algún momento de esta era moderna, se ha vuelto aceptable vivir a un ritmo frenético, insalubre e insostenible para cualquier ser humano medio normal. De alguna manera, hemos llegado a glorificar el estar ocupados. Se ha convertido en una insignia de honor estirar los límites de nuestro cuerpo para sobrevivir con solo cuatro horas de sueño y hacer ejercicio incluso antes de comenzar a trabajar (y no hablo de comenzar a las 10 de la mañana).

Solo es necesario escuchar y prestar atención a lo que dicen las personas para darnos cuenta de que estar ocupado se está convirtiendo en una epidemia. Escuchemos y notaremos que las conversaciones de las personas giran en torno a lo que quieren hacer porque están taaaan ocupadas que no tienen tiempo de hacer nada de lo que realmente les gusta hacer.

Y esto no significa otra cosa más que el sistema actual no va a ayudarnos; el jefe, el trabajo, los niños, las tareas domésticas, ninguno de ellos se detendrá por ninguno de nosotros. Así que tenemos que ser nosotros, efectivamente, quienes los detengamos. Tenemos que ser nosotros quienes tracemos el límite y hagamos TIEMPO PARA NO ESTAR OCUPADOS.

Para quienes están permanentemente ocupados con horarios frenéticos y mentes ocupadas, esto puede sonar alarmante, pero ¿qué pasaría si supieran que esto les permitiría ser mejores y más productivos en sus quehaceres cuando estuvieran en su puesto de trabajo u ocupados en alguna tarea? Entonces, ¿quizás estarían más abiertos a la idea? Probablemente.

Veamos qué podemos hacer para ganar tiempo a la vida.

Empecemos con pequeños fragmentos de tiempo, digamos cinco minutos. En los que nos podemos sentar sin distracciones y practicar no hacer nada. Esto se puede hacer en el jardín, en el parque, en cualquier lugar. El objetivo es relajarse y dejarse llevar por completo, por lo que es importante que uno se sienta seguro. Por esta razón, la casa de uno es un buen punto de partida, pero por supuesto será necesario encontrar un lugar tranquilo y apagar todos los aparatos y dispositivos, es decir, nada de televisión, teléfono, ni iPad. No te preocupes, son solo cinco minutos y puedes poner la alarma si solo tienes cinco minutos disponibles.

Y a continuación, respira.

Sí, es así de simple, solo respirar. Eso es todo lo que necesitamos hacer. Solo observar el flujo de nuestra respiración, observar cómo entra y sale de nuestro cuerpo. El movimiento del aire a través de los conductos, el ascenso y descenso de nuestro pecho. Es así de simple.

Cuando un pensamiento se cuele en nuestra cabeza (y lo hará), podemos simplemente reconocerlo y dejarlo pasar. O simplemente dejarlo en paz y volver la atención a la respiración. El pensamiento desaparecerá de forma natural. Ciertamente, pueden pasar algunos minutos antes de que uno se de cuenta de que ha entrado en una madriguera de conejo particular con una serie de pensamientos. Tan pronto como uno note que está metido dentro de una bola de pensamientos, es preciso romper el impulso con una afirmación como por ejemplo: esta es una historia interesante y volver a centrarse en la respiración.

Lo que al final se acaba descubriendo es que cuanto más se practica, más tiempo pasa uno sin los pensamientos innecesarios que surgen. En algún momento, la cantidad de pensamientos por minuto disminuirá y, a la inversa, el espacio de tranquilidad entre ellos aumentará. A medida que uno se acostumbra a este espacio, probablemente se preguntará por qué antes se tomaba sus pensamientos tan en serio.

Cuanto más se practica, más fácil resulta. Con el tiempo, uno es capaz de  utilizar esta técnica en cualquier lugar y en cualquier momento. Desde la ducha y el baño hasta estar sentado en el jardín o en una pausa para el almuerzo en el trabajo; uno puede desconectar y dejar de estar ocupado.

Aprender el precioso arte de no estar ocupado nos permite recargar nuestro tanque de energía para ser más productivos y eficientes. Nos ofrecerá además una mayor claridad, enfoque y concentración para esos momentos en los que necesitamos volar. Nos ayudará en mente, cuerpo y espíritu, y sin duda es una situación en la que todo el mundo gana.

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

DESCARGO DE RESPONSABILIDAD: ESTE BLOG NO PROPORCIONA CONSEJOS MÉDICOS

La información que incluye este blog, tanto texto como imágenes, tiene solo fines informativos. Ningún material contenido en este sitio pretende ser sustituto del consejo, diagnóstico o tratamiento médico convencional.