Muchas personas tienen múltiples intereses y distintos trabajos a lo largo de su vida. Aunque no es siempre fácil convivir con esta forma de ser, puesto que al ver tantas posibilidades enfrente de uno, éste puede acabar abrumándose y no ser capaz de dar un paso adelante en una dirección concreta.
Este
patrón de intereses variados puede aplicarse también a la meditación, porque
una persona es como es y no puede cambiarlo. A menudo y casi para cualquiera es
bastante sencillo seguir una meditación guiada o enfocarse en la respiración o
en alguna melodía tranquila, pero al final, una personalidad con gustos tan
variados acaba por aburrirse. Y entonces, la meditación que debería ser un
remanso de paz en nuestro interior, se acaba convirtiendo en una tarea contra
la que sentimos que debemos revelarnos y ocasiona que la tan anhelada paz se
convierta en tensión y acabemos creando una relación de amor-odio con la
meditación.
Las que he
descrito no son las únicas formas de meditar ni mucho menos y no debemos tener
miedo de probar distintas maneras que se adecuen mejor a nuestras dispares
personalidades. Tenemos que partir de la base de que NO hay una forma
"correcta" de meditar. No la hay, os lo aseguro.
La
meditación, en cualquiera de sus formas es muy beneficiosa para nuestro cuerpo,
mente y espíritu, pero debemos encontrar formas de llevarla a cabo sin
aburrirnos, frustrarnos o sentirnos ansiosos.
Existen
muchas opiniones sobre cómo meditar y cómo debería verse y sentirse la
meditación. Os sorprendería saber cuántas definiciones diferentes hay, pero el
hilo común y que más resuena es centrar o enfocar la atención en una sola cosa para
poder acceder al poder de la paz interior y mantener un estado de relajación.
A todos hay
cosas que nos gusta hacer y que nos permiten centrar nuestra atención de una
manera tan singular que nos podemos relajar por completo sin ningún esfuerzo.
Además, hay actividades que ya estamos haciendo que pueden ser meditativas si simplemente
cambiamos nuestra intención. Una vez que tomamos la decisión de darnos permiso
para meditar de diferentes maneras, la práctica no sólo puede volverse
consistente sino que se puede continuar avanzando en este arte.
Esto nos
permitirá fluir no solo con la forma de meditar sino también en el tiempo que
invertimos en ella cada día. A veces se puede meditar sólo cinco minutos,
mientras que otros días podemos hacerlo durante una hora. No importa ni el
tiempo ni el lugar, sino elegir la mejor forma de sentirnos a gusto con esta
actividad.
Veamos algunas
formas que podemos elegir para nuestra meditación.
En la ducha – La ducha puede
convertirse en un momento sagrado, en el que podemos proponernos cada día ser
felices y estar sanos. Podemos utilizar mantras o afirmaciones en voz alta
mientras nos lavamos el pelo, por ejemplo. También podemos tomarnos unos
segundos para enfocarnos en cómo sentimos el agua correr sobre nuestra cabeza
al enjuagar el cabello. Entonces nos centramos cada vez en una única cosa, por
ejemplo, podemos poner nuestra atención en oír cómo las gotas salpican sobre nuestro
cuerpo y a nuestro alrededor. Este es un buen momento también para imaginar que
el agua limpia nuestra aura. De hecho, hay algo en el agua que calma nuestro
espíritu y cuando nos damos una ducha con intención, siempre nos sentiremos
relajados y listos para afrontar el mundo.
Nadar: La acción de nadar de
manera intencionada puede aportarnos una gran paz a todos los niveles. Podemos
enfocarnos en los movimientos de los brazos o de las piernas o incluso en nuestra
respiración. Aunque el cuerpo se mueva físicamente, al estar enfocados
permitimos que nuestras ondas cerebrales se ralenticen y podamos sentirnos en
paz y con los pies en la tierra.
Pasear: Si se tiene la suerte de
vivir cerca de la naturaleza o podemos acceder a ella de manera fácil, ya
tenemos mucho ganado porque la naturaleza nos brinda la paz que tanto
necesitamos todos. Durante este tipo de paseo es mejor no escuchar música y
tampoco hablar si vamos acompañados. De esta forma será mucho más sencillo
sintonizar con los sonidos de los
animales, con el sonido del viento, con el calor del sol y con la brisa
acariciando nuestra piel. Al sumergirnos en estas simples formas, somos capaces
de convertirnos en uno con la naturaleza y compartir la paz que irradia
constantemente.
Escuchar una canción específica: A casi todo el mundo le
gusta la música de algún tipo. Para meditar intencionalmente con una melodía
específica, elegiremos una canción con la que nos sintamos a gusto en ese
momento. Podemos conectar con la letra de la canción o con la melodía o con
ambas. Al escuchar la canción una y otra vez, nuestro enfoque profundiza cada
vez más y es entonces cuando podemos alcanzar la paz interna.
Cuencos tibetanos: No todos tenemos cuencos
tibetanos en casa a no ser que nos dediquemos a algo relacionado con ellos.
Pero la red está repleta de bellas melodías con este tipo de cuencos, así que
podemos acceder a ellos en cualquier momento. Lo ideal es tener un cuenco y
ponerlo en alguna parte del cuerpo para que éste pueda resonar con él, pero si
no disponemos de un cuenco, bienvenido será el sonido enlatado. A medida que nuestro
cuerpo capta y absorbe la vibración que emite el sonido del cuenco, nuestra
mente se silencia, nuestro cuerpo pierde toda la tensión y llegamos a un estado
meditativo genuino.
Afirmaciones: Utilizar afirmaciones y
enfocarnos en ellas es una bellísima forma de meditar también. Podemos usar
alguna que nos atraiga o crear la nuestra propia. Al repetir continuamente una afirmación,
nuestro cerebro acaba interiorizando el mensaje tan intensamente que nuestra
mente comienza a manifestar esos pensamientos.
Auto-Curación: Es una maravillosa idea
relajarnos antes de dormir. Para ello podemos enfocarnos un par de minutos en
cada uno de nuestros siete chakras principales mientras nos quedamos dormidos. Podemos
poner nuestra atención en un chakra concreto y visualizar su color
correspondiente envolviéndolo, y visualizar cómo se abre y se expande. Podemos quedarnos
dormidos antes de terminar con todos los chakras pero no importa. A la mañana
siguiente despertareis igualmente totalmente descansados.
La
meditación está destinada a ayudarnos a ir más allá de la mente para experimentar
paz, felicidad y alegría, sin olvidar que también es una experiencia
profundamente personal. Un enfoque único simplemente no funciona para todo el
mundo. Ya sea que seas un meditador experimentado o un principiante, permítete
redefinir cómo quieres sentir la meditación en tu vida y no sigas un camino
solo porque otros lo han seguido. Así que
medita a tu manera y seguro que acertarás.
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