Si nos apartáramos de nuestra vida por un momento, veríamos que está compuesta simplemente por una serie de eventos que parecen aleatorios y desconectados en el momento en que los experimentamos, pero que son realmente importantes.
Los
sucesos que experimentamos se basan emocionalmente en los demás, de modo que no
solo forman nuestras actitudes y creencias, sino que también crean nuestros
temas centrales.
Todos los
eventos que vivimos como las percepciones, dramas, traumas de cualquier tipo,
relaciones buenas y malas, miedos, creencias, éxitos y fracasos, están
arraigados a los temas centrales de nuestra vida. Todos esperan el momento y la
oportunidad adecuada para resurgir y expresarse a través de nuestras palabras,
acciones y salud.
Además de
los temas centrales que creamos para nosotros mismos, existen también temas
centrales genéticos que se transmiten de generación en generación. Estos
tienden a centrarse en predisposiciones a enfermedades, estatus económicos,
niveles de educación, tradiciones culturales y familiares, creencias
religiosas, y expectativas asociadas con ser el primogénito, el hijo del medio
o el más joven. Estos forman también una parte integral de nuestras historias
de vida y afloran en nuestras palabras y acciones.
Aparte de
nuestros rasgos de personalidad inherentes, los temas centrales impulsan la
mayor parte de lo que hacemos, cómo pensamos y cómo sentimos. Sin embargo, no
siempre están alineados con lo quien realmente somos.
Los temas
centrales son la subestructura detrás de nuestras historias y son responsables
de la forma en que vemos la vida. Son como armarios o archivadores dentro de
nuestra mente, donde agrupamos todo según las apariencias.
Sin
embargo, si tuviéramos que mirar más de cerca el contenido de nuestros armarios
de temas centrales, encontraríamos que no son iguales en absoluto. Algunos
temas centrales pertenecen a otros, la mayoría son limitantes, muchos tienen
heridas emocionales y no son saludables debido a la forma en que afectan nuestro
estado mental y también físico.
Los temas
centrales en realidad tienen varias funciones importantes. Una de ellas es
formar un plano mental que el cerebro pueda usar para acelerar el proceso de
conectar una nueva experiencia con el pasado. Otro propósito es ayudar a la
mente a categorizar el flujo constante de información que recibe
energéticamente y también a través de los sentidos físicos.
Los temas
centrales ofrecen la dirección necesaria para ayudarnos a navegar a través de
todos los pensamientos que creamos y las experiencias que atraemos. Nos dicen
qué comportamiento es aceptable y cuál no lo es, y cómo debemos interactuar con
otras personas. Además, también nos ayudan a alejarnos de experiencias y
relaciones que pueden causarnos dolor.
Estamos todos
inmersos en un viaje evolutivo que nos lleva a través de varias etapas y atrae
muchas experiencias a nuestra vida, todas destinadas a ayudarnos a crecer
personalmente, evolucionar espiritualmente y conectarnos con nuestras almas,
para enseñarnos cómo vivir vidas alegres y con propósito. Sin embargo, hemos
olvidado esas intenciones porque algo distinto nos está impulsando y haciendo
que nos desconectemos de nosotros mismos.
Cuando
nuestros archivadores de temas centrales están energéticamente llenos de drama
y trauma, y están cargados de fuertes emociones negativas, es fácil ver cómo
podemos perder el contacto con nosotros mismos. Es evidente la forma en la que
somos víctimas de nuestros miedos y les permitimos determinar quiénes somos y
cómo vivimos. Entendemos por qué experimentamos enfermedades basadas en el
miedo, como alergias, úlceras, derrames cerebrales, asma, hipertensión, ataques
cardíacos, depresión, trastornos auto-inmunitarios e incluso cáncer.
Si bien
los temas centrales pueden ser tanto negativos como positivos, la mayoría de las veces suelen
ser negativos y a menudo acaban afectando a nuestra salud. Si
realmente deseamos curarnos a nosotros mismos, debemos profundizar para
descubrir las emociones, actitudes, creencias y temas centrales que nos impiden
tener la vida y la salud que deseamos y procurar desahacernos de ellos para vivir una vida mejor.
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