Cuenta
la leyenda que si te encuentras con una estatua del Buda que sonríe, debes
frotarle la barriga para que tus deseos sean concedidos.
Quizás,
incluso podrías reírte mientras lo frotas. Como dice el viejo refrán, la risa
es la mejor medicina. También es una de las estrategias para mantenernos cuerdos
a medida que ascendemos a niveles más altos de conciencia. Esto me costó un
poco descubrirlo y también aplicarlo.
Descubrir
la verdad de quién uno es, no es en absoluto un viaje sencillo. A medida que ascendemos,
la mente viene a jugarnos malas pasadas, burlarse de nosotros y encontrar
formas sutiles de atormentarnos, a poco que se lo permitamos.
Podríamos
resumirlo de manera sencilla con esta cita textual de una película: "Andy
gateó hacia la libertad a través de quinientos metros de mierda maloliente que
ni siquiera puedo imaginar, o tal vez no quiero demasiado". Cuando uno se
arrastra a través de suciedad, a veces todo lo que le queda es el humor y la
fe.
Veamos
cómo aprovechar el humor en nuestro camino espiritual.
Perspectiva
Cuando
uno se siente solo, deprimido, frustrado o con emociones similares en un
momento dado, tal vez necesita encontrar una nueva perspectiva. Lo más probable
es que se esté olvidando que el proceso espiritual se compara con una flor. Uno
crece de forma natural y no tiene que esforzarse para superar los desafíos, que
también forman parte del florecimiento de la consciencia.
Nos
quedamos sin humor cuando inconscientemente creemos que saldremos del horno de la
iluminación espiritual, y todo será nítido y estará listo para ser usado. La
alegría está en el viaje. A veces, nos sentimos atrapados y no nos damos cuenta
que esto también forma parte de la aventura de la vida.
Añadir algún disparate a nuestra rutina
Es
preciso que abramos los ojos al humor, a reírnos con chistes o bromas, a poner
gente divertida en nuestra vida y a no ser tan serios en nuestro camino, y
sobre todo no serlo cuando hablamos o tratamos de espiritualidad. El humor
proporciona libertad. Al reír nos sentimos más libres. No me crees?? Pruébalo y
asegúrate de incluir al menos diez minutos de risa diaria, como si fuera una medicina.
Probar una nueva práctica o
experiencia
A
menudo, podemos perder el sentido del humor cuando nos sentimos atrapados en cualquier
circunstancia de nuestra vida. En esos momentos, a veces lo único que se
necesita es relajarse y encontrar una nueva práctica. Romper con la energía
estancada y malhumorada, y permitir que las puertas de nuestra alma se abran y
dejen entrar algo de luz.
Hay
muchas prácticas divertidas que podemos probar, que nos pueden ayudar a
profundizar en la conciencia, y que nos alentarán a mantenernos arraigados en
el momento presente.
Veamos
algunos ejemplos:
Kundalini
yoga (créeme, algunas posturas son de risa), hacer animales con globos de
colores, aprender a bailar salsa con un video en YouTube, asistir a espectáculos
de comedia, gastar una broma (no pesada) a alguien, disparar con arco y
flechas, alimentar patos, pasear por una tienda de juguetes... las opciones son
infinitas.
Hadas
Esto
puede sonar un poco extraño para algunos, sin embargo, creo que las hadas
necesitan aquí una mención. Supongo que conocéis a Tinkerbell de la película
Peter Pan. De manera similar a como la retratan, las hadas también pueden ser
divertidas, ligeras, aireadas y siempre quieren jugar!! Conectar con ellas es
divertido y puede proporcionarnos muchos momentos de risa y divertimento.
Elegir el valor sobre la
comodidad
Ser
un Buda sonriente requiere de mucho coraje. Uno no puede dejarse engañar por
los trucos de la mente que nos dicen que no somos o tenemos lo suficiente, que
necesitas esto o aquello, que no podemos ser felices hasta que no lleguemos a
la plena realización de la conciencia de Dios. Esta es la basura que nuestra a
veces nos regala.
Por
eso es necesario el coraje. Es necesario para decirle a nuestra mente que vaya
a darse una vuelta. Para cambiarlo, debemos escuchar a nuestro corazón y probar alguna actividad que deseemos
hacer. Seguir nuestra intuición, nuestras corazonadas. Expresar a nuestro ser más
querido nuestros verdaderos sentimientos. Defender nuestra verdad sin miedo de mostrar
la versión más completa de nosotros mismos. También comprometerse con una
rutina de meditación es interesante.
Todos
los escenarios anteriores suenan fáciles cuando se leen, pero todos sabemos que
cuando la vida genera experiencias duras y tangibles, podemos encogernos y
escondernos, y en lugar de estar en nuestro corazón, escuchar a nuestra mente y
poner excusas.
Esto
nos lleva, a todas luces, a una existencia carente de sentido del humor porque nos
identificarnos inconscientemente con la creencia de que preferimos la
comodidad, aunque esta comodidad sea ficticia y solo nos traiga sufrimiento. La
frescura, el humor y el juego suelen estar en el camino de lo desconocido y por
tanto situados más allá de nuestra zona de confort.
Jugar con nuestro niño
interior
Jugar
con nuestro niño interior es como mirar fijamente a los ojos de un amante por
primera vez, ver las hojas de un árbol caer al suelo, estar solo en una montaña
nevada, escuchar los primeros sonidos de los pájaros cantando después de un
largo invierno, etc…
Todos
tenemos un niño interior que desea un tierno y amoroso cuidado. Nos ocupamos de
la edad adulta y olvidamos que el juego es la sal de la vida. Tampoco cualquier
juego, necesitamos ese juego tierno en el que realmente estamos honrando el
corazón de nuestro hijo.
Podemos
llegar a él realizando cosas que por ejemplo hacíamos en nuestra infancia: ver
dibujos animados, una pelea de bolas de nieve, pintar con los dedos… Seguro que
todos hemos hecho estas y otras muchas cosas en nuestra niñez. Estas
experiencias permiten sentir las emociones de la infancia. ¿Qué desencadena
estas emociones para ti? ¿Qué actividades puedes hacer con tu niño interior?
Permiso para jugar
Todas
las sugerencias anteriores son inútiles, a menos que se uno se dé permiso para
jugar. Caminamos por la vida aferrándonos a la idea de que jugar es algo que
tenemos que ganarnos. Lo vemos como algo lejano y siempre tenemos la excusa
perfecta: "Me divertiré cuando gane más dinero, tenga una casa mejor o
viva en un lugar nuevo", "¿Quién tiene tiempo para eso?",
"¿Por qué molestarse?". O nos conformamos con una versión aburrida
del juego, como beber o atracarnos de comida, que en realidad son hábitos
adormecedores.
El
juego, por otro lado, nos aporta vitalidad, alegría, frescura, risa, humor y
sentimientos fluidos. Entonces estamos totalmente en el presente y solo uno
mismo puede permitirse jugar. Así que adelante con el juego!!
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