Una
vez que el espíritu se ha despojado de su vehículo físico, reside únicamente en
su parte etérica o cuerpo energético, como lo conocemos habitualmente.
Al
inicio, el espíritu se encuentra en un lugar donde obtiene una sensación inmediata
de paz y libertad, así como una fuerte impresión de ligereza y flotabilidad
porque el peso y la gravedad del cuerpo físico han desaparecido por completo.
El espíritu permanece en este estado sin color y brumoso durante un periodo muy
breve de tiempo, a menudo unos segundos/minutos, antes de que el cuerpo etérico
se transforme en su casa permanente y el espíritu pueda moverse de manera
astral.
Este
lugar al que va en cuanto muere su parte física, es como un puente entre lo
terreno y lo astral. En la mayoría de los casos esta transición se efectúa de
manera muy rápida. Sin embargo, cuando un espíritu está muy cerca de su familia
y no está listo para aceptar el hecho de que ha muerto, los lazos terrenales se
convierten en una especie de trampa. En semejante situación, un espíritu
permanecerá muy cerca de su cadáver. A menudo intentará, en vano, comunicarse
con los miembros de su familia.
Es
bastante común que este tipo de espíritu asista a su propio funeral. Muchas
veces este acto le ayuda a darse cuenta de que ha dejado de formar parte de la
existencia física y entonces comprende que debe avanzar hacia su nuevo hogar
espiritual. Sin embargo, de vez en cuando un espíritu queda atrapado y se
convierte en lo que se conoce como un espíritu "terrestre". A menudo es
el sistema de creencias de la persona en vida, el que mantiene a estos espíritus
atados a la tierra después de su muerte.
Para
comprender esto mejor, imaginemos a una persona que vive en nuestro bello
planeta. Esta persona no tiene creencias religiosas de ningún tipo y está
totalmente convencido de que no existe nada más, que cuando uno se muere, se
muere, todo acaba y punto final.
Durante
su vida, esta persona imaginaria se ha ocupado y preocupado únicamente por dos
cosas: él mismo y sus posesiones. Su principal propósito en la vida ha sido
acumular tanto dinero y tantas posesiones como le ha sido posible, incluso si ha
tenido que ser a través de la explotación o el sufrimiento de otros.
Un
día, esta persona muere y se despierta en el otro lado. Rápidamente se da
cuenta de que no está realmente "muerto", sino en una forma más
ligera. Sin embargo, todavía posee su mentalidad terrenal y materialista. Con
gran impaciencia intenta aferrarse a sus posesiones, sólo para descubrir que ya
no puede hacerlo. No entiende que el etérico, esa niebla gris y opaca en la que
está envuelto es una mera sombra de su antiguo mundo físico. Sin darse cuenta y
por supuesto sin estar preparado, este individuo sigue vagando por la tierra
como un fantasma, visitando su casa e intentando contactar con su familia para
comunicarse directamente con ellos. En este estado "intermedio" un
alma puede permanecer solo unas horas, unos meses e incluso unos años, ya esto
dependerá únicamente de su deseo de dejar atrás el mundo físico y pasar al
astral y a los reinos superiores de consciencia.
Afortunadamente,
no es necesario pasar por este tipo de experiencia, si tenemos la precaución de
tener consciencia espiritual, de saber y comprender que existe un “más allá”. Por
increíble que parezca, nuestro mundo está llenos de entidades atadas a él, ya
sea por una cuestión o por otra, muchos de ellos permanecen junto a nosotros. En
mis años como médium y canal espiritual he ayudado a muchísimos de ellos a
cruzar al otro lado. Algo que me llena de satisfacción cada vez que es posible.
Si
en alguna ocasión os encontráis con un caso de este tipo y sentís o presentís
que junto a vosotros se encuentra un espíritu atado a la tierra, la forma más rápida
y llana de intentar ayudarle es decirle por ejemplo: “Oye, date cuenta de que
te has quedado atascado en un mundo al que ya no perteneces, así que muévete rápidamente
hacia adelante, hacia el mundo del espíritu. Fíjate en la luz y ve hacia ella.”
Por supuesto, esta es una forma poco ortodoxa de llevarlo a cabo, pero como
siempre digo, a grandes males, grandes remedios. No hay que temerles sino
ayudarles de la forma que podamos y lo antes posible.
Si
nadie les ayuda a traspasar la puerta al otro lado, estas entidades deambulan
por el planeta y persiguen a los vivos, intentando influir en las mentes de los
más débiles. Se encuentran atrapados entre el mundo físico y el espiritual. Es
triste que nuestros sistemas de creencias restrictivos y rígidos no mueren
cuando abandonamos nuestro cuerpo físico, si así fuera nos ahorraríamos muchos
problemas.
Que
un espíritu quede atrapado en nuestro mundo también puede suceder cuando una
persona sale del cuerpo de manera violenta. Entonces el espíritu se pierde
porque no está preparado y no se da cuenta realmente de lo que ha ocurrido. En
muchas ocasiones, el espíritu continuará haciendo lo que solía hacer cuando
estaba vivo y así seguirá hasta que se da cuenta de que su cuerpo ha muerto y él
ha pasado al otro lado.
Los
espíritus a menudo expresado su enfado por una muerte prematura, algunos
incluso quieren vengarse. Al igual que sucede con todos los espíritus que por
alguna razón no pueden avanzar, en el otro lado hay seres espirituales cuyo
trabajo es ayudar estos espíritus perdidos a llegar a donde les corresponde.
La
transición del mundo físico al mundo espiritual es natural y totalmente
indolora. Sin embargo, nuestra cultura occidental ha conseguido convertir algo
natural en algo terrible y repleto de miedo, y por esta razón las personas no están
preparadas para afrontar la muerte del cuerpo físico, ya que nadie les ha
explicado la verdad. Por esta razón, muchos espíritus quedan atrapados en la
tierra, porque no son capaces de comprender lo que les está sucediendo al
morir.
Es
realmente importante comprender el fenómeno de la muerte, de modo que la
transición sea fácil, suave y completa. Solo es preciso comprender que la
muerte es una puerta a la vida eterna, y que hay mucho más por venir.
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