La Vida es una meditación permanente si vivimos plenamente conscientes cada momento y permanecemos conectados a nuestro interior y al Todo.
Recuerda,
los silencios mantienen los secretos, por tanto, el sonido más dulce es el
sonido del silencio.
Esa es la
canción del alma, algunos escuchan el silencio en la oración, otros cantan la
canción en su trabajo, algunos buscan los secretos en la contemplación
tranquila.
Cuando se
alcanza la maestría o se experimenta, los sonidos del mundo pueden apagarse,
las distracciones aquietarse. Toda la vida se convierte en meditación.
Todo en la vida es una meditación en la que contemplas
lo Divino y, experimentando de esta manera, todo en la vida es bendecido. Ya no
hay lucha ni dolor ni preocupación. Sólo hay experiencia.
Respira en cada flor, vuela con cada pájaro,
encuentra belleza y sabiduría, puesto que la sabiduría se encuentra en todos
los sitios donde se forma la belleza. La belleza se forma en todas partes, no
tienes que buscarla, sino que vendrá a ti.
Cuando
actúas en este estado, conviertes todo lo que haces en una meditación y así, en
un don, en un ofrecimiento de ti a tu alma y tu alma a El Todo.
Al lavar los platos, disfruta del calor del
agua que acaricia tus manos, al preparar la cena, siente el amor del universo
que te trajo el alimento, y como un regalo tuyo al preparar esta comida viertes
todo el amor de tu ser.
Al
respirar, respira largo y profundo, respira lenta y suavemente,
respira la suave y dulce nada de la vida, tan plena de energía, tan plena de
amor. Es amor de Dios lo que estas respirando.
…Respira
profundamente y podrás sentirlo. Respira muy, muy profundamente y el amor te
hará llorar… de alegría. Porque conociste a tu Dios y tu Dios te presentó a tu
alma.
Utiliza tu
vida como una meditación y todos los eventos en ésta. Camina en la vigilia, no
dormido.
Muévete
con perfección, no sin ella y no te detengas en la duda ni el temor, tampoco en
la culpa ni en la auto-recriminación, reside en el esplendor permanente con la
seguridad de que eres muy amado.
Siempre eres Uno con Dios. Siempre eres bienvenido a
casa. Porque tu hogar es Mi corazón y el Mío es el tuyo.
Somos todo lo que es, todo lo que fue y todo lo que será.
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