A veces parece que la vida es injusta sólo contigo, justo
ahora y justo en este momento, y los intentos de cambiar
el curso parecen irse por la borda.
Es precisamente entonces cuando hay que detenerse, respirar profundo
y recordar tres “Nobles verdades o características
de la existencia“ del Budismo. En realidad, sí pueden
cambiar la situación.
Dukkha: Descontento, desilusión, sufrimiento.
Muchos dicen que el budismo es una doctrina pesimista
y negativa, todo por el conocido dogma ”La vida
es sufrimiento“. El problema es que la mayoría de los
occidentales entienden mal esa frase. Explicado, lo que el budismo
dice es algo así como “La vida no siempre es suave
y agradable, y qué más da”.
Los budistas aseguran que la causa de que experimentemos
la mayoría de nuestros sufrimientos es que intentamos evitar
entrar en el nivel espiritual de las cosas y/o ver
de frente a la parte emocional de la vida. Nuestra
vida siempre está rodeada de sensación de pérdida, tristeza,
cansancio, aburrimiento, ansiedad. Esos son satélites constantes
en nuestra vida, y si intentamos evitar todo eso comprando
nuevos artículos o consumiendo narcóticos, promiscuidad, etc, sólo
estaremos aliviando el dolor en vez de atacar su causa,
todo acabará por convertirse en aún más insatisfacción, decepción
y otras formas de dolor.
¿Cómo usar este
conocimiento cada día?
No te dejes llevar por la idea de que necesitas algo
más para vivir una ”vida plena“. Las enfermedades, el sufrimiento,
y la muerte misma son todos parte de la vida, hay que
tomarla como viene y dejar de pensar soñar con cosas inalcanzables.
Olvídate de que una vida ideal es la que pasa sin mayores
sobresaltos y sin ningún tipo de dolor. Todo eso es una
confusión que surgió en nosotros gracias a las semillas que
la industria de la moda, el entretenimiento
y farmacéutica se encargaron de plantar.
Cuanto antes aceptes la imperfección de la vida tendrás
menos decepciones. Y te será más fácil el corazón
a la incertidumbre, será más fácil dejar atrás el estrés diario
y los malos ratos.
Anitya: La vida está en constante movimiento
Antiya o transitoriedad significa que la vida tal y como
la conocemos está en constante movimiento. Nunca podremos regresar
a un momento en el pasado, ni podremos repetir
el día que pasó. Tampoco tenemos futuro, el futuro es sólo una
ilusión.
Cada mañana te despiertas y has cambiado un poco con
respecto al día anterior. Nuestras células han sufrido cambios biológicos,
hay otros pensamientos en nuestra mente, la temperatura
de nuestro cuerpo también ha cambiado, aunque
no lo notemos. Siempre.
Cuando experimentamos malestar el hecho de saber que todo
cambia puede tranquilizarnos. Si sabemos que en el mundo
no hay nada eterno, ni el dolor, también sabremos que todo
lo malo tarde o temprano se acabará. Pero cuando estamos felices,
es natural que queramos estarlo para siempre, por eso tememos el sólo
pensar que acabará un día. Lo mejor sería verlo desde un ángulo
distinto: si la felicidad acabará pronto entonces vale la pena
concentrarse en ella, y disfrutarla al máximo.
Si entendemos la idea de la transitoriedad
de la vida y su lado positivo eso puede liberarnos. Luego
de que este pensamiento fuera expresado por Budda, Heráclito, pensador
occidental, la repitió 100 años después al decir ”Nadie puede bañarse
dos veces en el mismo rio“. Todo lo que tenemos en realidad
es el ahora.
¿Cómo usar ese
conocimiento cada día?
Celebra los cambios, acepta el hecho de que eso
a lo que estás acostumbrado acabará algún día de una manera
u otra. Todo lo malo y cruel pasará y todo lo bueno
quedará en tu memoria si aprendes a disfrutarlo.
Tu relación es más importante que unos zapatos nuevos, un iPhone
nuevo te dará la sensación de estar feliz por un par
de días, pero la alegría de tener una buena relación con tus
hijos puede renovarse cada día.
Anatma: Tú cambias cada día.
Cuando un psiquiatra le pregunta a sus pacientes qué
quieren lograr cuando sus sesiones acaben la respuesta más popular
es “Quiero encontrarme a mí mismo”. Nuestra cultura
ha hecho que estemos seguros de que en nosotros hay algo constante,
un “verdadero yo“. ¿Quizá entre el corazón y el hígado
o en el cerebro? ¡nadie lo sabe!.
El budismo
se basa en que no existe un ”yo” constante.
Ya que hemos visto que todo cambia, debemos aceptar que nosotros
también lo hacemos, nuestra identidad se renueva cada día y muy
rápidamente. Tenemos cuerpo, un lugar de trabajo, nombre,
y un oficio que nos ayudan a identificarnos,
y a “hacer de nuestro ser algo constante”.
Pero lo importante es saber que no somos los mismos
a menos que nos esforcemos por serlo. Por otra parte, nuestra vida
no cambiará si no nos afanamos por hacer lo que debemos
para que cambie de la forma que queremos.
¿Cómo usar ese
conocimiento cada día?
En vez de concentrarnos en “buscarnos a nosotros
mismos“ podemos centrar nuestra energía en reinventarnos cada día,
a cada momento. No existe ningún ”yo“ constante, pero sí existe
un “yo” aquí y ahora, un ”yo” que puede cambiar
en cualquier momento. HOY es diferente de AYER. Si hoy
estás deprimido eso no significa que lo estarás toda la vida.
Si no puedes perdonar a tus amigos o a tus familiares
por algo eso no significa que no podrás y deberás perdonarlos
después.
Después de dejar ir la idea de la estabilidad
interna tal y como nos la han vendido podemos relajarnos
y disfrutar este momento. Mañana todo cambiará. Cada nuevo momento
de la vida tú también eres alguien diferente.
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