Probablemente, en alguna ocasión hayas preguntado a Dios: "¿Cuándo, Señor, cuándo?...
¿Cuándo publicaré
o cuándo me llamarán de nuevo?... ¿Cuándo podré cambiar de trabajo?... ¿Cuándo
tendré suficiente dinero para escribir, pintar, diseñar o bailar a tiempo completo?...
¿Cuándo conoceré a esa persona que me apoyará y con quien compartiré las
alegrías de la vida?". La respuesta a todas estas preguntas puede parecer
ilógica en el mejor de los casos y difícil de digerir en el peor. Pero es
simple.
Cada uno
de nosotros, sin importar cuán terribles, tristes o frustrantes sean nuestras
circunstancias, está donde quiere estar. O mejor dicho: cada uno de nosotros
está donde necesita estar, donde debe estar en este momento de su vida. Estamos
donde estamos porque necesitamos aprender ciertas cosas. Y no podemos llegar al
siguiente nivel sin aprenderlas. Este principio se aplica a todo en la vida.
Pero, ¿qué
significa esto realmente? Tras nuestro grito de "Es injusto!", vemos
que todo en nuestras vidas está conectado. Cada experiencia se muestra en
nuestra vida para que aprendamos y tomemos mejores decisiones. Si no
aprendemos, repetimos la experiencia con diferentes disfraces y colores de
pelo, como habrás notado, hasta que aprendemos. Si sigues poniendo la tostadora
al máximo, seguirás quemando la mayoría de las rebanadas. Si sigues apagando la
alarma y dándole la vuelta, seguirás con esa prisa frenética por ir a trabajar
cada mañana. Si sigues yendo a audiciones sin practicar ni estudiar actuación,
seguirás sin recibir llamadas ni mensajes que te inviten a trabajar de actriz o
actor. Si sigues tratando a todos con una mirada sarcástica, no atraerás a
alguien que realmente esté de tu lado.
A medida
que aprendemos realmente de cada experiencia, ésta nos lleva a la siguiente.
Esto es una de las causas y efectos inevitables de la vida que puede irritarnos
más o menos con su aparente injusticia.
Podemos
dar patadas, maldecir y dar vueltas mientras realizamos nuestras tareas con
resentimiento y odio absoluto, o somos libres de tomar otro tipo de decisión. Se
trata de aceptar lo que tenemos delante con gratitud y dedicarnos por completo
a ello. Al hacerlo, aprenderemos lo necesario para poder dar el siguiente paso.
A menudo
mantenemos un trabajo que solo nos sirve para apenas sobrevivir y en secreto
sentimos que no es el más adecuado para poder avanzar en la vida. Afortunadamente,
podemos tomar la decisión de aprender de la experiencia, de las circunstancias
de ese trabajo que no nos llena de ninguna manera. Entonces las cosas
comenzaran a cambiar, como nos explica el gran místico de nuestra era Neville
Goddard. No en pocas ocasiones, ese trabajo tan despreciado, nos enseña algunas
de las cosas más cruciales que necesitábamos aprender para acercarnos a nuestros
sueños.
A menudo,
aquello que anhelamos con vehemencia en este momento puede que no sea para
nosotros ahora porque quizás ni siquiera estemos lo suficientemente preparados para afrontarlo.
Es probable que tú mismo hayas transitado ya por ese mismo camino o uno
parecido.
Seguro que
todos podríamos citar muchos ejemplos propios o de personas a nuestro
alrededor. Y todas ellas tendrían algo en común: sus retrasos, errores y
aparentes desvíos resultaron ser precisamente la preparación adecuada para lo
que más tarde necesitaron y quisieron hacer.
Todo se
mueve en ciclos, tanto en el tiempo como en el espacio. Independientemente de
cuántas interrupciones aparezcan en las líneas de tu vida, el crecimiento está
ocurriendo. Nunca luches contra la oscuridad porque a través de ella, el
crecimiento se produce. Cuanta más luz enciendas en tu vida, más rápido
crecerás.

No hay comentarios:
Publicar un comentario